Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


La esencia poética del habitar
Un encuentro entre el ser y el espacio

Claudia Patricia Dávila Martínez

Para los arquitectos es importante reflexionar sobre la arquitectura que se produce en la actualidad y el compromiso social que adquirimos al trabajar con el espacio habitable; espacio que no solo existe en el objeto construido, sino desde el lenguaje arquitectónico entendido como diseño, que compone y precede a la arquitectura, a través del cual podemos residir imaginariamente y concebir la búsqueda del habitar que tanto se ansia.

La arquitectura que entiende al espacio no como material geométrico o físico, sino como un elemento constitutivo del mundo, tiene el poder de integrar al hombre, logrando su permanencia y permitiéndole espaciar, ya que "cuando Heidegger nos habla del espacio piensa primariamente en un espacio entendido en términos existenciarios y no físicos; en otras palabras, se trata de un espacio vital, pragmático, significativo y público que remite al ámbito de acción en el que se desarrollan las actividades de la vida cotidiana." (Ibidem, 1969:42)

Este espacio existencial en el que se desarrolla la experiencia del ser, espacio vivencial donde existe interacción entre los seres existenciales, espacio que los arquitectos tenemos que construir, pero no desde el punto vista físico o tangible, si no entendiéndolo desde nuestros diseños de manera a priori, como el juego entre espacio y vacío; donde el vacío se presenta como las oportunidades, la flexibilidad y el medio donde podemos configurar el espacio antes de construirlo, permitiéndonos reflexionar sobre el "ser" y otorgarle la libertad para poder habitar, es por ello que Heidegger nos menciona al respecto que "Mientras no experimentemos la peculiaridad del espacio, el hablar de un espacio artístico también seguirá permaneciendo un asunto oscuro." Por lo cual permitirnos experimentar el espacio, es entender la dialéctica que existe entre esté, la forma y el vacío. (Ibídem: 19)

La arquitectura nos permite acercarnos a la esencia de lo construido a lo que se pretende hacer propio para el ser, al espacio que se configura e interactúa. El ser humano tiene la necesidad de crear, de erigir aquello que le permita crear su propia existencia. La arquitectura como medio de expresión para el ser; el pensar como esencia de la reflexión del hombre que se pregunta y se reinventa en sí mismo.

Los espacios que habitamos y su evolución han creado en la vida del hombre y le han dado el sentido de su existencia. Habitar como proteger nos permite desarrollarnos como seres humanos. "No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan." (Ibídem: 3) De este modo podemos llegar al entendimiento del arquitecto como hombre con la responsabilidad de diseñar desde su propia existencia, para poder "ser", pero también para permitir "ser", el hombre necesita crear, diseñar para construir, llenar sus vacíos. Es por ello que las construcciones deben permitir al hombre "ser", expresarse dentro de las mismas, para poder habitarlas y construirlas no solo físicamente sino también construirse a sí mismos espiritualmente.

Es así como el arquitecto no pude olvidar la materia prima con la cual trabaja, pero también encontrarse así mismo en todo aquello que proyecta. Karel Kosik nos dice "Cuando los arquitectos reflexionan sobre su trabajo y piensan en la situación de su oficio establecen su misión, la definen determinando las funciones básicas que deben cumplir." (Karel Kosik, 1997:61). Lo cual permite decir que el arquitecto tiene que encontrarse a sí mismo como habitador, para poder desarrollar sus diseños. El permitir que el proceso de diseño nos lleve a unificar nuestros proyectos, no tomando en cuenta la pluralidad que forma parte de cada "ser", acabará con cualquier posibilidad de diversidad y el habitar, ya que no existe un hombre único sino que todos somos diferentes, por tanto es importante que antes de iniciar un diseño se tome en cuenta la esencia del habitante. Para de este modo buscar emprender el camino hacia el habitar poético.

Es por ello que las reflexiones sobre el espacio pocas veces llegan de manera adecuada a la vida de nosotros los arquitectos, dejamos de sentir, nos hacemos indiferentes y nuestros diseños responden a lo económico, renunciamos a pensar en el habitador y abandonamos lo cualitativo por lo cuantitativo. Por tal motivo muchas de las expresiones arquitectónicas de la actualidad renuncian al hombre y a sus necesidades, por ello, el hombre también las desconoce y no genera arraigo con ellas.

