Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


La forma en la expresión arquitectónica

Patricia Barroso Arias

 

Contenido

El concepto de la "forma"

El contenido arquitectónico


La finalidad del contenido arquitectónico

Las funciones del contenido arquitectónico: su función comunicativa y significativa

"La forma" como una combinación de contenidos

Los contenidos arquitectónicos: La constructibilidad

La espacialidad y temporalidad

La contextualidad

La compositividad

La ambientabilidad

La habitabilidad


Hablar de la forma en el campo de la arquitectura, implica hablar de diversos significados, sin embargo, en esta investigación se reflexiona sobre su sentido. Ésta implica algo más que la apariencia del objeto arquitectónico, ya que expresa un contenido dado que la organiza y detona, entonces se reconoce en una paridad con la sustancia que la conforma. La materia arquitectónica dicta a la forma y, por lo mismo, determina su expresión, esta concepción nos obliga a indagar en los elementos que la constituyen, sugiriendo un campo fértil para el territorio del diseño, dichos contenidos son materia de expresión, como fruto de una opción teórica. Esta materialidad, no sólo se identifica como cualidades o atributos del objeto, sino también como elementos conceptuales que sirven para identificar y explicar el objeto; es a través de estos medios como se puede actuar directamente sobre el proceso y transcurso del hecho arquitectónico. En cualquier estructura espacial puede aparecer este conjunto de sustancias, válidas por su aspecto de unidad, como el resultado de un acto de integración libre, en una asociación de elementos dotados de un lenguaje y pertenecientes a un principio ideológico. Al llegar a este punto lo que nos interesa es establecer la serie de contenidos que dan identidad al objeto arquitectónico. Por ello, se plantea que la forma de la expresión arquitectónica expresa todo lo que la articula y le da sentido.

El concepto de la "forma"


El término "forma", tiene diversas acepciones, es la esencia necesaria o sustancia de las cosas, que tiene materia. Para Aristóteles la forma reclama a la sustancia, y reconoce que es la causa o razón, ser de la cosa, aquello por lo cual una cosa existe; ésta es el acto material de la cosa, el principio y el fin de su devenir. Para Bergson, es una instantánea tomada sobre una transición; es decir, una especie de imagen medida, esta imagen se toma como la esencia de la cosa, es la cosa misma y se le confunde con la cosa en sí. Hegel, menciona que la forma como totalidad de las determinaciones, es su manifestación como fenómeno, en este sentido es la manera de manifestarse y organizarse de la materia o sustancia de una cosa; en cuanto la forma coincide con la materia, ésta dicta a la materia que se da a conocer. Para Kant, la materia del concepto es el objeto, el significado de la forma se reconoce como la relación y organización de las partes; Dewey señala que, "sólo cuando las partes constituyentes del todo tienen el único fin de contribuir a consumar una experiencia consciente, el designio y el modelo pierden su carácter superpuesto y se convierten en forma" [1]. La forma no es una apariencia, estas nociones dictan que la forma se refiere a la manera de una organización determinada, que describe una relación, hay una exigencia de organización en la que se concierne a la sustancia o contenido que se manifiesta y da pie a la forma.

En la forma se explica a la materia que la determina, aquí se reconoce y distingue como sustancia, es la organización de contenidos en un todo, disposición, manera de organizar los elementos. La forma en la expresión arquitectónica está dada por la organización de la materia, ésta cobra forma a través del contenido manifiesto, es su mezcla, conexión e interrelación. Y entendida como la agrupación de materiales del diseño compone el núcleo sustancial de la expresión, este contenido se refiere a las propiedades reales del objeto; es como señala Vilches: "La correlación entre el aspecto formal y sistemático de una expresión o estructura superficial, con un aspecto formal y sistemático de un contenido o estructura profunda" [2]. La forma subraya la función de contener y sostener una sustancia, ésta es el interior que la expresión envuelve, es su identidad manifiesta, así el contenido la define y explica.

Estudiar el tema de la expresión arquitectónica, es en el fondo estudiar el contenido donde se enclava una variación de elementos que producen una entidad expresiva, éstos están estructurados como un todo. Así la forma de la expresión está dada por su contenido en la medida en que se muestra su articulación. Ésta "quiere decir aquí, la distribución y ordenamiento en los lugares del espacio de las partes de la materia" [3], así determina el ordenamiento de la materia, se concibe entonces como portadora de sus contenidos, como la unidad y sustancia conformada. Esta caracterización de la forma, se origina porque llega y presenta a su propia esencia que tiene como directriz y predominio.

La materia entonces se presenta como totalidad en lo descubierto, en el reino en el que se mueve, de este regirse por algo. La forma de la expresión no está dada sólo como una apariencia, sino que es en ésta donde la sustancia opera. La materia fija a la forma, la confecciona, ésta es el acabado útil, es el contenido formado como preparación para el uso. Para comprender en este sentido el concepto "forma" de la expresión se debe limitar fundamentalmente como una organización, disposición manifiesta cuyo objetivo es poner en correlación un contenido. La expresión adquiere una forma, su significación resulta, en cuanto se mira, el interior que la integra, ésta se refiere no sólo a la manifestación del contenido, sino a su composición y leyes de su estructura, así se alberga la posibilidad de que la expresión tenga la capacidad de agotar sus elementos. El estudio de la forma requiere mostrar cómo se engranan los materiales del diseño y cómo su interrelación determina la configuración del objeto. La relación entre materia y forma de la expresión, sirve para designar estructuras significativas, la forma se asocia y se imprime en la materia, ésta no puede permanecer en un sólo estrato, sino que tiene a la vista la totalidad de contenidos a partir de los cuales se constituye. Los contenidos vivifican a la materia en el fenómeno de la expresión, se da a conocer algo interior, así la forma es la dirección y explicación de lo contenido.

"La expresión, señala Cassirer, es en esencia propiamente exteriorización", manifestación y encarnación del contenido, "la expresión manifiesta como su sentido, se pregunta por el ser que se encuentra a la base de ella" [4]. La forma y el contenido están vinculados y referidos uno al otro, de esta manera, Cassirer identifica tres formas de la expresión atendiendo a la relación con el contenido:


a) La expresión mimética, donde no se libera el signo expresivo del contenido intuitivo, se ve a la expresión como una auto evidencia, como preguntándose por el ser que se encuentra a la base de ella. En esta forma, signo y contenido se funden o se representan como una concordancia entre sustancia y cuerpo generando una coincidencia absoluta. En ésta, el contenido es la idea representada de la forma concreta.
b) La expresión simbólica, donde los contenidos y símbolos son independientes, podemos ver en la expresión una especie y dirección particular de lo simbólico. En este caso, el concepto de lo simbólico se entiende por dotación de sentido, de lo sensible, en su ser ahí y su ser así; la expresión es como la manifestación de su sentido emotivo que coincide o se separa de lo que se representa.
c) La expresión analógica, donde el contenido y el signo expresivo se separan y diferencian gradualmente. Estos pueden parecerse o darse una analogía entre la forma, el signo y el contenido; pero no aseguran su identidad o su coincidencia. Son unidos en similitudes y se divide el mundo interior del exterior, lo corpóreo ya no aparece como la manifestación inmediata del contenido.


Al igual que Cassierer, Hegel señala las formas de relacionarse la forma y el contenido, en la primera se distingue una ramificación de contenidos en una unión e identificación contenido-forma, éstos se manifiestan de forma directa, en una conciencia absoluta por el contenido que se manifiesta. En la segunda distingue la diferencia entre el contenido y la forma, en donde el contenido se libera de la forma o viceversa; y en la tercera se ve la separación total de contenido-forma [5]. Estas formas de la expresión identifican a las relaciones que existen entre el contenido y la forma, y en lo que se refiere a lo arquitectónico pueden ser o surgir. Sin embrago, nos colocamos en la postura de la forma de la expresión mimética, ya que lo que se trata de explicar es efectivamente esta relación directa entre la forma y el contenido; no negando su ruptura como lo hace la forma analógica o bien atribuyendo significados o sentidos especulativos. Simplemente el fenómeno expresivo se explicará desde su forma mimética con el contenido, y desde aquí se verá la esfera del contenido como el cuerpo y sustancia de la expresión.

