Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

Hacia un funcionalismo espiritual en el ejercicio arquitectónico

Carlos I. Castillo C.

Ya hemos dicho con suficiente frecuencia que la obra arquitectónica está hecha para el ser humano y sus necesidades y que en el conocimiento de estas necesidades podemos hallar su solución. También hemos dicho que para dotar al hombre de las soluciones a sus necesidades es necesario conocerle y saber así qué es lo que requiere para desarrollar su actividad humana. Y a pesar de lo obvio de éstos silogismos, dichas preguntas se convierten en una vorágine de dudas filosóficas que nos llevan incluso a preguntarnos sobre la misma esencia del ser. Si bien las preguntas ya son bastante complejas, las respuestas amenazan con no dejar satisfecho a quien pregunta. En la búsqueda de estas preguntas y respuestas hemos de tomar un camino para no perder nuestro objetivo, la satisfacción de las necesidades elementales y definir cuáles de las necesidades, son elementales, si no es que todas lo son; y para esto conocer al hombre. Hemos de abreviar los resultados de esta indagación con el fin de entrar en la materia que nos ocupa: la experiencia de ser (con todos sus sinónimos y símiles: vivir, habitar, crear, pensar, existir, etc.). Para ello hemos de apoyarnos en una visión fenoménica del hombre.

Según Paul Valéry [1] el hombre se compone de cuatro cuerpos superpuestos entre sí:

1.- Nuestra porción del mundo físico (el cuerpo orgánico).
2.- La imagen que se percibe de uno mismo.
3.- El ser intangible, del cual sólo observamos sus efectos.
4.- El resultado de los anteriores, el fenómeno del ser en sí.

Ésta visión del hombre y su conformación nos indica la existencia de una esencia previa (o simultánea a otro nivel) al modo físico en que se presenta el hombre. Es decir: el espíritu. Es importante destacar al mencionar al espíritu que no pretendemos acercarnos a una aseveración religiosa de él, sino al entendimiento de la parte intangible del ser. De donde surge la voluntad y a donde van todos los impactos que éste recibe. Basados en estos estudios hacemos una afirmación provisional, y ésta es que: el cuerpo físico es el medio por el que se expresa el espíritu y que éste (el espíritu) es el que asimila la experiencia del ser mientras ésta sucede.

Una vez que hemos validado la existencia del espíritu y su participación no sólo primordial si no simultánea en la experiencia física de la persona, tenemos ahora otro elemento a considerar: Que el hombre habita y realiza prácticamente toda actividad con el cuerpo y el espíritu como un binomio, o una suma de potencias. La construcción física puede entonces considerar que afecta al ser humano no sólo en su cuerpo físico, si no en el espiritual. Es así como podemos deducir que hemos de construir también para el espíritu.

Ya que los esfuerzos realizados en la teoría de la arquitectura se han encaminado a propiciar y facilitar las actividades humanas, pero que éstas, antes del rompimiento filosófico del posmodernismo [2] eran sólo comprendidas como físicas y racionales; proponemos ahora retomar una corriente teórica de la arquitectura que se ha desarrollado anteriormente, considerando al hombre y sus necesidades espaciales y racionales, el funcionalismo.

El funcionalismo surgió como una crítica a las ornamentaciones consideradas como innecesarias, a los espacios muertos, a los trayectos largos. Exponentes fundamentales de esta corriente fueron Mies Van der Rohe, Walter Gropius, Louis Sullivan y Le Corbusier con su obra Le Modulor. Quienes proponían que el hombre y sus medidas fueran la base del diseño arquitectónico. Es así como la antropometría se convirtió en la base fundamental de la práctica arquitectónica. En principio, los esfuerzos de esta corriente arquitectónica son muy válidos y no han de ser juzgados por los resultados poco exitosos que con el tiempo fueron degenerando en obras que consideraron poco o nada la estética como parte importante de su creación. Pensando que al resolver la función ésta vendría naturalmente y por añadidura.

En fin que el interés de este pensamiento no es una crítica a la mencionada corriente arquitectónica, si no un parcial elogio y un aporte a ésta. Se propone entonces que retomando al ser humano como la base de la creación arquitectónica se agreguen nuevas consideraciones descubiertas y validadas durante el siglo XX. Las necesidades del cuerpo físico y del espíritu. Es decir: que la obra arquitectónica esté hecha para que el ser humano pueda llevar a cabo sus actividades y que se mueva dentro del espacio con libertad, tanto en cuerpo como en espíritu.