Los arquitectos adquirimos la responsabilidad de valorar las vidas que tenemos en nuestras manos, ya que cada diseño que se ve construido influye notablemente no solo en su habitador sino en el contexto del cual forma parte, la mínima modificación en un proyecto incide en la expresión y percepción del mismo. Por lo cual es importante que el arquitecto tenga el conocimiento de la época y el contexto en el cual desarrollara su actividad proyectual.

La arquitectura al entender como su principal objetivo al hombre y a su goce espiritual, es generadora de objetos que permiten llegar a una sensibilidad formal, donde cada uno de los recorridos se vuelven experiencias placenteras y encuentran su aceptación por el hombre de esta y futuras épocas, Hartmann expone que "en la arquitectura la tradición es mucho más fuerte y más esencial para la formación, cuando menos mientras se construya a partir de la sensibilidad formal comunitaria." (Hartmann, 1953:257) Ya que nos habla de lo enunciado con anterioridad, sobre como el conocer la esencia de lo sensible y las experiencias que interpreta el arquitecto a través del diseño, para darle al habitador esa seguridad que tanto ansia. El habitador no solo mora o se aloja en el objeto edificado, lo recorre, lo vive y busca que sea una expresión de su habitar, cada espacio es importante, cada detalle es esencial.

Algunas veces nos vemos envueltos en modas, en estilos o métodos para que nuestros diseños sean "aceptables", pero aceptables ¿para quién?, para una sociedad preocupada por el consumo, para burócratas preocupados por el dinero y no por el hombre en realidad, que buscan que los arquitectos, convertidos en este punto en dibujantes, sustenten proyectos pensados en un hombre único, en un hombre estándar, del cual surgen todos y cada uno de sus diseños.

No existe un hombre único para el cual diseñar, por ello la arquitectura debe ser diversa y el diseño es la herramienta que nos permite esta diversidad, ya que mediante él habitamos en nuestros proyectos, buscamos en nuestras experiencias instrumentos que nos permitan acercarnos a ese punto donde nuestros diseños se vinculen con su habitante y le permitan expresar su ser, su estar. De este modo Worringer expone que "para la historia del arte no existe un tipo absoluto de hombre, como no existe arte absoluto. Tales absolutos son prejuicios ideológicos que condenan a esterilidad la psicología de la humanidad…" (Worringer. 1967:20) Por que la arquitectura que fija su propósito en la economía solo puede ser estéril, ya que no propone ni permite generar experiencias sensibles más allá de sus muros.

Las construcciones arquitectónicas tendrían que atender a las necesidades de cada proyecto y a la esencia de los individuos que los ocupan y no por ello su interior como regla debe reflejar al exterior el carácter de su propósito, sino más importante debe ser el ejercer la función para lo que fue construido y encontrar en la dualidad forma e interior, una correspondencia que permita que estas dos trabajen en conjunto, con el único fin de generar el espacio poético, ya que como menciona Worringer, "La psicología del estilo comienza propiamente cuando los valores formales se hacen intelegibles como expresión de los valores internos, de manera que desaparece el dualismo entre la forma y el contenido." (Ibídem: 13). En otras palabras, la forma no sigue a la función, ni viceversa, el diseño dicta los parámetros a través de los cuales la forma y el interior trabajan en conjunto para el fin de habitar.

"Se ha podido todo lo que se ha querido, y lo que no se ha podido es porque no estaba en la dirección de la voluntad artística." (Ibídem: 15) Lo anterior nos dice de alguna manera que el diseño siempre y cuando esté orientado a buscar ese beneficio al hombre y a su encuentro con el habitar, permite como arquitectos lograr que todo sea posible. Las edificaciones que se han realizado con voluntad artística y esencia del "ser", se dirigen sin duda a la dirección correcta, a la búsqueda de lo poético en la arquitectura.