En este caso, el contenido no pretende ser verdadero, sino más bien concreto, la adecuación del contenido arquitectónico se presenta como una generalidad abstracta que no ha experimentado aún una concreción precisa; por ello, se busca en lo que caracteriza a la arquitectura. Estos conceptos o trasfondos son tomados como tales para dar sentido a la idea sustancial de la arquitectura, como su continente y materia. Entonces, para estudiarlos, habrá que analizar a la expresión y entenderla como comunicadora del contenido manifiesto y velado.

Dentro del fenómeno expresivo, la forma "significa un contenido que a su vez se subdivide en unidades relevantes organizadas en sistemas semánticos; de manera que en arquitectura el hecho de articular, cierto espacio de determinada manera significa la subdivisión de todas las articulaciones y disposiciones espaciales posibles (sustancia de la expresión), de acuerdo con un sistema de oposiciones (formas de la expresión)" [6], con el fin de comunicar. La forma está contenida en la materia, es el reconocimiento de ésta, no hay forma sin materia, pues ésta penetra en la organización del contenido, haciéndose su estructura y organismo.

El contenido arquitectónico

Contenido, materia, sustancia que compone a los cuerpos físicos, elementos que entran como ingredientes, compuestos que se necesitan para una obra, o el conjunto de ellas. El contenido es entendido como la "materia", unidad inmediata que da la coexistencia a una cosa y donde se funde su existencia, éste da forma a la expresión. "La cosa se divide así en materia y forma", la materia contiene la existencia en cuanto a la reflexión de la expresión, como unidad conforma la totalidad de las formas. Pero la forma contiene ya, la reflexión en sí, "tiene lo que debe constituir la determinación de la materia. Ambas son, en sí, lo mismo. Esta unidad puesta es, en general, la relación de materia y forma" [7]. El contenido le da una identidad a la forma y carácter, éste no carece de forma, sino que es su manifestación, tenemos aquí la relación absoluta del contenido y la forma.

Esta relación es una de las determinaciones más importantes, ya que lo que se exterioriza y manifiesta en la expresión es la forma. La expresión tiene su forma en esta exteriorización de contenidos que se desarrollan y revelan. Así lo que se manifiesta es el contenido interno que dota de riqueza al todo, éste es la inclusión y comprensión de todos los conceptos y elementos coherentemente pensados; este sistema de materias representan el medio con el que trabaja y se muestra la arquitectura. Decimos material, porque se entiende a la materia ya dotada de sentido, que proviene de un conjunto disciplinar, por ello, se dispone y es convertido en materia formal de la expresión. "Es la materia que reconocemos a través de la sedimentación histórica de nuestra disciplina, como propia de nuestro operar, sea según formas, intenciones, técnicas o sentidos enteramente distintos. Esta materia se puede definir como la forma física del ambiente en función del habitar humano" [8].

Instrumentos útiles, materias primas aptas para ser y transformar el espacio arquitectónico. Sin embargo, para su interpretación es difícil establecer contenidos fijos o justos, ya que en esta conformación influyen diversas consideraciones, por esto se maneja que la arquitectura está estrechamente ligada con los elementos que la conforman. Esta idea de material, siguiendo a Gregotti, "comprende toda la materialidad del mundo existente, sus cosas, convicciones, nociones, ideologías, consideradas desde el punto de vista del habitar humano -y el carácter, específico de la acción arquitectónica consiste en la conexión de los materiales existentes según relaciones comunicativas capaces de dotar de sentido a la forma del ambiente físico" [9].

Avanzar en esta noción de material en el proyecto, no es tarea fácil, ya que para responder al ¿qué expresa la arquitectura?, pueden surgir un sin fin de consideraciones o interpretaciones. Aun así, siguiendo el pensamiento de Gregotti, y justificando la presencia de éstas, se menciona que la arquitectura está hecha de materias dispuestas con cierto orden para determinado fin, el de habitar; y el grado de significación de este orden se revela en la forma. Esta noción de material "se refiere a la historicidad de las materias con que trabaja la arquitectura" [10]. Dicha historicidad de materias trata de proponer nuevos objetivos de valor frente a los cuales la historicidad de éstas, se ofrezca como una riqueza, como una articulación compleja a distintos niveles de definición en el objeto. Estos contenidos se plantean como una acción crítica de los datos que intervienen en la fundación de la hipótesis del proyecto, son materiales con los que el arquitecto trabaja en un modo lógico para formarlos, proponerlos y conectarlos; ordenándolos en una condensación que produce la forma expresiva. "La forma arquitectónica de un fenómeno, es de hecho, de un lado, la manera cómo las partes y los estratos se han dispuesto en la cosa, pero a la vez es el poder de comunicación de aquella disposición" [11].

Esta materialidad consiste en una particular relación entre los diferentes elementos capaces de orientar según un sentido los actos de las operaciones que realizamos como arquitectos. Para esto, conocer un objeto es, pues, en el fondo, tener conciencia de su naturaleza, y las percepciones más objetivas que tenemos de éstos son aquellas que nos revelan el origen de los objetos mediante su análisis y comprensión. Se trata, entonces, de analizar no solamente lo que nos revelan por su existencia, sino por su conformación, en donde se revelan los contenidos y características expresivas de su constitución. Esta articulación en la que se organiza la materialidad significante, nos permite formular un instrumento de lectura. Partiendo de esta formulación se prevé el análisis y distinción de diferentes elementos que entran en juego; entendiendo que la forma de la expresión arquitectónica se da por medio de la imagen que los materiales ordenados ofrecen, el problema, entonces, es saber cómo en la expresión arquitectónica se han escogido y seleccionado los materiales que la constituyen. Esta posibilidad de seleccionar algunos aspectos o elementos que fungen como contenidos arquitectónicos, resulta ser un territorio fluido, a pesar de esto se tratará de enunciar algunos, de los que destacan: La habitabilidad, la contextualidad, la ambientalidad, la espacialidad y la constructibilidad [12]. Agregando a éstos la temporalidad y lo compositivo, en este sentido se consideran como contenidos determinantes en tanto que componen y condicionan a la expresión arquitectónica, éstos reposan en las concepciones y posiciones normativas de la misma disciplina en la que surgen, así se constituyen como el pliego de condiciones del diseño de las cuales partir, de esta manera brotan una serie de materias ligadas a la expresión del objeto arquitectónico. Éstas no se toman como algo comprobado, simplemente se admite su existencia, como una serie de lazos explicativos del hecho arquitectónico.

El diseño de la expresión formal posee en su configuración elementos que se derivan del conjunto de hechos, datos y situaciones que rodean al objeto (elementos materiales del diseño), y que se consideran necesarios para que un objeto tenga identidad, como rasgos comunes y requisitos que se ponen en juego para que el objeto cumpla su finalidad, la de ser habitable. En esto se entenderá que el objeto no equivale sólo a la síntesis de la forma, sino a todo el discurso que se implica para llegar a esa síntesis formal. En esta síntesis se implica todo el dispositivo donde se articulan, ordenan y simplifican todos los contenidos arquitectónicos.

La arquitectura entonces, propone problemas sobre su propia estructura y sobre cómo se han seleccionado los materiales que la constituyen y forman parte de ella, actuando como sus fundamentos; por eso, la complejidad formal de la expresión arquitectónica se relaciona con diferentes elementos que se transmiten y quedan claros al analizar el esquema figurativo del objeto edificado. En esta complejidad intervienen la diversidad de materiales antes mencionados, actuando como la suma de partes, manifestando una manera de ordenarse y combinarse dentro del objeto, dichos materiales se organizan en un sentido arquitectónico, son elaborados y dotados de intención a través de los procesos de composición.

