(de "La
luz y alguna cosa")
Golpea la puerta
cerrada de una casa
a oscuras.
Llueve.
Su cabeza sabe
que va a morir y que, antes,
un poco antes, se topará cara a cara
con eso que funde los pasos de un hombre
con el efímero y errático
vuelo de un insecto.
El agua lo moja:
para que esta lluvia caiga
como cae, y lo moje del modo en que lo moja,
debió suceder algo vasto y terrible
en otra parte:
la extinción de una especie,
muerta de sed a orillas de un río seco,
las nubes huyendo grávidas
de toda el agua, sin sentir culpa alguna.
A sus golpes nadie responde.
O sí,
una voz remota, casi inaudible,
que le advierte
lo que su razón ya aceptó
y su corazón rechaza:
Hasta
el fuego un día reposa,
frío.
(A
Cristina Piña)
Cuando era niño cerraba los ojos
a cada tormenta, los muros de la casa
se sacudían, el agua de la lluvia
penetraba por debajo de las puertas.
Mi casa no luchaba, el niño no luchaba.
El agua arrastraba los sueños,
los juguetes; el viento cortaba la soga
y se llevaba al perro, se colaba
por los intersticios y se adueñaba de todo.
No importa el tiempo transcurrido,
los dolores y los trabajos, lo visto
y lo presentido, lo amado y lo odiado,
cada noche de tormenta regreso a aquella casa,
soy de nuevo el niño con los ojos cerrados.
(de "Desnuda
materia")
...pero hay otro espacio, submarino.
Allí los peces de Klee
conversan con los peces
que muchos llaman verdaderos.
¿Dónde el confín? No
se precisan párpados;
un helecho corta la piedra,
un piano se deshace en sal.
En penumbras, nada muere, invoca.
Lo sumergido es infinito
y cabe dentro de una bolsa,
un perro ladra sin ladrido,
entre hora y hora
un libro, prodigiosamente seco,
se alimenta de imposibles llamas.
Asombro añadido al asombro:
un niño señala el arco iris
y en la punta de su dedo, enseguida,
una mancha.
(¿ Detrás
de Mona Lisa, como mero fondo,
lo que cubre ambos patios,
el de arena y el de piedra,
uno donde el niño entierra su palo,
otro donde el hombre erige una casa
que nunca dejar de estar vacía?)
(de "Figuras
de ojo y sombras")
Acaso ya no importe si verdadero
o falso. Acaso dé igual
la hierba o su sombra,
el vientre o la torpe figura
que intenta representarlo.
Acaso ya no quede nada,
ni el borde, ni la herrumbre.
El lento animal no bebe del agua
del charco, el amor no se ensucia
con el puro hollín, la pared
no se agrieta tratando de extender
la casa hasta donde se pasea,
ingrávida, la belleza.
Acaso ya no importe si honrado o vil,
si vertical o desplomado,
si deseo o cuchillo o relámpago.
Por el viento, insepulta, todavía,
la palabra, golpeando
contra negra, alta desdicha.
(de "Puntos
de fuga")
(A Laura Yasán)
El dolor -una
música que se desvanece,
un silencio que se puebla de malos sueños-.
es lo único que sobrevive
después de las llamas frías,
el error instalado en el mundo.
Llamo,
no sé qué se concentra y qué se esparce,
qué erige una casa
y qué se oculta en el baldío,
apenas sé que aquella marca en la madera
exuda una sustancia
que gota sobre una hierba
irremediablemente seca.
Y el aire y el agua se empobrecen,
pierden altura y medida,
un cuerpo y otro cuerpo ya no se ajustan,
se retira lo vivido
con su exceso de cálculo, de derivación,
de deuda.
(de "La
orilla desierta")
De la vida se sale herido,
ningún mar sabe de este andar
bajo remotas esferas
después del desamor y el silencio.
Sólo es verdadera la lastimadura,
el día entra de espaldas a la noche
y la noche es una boca
desde la que toda palabra se envilece y se pudre.
En insomnio, reflejo de último y extranjero.
¿Dónde se guarda el secreto? ¿Cuándo
se tensará la cuerda en el aire quieto?
Cada casa reserva escasez y desidia,
espejo y muerte, número sin trama.
¿Dónde se guardan la moneda,
el ala, el signo del arrebato,
la voz y la brasa, el filo, la piedad, el musgo?
De la vida se sale herido,
ningún mar sabe de la presa entre redes,
de la rama que arde sola, lejos.
(de "Amsterdam")
Camina, el viento sopla en contra
y, desde lejos, una risa lejana, de niño o mujer.
No hay nombre
para ese árbol que se inclina,
para ese espejo donde poca cosa se refleja,
para ese grupo de cañas requemadas
que constituye, al cabo de las horas,
el único paisaje. Más tarde, en la casa,
echará, como cada día, una leña a las llamas,
que creerá, como siempre, la última;
antes, a mitad de camino,
trazará sobre el pavimento
una línea de tiza
que tal vez no sea digna
de emular el rastro del caracol
hace mucho borrado por la lluvia.
Mientras, las nubes adoptarán muchas formas,
pero ninguna la de su propia cara.
(de "Piedra
encerrada en piedra")
¿Y ahora qué hace? Su duda
se anticipa
a cualquier otra cosa.
Incluso
hasta la propia muerte
debería,
si se presentara, esperar.
¿Le
da la razón a las cenizas
y se olvida
que de algún modo,
por alguna
vía, por quién sabe qué ardid,
pudo ser
feliz y nada hizo al respecto?
(El fuego,
le dijeron, siempre tiene roto el extremo.
No lo entendió
entonces, sigue sin entenderlo.)
¿Enfermo
de un mar curable
y sin embargo
mortal, plantará
un cyclamen
en la estepa
sabiendo
que no tardará en marchitarse?
(Le dijeron:
no tendrás nunca una casa,
cuando quieras
ver el día será tarde, será de noche.)
Ecos remotos,
cada vez más inaudibles:
Tigris y
Eufrates, emenagogo,
creosota,
Es como un alto en la vida,
un súbito
miedo a despertar, Jeremías en San Vincenzo,
el Evangelio
de Nicomedo, las flores
de Leonardo,
virgen de oro, camafeo...
¿Se
llama a sí mismo y no asiste,
yerra y
todo renace, acierta
y todo sigue
bajo el lodo,
se llama
a si mismo y asiste, desnudo,
sucio de
tiempo y cenizas?
(de "Radiación
de fondo", inédito)