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Los ojos de la arquitectura
Marco Lorenzo Salazar Valles
Hablemos de la vista. Nuestros ojos son el medio por el cual podemos observar nuestro entorno, es quizá el sentido más valorado que poseemos, no obstante nos engaña constantemente. Se ha demostrado científicamente, que los estímulos cerebrales que se mandan a través de la vista, rápidamente son modificados y procesados para ser captados por nuestro cerebro y tener así una interpretación de eso que estamos viendo, sin embargo el momento justo en el que vimos algo, éste suceso o cosa ya es parte del pasado. Pero no son los ojos el único medio por el cual podemos obtener sensaciones o conocimiento acerca de algo, los demás sentidos, tacto, olfato, gusto y oído, juegan también un papel significativo en la manera en como percibimos las cosas.
Existen en el reino animal, otras especies que cuentan con sentidos más desarrollados que los nuestros y con los cuales pueden adaptarse mejor a la naturaleza que les rodea, pero el ser humano supera estos sentidos al darles un significado. También en este tenor hemos planteado que los animales sienten linealmente, es decir, pueden ver, pueden oler, pueden oír, pero no pueden percibir y racionalizar todo de una vez; el ser humano en cambio, valiéndose de cierta incapacidad evolutiva de sus sentidos, dispone de todos ellos, los mezcla, y luego observa, ya no con los ojos sino con el "ser". (1 )
Es de esperarse que al entrar en un espacio (ya sea que lo evaluemos como arquitectónico o no) todos nuestros sentidos entren en acción para sí lograr darle un sentido a eso que estamos observando, pero, ¿cuántas veces accedemos a este proceso de concientización para alejarnos de lo inmediato (*)? Pensemos por un momento que muy pocas, y de estas, ¿cuándo llegamos realmente a encontrar la identidad o significación del espacio?
La arquitectura, desde su primitiva definición, está directamente relacionada con los espacios, y para entenderla debemos entonces, desentrañar al espacio mismo.
Si bien, el espacio físico se puede definir como "el lugar en donde se encuentran los objetos, habitualmente concebido con tres dimensiones: anchura, longitud y profundidad" (2), los debates sobre la verdadera naturaleza del espacio siguen surgiendo, evocando algunos como los filósofos naturalistas, a la relación entre los objetos (dada por distancia y dirección), y otros como lo propuesto por el filósofo alemán Immanuel Kant, en cuyo trabajo se niega que el espacio sea algo tangible y se le atribuye la existencia del concepto solo a la mente humana, cuya capacidad nos permite estructurar experiencias (3). De entrada podemos insinuar que el espacio no es un ente estático e inmodificable, pues la luz al viajar a través de él lo deforma volviéndolos uno solo, transformando el tiempo a su vez, como lo sugiere la Teoría de la Relatividad de Einstein. La manera en como todo se percibe es relativa al tiempo, entonces, espacio y tiempo son también lo mismo. Y si el espacio es, tal como lo sugiere Heidegger, una forma de acercarse al "ser" (4), hombre, espacio y tiempo son inseparables.
Bajo el concepto actual que tenemos del espacio y su individualidad colectiva, podemos sugerir que para percibir la arquitectura, además de los sentidos y los estímulos cerebrales, necesitamos situarla en un tiempo y desentrañar a partir del ser interior su verdadero significado. Aunque el espacio está relacionado con los objetos, estos objetos también se relacionan con nosotros. Al acceder a un espacio pasamos de ser simples espectadores, a por así decirlo formar parte del mismo (una persona podría decir, al describir el espacio que nosotros formamos parte de él, ya que nos encontramos ahí); los procesos cognoscitivos que se activan van más allá de una experiencia nueva, solemos recurrir a la memoria para completar aquellas cosas que no concuerdan con lo conocido. Ya sea de manera consciente o inconsciente, hacemos un análisis completo del espacio que estamos habitando, del espacio del que ahora formamos parte, ya sea en nuestra mente o en lo comprobable (5).
Y se transforma, ya que, "el espacio habitado trasciende el espacio geométrico (6)," pues acudimos a un análisis que sobrepasa nuestros sentidos inmediatos para darle una significación al espacio que se transforma en eso que nosotros ahora "vemos". Durante este proceso, se pierde la línea que separa lo que viene del interior de lo que viene del exterior. Se satura nuestro inconsciente de imágenes pasadas que relacionan y recuerdan sabores, olores, colores y temperaturas; la imaginación se activa y la racionalización del espacio se desvanece entre los pensamientos inertes que provienen de lo más profundo del ser, y es en ese momento en que dejamos de ser parte del espacio, para convertir el espacio en parte de nosotros; entonces en ese instante somos espacio, somos tiempo y somos hombres.