La finalidad del contenido arquitectónico

Lo que nos hace conocer a los objetos exteriores es nuestro estado consciente de lo que éstos son. Conocer un objeto en el fondo, es tener conciencia de su naturaleza, de su forma, de su modo y orden; en la forma se identifica a la materia con la que se trabaja, sus contenidos y sustancia. En la expresión arquitectónica esto es lo que se revela, es su forma de existencia. Los caracteres expresivos de la obra se dan en el manejo de dichos contenidos proporcionados en la forma, éstos determinan la materia de la expresión y la fisonomía del objeto que los expresa; en él se distinguen como un conjunto organizado. ¿Pero qué sabemos de éstos, que nos permita afirmar que son la forma de la expresión en el objeto? Estos contenidos conforman el fenómeno de la expresión, y podemos enunciarlos como la sustancia revelada que actúa bajo una síntesis de conceptos y elementos lingüísticos que intervienen en la configuración del hecho arquitectónico.

Entonces, "la obra expresa lo que debe y puede expresar" [13], el contenido es la expresión del rasgo material ordenado, "medio expresivo" cuyo "medio comunicativo" es en el cual se constituye. Lo que se trata, es saber de qué manera es posible considerar cada uno de los aspectos que intervienen en la conformación de la expresión arquitectónica, como expresión de razonamientos y elecciones reflexivas y teóricas, colocando en el punto focal los contenidos manifestados y descubriendo los principios mediante los cuales se configura. Esto indica que la constitución del contenido arquitectónico no es un hallazgo ni es una elección espontánea, en cierto sentido, se constituyen como la acumulación de un testimonio experimental y son una serie de consideraciones que, en cierta medida, históricamente y teóricamente se han tratado como determinantes al respecto de la disciplina.

Esta paridad forma-contenido, conjuga un binomio que puede transformar cualquier expresión, si pensamos que está dada por un conocimiento en búsqueda de su realización; dicho conocimiento del objeto, dicta la forma de su transformación interna, por ello, indagar en los elementos y contenidos que sirven para identificar y explicar la manifestación del objeto como medios materiales disponibles, es una buena justificación para actuar directamente en el transcurso formal de la expresión arquitectónica. En ello, se aclara que el contenido no es tomado como fijo, sino que es una propuesta y posiblemente nos entrañe diversas conformaciones concretas. Es decir que esta materia aún no se toma como algo "dado", y la cuestión es saber cómo esta materia no dada se somete a un entendimiento, sin que se origine un patrón en cuanto a su validez; entonces cuando se pregunta por la materia de momento sólo se explica y se justifica como una búsqueda consciente por un contenido.

Las dificultades dialécticas y teóricas en que nos envuelve esta explicación se han puesto de manifiesto durante el desarrollo del trabajo, y es posible que estas dificultades se comprendan si consideramos que lo que se tiene que hacer no es tanto resolver un problema, sino más bien incurrir en el problema. Desde este punto de vista, esta intervención parece comprensible y hasta necesaria; ya que apunta a una aplicación del contenido que posiblemente cualifica a la arquitectura cuando se refiere a la materia que se da en ella. Como lo señala Muntañola, "el problema de la arquitectura es que esta coordinación entre figura y concepto, es a nivel espacial de habitar, de utilizar, del mirar -nosotros por una fachada plana, entendemos un concepto con alto contenido figurativo"[14]. La arquitectura son los objetos y las estructuras que tienen un valor figurativo y conceptual, los conceptos son la estructura, el contenido que se exige y que rige a la forma expresiva. Este contenido conceptual constituye un sistema concluso pero no definitivo, son materias de conocimiento y pueden modificar su articulación formal, es una elección de elementos básicos que proporciona una visión y una construcción hipotética.

Esta construcción formal es propositiva y adquiere automáticamente un carácter teórico necesarios para definir el contenido arquitectónico como axioma, o serie de postulados que han de servir como instrumentos para formular una imagen del objeto. Así la habitabilidad, la constructibilidad, la espacialidad, la temporalidad, la contextualidad, lo compositivo y la ambientabilidad precisan la validez y la función del contenido arquitectónico.

Las funciones del contenido arquitectónico: su función comunicativa y significativa

La obra arquitectónica expresada, se hace comunicable y lo que expresa es un pleno de contenidos que constituyen en la obra un medio expresivo, es decir que por medio de éstos la obra está destinada a prestar una significación. Esta materia de la forma no sólo acentúa el sentido expresivo de la arquitectura, sino que sirve a la vez para indicarnos las relaciones que pueden cobrar en el objeto. Se puede decir entonces que, la evaluación positiva de la expresión arquitectónica depende de su autenticidad. "Se vive en un medio ambiente -en que la apariencia de los objetos indica- su finalidad, y el modo en que se le ha manejado" [15].

Es decir, cuando estos objetos tienen expresiones de su producción, de su material, de su función, de su esteticidad, de su relación con el contexto, y de la conformación del ambiente y espacialidad. Esto permite el conocimiento del significado en cuanto a maleabilidad material, aquí los contenidos se hacen comunicables, éstos son propios del objeto confeccionado, en cuanto se refieren o definen como los elementos que intervienen en la elaboración estructural del objeto, confiriéndole un sentido expresivo. Así, pues, la unidad arquitectónica posee ya toda la capacidad expresiva, donde los contenidos proporcionan una información particular acerca de los componentes y relaciones de los elementos existentes, la expresión arquitectónica constituye así el ordenamiento material y mental de los elementos significativos dentro de la obra. La forma de la expresión queda determinada por el contenido, reflejando en éste la impresión de un lenguaje. La arquitectura, señala Gregotti, "tiene su cualidad, como acto artístico de auto constituirse como significado, aquí es ampliamente integrada, no como vaga intención, sino según un preciso desarrollo de la fase proyectual del proceso" [16].

Estas cualidades materiales se convierten en elementos ligados al conjunto de códigos que constituyen su dimensión semántica. Los contenidos obtienen su carácter comunicable tratando por un conjunto de códigos, prestar significación; en el significado se determina lo que son las cosas, así, la forma de la expresión es distinguida en su entidad por los contenidos que la caracterizan, es en razón de este ordenamiento estructural por lo que es identificada.

El contenido está pendiente de sus propias configuraciones en la expresión, dominaciones y "significaciones" propias independientemente de cualquier interpretación y significación simbólica, este significado compromete al contenido, de tal manera que la forma resulta de ellos. En los fenómenos expresivos, explica Cassierer, toda vivencia de la expresión, no significa en principio otra cosa que una pasividad, una receptividad que se contrapone claramente a la espontaneidad [17]. Si desconocemos esto, la explicación de la expresión arquitectónica llena de espontaneidad y emoción estaría detrás de una percepción simbólica con significaciones subjetivas quedando floja o sin una base sólida. Por esto se interpreta que el significado o la función significativa del contenido en la expresión no es otro, más que el mismo contenido que se denota, nombra o representa.

La realidad entonces no podría ser deducida como mera percepción de las cosas si no estuviera de algún modo contenido el sentido de la expresión, su materia, y se manifestara de manera particular. La relación que guarda el signo en la significación es respecto del contenido significativo al que apunta y representa. "Todos esos actos de expresar, representar y significar nunca están inmediatamente presentes en cuanto tales sino sólo se hacen visibles en sus productos como un todo. Tales actos existen sólo en la medida en que entran en acción, manifestándose a sí mismos en esa acción" [18]. Esta relación no se pone de manifiesto en modo alguno en la interpretación especulativa, por lo que toca específicamente a la relación entre la expresión y su contenido; diferente a lo que sucede con el símbolo o una forma mimética donde lo que observamos exteriormente no posee para nosotros un valor directo, sino que le adjudicamos un valor interior, una significación que anima su apariencia exterior.

Una apariencia, en efecto, que significa algo, no se representa a sí misma y lo que es ella exteriormente, sino algo distinto. Entonces tenemos un elemento interno, el contenido y su forma exteriorizada que sirve para significar, para caracterizar ese contenido. "El elemento interno aparece en el exterior, a través del cual permite que se le reconozca, y que por su parte nos lo revela" [19] (…) "El signo, pues, está compuesto de un significante y de un significado. El plano de los significantes constituye el plano de la expresión, y de los significados el plano del contenido" [20], la expresión comporta dos estratos entre la forma y la sustancia; la forma es la organización misma del contenido, y la sustancia o materia, es el conjunto de aspectos implicados en el fenómeno arquitectónico, estratos que se encuentran en el plano del contenido. En esta relación de forma y contenido, actúa el significante y el significado; el significado participa del contenido y el aspecto de su forma se vuelve significante.

