Autores
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Vicente
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Silva Aceves
Peter
Weiss
Otros:
Cuentos
de la Alhambra
Popol
Wuj
Fragmento
de: En busca del tiempo perdido
Tomo I: Por el camino de Swann
La
cueva de la mora
Horas
penosas
La
casa encantada
Prólogo
I
Como sucede
con la palabra literaria, a través de la imaginación,
los arquitectos diseñamos, prefiguramos y habitamos otros
espacios, y, en este proceso, nos vamos construyendo a nosotros
mismos como personas. Por vía de la literatura o de la arquitectura,
es posible abandonar nuestra realidad pero llevándonos nuestra
individualidad, nuestra memoria, nuestro muy particular modo de
comprender el mundo. Con este bagaje, a través de la palabra
o de los trazos de un proyecto arquitectónico, arribamos
a otro contexto, a otros tiempos y espacios, a otras historias,
y, sin prejuicio alguno, nos despojamos libremente de nuestros ropajes,
nos enfundamos el traje de otros: el del héroe o el del villano,
el del hombre o el de la mujer, el del abuelo o el del niño.
Una vez que hemos habitado imaginariamente otros espacios y que
hemos sido "otros", la arquitectura y la literatura nos
permiten regresar más enriquecidos a la realidad originaria.
Todo ello del modo más económico y eficaz.
El arte de la literatura y de la arquitectura implican discursos
que se construyen mediante un particular proceso, en el cual existen
diversas analogías y que al final da como resultado un poema,
una narración, una novela, un cuento, o el proyecto de un
espacio habitable. En la arquitectura como en el arte del cuento,
los objetos, los recorridos, la relación del adentro con
el afuera y viceversa, las vistas, los sonidos y los olores se animan
en los espacios y forman parte esencial de la persona. Un espacio
arquitectónico o un cuento, no podrían ser sin los
espacios ya que, cuando los recorremos, realizamos un singular paseo
por una serie de eventos que se narran en el tiempo y que suceden
en espacios reales o imaginarios.
Por todo esto, podemos afirmar aquí que cada proyecto arquitectónico
edificado, aún no edificado o incluso que ya no existe, podría
narrarse como un cuento porque, así como el cuento es un
texto cerrado y preciso en su construcción, es decir, nada
le falta, nada le sobra, un espacio arquitectónico lo es
también, o al menos debe serlo.
II
El Espacio en
la narración, Arquitectura en la cuentística hispanoamericana
contemporánea (una selección), es un libro que nace
de la inquietud por ampliar nuestra comprensión de los espacios
que habitamos, o bien de aquellos que nos habitan imaginaria y esencialmente.
Para ello, acudimos a la literatura, particularmente al género
del cuento. Y es que, en la lectura de cada uno de estos cuentos,
se nos despierta la avidez por descubrir los espacios que habitan
los protagonistas para vivirlos junto a ellos. Más aún,
cuando los arquitectos leemos un cuento, la palabra del autor es
una invitación a decantar y descifrar en la imaginación
las pautas del diseño, la configuración y la construcción
de los espacios narrados.
En el cuento La luz es como el agua, de Gabriel García Márquez
-por ejemplo-, los elementos mágicos de que está plagada
la realidad, nos trasladan al Paseo de la Castellana donde gozamos
con Totó y Joel "abriendo la llave", para que el
espacio se pueble de luz y poder navegar libremente al lado de ellos,
y así mostrarnos lo que es posible construir imaginariamente
en pleno contexto de la cultura urbana madrileña.
En Casa Tomada, Julio Cortázar nos hace habitar y padecer
los espacios junto con los protagonistas. Nuestro corazón
sangra con el de Irene y el de su hermano ante la patética
realidad urbana que viven actualmente muchas familias despojadas
en sus propias casas. Más aún, durante la lectura
de este cuento, es fácil trazar imaginariamente los planos
arquitectónicos de esta vieja casona en el corazón
de Buenos Aires.