Pero para llegar a esta elevación del ser debemos pasar a través de los objetos, a través de los espacios, o es que ¿todos los espacios tienen la facultad de exaltar el ser? Los objetos llegan a ser perceptibles por medio de las sensaciones, pero las cosas mismas son más cercanas que las sensaciones, pues sentimos a partir de los objetos, es decir, reconocemos las sensaciones a partir de los objetos que las provocan (7). Le otorgamos a estos objetos la cualidad de útil y la confundimos con su significación. Para determinar el ente del objeto-espacio es necesario que nos desprendamos de todas estas relaciones que le otorgamos y tratar de llegar al origen el mismo, pues "lo peculiar del espacio tiene que mostrarse a partir de sí mismo (8)."
El espacio en su búsqueda de significación no siempre tiene una forma definida, pues "no siempre es necesario que lo verdadero tome cuerpo (9)"… ya que no pertenece al mundo físico e inmutable porque nace del ser individuo que interactúa con su entorno. Y, ¿cómo diferenciar entre un espacio arquitectónico y uno que no lo es? o ¿qué características distinguen al espacio arquitectónico? El diseño.
El diseño es una forma de lenguaje "sublime" (10). Inventa un mundo de imágenes cuya existencia se encuentra en la imaginación; no puede tocarse por lo que se vuelve una presencia invisible, muchas veces imperceptible, que sin embargo, muchos espacios poseen. Pertenece al plano de los sueños, desde donde se le puede calificar de inofensivo e ineficaz, de la misma manera en como Heidegger califica a la poesía (11). Pero el diseño al igual que cualquier otro lenguaje es una herramienta de creación, una propiedad que nos sirve para entender y transformar; es un medio de comunicación y expresión de emociones, sensaciones y sentimientos, no un fin. Un lenguaje no puede definirse por los elementos que lo conforman - sería como decir que el "español" o cualquier otro idioma, es las letras que lo conforman -, sino que él mismo es el que lo hace posible, es decir, el diseño es el que permite el lenguaje, por tanto, al pretender establecer un ser y esencia a las cosas (los espacios diseñados) su naturaleza se torna peligrosa, ya que busca transformar y ser visible desde la inmediatez. (12)
El diseño es un lenguaje que encuentra en la imposibilidad de resolver un problema su piedra angular. Muchas veces pretende dotar a los espacios-objetos en los que interviene, de cualidades transformadoras que desembocarían en bienestar social, económico y hasta político. A pesar de este carácter heroico que solemos otorgable al diseño, debe decirse que no existe una solución inequívoca y absoluta, pues parte de los pobres signos del lenguaje humano, aunque siempre tiene algo que decir. Este decir está constantemente contaminado por la polionimia de significados que puede alcanzar la apreciación de determinado espacio, en base a la percepción que proviene de la particularidad de cada espectador, pues corresponde a un contexto psicológico personal que se pierde en lo general. Como menciona Paz, "toda frase quiere decir algo que puede ser dicho o explicado por otra frase. En consecuencia, el sentido o significado es un querer decir (13)."
El acto de concebir un espacio se vale de una facultad imaginativa cargada de apariencias ilusorias que parece provienen del exterior, pero en realidad se originan como una entidad interna en el ser espiritual del hombre. El producto del diseño mismo, no podría ser solamente la disposición de los diferentes elementos del lenguaje que lo conforman, pues entonces cualquiera sería capaz de llegar a la manifestación del ser a través del diseño. No debemos "olvidar que no es la facultad lógica, la de mensuración, la que reina en nosotros, sino la imaginativa (14)".
Y es que, el diseño es más que una formulación abstracta y evidente, es una forma de representación alegórica de los objetos o espacios que diseñamos, atribuyéndoles la cualidad de ser interpretados fuera de los límites del espacio concebido en la mente del arquitecto o diseñador. Ansia comunicar a través de un lenguaje estéril emociones que no pueden ser expresadas por él mismo. En este tenor, sus cualidades premonitoriamente transformadoras solo pueden ser comprobadas a través de la acción (15).