La significación comporta un plano de forma y un plano de contenido, ésta coincide con la relación de los dos; es decir que la forma es significante y el contenido es el significado en el sistema de la expresión arquitectónica. La significación se ha de entender como "la unión de lo que significa con lo que es significado; más aún, ni las formas ni los contenidos, sino el proceso que va de unos a otros" [21]. La función significativa queda definida como la transmisión de significados, por lo que al contenido se refiere, y los significantes cobran las características lingüísticas de su expresión.

"La forma" como una combinación de contenidos

Sería entonces considerar un marco donde los contenidos se ven como un conjunto de unidades interactuantes, es una experiencia de lo interno-externo en la expresión, que permite concebirlos en una unidad inmediata, tejidos mediante una estructura base, en una interacción continua. El contenido que da forma a la expresión no tiene otra función que la de indicar meramente lo esencial, y se identifica con esta función, entrelazándose y apareciendo como la sustancia o materia en cuya búsqueda partimos. Ésta viene a constituirse en virtud de determinados supuestos teóricos colocados directamente en un fin, "la habitabilidad". La manifestación de éstos se da cuando se exteriorizan, por esto se coloca a la expresión arquitectónica en un conjunto de relaciones y conexiones entre contenidos que le abren un mundo de posibilidades.

"En la forma", en la posibilidad de operar y de combinar, se revelan los contenidos, que en modo alguno, se integran como unidades, cuyo proceso se da bajo un movimiento y cambio continuo. Estos constituyen un todo indiviso en una visión interna del objeto. La función expresiva, es un genuino fenómeno que se da en la estructura interna-externa del objeto; éste se convierte en una manifestación donde se valora la transmisión de los contenidos.

Estos contenidos que caracterizan a un objeto son los elementos que se componen con signos característicos, "a esto se explica la ley de lo característico en el arte", con la finalidad de poner de relieve el contenido a representar. Como lo señala Hegel, "ahora bien, según la definición de lo característico, sólo debe formar parte de la obra de arte lo que esencialmente está al servicio de la expresión, un contenido dado" [22]. La forma como ramificación de contenidos, es una asimilación dialéctica y acomodación figurada, que determina la elaboración, distribución, construcción y organización del todo. Este esquema de contenidos, Muntañola lo señala como el proceso de lo contenedor y lo contenido [23]. Aquí está el esquema general del proceso generativo del significado, en la fusión contenido y expresión.

Como vemos, la arquitectura se expresa a través de muchas formas y la materia puede tener diferentes estructuras. Se puede estructurar el contenido arquitectónico, a partir de los conceptos implicados en un proyecto y articular ese trasfondo que da forma a la expresión. Esas capas internas generan una sustancia específica, por ello, la materia está unida con una forma, la expresión es sustancia moldeada, síntesis y orden figurativo. Entonces, si nos preguntamos ¿en dónde tiene su origen la estructura contenido-forma en la expresión arquitectónica? Podremos decir que en aquellos rasgos en los que se funda o se origina la forma dada, a partir de una elección de la materia. Con ello, el dominio de su estructuración, de la unión materia y forma está justamente en servir a todo el proceso expresivo. "El origen del útil está en el mero confeccionarlo imprimiendo a un material una forma" [24].

¿Qué opera en la obra?, es la materia formada, así tiene el carácter de la hechura (de su contenido). ¿No es esto donde descansa la obra?, ¿no es aquí donde reposa? Materia que circunscribe, rodea, sostiene y funda el espacio, donde se vinculan entre sí, la existencia de estos vínculos es donde se centra, sustancia constituyente e ilimitada. Podemos traspasar esto y mirando introspectivamente pensaremos en relaciones concretas; esto ha de construir un ámbito abstracto y un marco distante y limitado dentro del cual se pasa de unas a otras. Sin embargo, se entiende que la expresión arquitectónica queda definida en un haz de conexiones entre los contenidos, es un corte en el que la expresión queda formada por hilos que vinculan los contenidos. Es, entonces, la suma de todas las relaciones espaciales entre los elementos materiales, en estos nace una cadena de influencias, existe un modo de influirse recíprocamente, esta tensión es la que da vida a todo el campo de los contenidos. De estas materias emana el fluido coherente y dinámico que identifica su orden.

Estos elementos están organizados según una idea directriz "principio ideológico" que responde a un lenguaje determinado. Se generan tensiones constructivas u organizativas, donde cada contenido influye sobre los demás. El contenido en la forma es considerado como un conjunto de elementos convivientes, ya que ninguno es dado como único o aislado; así pues, el uso que en este texto se hace del contenido y de las relaciones de influencia o tensiones que se generan entre éstos, pretende denotar la influencia mutua. Como contenido manifiesto, enunciaremos desde la habitabilidad a la constructibilidad. Al habitar llegamos por medio del construir, aquí acontece, "construir es en sí mismo ya el habitar" [25], en el espacio construido, se cultiva el estar y la experiencia cotidiana del ser humano; construimos y habitamos. Si hablamos de esta constructibilidad ¿dónde quedaría la habitabilidad? Esta se produce al tener contacto con el espacio tangible, en donde se dan las conexiones reales entre contenidos, éstos se perciben en el momento de la habitabilidad. Ésta implica moverse, desplegarse, vivir y experimentar, estar y permanecer en el espacio. Aquí se encuentran captados los demás contenidos, es decir que se experimentan en su misma acción. El rasgo fundamental de la habitabilidad es mirar por, atravesar o caminar en acción que nos lleva a percibir en donde descansa la materia como unidad.

Ahora bien, estos contenidos albergan en la habitabilidad sólo cuando éstos son manifestados, así al construir se conforma también la habitabilidad, se vuelve un construir pensado, una constructibilidad que no sólo obedece a edificar cosas o al material utilizado, sino como una unidad o materialidad elegida que resuelve la existencia física de los contenidos, ésta va implícita en la idea compositiva.

La constructibilidad no sólo modifica el entorno y es consumidora de recursos, sino en ella se produce un continente de actividades que implican su lugar; este diálogo de materiales constructivos habrá de verificarse en un sitio determinado. Espacio que nos atañe, que nos ocupa, "nuestro existir es siempre un "estar en" [26]. Espacialidad de la que no podemos liberarnos, pensamos dentro del espacio, aquí también se aparece la habitabilidad. Ésta se nos ofrece como el conjunto de elementos continentes con límites que se confunden con el hueco habitable, la espacialidad está antes poblada por el lenguaje, en ésta la forma de su exterioridad no renuncia a alcanzar un concepto, sino que la conexión de cada elemento es necesaria y puede revelarse o manifestarse en una sucesión temporal.

La espacialidad y temporalidad representan el orden de las cosas exteriores, sus secuencias y unen los contenidos. Aquí el espacio interno-externo queda ligado o vinculado con los usos lingüísticos, y se puede decir que el afuera, ese exterior es ante todo el espacio que envuelve, por lo tanto limita a la interioridad. Aquí viene la mínima expresión de la contextualidad, interior derramado y constitutivo de la exterioridad, vinculación explícita del exterior con el interior.

Este pliegue contextual que contiene un desdoblamiento, promueve la vinculación de los límites, se extiende en un espacio y ocupa un lugar; en él se discurre y se mantienen relaciones de cercanía, lejanía, y distancias ligadas y vinculadas como intervalo espacial, como fronteras entre interiores y exteriores. La contextualidad es un conjunto de lugares donde se habita, se mueve y se desplaza para dictar trayectorias. En este orden fenoménico de contenidos, lo que aparece y se presenta es una unión que está dada bajo su composición.

Lo compositivo resulta de la forma en cómo se ordenan los elementos dentro de la espacialidad, éstos conforman un orden y una sucesión de códigos lingüísticos como la luz, la textura, el color, la figura, el fondo, la simetría, el ritmo y la escala. Llegamos aquí a una constatación importante, la tesis de la exterioridad compositiva, de las relaciones respecto a los contenidos, aquí lo compositivo aparece como el productor del orden. En este contenido se comunican todos los demás instantes, encierra en su concepción la relación con los demás contenidos que se dan al mismo tiempo. Este despliegue del acontecimiento compositivo se produce en el espacio, así, la sucesión de la materia refleja el orden de su implicación deductiva o de su relación preinscrita en la espacialidad. La mención que se acaba de hacer sobre un "orden compositivo" lleva a pensar que como sucesión y relación de elementos, envuelve un orden variable que admite cualquier combinación. Todos los procesos compositivos están contemplados, llevan una lógica interna que gobierna la sucesión, haciendo que todas las combinaciones sean posibles. Estas relaciones compositivas configuran las condiciones del objeto, dicho de otro modo, permiten que exista en términos absolutos una "disposición compositiva".

