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Las misiones Jesuitas de Chiquitos
una conquista espiritual
Vannia Verónica Hennings Hinojosa
A lo largo de la historia, el hombre se ha dado los medios para explicar y realizar la relación que cree que le une con el fundamento del mundo visible y de sí mismo, para ello crea las religiones. El término religión viene del latín religionem que significa escrúpulo, delicadeza y se explica como un culto tributado a una divinidad. Este culto se debe principalmente al temor que experimenta el hombre a lo desconocido y a la necesidad de creer en algo más poderoso que él, en quien aferrarse. De esta manera, la religión trasciende las distintas culturas, es capaz de adaptarse, en principio, a nuevas condiciones, y por su parte actúa también en la historia y en la psicología de los pueblos. La religión se implanta, en el ser humano, como una obligación de consciencia al cumplimiento de un deber impuesto por un ser superior. La experiencia religiosa, también llamada "experiencia de lo sagrado", indica que hay momentos, lugares, ritos o personas que sirven de manifestación de lo misterioso a los creyentes. Al intentar expresar el misterio, la religión recurre al lenguaje simbólico, donde los ritos que se practican son símbolos, y los mitos que normalmente los acompañan son simbólicos, donde ambos son elementos profundos y perdurables que traspasan las barreras del tiempo.
De esta manera, para la manifestación de los ritos y para que el hombre pueda encontrar o sentir la presencia de ese ser supremo, se hace necesario un espacio específico. Para ello, se construye un templo en honor a la divinidad y destinado a rendirle culto. "El Templo es un reflejo del mundo divino. Su arquitectura es a imagen y semejanza de la representación que los hombres se hacen de lo divino (...) Son como réplicas terrenales de los arquetipos celestiales" [1]. Este término viene del griego temenos y del mismo radical indoeuropeo tem (cortar, delimitar, repartir) que significa "el lugar reservado a los dioses, el recinto sagrado que rodea a un santuario y que es un lugar intocable" [2]. El hombre busca, a través de la representación de sus templos, expresar la idea o la concepción de sus dioses. Se genera la arquitectura de lo sagrado que actúa como el símbolo de una creencia, de una costumbre, de una cultura que necesita expresar su forma de vida. El término sagrado viene del latín sacratum y deriva de sacrare que significa consagrar, rendir culto; es el objeto específico de la religión. Lo sagrado se sitúa ante lo divino en una actitud de respeto y contemplación. Ante esta gran simbología que ejerce el templo en los seres humanos, veremos a continuación como un templo fue el medio fundamental para realizar la conquista espiritual de un grupo humano.
Bajo el emblema "ad majorem Dei gloriam", que significa: "a la mayor gloria de Dios", los jesuitas [3] buscan difundir la fe católica por medio de la predicación y la educación, así como trabajar en los lugares y momentos en que así lo requiera con urgencia la Iglesia. A raíz de ello, durante la conquista española, surgen las misiones jesuíticas [4] a quienes se encomienda aplicar las "reducciones" [5] a las concentraciones de la población indígena en el Nuevo Mundo; todo ello con el fin de facilitar la evangelización, controlar su producción y permitir el control fiscal. De esta manera, los jesuitas crean en el curso de dos siglos, hasta su expulsión en 1767, treinta y tres pueblos, cada uno de los cuales se halla a cargo apenas de dos sacerdotes, y que en conjunto abarcan a 150,000 aborígenes del Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia y Paraguay. Los jesuitas enfrentan muchas dificultades para acceder a estos territorios para, posteriormente, implantar un cambio en las costumbres y creencias de sus habitantes.