En el diseño arquitectónico, cada expresión del lenguaje tiene una definición más amplia y profunda de la que se presenta en primera instancia. Como cualquier otro lenguaje, el diseño obedece a una intencionalidad (16). Cuando percibimos un espacio arquitectónico, este se nos presenta con una pluralidad de significados inmediatos, contradictorios, y no obstante, dueños de un profundo sentido. Por ello, el diseñar implica un querer decir y como queremos decirlo. Es este camino el que conduce a la grandeza o a la carencia dependiendo de los factores destacables en el diseño arquitectónico del que se esté hablando.
El diseño de los espacios hasta este momento se podría considerar como un simple adorno, ya que la búsqueda del ser no es un primordial de vida de la sociedad actual, y este hecho se sustenta en la confirmación de espacios cotidianos vividos, cuya explosión de emociones pasan desapercibidos y en ocasiones ni siquiera los propician. La prisa del día a día, fomenta la pérdida de proximidad e intimidad ante las atmosferas, volviendo al "ser" que las vive un ente hostil en ellas. Empero, el diseño busca lo sublime, ya que "lo bello nos sigue manteniendo atados al mundo de lo sensible (17)", sin dejar de lado, el carácter heroico del mismo, no como ente transformador, sino como un solucionador apropiado a las necesidades para las que fue requerido. Es una combinación entre lo bello y lo práctico, sin apartar uno del otro, de la misma manera en que el objeto y la sensación lo hacen.
En este contexto, es posible determinar según sus fines prácticos y sus posibilidades técnicas, un adentro y un afuera. Situar el conflicto bello-practico en donde la practicidad de la arquitectura sea empapada de elegancia, posibilitando así la victoria del espíritu sobre la materia. Denotar sensaciones sobre lo estático de una construcción, favoreciendo el reflejo de la intencionalidad del diseño en medida que la técnica lo hace posible (18).
La influencia que se evidencia a partir de nuestros diseños, habla en diferentes tiempos, pues corresponde a un pensamiento que tuvo su lugar en el pasado y que si se ejecuta de manera adecuada, será percibido en el presente siempre en base a un determinado querer decir que se dijo de forma correcta. Aunque se aspira a esto, no siempre es posible lograrlo, y ya no depende de la incapacidad (o voluntad) del diseñador, sino de las múltiples interpretaciones coloreadas por la evolución del pensamiento humano.
La voluntad del diseñador mengua en la capacidad del mismo para llevarla a cabo. No se habla de construcciones sino del diseño mismo, que rodeado de diferentes voluntades (intenciones) ha de dar cabida ya sea en parte o en totalidad a cada una de ellas. En varias ocasiones se ha sabido de diseños arquitectónicos que no toman en cuenta el contexto en donde se desenvolverán, la sociedad o en casos extremos el clima o condiciones naturales, ocasionando que las propias construcciones sean un fracaso. Y es que como se puede evaluar un diseño sino es en la acción del mismo, es decir su ejecución. En teoría y en papel, el diseño puede ser soberbio, sin embargo, la comprobación del mismo no puede hacerse así, se imposibilita en el hecho de estar en un plano onírico al que no se puede acceder a través de medios auténticos. Y el diseño no tiene un principio, y tampoco tiene un final, pues se alimenta de sí mismo una vez fue transformado. Y se transforma continuamente (19).
Como ya mencionamos, el diseño se tiñe de intencionalidad (varias, de hecho) en busca de una significación que trascienda al espacio diseñado por sí mismo, valiéndose de herramientas del lenguaje comunicativo con la esperanza de lograr transmitir el mensaje que se pretende, a través de los símbolos que lo conforman.
Del diseño arquitectónico se desprenden tres elementos que permiten la comunicación y al mismo tiempo la destrozan: el arquitecto que diseña, lo que se diseña y quién lo interpreta. Es inevitable que durante el proceso de percepción se interpreten cosas que no se quisieron decir, o que no queden muy claras, "por eso toda interpretación conlleva una auto interpretación (20)". Esto se debe a la insistencia del ser del espectador de observar desde un punto de vista nada imparcial, dejándose afectar siempre por experiencias pasadas ya sean buenas o malas y emitiendo juicios empapados más de ellas que de lo que se puede apreciar a simple vista (dígase así, pero refiriéndonos al acto de percibir a través de todos los sentidos). En la búsqueda de la voluntad prima del diseño que propicio al espacio arquitectónico, nos interpretamos a nosotros mismos por medio de los elementos de alguien más, que quizá buscaban comunicar algo diferente.