De esta manera, la conjunción de la habitabilidad, espacialidad, temporalidad, constructibilidad y lo compositivo, dan la idea del espacio, al mismo tiempo que conllevan a un concepto de temporalidad. En este orden de coexistencias está dada la subordinación de elementos lingüísticos que definen y proponen el ambiente conformado. En este esquema los contenidos son percibidos en su totalidad donde al captarlos inciden en los estímulos y conductas del ser humano, para implicar coexistencias del sujeto con el objeto; en esta capacidad de ser afectados existe la ambientabilidad, la cual, surge en la vivencia espacial. Aquí la habitabilidad depende del encadenamiento y disposición de la materia, y su sentido coaliga y surge en la unión del contenido.

Los contenidos arquitectónicos: La constructibilidad


"La arquitectura como construcción, lo que articula es el mundo físico fundamentalmente, las formas físicas a través de la construcción se articulan y materializan en formas y esto determina un espacio" [27]. "La forma del edificio, además de satisfacer las "necesidades" humanas está condicionada, siquiera hasta cierto grado, por los recursos disponibles en cuanto a materiales" [28]. La construcción se distingue como continente de las actividades humanas, como modificador de determinado clima, como símbolo cultural, como consumidor de recursos. La constructibilidad se logra al confluir en el espacio tangible las actividades humanas desarrolladas en espacios internos adecuados en lo que respecta al tamaño y la forma. Estos espacios existen en relación recíproca con las actividades internas a la construcción, esta constructibilidad determina los elementos que polarizan la actividad; modifica el ambiente en cuanto delimita e indica superficies por medio de muros, techos y estructuras que actúan como barreras o filtros entre los espacios cerrados y el ambiente exterior.

La construcción como símbolo cultural opera incluso cuando el arquitecto se identifica con el lugar, la localidad. La constructibilidad funciona como elemento de identidad donde los materiales y procedimientos constructivos responden a una tradición constructiva. Ésta como consumidora de recursos y procesos correspondientes opera con el material elegido a raíz de una valoración en su uso manejando, su manera de lenguaje, su vocabulario. Aquí se da la terrena materialidad y su orden figurativo, en donde los atributos característicos de un material están relacionados con su orden y estructura física que en la construcción del objeto se reconocen como recursos y posibilidades para propiciar la expresión final. La complejidad constructiva, el conjunto de elementos y la diversidad de órganos que aparecen para obtener una totalidad, son la suma de las partes con su ordenación y combinación. La constructibilidad se define como la materialidad lógica en la que se definen los objetos, es la existencia misma de la entidad arquitectónica. Esta no sólo trabaja con los materiales constructivos y procesos sino con el orden o desorden figurativo.

La espacialidad y temporalidad


En el espacio se propicia y se da lugar, éste "es el ponerse de la identidad del espacio y del tiempo (…) El lugar es la individualidad espacial" [29]. Espacialidad que se da cuando se tiene contacto con el sitio vivido, implicando movimientos y desplazamientos. Aquí se vive y se perciben los elementos y límites que la determinan, la espacialidad se entiende como la cualidad posicional de los objetos materiales en el mundo, como el continente de todos los objetos tangibles, ésta se convierte en un campo habitable.

Descartes establece la diferencia entre lugar y espacio: "El lugar, señala la situación en forma más expresa que el tamaño o la figura, y por lo contrario, pensamos más en estos últimos cuando hablamos del espacio". Cuando se dice que una cosa está en determinado lugar, se quiere decir que está situada de una manera determinada con respecto a otras cosas, pero si agregamos espacio entendemos que posee un tamaño y una figura. Para Leibniz el espacio es "el orden de las coexistencias", y para Einstein "nuestro espacio físico, tal como lo concebimos para el trámite de los objetos y de su movimiento, posee pose tres dimensiones" agregando a éste la coordenada del tiempo. Para Hegel " el espacio es una mera forma, o sea una abstracción, y precisamente de la exterioridad inmediata" [30], espacio que las formas crean, donde existen volúmenes.

El espacio pone en movimiento la materia que lo configura, determina sus proporciones, mide y ordena sus ritmos. En la espacialidad se conocen los atributos de orden que proporcionan a la materia determinación formal; ésta surge entre los muros, en la relación con el límite y el volumen perforado, así se convierten en la matriz del espacio y surge lo construido. ¿Qué es entonces la espacialidad? Se habla de un campo específico de actuación, donde se da la convivencia con lo dado, espacios entrecruzados por límites y fronteras donde la temporalidad interviene. Proceso ocurrido entre espacio y tiempo. Lugar que las formas crean y donde asocian la dialéctica figura-fondo, es el espacio vivido que implica movimientos, desplazamientos, es la cualidad posicional de los objetos que determinan el orden de coexistencias hombre-espacio.

Se puede decir que la espacialidad es todo lo anterior, aún así se propone una definición construida a partir de estos conceptos. Se refiere al campo específico donde actúa el hombre con lo dado en un intervalo de tiempo-espacio, así se generan espacios incluidos, entrecruzados y vacíos que surgen entre los límites, las fronteras y los volúmenes. Permite que el hombre se percate de la posición de elementos materiales, de su orden, de sus dimensiones y de sus coexistencias. La espacialidad es un campo específico de actuación en un gesto de fusión, donde la forma en un pacto de convivencia entre el hombre y lo dado, es captada. Aquí la temporalidad se define como espacio con tiempo ocurrido, con un inicio y un final, y que se reconoce por "momentos". El espacio que se comprende se desarrolla desde el principio para conformar etapas; este desplegado es teñido por la temporalidad, es un sistema de sitios que conforman eventos.

De esta manera, como uno de los contenidos formales de la expresión se vuelve un vacío que trabaja con los volúmenes, materiales y con la luz, crea espacios en tensión, en oposición o en articulación. Aquí, se ejerce la acción visual, se percibe, se descubre y se revela el vocabulario elegido, en este sentido, el soporte lingüístico está conformado y objetivado.

La espacialidad requiere del vacío que queda contenido entre los límites del objeto, entre la conformación de las superficies interiores y exteriores. Aquí los límites cobijan un vacío exterior o abrazan un vacío interior, hay elementos que no sólo son muros, sino que pueden ser un elemento natural como el agua que propicia la continuidad del espacio y, al mismo tiempo, la limita. Sin embargo, no sólo se recurre al límite y el vacío, sino que ésta implica también, desplazamientos y distancias que implican "recorridos".

La contextualidad

Es el sitio pensado, el lugar donde se funda la arquitectura con el entorno, donde la naturaleza se manifiesta; la contextualidad como la relación de la arquitectura con el ambiente genera la capacidad de articular los propios elementos arquitectónicos en conjunto con la naturaleza, en ésta se determina la relación hombre, arquitectura y entorno natural o construido. En la contextualidad se descubren una serie de fenómenos que permiten al arquitecto organizar y relacionar el objeto con el medio, en esta relación se pretende descubrir lo que el sitio encierra, las características físicas, culturales y constructivas para reflexionar sobre las posibles soluciones en una articulación de elementos arquitectónicos en vinculación con el sitio. Esto obedece a una transformación cultural del medio, una continuidad y valoración del lugar.

En ésta se da una serie de elementos que sirven para transformar el contexto y entrar en relación dialéctica u opositiva con él. Elementos contextuales con los que se vincula el objeto arquitectónico, variando su articulación con el entorno que significa "esencialmente todo lo que está alrededor de un individuo en el espacio o en el tiempo" [31]. La contextualidad se ve como un sistema espacio-temporal, como el sitio próximo, como lo que está alrededor y al alcance, o como el entorno perspectivo. El papel del objeto es modificarlo para convertirse en un elemento condicionante de su forma, de manera que se conecta directa o indirectamente con él y establece un tipo de relación o vinculación en esferas distintas con su contexto. El entorno urbano alberga un tipo de vida y de actividad, constituye un discurso artificial al lado de la naturaleza. Por ello, la contextualidad ocurre cuando el edificio entra en relación con el conjunto de elementos que condicionan, de algún modo, su ubicación, su posición y composición lingüística; para ésta el objeto arquitectónico tiene una imagen tal que otros conjuntos de edificios pueden tener y ser conectados por la misma armonía.

La contextualidad es la conexión del edificio con el lugar, donde hay un orden de composición, un enredo o unión, esta contextura es la disposición respectiva de los objetos arquitectónicos que juntos componen un todo, un contexto. No es entonces la simple comprensión del medio, sino el análisis de sus relaciones con el hombre en el marco de su cultura, es al mismo tiempo una relación de percepción, de conocimiento y de modificación del medio; donde el objeto arquitectónico reconoce el valor de éste como elemento dialéctico. La contextualidad implica que la experiencia del espacio se prolongue del interior al exterior o viceversa; autores como Muntañola, la definen como el equilibrio entre el objeto arquitectónico y el entorno, entre lo natural y lo artificial [32], o como señala Pozo, "es el estado temporal de equilibrio que el hombre alcanza a través de sus establecimientos" [33]. La ubicación del edificio se define así, en una localidad geográfica determinada y una cultura, en el sentido de la cual, se organiza la colectividad que ahí se desenvuelve y vive. De otra manera es la forma en cómo actúa el objeto en su contexto, ocurriendo que el entorno penetre al interior y la fachada simule ser el entorno mismo, o se pueda enmarcar al paisaje, como si por medio de los límites se atrapara un fragmento del mismo, también puede ser que el objeto actúe en una simbiosis con el medio y se genere una continuidad espacial y visual. Otra manera de relacionarse es a partir del terreno, se da una identificación topográfica o topos-tipo, o bien se puede generar una oposición donde el objeto actúe en contradicción con el entorno.

La compositividad

Significa reunir y disponer diversas cosas para formar un solo conjunto, de modo que todas ellas contribuyen a constituir el todo compositivo. Es el arte de coordinar los diversos elementos lingüísticos que el arquitecto maneja para expresar un contenido, "la composición, que crea la unidad de un cuadrado, subraya además cada uno de los factores complejos e indisolubles que lo constituyen" [34]. Únicamente la composición es capaz de abrazar a la obra de arte en su totalidad abarcando la organización de elementos para tender acumulativamente hacia un todo terminal. En efecto, ésta revela la existencia de elementos diversos estructurados, configurados y capaces de producir a la obra arquitectónica, es sinónimo de buena construcción, unidad creada, campo de fuerzas y configuración.

Se puede definir entonces a lo compositivo como la coordinación según una idea directriz de los elementos para obtener un efecto estético preestablecido por el arquitecto. Esta coordinación es una operación, donde la idea surgida es el verdadero origen, luego su realización expresiva llegará con la construcción lingüística. Lo compositivo debe conquistar un sentido más amplio, designa la tarea de disponer en el espacio varios signos o códigos según una directriz, para obtener un resultado estético que provoque el efecto deseado. Varios códigos determinan los distintos elementos del repertorio o vocabulario arquitectónico, éstos son los medios prácticos de la operación compositiva dada en un lenguaje particular. En lo compositivo la disposición local y específica de los códigos lingüísticos genera agrupaciones para distinguir el estilo utilizado, esta disposición se rige mediante normas precisas y determinadas.

Lo compositivo aprovecha elementos como la unidad, el equilibrio, el ritmo, la simetría entre otros, conjugados de manera individual. La armonía que esta organización revela da a conocer la diversidad de las tensiones, considera la proximidad y combinación de códigos y llega a producir un efecto de totalidad con infinitos matices; se obtiene así una riqueza expresiva. Esta materia compositiva puede manejarse de forma clásica, libre, continua, manejando contrastes y en todas las maneras posibles que los diferentes códigos puedan ofrecer. La composición puede definirse como un paisaje dinámico de elementos lingüísticos, los cuales se organizan en un conjunto de leyes que precisan un camino, una pauta. Estas leyes son internas y propias del arquitecto, donde interviene un "Kit" de elementos que se combinan, éstos podrían ser considerados especulativamente, señalando un valor expresivo. De esta manera, se define la forma de conexión espacial de toda la materia, no sólo el modo específico de la conexión interna, sino de su resultado externo, es decir el que se manifiesta.

La ambientabilidad


Esta reunión armónica de los elementos compositivos puede manifestarse en cualquier otra categoría, como en la constructibilidad o en la espacialidad, lo compositivo puede manifestarse en el conjunto o la unidad de elementos que actúan siendo éstos lingüísticos. Así, en la ambientabilidad el color, las texturas y la luz van creando efectos compositivos que resultan ser los aspectos más expresivos. En este sentido, la ambientabilidad surge en el conjunto de relaciones que se establecen entre el mundo construido y el ser humano, el ambiente que se conforma influye en la vida y el comportamiento del propio ser, esta influencia de las condiciones físicas de un espacio sobre el hombre aunada a la acción selectiva que el arquitecto hace de su lenguaje, provocan incidencias en el comportamiento del hombre cuando usa el espacio; el ser humano obra sobre el ambiente y ejerce a su vez una relación con el ambiente mismo.

El ambiente de un organismo no es algo completo, sino que se forma continuamente a medida que el organismo vive y obra" [35]. Se podría decir que éste ha sido extraído del mundo de la existencia del hombre en relación al objeto para expresarse más objetivamente; en un objeto se puede lograr encontrar el ambiente adecuado, coaligado a una serie de características o grupo de elementos lingüísticos, es decir que a partir del manejo, manipulación y selección de éstos, se conforma. La ambientabilidad resta importancia a un espacio neutralizante, aquí la orientación visual, táctil y auditiva son direcciones del lenguaje con un efecto sobre implicaciones psicológicas en el diseño. Así, se rige conforme al efecto psicológico que genera en la conformación del edificio, cuando entran en interacción los usuarios con los edificios, en efecto, esto significa que se conforma un objeto cuyo ambiente será percibido de diversas maneras. Por ejemplo, para exagerar el volumen aparente de un interior, el arquitecto puede especificar que las paredes sean de color azul claro. Es posible que tenga la sensación de que ha creado "un patrón sereno" que requirió de algún "tema recíproco" para producir las reacciones necesarias en los observadores [36].

Aquí entran los mecanismos conscientes que relacionan el estímulo físico con la respuesta psicológica, la organización espacial en este sentido, está basada en los procesos psicológicos, la consideración de estos procesos pueden conducir a estructuras ambientales mucho más apropiadas; así en este juego lingüístico se permite establecer vínculos entre el fenómeno arquitectónico y la vivencia del espacio. La ambientabilidad se genera en un espacio donde los límites son tangibles o imaginarios, es también la secuencia de eventos que ocurren en un espacio conformados por elementos lingüísticos, ya sea luz, color, texturas, planos. Todos los elementos ayudan y crean los diferentes ambientes en un mismo espacio. Y se puede agregar que la ambientabilidad trabaja con el "efecto" que se produce en los espacios, esto señala que no es el lugar en sí, sino que se encuentra en los recursos lingüísticos que conforman a cada evento. Esta sería entonces la secuencia de ambientes, de eventos que generan efectos conformados por códigos lingüísticos. En este caso, es un juego de recursos para crear diferentes ambientes, y posiblemente por estas condiciones identificamos a cada lugar.