El resultado de esta incursión genera un progreso y una abundancia nunca repetidos en la América colonizada. Se producen manifestaciones artísticas a partir de una mezcla del estilo barroco europeo y el arte nativo, donde la arquitectura sacra se presenta imponente y original. La construcción de sus hermosas iglesias, tienen todo el talento de los misioneros y de su pueblo, principalmente por los trabajos de tallado en madera y los frescos que se pueden apreciar tanto en los interiores como en las partes externas de las iglesias. Estos templos se conciben con el fin de provocar admiración y respeto por parte de los indígenas y, de esta manera, conquistar sus almas a través de los sentidos. Los jesuitas comprendieron que por medio de los discursos y predicaciones no iban a lograr su meta y deciden provocar un efecto más hondo y duradero por medio de la percepción externa de los objetos, es decir, por medio de la construcción de templos imponentes y suntuosos
Bolivia es uno de los países donde los jesuitas son llamados a poner en práctica sus conocimientos y la evangelización de los indígenas. Se instalan especialmente en el oriente fundando las Misiones de Moxos y Chiquitos [6] siendo, esta última, el objeto principal de estudio en el presente ensayo. La orden de avanzar sobre estas tierras desconocidas se debe fundamentalmente al mito de "El Dorado" [7] que hablaba de la existencia de una ciudad en la que las calles y edificios estaban cubiertos de oro y plata. Sin embargo, lo que los jesuitas encuentran a su llegada es una región dotada de una gran riqueza natural, variedad de fauna y una formidable red de construcciones de ingeniería hidráulica.
Sus habitantes son grupos étnicos indígenas con distintas lenguas y con costumbres muy particulares, totalmente opuestas a las que predicaban, como ser la antropofagia y la poligamia. Todo esto significa un reto para los misioneros y sobre todo una ardua tarea de evangelización de hombres que no sabían en absoluto de la existencia de un Dios, ni la existencia del pecado. Los jesuitas pretenden volver realidad la maravillosa utopía de crear, en la Tierra, la "Ciudad de Dios" y, por medio de una pacífica evangelización y "civilización" de las poblaciones nativas, enseñan a los indios a cultivar la tierra y a realizar trabajos artesanales para su subsistencia, muchos se vuelven pintores, escultores, músicos, bailarines y cantantes llegando a formar una orquesta de música barroca, la cual aún existe en la actualidad.
Sin embargo, nos abocaremos a realizar el análisis del objeto principal de esta evangelización: la iglesia, como objeto arquitectónico. Este elemento actúa como un símbolo de poder y, por ello, su ubicación en el territorio es fundamental. Según el diccionario de los símbolos, el templo simboliza "la habitación de Dios sobre la tierra, el lugar de la presencia real (...) el centro del mundo" [8]. En las Misiones de Chiquitos, esta característica es muy notoria, la iglesia es el edificio más importante en cuanto a sus dimensiones y ubicación. A partir de ella se organiza toda la comunidad por medio de la traza urbana y de la localización del resto de los edificios. El modelo utilizado reproduce, en la teoría, el de la ciudad latinoamericana de carácter hispano, con su plaza central y la disposición de las calles en damero. Asimismo, en la realidad, se impone la adaptación al terreno con el aprovechamiento de muchos elementos procedentes del mundo indígena que modifican o readaptan el modelo oficial. Estos pueblos cuentan con iglesia, colegio, talleres de diferentes oficios artesanales, hospital, cementerio y casa para viudas. Rodeando el pueblo se encuentran las tierras dedicadas al cultivo intensivo, elemento fundamental de comercio con la sociedad colonial. La economía se organiza a partir del trabajo, la participación comunitaria de los bienes y el intercambio entre sus miembros y los diferentes pueblos. La iglesia se encuentra erigida frente al vasto cuadrilátero de la plaza, que cuenta con una cruz central y con cruces o "capillas posas" en sus esquinas. Al lado de la iglesia se encuentra la residencia de los padres y el cementerio y, al lado opuesto, los talleres de artesanía. Un poco más allá y dividida por una calle se encuentra la casa de las mujeres donde se realizan una serie de trabajos, como tejidos y bordados. Sobre los tres otros costados de la plaza se disponen las viviendas en un regular esquema octogonal, es importante hacer notar que no se encuentran pegadas unas con otras, sino que están separadas por huertas para facilitar su ventilación y asoleamiento. Se agrupan en manzanas y todas dan a la calle.
