La
correspondencia de la Arquitectura con lo Sagrado permite a una sociedad
humana entender una composición espacial, cuyo contenido formal parte
de fundamentos axiológicos, del entendimiento de los valores morales,
de creencias, acciones y ritos. Estos valores aplicados a los elementos
u objetos que buscan representarlos cobran relevancia y se convierten
en un referente cultural, teológico, histórico y filosófico, de tal
manera que cuando analizamos el trasfondo que existe en la obra arquitectónica,
se nos revela todo aquello que está ligado a las diversas manifestaciones
que se nombran como místicas, entonces se habla de los recintos sagrados,
de los sistemas monasteriales, de las catedrales, de las capillas,
de los templos y de las parroquias como resultado de la interacción
de la materia y el espíritu o de la conexión entre el contenido intangible
que va más allá de lo visible con la concepción y materialización
de las obras, estos factores determinan esencialmente el carácter
morfológico de estas expresiones arquitectónicas.
En este caso, los autores nos brindan una comprensión del fenómeno
místico al articular diversas experiencias del espacio que nos conducen
por el reino de lo inefable, de los símbolos que se escapan del entendimiento
y de la razón. Entre esta riqueza de creencias y tradiciones se configura
la concepción de lo sagrado como reflejo del mundo divino y se ancla
a una actitud de respeto, admiración, silencio y contemplación, en
estos espacios sagrados la función ritual y la experiencia mística
se abre a través de los sentidos que nos llevan a estudiar otras acciones
similares en lugares que se consideran también como sacralizados.