La habitabilidad

En lo que se refiere a la habitabilidad, su análisis no sólo se refiere a la función del objeto aunque acompaña su existencia, sino a toda la semántica del discurso objetual. La habitabilidad es la posesión de un objeto, habituarse al objeto, una vez poseído y explorado viene el proceso de su uso, de su función respecto a los mecanismos de la vida cotidiana, el objeto está ligado al tocar, ver y tener. Desde otro punto de vista, para este término se dan diferentes concepciones e interpretaciones, para diversos autores la habitabilidad está vinculada a la calidad de vida, es decir a la manera de cómo los usuarios disfrutan los espacios, las habitaciones, dicha calidad de vida se liga a los aspectos específicos de una cultura, a su ideología y condición social. Estos autores la definen como, el que la vivienda cuente con áreas indispensables, definidas en una correcta distribución de espacios de acuerdo a las diferentes funciones de los mismos. Es el interior compuesto por la existencia de elementos básicos, cocina, área de dormir, baños, servicios, área de estar [37].

La habitabilidad implica hablar de condiciones que consideramos ideales o por lo menos deseables, implica también asignar a la morada una determinada calidad [38], es un conjunto de consideraciones óptimas. Para Muntañola, la única forma de conseguir una arquitectura con belleza es con la influencia dada entre la utilidad del habitar, la firmeza de la construcción y la convivencia del diseño. Para este autor, la forma de habitar refleja las características de una cultura en un momento determinado, y la forma de una ciudad responde al uso, a la forma de habitar como ritual. La forma de habitar se representa y se proyecta en la conformación del lugar, ésta se refleja en todas las características del objeto arquitectónico [39].

Al hablar de habitabilidad entonces se implica el uso del espacio, en ésta se permean actividades, costumbres, usos y hábitos que se conforman en el ámbito ideológico y cultural. Manifestándose lingüísticamente en la materialidad del objeto arquitectónico, por eso si la habitabilidad se produce cuando el hombre utiliza el espacio y tiene contacto con él, entonces se originan prácticas y actividades que se reflejan y contemplan en la organización espacial. "La arquitectura, empieza allí donde el uso como ritual y el uso como capacidad de representación de la forma se unen" [40]. Este valor de uso refleja que el contacto del hombre con su entorno físico, genera la capacidad de articular en esta vivencia su habitabilidad, donde las actividades tienen un carácter social y establecen una red de conexiones inmateriales que concretan y dan orden a las expectativas de vida de un grupo. Así se otorgan significados hacia las múltiples manifestaciones de la realidad y un espacio se convierte en un "lugar de identidad".

La descripción de costumbres y hábitos que se manifiestan en el espacio y en el tiempo, exponen y ostentan las diferencias en los usos. La habitabilidad, entonces, está vinculada a la actividad humana a sus usos, y éstos a las conformaciones espaciales. El habitar se encuentra sobre las prácticas que prefiguran y habilitan los espacios, así se inscribe en el campo de la cultura o la sociedad, éste se encuentra también, montado en un uso ideológicamente organizado, es conformado por la actividad humana; en este uso del espacio se contextura la socialización, la vida, las costumbres, lo que se hace en cada ámbito cultural. Así, la habitabilidad, se genera por las justificaciones que la convalidan y por los significados que constituye y transmite en razón de un ordenamiento estructural. Esta puede ser distinguida, manifestada y caracterizada por asociaciones y conformaciones espaciales, que asociamos con un repertorio de actividades, ceremonias, rituales, comportamientos, pensamientos e ideologías."También las cosas que construimos son conformaciones, porque cada cultura las emplaza y las distingue de diferentes maneras, accediendo con ellas a interpretaciones y actuaciones distintas, calificando y extendiendo las nociones de espacialidad y recinto, habilitando numerosos y cambiantes modos de habitar" [41]. La distribución espacial que elabora cada comunidad queda codificada a comportamientos ideológicos, culturales y sociales, en una interpretación y construcción de la identidad comunitaria.

Ante todo esto, la dificultad de poder dar una definición clara y operacional del concepto "habitabilidad" promueve que éste sea interpretado de múltiples maneras, como ya vimos. Para algunos se vincula con las condiciones materiales y espaciales de un lugar, o con el entorno donde se lleva a cabo la vida cotidiana. Para otros debería de incorporar aspectos objetivos y subjetivos de la forma en que la población percibe sus condiciones de vida, y en consecuencia considerar la noción de calidad de vida. Aunada a todas estas interpretaciones podremos considerarla como un elemento arquitectónico que involucra y valora las características idóneas de un espacio, en tanto que hablamos de características arquitectónicas, es decir, la materialidad con la que la arquitectura trabaja. "Una definición elemental de "habitabilidad" la consigna como la cualidad habitable que tiene un lugar" [42], se trata de la reunión de ciertas condiciones que permiten a un ser vivo habitar o morar un lugar, estas condiciones son de índole disciplinar que para reunirse requieren ser contenidas por un soporte espacio-temporal.

"El hombre busca dotar su hábitat de las cualidades o satisfacciones consecuentes con sus necesidades y aspiraciones, de modo que se configure el estado de la habitabilidad" [43]. En particular es relevante mencionar que el conjunto de cualidades físicas que posee un lugar destinado al abrigo de las actividades humanas, tendría que configurar el estado de la habitabilidad. Debe de reconocerse que en la especificidad de ésta, el sistema de elementos que la componen, adquieren diversas posiciones y sentidos que se constituyen por convención, por acuerdo social e ideológico; configurando el marco contextual en el que se organiza la realidad; la habitabilidad, entonces, ostenta requerimientos concretos propios de la espacialidad.

Hablar de la habitabilidad, "implica y requiere, hablar también de la espacialidad de lo habitable, es referirse a la constructibilidad de los objetos en que habitamos, es entender la condición de ambientabilidad que lo identifica, en el sentido de la apropiación y adecuación de un sitio para convertirlo y considerarlo como un lugar propio a través de la manifestación cultural; es relacionarlo con sus condiciones de ubicación en un sitio como la contextualidad en la que se produce, y con todo ello es asumir la naturaleza de su expresividad, como el sentido significativo que se provoca entre las formas o maneras del habitar y las cosas u objetos en que, y con que, lo hacemos" [44], en sí, la habitabilidad se entiende como la síntesis de contenidos arquitectónicos que dan identidad y existencia al objeto. Estos se manifiestan y conforman los rasgos que se ordenan en una particularidad determinada, de esta manera, se expresan todas las características del objeto como manifestación de su identidad. De lo cual podemos derivar que "la configuración del medio habitable es y ha sido, un hecho circunstancial del desarrollo social, dicha configuración es producto y resultado de las formas de expresión cultural de una sociedad en relación con el entorno en el que habita" [45].

Para Saldarriaga, la habitabilidad "es un conjunto de condiciones físicas y no físicas que permiten la permanencia humana en un lugar" [46], en las condiciones físicas se encuentran aquellas referentes al ordenamiento espacial y a la configuración material del objeto; y como condiciones no físicas podemos agregar a todas aquellas referentes al proceso de producción del objeto, conceptos, intenciones, contenidos. Todos estos aspectos inciden en la configuración física del hábitat cultural, en una búsqueda actual del espacio habitable; para esto se requieren condiciones particulares de dimensionamiento de elementos, intercomunicación, aprovechamiento de fuentes de iluminación, ventilación, paisaje, articulación de los espacios y forma.

En la definición precisa de estas condiciones intervienen los factores de tipo cultural; ya que la conformación del hábitat representa físicamente las costumbres, ideologías, mitos, intereses y comportamientos de una estructura social determinada. El objetivo del espacio de ser habitable o poseer una habitabilidad utiliza el lenguaje propio de la transformación espacial, "este lenguaje posee una estructura correspondiente con el pensamiento o razonamiento espacial propio de una cultura o de un determinado grupo social" [47]. Esta conformación representa todas las decisiones que atañen a la organización física y condiciones aptas para que un espacio sea habitable; dicha finalidad trae consigo una serie de materias espaciales, las cuales en su conjunto suministran las condiciones o requerimientos de ordenamiento, adecuación, eficiencia y estabilidad necesarios e indispensables para la habitabilidad.