A raíz de la distribución espacial del poblado, es muy notoria la función evangelizadora que ejerce la Iglesia; su meta y su razón de ser es la conversión y la atención espiritual de los indígenas, por lo tanto, todo cuanto existe alrededor debe girar en torno suyo. En el sector de la Chiquitanía, la primera iglesia que se funda es la de San Francisco Javier en 1691 (actual San Javier), seguida por San Rafael, San José de Chiquitos, Concepción, San Miguel, San Ignacio y Santa Ana. El padre suizo Martin Schmid, músico y arquitecto, es el encargado de dirigir y vigilar la edificación de estos templos. A continuación, trataremos de realizar el recorrido a una de las iglesias, desde el exterior al interior, a manera de comprender su funcionamiento y su conformación general. Al exterior se encuentra un amplio acceso o atrio totalmente plano y completamente abierto. El papel que cumple es muy importante ya que sirve para integrar y relacionar al pueblo con las actividades religiosas. Desde este punto, surge imponente y esplendorosa la iglesia jesuita cuyo ritmo y tratamiento de su fachada ejerce la integración del exterior y el interior de la iglesia. Otro rasgo muy peculiar de estas iglesias es que todo su perímetro está bordeado por una galería externa que sirve para resguardarse del intenso calor y las constantes lluvias de la región, al igual que es una respuesta al sistema constructivo adoptado, constituido por una cubierta a dos aguas.
Al interior, la iglesia consta de tres naves, una nave central y dos paralelas que se inician en el atrio cuyo frente da hacía la plaza. Se enriquece con arcos de madera, ornamentos, ventanas con hermosas balaustradas, pinturas, retablos cubiertos en plata y oro, y como remate el altar mayor con una riqueza formal impresionante, cargado de figuras, formas, texturas y color, una verdadera obra de arte. Los motivos decorativos utilizados, tanto al interior como al exterior de la iglesia, presentan ingenuos frescos de mano indígena representando la fauna y la flora la zona. Toda esta escenografía se encuentra coronada por la penetración de la luz a través de dos claraboyas que iluminan el altar a las once de la mañana, hora en que se celebra la misa. Los indígenas se distribuyen por sexo y edad abarcando el 90% de la iglesia y el 10% restante, está ocupado por el oficio religioso específico. Según Ibánez Cuéllar, la iglesias tienen las siguientes dimensiones, en promedio, 18.40 m. x 57.28 m., lo significa una superficie de 1053.95 m2 solamente en su área interior.
La construcción de estas iglesias se basa en elementos constructivos que han influenciado notablemente a la creatividad arquitectónica y a la implementación de un estilo propio de la región. Con lo que la naturaleza les proporciona y optimizando al máximo las ventajas de estos materiales, se logran obras dignas de admiración. La región de Chiquitos es eminentemente boscosa, por ello, el empleo de la madera es muy importante. Se emplea un sistema de esqueleto de madera que posibilita la construcción de templos enormes, fáciles de construir, funcionales y perfectamente adaptados a las necesidades de las misiones y al clima; las maderas más resistentes se utilizan para la estructura portante de las iglesias, y las maderas blandas para los trabajos de tallados, retablos o detalles decorativos.
A partir de ello, se generan obras esplendorosas y monumentales, y el perfeccionamiento de la técnica, "el hombre comenzará a admirarla, pero fundamentalmente a conocerla y a dominarla de tal forma que pudo vencer luces de 10 a 12 metros o lograrse expresar en lenguaje iconográfico por medio del tallado de este preciado elemento" [9]. Continuando con los materiales empleados en dichas edificaciones, se emplean igualmente, el ladrillo y la teja con mucha calidad en duración y terminación. El adobe se utiliza indistintamente en pequeñas edificaciones, como también en las iglesias y edificios anexos, mientras que la piedra, muy escasa en el lugar, se emplea en una sola iglesia (San José). La mampostería (bloques de 60 a 1.20 metros) se une con barro debido a que la zona carece de reservas caleras, se emplea solamente para los revoques o pinturas. Con respecto al hierro, los jesuitas logran su producción al igual que el acero, por medio de un procedimiento de combustión con carbones obtenida de maderas muy duras. Este material, muy escaso en las obras arquitectónicas es empleado en algunos herrajes.