El arquitecto imprimió en el diseño una intencionalidad significativa que a través del uso de los elementos conformantes del lenguaje, o sea el diseño, manifiesten de manera notoria aquello que quieren comunicar (21). A pesar de ser un lenguaje hasta cierto punto conocido, la manera en cómo fue expuesto puede no ser tan evidente, lo que conlleva a que el usuario lo traduzca a un lenguaje más conocido por él, lenguaje que se encuentra en su inconsciente y está teñido de vivencias que le preceden y condicionan.
El diseño rápidamente se convierte en una serie de conformidades atemporales, cuyo debate se da en el interior de cada persona. El espacio que percibimos de forma directa, pierde prontamente sus cualidades espaciales exteriores (medidas, colores, iluminación), para pasar al plano del "ser" en busca de sensaciones y emociones. Lo queramos o no, transformamos la intención del diseñador a una propia, y por tanto, desvirtuamos al diseño mismo.
El diseño arquitectónico es una paradoja inexistente y cambiante. Inexistente porque no tiene un punto de inicio. Una vez el problema fue expuesto, los diferentes mecanismos cognoscitivos a los que son expuestos nuestros pensamientos se ven envueltos en imágenes que no pertenecen al problema que estamos viendo, sino a situaciones similares que con anterioridad se resolvieron, inclusive, muchos de estos pensamientos no nos pertenecen, pues se instalaron en nuestro ser a partir de las sensaciones que otros nos transmitieron de manera indirecta, por ejemplo al describirnos un lugar, aunque nosotros no lo hayamos visitado, la imaginación se encargó de complementar esos huecos para así formarnos una idea completa de "eso", aunque no lo hayamos percibido con nuestros cinco sentidos de manera directa.
Durante el proceso del diseño, sin saber cómo surgió, nos encontramos con diversas corrientes que cambian nuestras intenciones iniciales y las van transformando a lo largo del proceso de racionalización, terminando muchas veces en resultados que no teníamos siquiera contemplados en un principio (22).
Si bien el diseño se atiene a un proceso, éste deja de serlo al momento que abandona la mente del diseñador, del arquitecto. Los resultados obtenidos, que se reflejan en planos, imágenes y conclusiones técnicas, no son el diseño, sino el producto del mismo. El diseño arquitectónico se esconde entre las líneas, los márgenes y las soluciones espaciales, pero no podemos decir que se infiere a partir de ellas de manera patente, pues al analizarlas lo único manifiesto son las líneas y los espacios, mas no el diseño, y mucho menos el proceso evolutivo del mismo, ese que muchas veces no se queda siquiera en la mente del diseñador (23).
Pero no desaparece de manera definitiva, pues una vez se emprenden las acciones para hacer tangible lo que no lo es, el diseño (o el ente de lo que es) sale a la luz, ya que es la única manera en que el usuario-espectador-vivenciador del espacio puede transformarlo.
La evaluación final que se hace del diseño arquitectónico no depende ni de las intenciones expresadas por el arquitecto que lo diseñó, ni del diseño en sí mismo que ya no es lo que el diseñador pretendía, y mucho menos, la significación que el usuario le da al fijar sus propias intenciones. Todo se vuelve injerencias y suposiciones que no podrán ser comprobadas (24). Sin embargo, los elementos del lenguaje limitan las posibilidades haciendo de las interpretaciones, algo menos ambiguo e infinito, pues el diseño que aparece conserva (en la mayoría de los casos, y dependiendo de las capacidades del diseñador) algo de lo que debió ser.
El diseño arquitectónico se encarga de concebir espacios y supone que 'alguien', en nuestro caso el arquitecto, sea el que lo realice. Pero el origen del proceso de diseño, es anterior a nosotros mismos, pues parte de un ocultamiento del ser que solo se expresa cuando se dan los elementos exteriores necesarios para ello. Entonces, ¿diseñamos el espacio o éste nos diseña a nosotros? (25)
Paralelamente se le atribuye el adjetivo "arquitectónico" a este espacio, pero ¿de qué depende? Si atendemos a la definición corriente del diccionario, que nos dice que la arquitectura es el arte y la técnica de proyectar y diseñar espacios (26), se infiere que entonces al igual que el diseño, la arquitectura no es algo tangible ni comprobable, pues nace de lo más profundo del "ser". Arquitectura es, ese trance total en el que se ve envuelto el diseño, el cual se encuentra dentro y fuera de nosotros (27).