Por lo cual durante la actividad proyectual es importante contactarnos con nuestra existencia material y espiritual, advertir el vivir a través de nuestras experiencias, habitar con el pensamiento, no superficialmente sino de manera profunda, buscar que los espacios que se obtienen en papel, al materializarse se signifiquen por el habitador, permitiendo humanizar las construcciones para encontrar el habitar. "El pensamiento, si es profundo, sincero, auténtico, tiene la fuerza de hacer maravillas."(Cassier, 1946:257) De esta manera y retomando a Cassier, podemos hablar de este razonamiento en el cual descubrimos que la actividad proyectual se encuentra más allá de nuestros gustos como arquitectos, está en nuestro entendimiento del habitar.

Al buscar al "ser", al descubrirlo en nuestro interior como esencia de lo que todo hombre persigue, encontramos que al construir para el habitar nos acercamos a un entendimiento profundo del placer de la vida, es por ello que esta frase de Cassier nos evoca ese sentido personal de estar en concordancia con una esencia material y espiritual, que como mencionaba anteriormente tiene que ver con ese entendimiento del espacio más allá de lo físico y tangible.

El diseño nos permite reconocernos en la libertad de entender nuestra esencia y buscar nuestro "ser", encontrando en nuestra vocación la posibilidad de entender nuestro destino. Al reconocer "el acto libre mediante el cual nos hallamos a nosotros mismos, tiene que completarse con otro acto, por el cual reconozcamos a otros sujetos libres." (Ibídem: 253) Reconocernos implica el reconocer en el otro ese deseo de "ser" en el mundo, de manifestar su esencia, su voluntad, luchando por ser genuino y único, en un encuentro con su identidad y con la necesidad de arraigo con su entorno, en la búsqueda continua del habitar.

La actividad proyectual que es fiel a la esencia del habitador y es reflejo de las experiencias y la reflexión profunda del "ser", se regirá por la leyes y la búsqueda del habitar, en cambio si la actividad se corrompe, sigue un camino incierto, se desvía de su fin último, se olvida del habitador y persigue un fin en sí mismo, hecho que pudiera parecer irrelevante, pero que en esencia lo aleja de su trascendencia, de su significado real y su esencia poética, ya que como menciona Octavio Paz "cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro". (Octavio Paz, 1956:29) Así como inseguros serán los diseños que no se levanten sobre cimientos sólidos, que son producto de nuestro entendimiento del "ser y su entorno.

El arquitecto se olvida de su "ser", se pierde en una selva de consumo y un camino de vanalidad, pero existe una voz que nunca lo deja, aquella voz que le permite volver a su centro, el hombre no se olvida del hombre, solo se encuentra distraído, pero llega el momento en que busca y encuentra sentido cuando se aproxima a su esencia, cuando respeta su naturaleza y entiende al habitador como aquel ser para el cual diseñar, por el cual inspirar poesía, por el cual volver a al fin último en sus diseño "el habitar"; por que como menciona Octavio Paz "Lo poético no es algo dado, sino algo que el hombre hace y que, recíprocamente, hace al hombre." (Ibídem: 167) Lo poético existe en su ser y no lo abandona, solo es preciso que el hombre escuche su propia voz.

Una voz que hace acto de presencia en todo sentido, y lo orienta hacia lo poético, a su búsqueda interior y su conexión con sus semejantes. "La imaginación poética no es invención sino descubrimiento de la presencia." (Ibídem: 261) Esta frase nos permite descubrir la presencia de ese otro como individuo diferente, pero que es parte del todo, parte de una comunidad. El reconocer la presencia del otro, asume su identidad, advierte sus diferencia y similitudes, para ser consideradas, nos permite a través del diseño comprender que no diseñamos para un ser "único", sino para individuos distintos, pero es esta diferencia la que los vuelve valiosos y la que nos permite como parte de este mundo entender al habitar.

"La experiencia poética, como la religiosa, es un salto mortal: un cambiar de naturaleza que es también un regresar a nuestra naturaleza original." (Ibídem: 137) Esa naturaleza original que nos permite acercarnos a nuestra esencia entender a nuestro "ser", buscar el nido en el cual podemos refugiarnos y sentirnos seguros, el habitar como experiencia del disfrute de cada uno de los espacios no solo física sino espiritualmente. Es un acto mediante el cual el hombre no solo se descubre así mismo sino que funda, se revela en la tierra y se encuentra con la esencia de asumir su condición verdadera el "ser".

