Tema
recurrente en mi poesía el de la casa. Cobijo para el hombre
desde tiempos remotos, en mi niñez fue más motivo de angustia
que de seguridad: vivíamos en una vieja construcción que,
a cada tormenta, parecía a punto de romperse. Así que,
la casa como deseo -en el sentido de la seguridad, de la solidez- aparece
en mi poesía de modo casi obsesivo. Otras veces se presenta como
lugar vacío, sin moradores. Otras, como lo que cada uno construye
en medio del desierto para, precisamente, vencerlo. Si bien aquí
no aparecen, hay ciertos poemas que se refieren al arca como variante
de la casa. Allí se refugian los amantes, en medio del diluvio,
no sin angustia porque la tempestad amenaza con hacer trizas la frágil
nave, que, como en los relatos antiguos, no tiene timón. Peligro
que aparece de otro modo, transfigurado, en mis poemas que hablan de
una viga que amenaza desplomarse sobre quien, abajo, está sumido
en sus pensamientos o lee o escribe. Otro recuerdo de infancia, mi refugio
era un cuarto pequeño, como un desván, en el techo una
viga de madera no daba la impresión de ser muy resistente, al
contrario. Y, sin embargo, por alguna razón, yo permanecía
allí, durante horas. Quizás, en esta anécdota,
quepa en toda su profunda y riesgosa dimensión el quehacer del
poeta.
Carlos
Barbarito