El equilibrio en el uso de los materiales con moldes formales naturales, y con esquemas modestos y simples permiten que el producto arquitectónico se identifique de manera armoniosa con el medio donde se ubica. Al analizar ciertos detalles de la conformación de estas iglesias, parece ser que nos encontramos ante una propuesta original que surge de la abundancia de grandes árboles y la carencia de cal. Se opta por una armazón de madera como un verdadero esqueleto portante debido a la imposibilidad de levantar muros suficientemente consistentes, reduciéndose el muro a un simple elemento de cerramiento.
Es importante hacer notar otra singularidad en el sistema constructivo, las columnas u "horcones" son en realidad árboles íntegros con sus raíces para lograr mayor firmeza, cuyas raíces son calcinadas para evitar la filtración de la humedad. Posteriormente, estos enormes troncos se tallan con estrías helicoidales o hasta verticales, según el gusto del artesano. De esta manera concluye el análisis de un objeto arquitectónico considerado sagrado por los hombres y que, en este caso, tuvo un significado simbólico para lograr la conquista espiritual de los pueblos chiquitanos. La arquitectura actúa como un elemento generador de admiración, respeto y conversión. Posteriormente, en 1767, el gobierno español ordena que los misioneros jesuitas sean expulsados de las posesiones de España en el Nuevo Mundo. Con ello concluye el corto proceso misional en esta región, que tuvo una duración menor a 100 años. Esta expulsión deja a las comunidades a merced de los españoles y portugueses, quienes se encargan de saquear sus poblaciones y perseguir a los jesuitas. Sin embargo, todavía queda algo de la riqueza material y espiritual que dejaron estos misioneros. Una de las máximas herencias es el arte de Chiquitos que retrocede hacia el símbolo, hacia el trabajo anónimo de la comunidad con un rasgo inconfundible de profusa decoración y exagerado cromatismo. En 1991 La Unesco declara Patrimonio de la Humanidad a los pueblos de San Javier, Concepción, San Miguel, San Rafael, Santa Ana y San José de Chiquitos por su alto nivel artístico y su profundo significado cultural. Para concluir, sin restar mérito a la estoica y utópica labor realizada por los misioneros, el aspecto negativo de esta incursión es que impone una nueva religión, otras costumbres y formas de vida totalmente diferentes, destruyendo todo lo que estos pueblos habían logrado construir hasta entonces y generando la pérdida de su identidad cultural. ¿Cuál hubiera sido el futuro de estos pueblos sin la intervención jesuítica?
Notas
1. Chevalier, Jean, Gheerbrant, Alain, "Diccionario de los Símbolos", Barcelona: Herder, 1969, p.984.
2. Ídem.
3. Jesuitas: representan un instituto religioso de clérigos regulares de la Iglesia católica. Esta orden fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1534 y confirmada oficialmente por el papa Pablo III en 1540.
4. Misiones jesuíticas, misiones constituidas por la Compañía de Jesús, que se establecieron como un sistema de "reducción" indígena en una extensa área entre Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil a partir de una primera experiencia llevada a cabo en Juli (Perú) en 1576, y que concluyeron en 1767, con la expulsión de los Jesuitas de los territorios españoles por Carlos III.
5. Reducción: viene de "reconducir" a los indígenas a una vida cristiana (del latín reducti).
6. Los españoles les dan el nombre de "chiquitos" debido a que las casas de estos aborígenes tenían una puerta muy baja por la cual sólo se podía acceder a gatas. Esto lo hacen para protegerse de las moscas y mosquitos y también para que sus enemigos no tengan por donde flecharlos durante la noche.
7. "El Dorado", también llamado "Candire" o "Paitití".
8. Chevalier, op. cit., p. 985. 9. Ibánez Cuéllar Aquino, Suárez Salas Virgilio, "Chiquitos - Misiones jesuíticas", Santa Cruz: Universidad Boliviana, 1976, p.12.
Bibliografía
Chevalier, Jean, Gheerbrant, Alain, "Diccionario de los Símbolos", Barcelona: Herder, 1969.
Ibánez Cuéllar Aquino, Suárez Salas Virgilio, "Chiquitos - Misiones jesuíticas", Santa Cruz: Universidad Boliviana, 1976.