Los largos y sutiles párrafos en el cuento Los baños
de Celeste, de Alejandro Aura, nos sumergen en los espacios húmedos,
provocativos y evanescentes de una intimidad que se percibe exclusivamente
por el ojo de la cerradura de una puerta:
...imagen bordada
en los bastidores de la magia y a través de los cuales yo
habría de encontrar el sentido de la libertad (...). Yo habría
de estar a solas finalmente, hundido en mansedumbre, almiatado;
porque así como tú no podías escapar de tu
destino yo no podía escaparme de mí mismo, desvanecerme
en el aire de la recámara aquel día que dejaste la
puerta entreabierta, y todo, la manija de la chapa, las paredes,
el espejo, estaba lleno de tu perfume.
El sentido de pertenencia y de identidad que nos brindaron algunos
espacios en nuestra infancia, que atesoramos en los recuerdos y
anhelamos reencontrar siempre en cada sitio que habitamos, parece
hoy en día no ocupar mucho la consideración de algunos
arquitectos. A propósito de esto, en El árbol perdido,
de Francisco Segovia, leemos lo siguiente:
Se precipitó
por la entrada lateral, rodeó la casa y de pronto se detuvo.
Lo que tenía enfrente era un jardín japonés.
´Ha costado mucho trabajo y mucho dinero hacerlo pronto´.
No quiso saber de quién era la voz. Recorrió el lugar
en todas direcciones. El árbol ya no existía. Creyó
desfallecer y se fue casi huyendo.
Quien lea este
cuento, vivirá el doloroso estremecimiento de una persona
que busca reencontrar inamovibles los espacios de la infancia, y
no sólo no los encuentra, sino que se da cuenta de que a
nadie más que a él le han importado. Y sin embargo,
nos dice el autor, es posible recuperar de otro modo aquello que
pensábamos perdido: "Allí estaba el árbol,
y era suyo. El único. No se habían secado del todo
ni viejas añoranzas ni tristezas. La compañía
paterna, el huerto antiguo y también Cecilia". Y es
que los espacios de la infancia, como nos dice Gastón Bachelard,
nos acompañan dentro de nosotros mismos para siempre, anhelando
reinstaurarse en una nueva realidad.
Hay cuentos que hablan del sosiego y de la confianza que otorgan
los lugares amados, un ejemplo es La Plaza, de Juan García
Ponce que finaliza su cuento diciendo:
...Los pájaros
empezaron a cantar invisibles entre las ramas de los laureles, y
luego las campanas dejaron escapar su seco y prolongado sonido sobre
el canto como si no viniera de las torres de la iglesia, sino de
mucho más atrás, de un espacio distinto que se precipitó
sobre C igual que una vasta ola, dulce, silenciosa y cada vez más
grande, que se extendiera sin límites, oscura y envolvente
como una noche hecha de luz en vez de sombras que lo cubriera todo
con su callado manto. Por primera vez en mucho tiempo, como no lo
había sentido en compañía de nadie ante ningún
acontecimiento, C sintió una muda y permanente felicidad,
y la plaza, a la que supo regresaría ahora definitivamente
todas las tardes, se quedó otra vez en su interior, encerrando
todo en un tiempo que está más allá del tiempo
y le devolvía a C durante un instante fugaz pero imperecedero
toda su substancia.
Y qué
decir de la narración, Arquitectura Hechizada de Vicente
Quiriarte, en el que se reconstruyen, de manera quizá más
realista, los espacios arquitectónicos e hitos urbanos que
brindan identidad y pertenencia a los "Centrícolas":
Vivir en el
Centro no sólo era vivir en el corazón de la ciudad,
sino latir en el centro del mundo. Enterarse, antes que nadie, de
lo nuevo. Sus mitologías se forjaban en consonancia con las
vivencias. (...) Centrícola es eminentemente la Gente de
la Ciudad. (...) San Juan de Letrán huele a tacos de canasta
y de carnitas, a tortas compuestas, tepache, jugo de caña,
aguas frescas, lámparas de kerosén, perfume barato,
líquido para encendedores, dulces garapiñados, papel
periódico de revista, de librito de versos de Antonio Plaza
y novelita pornográfica. (...) Si la arquitectura es la piel
de la ciudad y los habitantes que pueblan y recorren sus arterias
constituyen su sangre, las diversas lecturas de la capital equivalen
en su conjunto a un gran tratado de anatomía urbana, a un
inventario donde no pueden ser ignorados los fantasmas que justifican
al presente.