Herramientas proyectuales basadas en "Construir, habitar, pensar" de Martin Heidegger.

A priori:

- El construir tiene como meta el habitar.
- Construir es en sí mismo ya el habitar.
- Pero el hombre no sólo habita (esto sería prácticamente la inactividad), también mora (desarrolla actividades).
- Ser es habitar, habitar es pensar; por tanto, pensar es construir.
- El hombre es en la misma medida en que habita.
- Habitar: permanecer, residir, estar satisfecho, libre, seguro, preservado de daño y amenaza, cuidado, puesto a buen recaudo.
- Ser en la tierra es parte de una Cuaternidad (tierra, mortales, cielo, divinos)
- El cielo es de donde vienen el día y la noche, la lluvia, las estrellas, la luna y el sol. Las condiciones a que estamos sujetos.
- Habitar es residir cabe (junto con) las cosas.
- Construir: cuidar, erigir.
- El objeto arquitectónico no es sólo el edificio si no todo lo que liga, toca y alberga.
- Para poder construir es necesario primero aprender a habitar.
- Es necesario aprender a construir desde el habitar, pensar desde el habitar.

La corporeización del espacio urbano-arquitectónico


El objeto arquitectónico es con frecuencia considerado más por sus muros, techos y pisos que por los espacios que se albergan dentro de ellos. Lo anterior no es una idea en pro del diseño de interiores, es más bien una idea en pro de la consideración de la importancia del espacio contenido dentro de los objetos arquitectónicos. Hemos de considerar que dentro de una construcción arquitectónica existe un espacio físico intangible que se compone de todos los elementos que existen y habitan dentro de él; la conciencia de que este espacio existe nos aporta un punto de vista más completo acerca de la conformación del espacio arquitectónico.

En el ejercicio de la arquitectura se considera al arte como un componente esencial de la obra arquitectónica bien llevada a cabo; pero es necesario que el arquitecto vaya más allá de esta frecuente discusión. Es necesario que el ejercicio del arte se ocupe más que de los objetos plásticos y que tenga en consideración la incidencia que estos objetos tienen en el espacio, generando a su vez nuevos espacios.

Lo que se intenta expresar ahora es que la arquitectura al crear un objeto contenedor de espacios crea también estos espacios. "El espacio interior en sí mismo es la realidad del edificio." [3] Queda entendido entonces que el objeto de nuestro interés es el espacio que "aparece" [4] contenido dentro del objeto plástico artístico-arquitectónico. Si tomamos en cuenta al espacio como un algo, entonces le podemos adjudicar cualidades de ser (no como un ente, si no como un conjunto de fenómenos que se presentan en una fracción espacio-tiempo determinados), es entonces que podremos tomar consideraciones más apropiadas para dotar de cualidades al espacio arquitectónico.

Pero este texto no es exclusivo del espacio interior, no se pretende sólo mencionar las bondades del espacio interior, más bien, se emplea a éste como un ejemplo del espacio que es creado a partir de la incidencia de los objetos plásticos. Esta aclaración cabe ahora, ya que hemos de considerar que el objeto arquitectónico no sólo participa en la creación de espacios interiores, sino que es parte de un espacio urbano al cual pertenece y el cual es su pertenencia desde el momento en que el objeto es dentro de éste. Para entender mejor la idea del objeto arquitectónico dentro del espacio urbano nos sirve tomar como analogía la manera en que por ejemplo interviene un objeto escultórico dentro del espacio en que es contenido; generando nuevas cualidades en el espacio que interviene.

No estamos hablando en sentido mítico si decimos que la obra arquitectónica hace aparecer un espacio dentro de sí o que transforma el espacio fuera de ella; esto sucede de manera natural y perceptible aunque no siempre tangible con los sentidos físicos. Pero, ¿para qué nos sirve saber que "algo" aparece junto con la creación arquitectónica? Para entender que el trabajo del arquitecto no es solamente la construcción de un objeto material mediante la técnica y la física. Si no, más bien, la creación de este espacio intangible pero perceptible al cual nos hemos referido.

Es así que se propone que la actividad arquitectónica <debiera ser> (y no un deber ser juicioso, sino una necesidad de ser para el éxito de su tarea) sinónimo de actividad artística, pues según la idea de Heidegger [5], "Espaciar es libre donación de los lugares en los que aparece un dios, de los lugares de los que los dioses han huido." Se pretende abrir espacio a lo divino, que el objeto arquitectónico haga volver al espacio el carácter de sagrado, armónico, perfecto del que se ha despojado al espacio natural con el crecimiento de las urbes; y para esto, nos valemos de la idea de que el arte es la imitación y perfección de la naturaleza [6]. Y nos apoyamos en la definición que hace Heidegger sobre la creación plástica: "La plástica: la corporeización de la verdad del ser en la obra que instaura lugares." [7]

Sirvan las anteriores consideraciones sobre la necesidad de una actividad artística intrínseca en la arquitectónica para que el arquitecto entienda que el arte dentro de la arquitectura no es sólo un alarde por dotar de estética a los objetos urbano-arquitectónicos, si no una necesidad ineludible por crear un espacio habitable cuya naturaleza contenga cualidades que abonen a una existencia más armónica para el ser humano que habita el espacio.

Ideas de Heidegger que inspiraron este texto para un a priori:

"El espacio es ocupado por la figura plástica y queda moldeado como volumen cerrado, perforado y vacío."
"El cuerpo plástico corporeiza algo" (hacer aparecer).
"El espacio > por lo que se le puede adjudicar un >".
"Lo peculiar del espacio tiene que mostrarse a partir de él mismo".
"Espaciar remite a <escardar>, > una tierra baldía (limpiar el terreno, prepararlo)".
"El espaciar aporta lo libre, lo abierto para un asentamiento y un habitar del hombre".
"Espaciar es libre donación de los lugares en los que aparece un dios, de los lugares de los que los dioses han huido" (abrir espacio a lo divino).
"Espaciar, aporta la localidad que prepara en cada caso un habitar".
"El emplazar proporciona a las cosas posibilidad de pertenecerse mutuamente, estando cada una en su respectivo sitio y desde donde se abre a las otras cosas" (co-pertenencia).
"El arte como plástica: no una toma de posesión del espacio. La plástica no sería una confrontación con el espacio" (interacción del objeto y el espacio).
"La plástica sería una corporeización de lugares que al abrir una comarca y preservarla, mantienen reunido en torno a sí un ámbito libre que se confiere a las cosas; una libre permanencia y procura a los hombres un habitar en medio de las cosas".
"...El vacío está presumiblemente hermanado con el carácter peculiar del lugar y, por ello, no es un echar en falta, sino un producir".
"Vaciar el vaso quiere decir: reunirlo, como lo continente, en su haber llegado a ser libre".
"El vacío no es nada, tampoco es una falta. En la corporeización plástica, el vacío juega a la manera de un instituir que busca y proyecta lugares".
"La plástica: la corporeización de la verdad del ser en la obra que instaura lugares".
"La plástica: un poner-en-obra que corporeiza lugares y que, con éstos, permite que se abran las comarcas de un posible habitar humano y las comarcas de un posible permanecer, las cosas que circundan y atañen a los hombres".

Notas

1. Valéry, P., "Estudios filosóficos", Madrid: Visor 1996, pp. 187-189.
2. El posmodernismo considera las cualidades intangibles del ser humano como los sentimientos, los valores y la voluntad.
3. Frank Lloyd Wright citado por Eduardo Sacriste en "Frank Lloyd Wright's Usonian Houses: The Case for Organic Architecture", Whitney Library of Design: USA, 1976.
4. Aparecer en sentido Aristotélico, es decir: que surge, que viene a la realidad, que se corporeiza.
5. Heidegger, M., "Arte y espacio", Barcelona: Herder, 2007, p.23.
6. Aristóteles citado por Hegel, "Lecciones sobre Estética", Madrid: Akal, 1989.
7. Heidegger, op. cit., p.33.

Bibliografía

Hegel, "Lecciones sobre Estética", Madrid: Akal, 1989
Heidegger, M., "Arte y Espacio", Barcelona: Herder, 2007.
Sacriste E., "Frank Lloyd Wright's Usonian Houses: The Case for Organic Architecture", Whitney Library of Design: USA, 1976.
Valéry, P., "Estudios filosóficos", Madrid: Visor 1996, pp. 187-189.

Carlos I. Castillo C.