El quehacer del arquitecto se ve empañado por la imposibilidad de demostrar la utilidad del diseño en sí; solo puede valerse de opiniones basadas en elementos, espacios u objetos que dicen tener 'diseño' y que son superiores a sus homólogos que no, opiniones muchas veces contrarias entre ellas mismas (28). Al parecer el arquitecto hace más que solo trazar líneas y decidir formas, pues busca el balance perfecto entre la técnica y la belleza con el fin de propiciar el autodescubrimiento del ser a partir de sus obras. Se vale del diseño y sus procesos para obtener este propósito, pues sabe que el espacio y el tiempo, pertenecen al hombre, forman parte de un mismo ente.
El diseño arquitectónico roza las intencionalidades del ser, previendo las que el usuario tendrá, lo que la 'cosa' diseñada deberá ser y lo que el mismo diseñador entiende como solución arquitectónica.
La arquitectura pues, mira a través de los ojos del hombre, en busca de la esencia del mismo, para así descifrar el espacio interior, ese que solo pertenece al inconsciente imaginativo, en el que se oculta el verdadero ser y se siente cómodo, aspirando a sacarlo del mundo de ensueño y traerlo al plano de lo real, de lo tangible.
Notas
1. HEIDEGGER, M. Se hace referencia al "ser del hombre" del que habla el autor en la mayoría de sus obras, como una forma de plantear la verdadera naturaleza del hombre y su realidad. El término se empleará en este sentido, a lo largo del texto.
* Entiéndase lo inmediato, como aquella información que se arroja a través de los sentidos, pero sin interactuar unos con otros.
2. RAE. Definición de la Real Academia Española: Espacio
3. KANT, I. Critica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft), Segunda edición, Alemania, 1787. Pp. 11 Donde el autor expresa "que espacio y tiempo son solo formas de la intuición sensible, y por tanto sólo condiciones de la existencia de las cosas como fenómenos…"
4. HEIDEGGER, M. Construir, habitar, pensar. Traducción de Eustaquio Barjau. Recuperado el 01 de Mazo de 2015 en: www.artnovela.com.ar. Pp. 7 "Cuando se habla de hombre y espacio, oímos esto como si el hombre estuviera en un lado y el espacio en otro… No hay los hombres y además el espacio."
5. BACHELARD, G. (2000) La Poética del Espacio. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México. Pp. 33. "Cubrimos así el universo con nuestros diseños vividos. No hace falta que sean exactos. Sólo que estén tonalizados sobre el modo de nuestro espacio interior."
6. Ibídem. Pp. 59
7. HEIDEGGER, M. (1988) Arte y Poesía (El origen de la obra de arte). Traducción y Prólogo de Samuel Ramos. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México. Pp. 48. "El concepto corriente de cosa… no capta la cosa existente, sino que la atraca."
8. HEIDEGGER, M. (1969) El arte y el espacio. Traducción de Jesús Adrián Escudero. Ed. Herder. Pp. 19
9. Ibídem Pp. 33
10. KOSIK, K. Reflexiones antediluvianas. Traducción Fernando Valenzuela. Ed. Ítaca 2012. Pp. 67. El autor hace referencia a lo sublime, diciendo "En tanto que lo bello nos sigue manteniendo atados al mundo de lo sensible, lo sublime significa un repentino estremecimiento en lo que nos liberamos de la trama y las redes de la realidad sensorial, superamos nuestras limitaciones y entramos en contacto, como seres finitos, con la infinitud."
11. HEIDEGGER, M. (1988) Arte y Poesía (Hölderlin y la Esencia de la Poesía). Traducción y Prólogo de Samuel Ramos. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México. Pp. 129. "La poesía es como un sueño, pero sin ninguna realidad, un juego de palabras sin lo serio de la acción. La poesía es inofensiva e ineficaz."
12. Ibídem Pp. 139. "La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento y diversión."
13. PAZ, O. (1972) El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México. Pp. 109
14. CASSIRER, E. (1946) El mito del Estado. Traducción por Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V. Pp. 228
15. Ibídem. Pp. 235. "La duda, del tipo que sea, solo puede terminarla la acción".
16. PAZ, O. (1972) Ibídem. Pp. 108. "Las cosas poseen un sentido. Incluso en el caso de la más simple, casual y distraída percepción se da una cierta intencionalidad."