El texto de
Quirarte cita a Juan Villoro quien demanda "una nueva forma
de arquitectura espiritual del barrio, no a través de la
reconstrucción cartográfica, sino mediante la traducción
de las ensoñaciones que la urbe provoca en sus habitantes",
exigencia a la que algunos arquitectos estamos intentando dar respuesta.(1).
En esta compilación, se destaca la abundancia de cuentos
de Borges. Esto se justifica por el hecho de que el escritor argentino
-quizá más que otros escritores- nos abre a los arquitectos
un amplio panorama de posibilidades de lectura del espacio. En efecto,
con la aportación de varios de sus temas y recursos literarios,
tales como el laberinto, el espejo, el "adentro y afuera",
lo marginal, los largos, pausados y también trepidantes recorridos
en el tiempo y en el espacio, Borges nos atrapa en sus cuentos.
El Aleph, por ejemplo, es un sorprendente infinito localizado en
el sótano de la casa de Beatriz Viterbo; es todo un universo
que cabe en un "rincón", en términos bachelardianos,
espacio que nos revela el germen de una existencia, de una casa,
de la conciencia de la mortalidad y de la eternidad, esa inmensidad
"íntima" que habita en cada alma humana.
III
El Espacio en
la narración, arquitectura en la cuentística hispanoamericana
contemporánea (una selección), representa una primera
mirada intuitiva a la literatura, que surgió dentro del Taller
de Investigación Arquitectura y Humanidades del Programa
de Maestría y Doctorado en Arquitectura de la UNAM. El trabajo
persigue esencialmente fines académicos y formativos, y está
dirigido a arquitectos y a toda persona interesada en comprender
un poco más, a través de la pluma de los cuentistas,
los espacios que habitamos cotidianamente.
La selección
que aquí presentamos aborda la cuentística contemporánea
y está organizada de acuerdo a la cronología de los
autores, comenzando por Jorge Luis Borges. Ciertos cuentos están
acompañados por comentarios escritos por algunos de los arquitectos
que participan en el taller académico mencionado. Se trata
de reflexiones que constituyen un intento de dialogar con autores
que les brindan una comprensión diferente de los espacios
físicos, virtuales e imaginarios. Son también, como
dice Josep María Montaner, "reflexiones escritas sobre
las lecturas, en las cuales el lector se convierte en escritor"
(2), para impregnase de otras sensibilidades ajenas a la arquitectura.
Los profesores
y alumnos involucrados en esta compilación nos congratulamos
y agradecemos de manera muy especial el feliz encuentro con la Maestra
Margarita León Vega, del Instituto de Investigaciones Filológicas
de la UNAM, quien nos acompaña generosa y creativamente en
esta aventura académica de construir un puente desde la Arquitectura
hacia otras Humanidades, para encontrar en ello al ser humano como
esencia y punto de partida de la Arquitectura.
María Elena Hernández Álvarez
Ciudad Universitaria, México, D.F., junio de 2004
1. Nada más
sugerente que esto último para acudir a la palabra literaria
y abrir nuevas y fascinantes posibilidades, no sólo para
comprender nuestros espacios urbanos, públicos y privados,
sino para escribir otras "Historias de la Arquitectura jamás
contadas o aún no contadas". En este sentido, cabe mencionar
que en el Taller de Investigación Arquitectura y Humanidades,
se está gestando otro proyecto cuyo objetivo es construir
nuevos instrumentos teóricos-metodológicos para escribir
estas "Historias...". En este proyecto, las Humanidades,
particularmente la Literatura, son esencial soporte.
2. Montaner,
Josep María, "Lecturas ininterrumpidas", en Eupalinos,
Número 17, Revista Cooperativa D´architectes Jordi
Capell, Barcelona, 2003.
Epílogo
Los cuentos
incluidos en este libro fueron seleccionados bajo un criterio no
convencional. El Aleph de Jorge Luis Borges, Casa tomada de Julio
Cortázar, o Viaje a la semilla de Alejo Carpentier, así
como el resto de narraciones, han sido escogidas no tanto porque
son cuentos célebres o por el prestigio bien cimentado de
sus autores, sino por causas que responden a una necesidad imperiosa.
Su inclusión en este volumen tiene que ver con el loable
afán de un grupo de arquitectos por acercarse a la literatura
y descubrir en ella las relaciones que existen entre imaginación
literaria y todo aquello que interviene en la labor creativa del
arquitecto. Este afán llevó a la organización
de un Taller de Creación Literaria, promovido por el Taller
de Investigación Arquitectura y Humanidades del Programa
de Maestría y Doctorado en Arquitectura de la UNAM.