Estas condiciones parten de la estructura formal del espacio que se configura y traen consigo un periodo de ajuste y adaptación continua, lo que se plantea aquí, es la interacción de estas materias, su adecuación y ordenamiento con la finalidad interna de conformar la expresión de "la habitabilidad". Esta materialidad conforma la red básica de las relaciones espaciales dentro del objeto, de tal suerte que éstas sean identificables según la forma en que afectan a una estructura espacial específica, susceptibles de influjos culturales; así, la habitabilidad es considerada como la totalidad de la estructura espacial abarcando las relaciones internas de las partes en un todo; dentro de ésta se organizan todas las transformaciones particulares posibles; en ella se materializan no sólo los esquemas ideológicos, sino también los hábitos y las costumbres, por ello, es entendida como el conjunto de contenidos arquitectónicos que dan el atributo al objeto, al contenerla. La característica más importante de esta unidad es precisamente la de poseer una finalidad habitable, así, la lectura de la habitabilidad, se entiende como una lectura que reconoce las determinaciones del entorno cultural específico donde se inserta el objeto, como parte de las particularidades que lo configuran, reconociendo en esto las determinaciones ideológicas involucradas en la construcción del espacio.

Se trata también de una lectura que descubre los criterios de gestación del objeto; por lo que al aprender a leer el sentido expresivo del ámbito habitable y asumir las condiciones de su morfología se compromete a la totalidad de la materia con la que se trabaja, aquí se implica una tradición figurativa del objeto con respecto al entorno físico y cultural en el que se produce. La habitabilidad se produce en el momento en que se tiene relación con los objetos y, por medio de esta relación, es valorada; aquí, el espacio arquitectónico se vale de elementos útiles que lo hacen habitable; por ello, el objeto arquitectónico como expresión humana se habita y su constitución implica un conjunto de elementos determinados para propiciarla.


Notas

1. Abbagnano Nicola, "Diccionario de Filosofía", México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1961, pp.567-568.
2. Vilches Lorenzo, "La lectura de la imagen", México- Buenos Aires: Paidós, 1986, p. 34.
3. Heidegger M., "Arte y Poesía", México: Fondo de Cultura Económica, 1997, p.52
4. Cassirer E., "Filosofía de las formas simbólicas", México: Fondo de Cultura Económica, 1998, pp.117, 115-126. Aquí Cassirer explica a las formas de la expresión identificándose él con la forma simbólica. Para él, el sentido y la dirección básica de la función expresiva que puede ser captada con la máxima claridad y seguridad si se parte del mundo del mito. Cassirer asegura que la expresión está permeada y animada por ese sentido; sin embargo, esta postura sólo se menciona, pero no nos ubicamos en ella, ya que desde aquí no podría afirmarse que el sentido de la expresión arquitectónica siempre es mítico y que ésta queda representada con un lenguaje.
5. Hegel G. W., "Lecciones de Estética", México: Ediciones Coyoacán, 1997, p.113.
6. Broadbent, Bunt, Jencks, "El lenguaje de la Arquitectura, un análisis semiótico" México: Limusa, 1991, p.225.
7. Hegel, G.W. "Enciclopedia de las ciencias filosóficas", México: Porrúa, 1971, p.74. En este texto Hegel denuncia claramente la relación entre contenido y forma, el contenido lo define como la materia que da existencia a la forma y la forma es mediante su materia.
8. Gregotti, et al, "Teoría de la proyectación arquitectónica", Barcelona: G. Gili, 1971, p.209
9. Gregotti, op cit., p.209.
10. Gregotti, op cit., p.223.
11. Gregotti, op cit., p.221.
12. Estos conceptos se construyen conceptualmente en el Taller de investigación: "La habitabilidad, la espacialidad y el diseño", en la maestría de Arquitectura, impartido por el Mtro. Héctor García Olvera y el Mtro. Miguel Hierro Gómez en el CIEP, FA, UNAM.
13. Prudhomme Sully, "La experiencia de las Bellas Artes, La Psicología aplicada al estudio del Arte y del Artista", Buenos Aires: Joaquín Gil, 1954, p.233.
14. Muntañola J., "Arquitectura: texto y contexto", Barcelona: Universidad Politécnica de Cataluña, 1999, p. 29.
15. Hesselgren Sven, "El hombre y su percepción del ambiente urbano, una teoría arquitectónica", México: Limusa, 1980, p.137.
16. Gregotti Vittorio, et al, op cit., p.210.
17. Cassierer Ernst, "Filosofía de las formas simbólicas", México: Fondo de Cultura Económica, 1998, pp.95. En este texto, postula que el conocimiento o la realidad no son dadas en la sensación, como dato sensible, sino en el fenómeno originario de la expresión. "Sin el hecho de la revelación de un sentido expresivo en determinadas vivencias perceptivas, la existencia quedaría muda para nosotros", p.94.
18. Cassierer Ernst, op cit., p.125
19. Hegel G. W., op cit., p.80.
20. Rodríguez J. Ma., "Arquitectura como semiótica", Buenos Aires: Nueva Visión, 1977, p.46
21. De Fusco Renato, "Arquitectura como mass médium", notas para una semiología arquitectónica, Barcelona: Anagrama, 1967, p.27. En esta cita, el autor recurre a Barthes, "Ensayos críticos", Barcelona: Seix Barral, 1967.
22. Hegel G. W. op cit., pp.77-78. En este texto, Hegel afirma que el verdadero contenido del arte es algo concreto, un elemento que está representado por la forma.
23. Muntañola Josep, op cit., p.4. Para Muntañola la visión figurativa, conceptual y espacial de la arquitectura es su epistemología. El contenido para el autor es la relación o el entrelazamiento de la construcción y el habitar. La construcción articula el habitar y cuando aceptamos esto, le damos un contenido a la construcción; aquí, se retoman los dos como habitabilidad y constructibilidad, sin embargo no son únicos, ya que se encuentran acompañados de otro contenidos que se generan en la estructura de la forma de la expresión.
24. Heidegger, Martin, "Arte y Poesía", México: Fondo de Cultura Económica, 1997, p.61.
25. Heidegger, Martin, "Construir, habitar, pensar", Conferencias y artículos. Barcelona: Serbal, 1994.
26. Pardo, J. Luis, "La formas de la exterioridad", Valencia: Pretextos, 1992, p.16.
27. Muntañola Josep, "Arquitectura: texto y contexto", Barcelona: Edición Univ. Politécnica de Cataluña, 1999, p.51.
28. Broadbent, Bunt, Jencks, "El lenguaje de la arquitectura", un análisis semiótico, México: Limusa, 1991, p.146.
29. Hegel, G.W., "Enciclopedia de las ciencias filosóficas", México: Porrúa, 1971, p.129.
30. Abbagnano Nicola, op cit., pp.436-437.
31. Moles Abraham, "Teoría de los objetos", Barcelona: G. Gili, 1979, p.12.
32. Muntañola Joseph, "Comprender la arquitectura", Barcelona: Teide, 1985, p.121.
33. González Pozo, "El dominio del entorno", México: SEP, 1971, p.5.
34. Germani Fabris, "Fundamentos del proyecto gráfico", Barcelona: Ediciones Don Bosco, 1973, p.5.
35. Abbagnano Nicola, op cit., p.44.
36. Canter David, "Psicología en el diseño ambiental", México: Concepto, 1978, p.7.
37. García Gómez Carmen, "2do. Congreso internacional, el habitar para una investigación proyectual", Art. Calidad de vida en la vivienda de interés social en Mérida Yucatán, México: FASE, UNAM 1999.
38. Shutz Hartman, Roberto, op cit., Art. La ciudad habitable, reflejo de la diversidad.
39. Muntañola Joseph, "Comprender la Arquitectura", Barcelona: Teide, 1985, pp. 11-48.
40. Muntañola, Joseph, op cit., p. 51.
41. Doberti Roberto, "2do. Congreso internacional el habitar para una investigación proyectual". Art. Hablar y habitar a través del método de la sensibilidad, México: FASE, UNAM 1999.
42. Ramírez Castro Eugenia, op cit., Art. Habitabilidad, medio ambiente y ciudad, México, FASE, UNAM 1999, p. 33.
43. Ramírez, op cit., p.34.
44. Hierro Gómez Miguel, op cit., Art. "La idea del habitar y la idea del diseñar", p.2.
45. Ídem.
46. Saldarriaga R, "Habitabilidad", Bogotá: Escala Fondo, 1981, p.57.
47. Saldarriaga, op cit., p.69.

Imágenes y fotografías: Cortesía del autor.


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Patricia Barroso Arias