17. KOSIK, K. Reflexiones antediluvianas. Traducción Fernando Valenzuela. Ed. Ítaca 2012. Pp. 67
18. HARTMANN, N. Estética, Acerca del trasfondo que aparece en la Arquitectura. Copias de la Antología. UNAM. Pp. 151, "La belleza de la forma arquitectónica, en la medida en que la capacidad técnica la hace posible, solo sale a la luz cuando la superación de la pesantez se hace realmente visible en el juego de las líneas."
19.BEUCHOT, M. (2013) Perfiles esenciales de la hermenéutica / Mauricio Beuchot. - México: FCE, UNAM, IIF, 2008. Segunda reimpresión, 2013. Pp. 44. El autor dice "… tenemos que darnos cuenta de que el texto ya no dice exactamente lo que quiso decir el autor; ha rebasado su intencionalidad al encontrarse con la nuestra."
20. Ibídem. Pp. 35
21. BEUCHOT, M. (2013) Ibídem. Pp. 35. Parafraseando: "El autor imprimió al texto una intencionalidad significativa, y muchas veces se distorsiona, por no poner el texto en el contexto en que se emitió."
22. BEUCHOT, M. (2013) Ibídem. Pp. 60. "(Aquí se cumple aquello de que no basta con interpretar el mundo, sino que hay que transformarlo. Es curioso que el artista, al re-imaginar la realidad, la transfigura.)"
23. Ibídem. Pp. 100. "El símbolo remite a otra realidad, que no se ve a primera vista en su significar."
24. Ibídem. Pp. 98, "… Ricoeur decía: 'el símbolo da que pensar', pero también podemos añadir 'el símbolo da que vivir'."
25. Heidegger, M. (1969) El arte y el espacio. Traducción de Jesús Adrián Escudero. Ed. Herder. Pp. 21 "Una vez admitido que el arte es poner en obra la verdad y que la verdad designa el des ocultamiento del ser."
26. RAE, Definición de la Real Academia Española: Arquitectura
27. HARTMANN, N. Estética, Acerca del trasfondo que aparece en la Arquitectura. Copias de la Antología. UNAM. Pp. 257 "El espíritu del que brota la forma es, desde un principio, un espíritu comunitario (objetivo); esto significa que no empieza un buen día en una generación determinada, sino que proviene de la distancia histórica, de principios pequeños; y se transforma muy lentamente."
28. WORRINGER, W. (1967) La esencia del gótico. Estética y teoría del arte. Ediciones Nueva Visión. Compendio de Textos. Pp. 15. El autor dice: "Se ha podido todo lo que se ha querido, y lo que no se ha podido es porque no estaba en la dirección de la voluntad artística."
Bibliografía
1. RAE. Definición de la Real Academia Española: Espacio
2. RAE, Definición de la Real Academia Española: Arquitectura
3. KANT, I. Critica de la razón pura (Kritik der reinen Vernunft), Segunda edición, Alemania, 1787.
4. HEIDEGGER, M. Construir, habitar, pensar. Traducción de Eustaquio Barjau. Recuperado el 01 de Mazo de 2015 en: www.artnovela.com.ar
5. HEIDEGGER, M. (1969) El arte y el espacio. Traducción de Jesús Adrián Escudero. Ed. Herder.
6. HEIDEGGER, M. (1988) Arte y Poesía. Traducción y Prólogo de Samuel Ramos. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México.
7. BACHELARD, G. (2000) La Poética del Espacio. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México. HEIDEGGER, M. (1969) El arte y el espacio. Traducción de Jesús Adrián Escudero. Ed. Herder.
8. KOSIK, K. Reflexiones antediluvianas. Traducción Fernando Valenzuela. Ed. Ítaca 2012.
9. CASSIRER, E. (1946) El mito del Estado. Traducción por Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V.
10. PAZ, O. (1972) El arco y la lira. Fondo de Cultura Económica S.A. de C.V., impreso en México.
11. BEUCHOT, M. (2013) Perfiles esenciales de la hermenéutica / Mauricio Beuchot. - México: FCE, UNAM, IIF, 2008. Segunda reimpresión, 2013.
12. HARTMANN, N. Estética, Acerca del trasfondo que aparece en la Arquitectura. Copias de la Antología. UNAM.
13. WORRINGER, W. (1967) La esencia del gótico. Estética y teoría del arte. Ediciones Nueva Visión. Compendio de Textos.