El mencionado taller de creación, se concentró en
la lectura y en el análisis del relato, a través de
un repertorio limitado pero significativo de cuentos de autores
hispanoamericanos. Los textos aquí publicados, seleccionados
ex profeso para el trabajo en las sesiones semanales, fueron la
base de nuestras discusiones sobre las formas narrativas y, sobre
todo, alrededor del problema del espacio.
A través de las emociones e imágenes suscitadas por
la lectura, los arquitectos han ido descubriendo en la mirada aguda
y en la imaginación desbordada de los escritores, otra manera
de construir el espacio así como nuevas formas en las que
éste puede ser figurado. Asombrados, los arquitectos transitan
por los laberintos borgianos y cortazianos; escuchan las voces y
los ruidos de quienes "invasores misteriosos", van desalojando
de una casa a sus propietarios; asisten a la deconstrucción
-ladrillo a ladrillo- de otra hasta quedar baldío el terreno
sobre el que se asentaba. En cada uno de estos cuentos, se les revela
un espacio arquitectónico y simbólico, una dimensión
imaginaria -y no por ello menos real-, que los impulsa a dibujar
un boceto, una estructura, a imaginar un ambiente construido con
la iluminación, como lo hace Gabriel García Márquez
en La luz es como el agua.
Al final de varios cuentos, aparece un comentario hecho por los
propios participantes en el taller. Sus opiniones son impresiones
e ideas que las obras literarias despertaron en ellos, como le sucedió
a Federico Martínez y a Patricia Barroso, o los llevó
a dibujar formas arquitectónicas narradas o sugeridas en
los cuentos, como pasó con Adrián Baltierra.
La literatura es un viaje sin retorno. Lo saben bien quienes se
entregan al placer de la lectura y con ello a las peligrosas delicias
del lenguaje. Cada palabra y cada silencio en un cuento es una cifra
exacta que define el antes y el después de todas las cosas.
Esto lo descubre el protagonista de Continuidad de los parques de
Cortázar, y el de Tachas, de Efrén Hernández,
que extravía su mente en los significados posibles de una
palabra.
El cuento, como bien sabemos, es una narración que habla
de lo que uno o varios personajes hacen y experimentan y que de
algún modo ha cambiado sus vidas. Y es que para que haya
relato, para que haya cuento, debe pasar algo, debe verificarse
una transformación en el tiempo y en el espacio; de ahí
su connotación histórica.
En el cuento, el lector toma parte activa en la narración
pues, luego de terminar de leerlo, percibe "algo más
allá" que una pared, una puerta o un andén del
metro que se cierra frente a un individuo, como sucede en La fiesta
brava de José Emilio Pacheco y en La casa muda de Dimas Lidio
Pitty. El lector se percata de que existe una realidad "otra"
en las circunstancias más triviales, en los objetos más
simples y cotidianos, como nos muestra Mariano Silva Aceves en su
cuento El sillón.
Narrar es construir y habitar el espacio, poblar con nuevas ocurrencias
lo que ya existe en la realidad. Nada nace de la nada, ni siquiera
el vacío. Antes de él hubo algo o alguien ocupándolo,
hubo palabras o trazos anteriores delimitando, fijando puntos y
líneas, sutiles redes de fuerzas y de elementos que se interrelacionan
y construyen el equilibrio o la desmesura. La arquitectura es una
forma de narrar el espacio, de construirlo, por ello mantiene un
vínculo estrecho e íntimo con el arte de contar de
los cuentistas.
Mi gratitud a la Dra. Ma.Elena Hernández, coordinadora del
Taller de Investigación Arquitectura y Humanidades del Programa
de Maestría y Doctorado en Arquitectura de la UNAM, por invitarme
a impartir el Taller de Creación Literaria. Mi reconocimiento
al empeño y a la sensibilidad de los participantes en las
sesiones de trabajo, durante las cuales, arquitectos y literatos
juntos, pudimos forjar el espacio para un enriquecedor diálogo
entre ambas disciplinas.
Mtra.
Margarita León
Seminario de Poética.
Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM.