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Arquitectura y lo sagrado I
Introducción
En las formas más antiguas de cultura y de comportamiento religioso, se ve vinculada una experiencia litúrgica, mística que se realiza en un lugar; dicho lugar cobra el significado de sagrado a través del tiempo y de la interpretación histórica. Sin embargo, cuando reflexionamos en ello, nos cuestionamos ¿qué determina a estos lugares como espacios sagrados? Las acciones humanas se vinculan a la sacralidad que cobra un lugar y se menciona que en el espacio sagrado se lleva a cabo la repetición del acto con que las personas manifiestan sus creencias, es pues, el ámbito concreto donde tiene cabida un acontecimiento poderoso, un rito o una celebración.
Esta conjugación de la arquitectura y lo sagrado, conlleva una concepción fenomenológica del mismo concepto de "espacio sagrado" porque es subjetivo y es aceptado en su definición como un lugar que surge en función de ciertos ritos llevados a cabo por una comunidad, dichos sitios emergen como grandes agrupaciones y conjuntos de templos con altares privados que sirven para honrar a los antepasados, para honrar a un santo, a la virgen, o bien, contienen a figuras bíblicas; personajes a los que se les destina un rincón, se les reserva un nicho en la casa o se les construye un santuario por la comunidad de creyentes que honran a la divinidad. Este tipo de lugares sagrados, se conocen también como iglesias, catedrales, templos, grandes y pequeños monasterios, abadías y conventos, donde habitan grupos de religiosos dedicados a diversas actividades para cumplir los preceptos de sus creencias y religión.
Todas estas construcciones representan una aproximación al más allá, es decir, nos invitan a reflexionar en lo intangible, en los valores humanos que pensamos, que construimos en el imaginario colectivo y que buscamos representarlos de alguna manera en las formas arquitectónicas. A veces pensamos en los sitios construidos bajo un juego de luz y sombra, con grandes relieves, con esculturas y grandes claros, o bien hallamos las calles como esos espacios urbanos que se modifican e integran a una procesión y que por su desplazamiento lineal invitan a una larga fila de personas a seguir un rito. Así, nos damos cuenta de que los espacios sagrados se conforman también más allá de los límites de lo arquitectónico y pueden surgir en el paisaje natural, en cualquier rincón donde la presencia de nuestras divinidades, de nuestros ancestros o de los dioses se haga evidente.
El espacio sagrado se vuelve un lugar de poder místico y cultural, puede cobrar un valor histórico y patrimonial, éste nos revela los propósitos de las acciones humanas, así, la arquitectura cobra un orden específico, se fragua bajo diversas jerarquías formales y espaciales que van dictadas por nuestras acciones, hábitos y costumbres. La monumentalidad, los recintos bañados de luz, las crujías bajo la penumbra, el silencio que se constituye entre los muros de un convento, es capaz de envolvernos en un estado contemplativo, esa ausencia de ruido también convierte al templo en un espacio auditivo, visual y olfativo.
Hablamos, así, de construcciones introvertidas con disposiciones espaciales hacia adentro, exteriormente cerrados y con una arquitectura que procede de una recíproca adaptación con el paisaje circundante. Todo ello es representación de lo que el hombre llama lo divino, son sitios concebidos para el retiro espiritual, para mantener el silencio exterior y escuchar la voz interior. Lugares de lucha, de sacrificio, de culto, de contemplación, de serenidad, de intimidad, de protección, de remembranzas, de adoración y cargados de símbolos, espacios que han sido espejo del tiempo histórico, que representan la síntesis de las realidades económicas, políticas, sociales y culturales de una época, sitios erigidos por filosofías, cosmogonías e intereses diversos, espacios de transformación y dominación ideológica, de creencias y tradiciones, que son destinados para la experiencia mística y que cobran una memoria colectiva al ser contenedores de objetos venerables, estos sitios son también símbolos de nuestra identidad.