"Poetizar es por ello enteramente inofensivo. E igualmente es ineficaz, puesto que queda como un hablar y decir… La poesía es como un sueño, pero sin ninguna realidad, un juego de palabras sin lo serio de la acción." (Heidegger, 1952:108) Lo cual nos lleva a reflexionar sobre la poética y el habitar del espacio, el cual no solo nos refiere al diseño sino también al construir, al construir no exclusivamente en el aspecto físico sino espiritualmente, este construir a través de lo poético que podemos encontrar en el dominio de su lenguaje a través del proceso proyectual, el diseño nos permite habitar mentalmente, reflexionar en nuestro sentido más íntimo, valernos no solo de nuestras experiencias de vida como arquitectos, sino de nuestras intenciones profundas, con miras hacia el habitador, hacia su crecimiento personal y desarrollo en todos los sentidos. El poetizar necesita del lenguaje como su esencia primordial, pues en el encuentra su principio de acción que le permite trascender de simples palabras a su efecto comunicativo.

Lenguaje nos permite un diálogo no solo con nosotros mismos sino con los demás hombres, con el todo, con los celestes, ya que somos diálogo, el lenguaje nos permite ser, comunicar, entablar un medio para comunicar al hombre con el hombre, pues "desde que somos diálogo…" Desde que los dioses nos llevan al diálogo, desde que el tiempo es tiempo, el fundamento de nuestra existencia es un diálogo" (Ibídem: 114) Lo cual nos permite percibir que el leguaje no solo es el medio para entablar un acercamiento entre el hombre y el hombre, sino también entre el hombre y su esencia, para concebirlo a través del proceso proyectual, por el cual el lenguaje del diseño puede crear, puede construir en todos los sentidos y nos acerca a su comunicación a través de la obra arquitectónica, a través de las experiencias que puede generar un espacio habitable, por medio de las historias que nos hablan sin voz, que nos tocan sin manos y que nos permiten entender "un mensaje", aunque no este escrito visualmente, pero que está escrito en cada uno de sus rincones. Es así como la arquitectura nos habla, como la arquitectura se válida a través del tiempo.

"La poesía es instauración por la palabra y en la palabra" (Ibídem: 115) "Lo que queda lo instauran los poetas" (Ibídem:106) La poesía trasciende a las palabras, pero no solo en este sentido sino que trasciende lo material, lo resignifica, le permite encontrar la esencia de su ser más profundo, es de este modo como la poética, permite que el espacio producto del construir poéticamente, permita ser descubierto a través de cada uno de los sentidos del hombre, lo cual genera este vínculo no solo espiritual, sino de reflexión y sensibilidad que permiten que el objeto adquiera un significado más allá de su aspecto material.

Es de esta manera como ese significado que le damos a lo construido, es más cercano cuando hablamos de "la casa", ya que encontramos en está un espacio poético cuando nos arraigamos a su esencia, a nuestra esencia, es por ello que como nos menciona Bachelard poéticamente la casa "es nuestro rincón del mundo… Es realmente un cosmos. Un cosmos en toda la acepción del término." (Bachelard, 1957:28) La casa es el espacio donde el hombre se descubre así mismo, manifiesta su intimidad, es el espacio interior donde el hombre puede "ser", es un encuentro de recuerdos, olvidos y experiencias presentes en su memoria. A través del diseño podemos vivir los espacios, conectarnos con nuestro "ser íntimo", para buscar esta poética espacial, que permita al hombre espaciar, encontrar en cada uno de los instantes del pasado su presente y vivir en paz. Hasta la casa más humilde es bella, cuando el hombre se apropia de ella, cuando encuentra en esta su nido y por tanto su libertad.

"Si de una casa se hace un poema, no es raro que las más intensas contradicciones vengan a despertarnos, como diría el filósofo, de nuestros sueños conceptuales, y a liberarnos de nuestras geometrías utilitarias". (Ibídem: 64) De este modo cuando se diseña para el habitar, el lenguaje del diseño se convierte en el poema que enuncia a la casa y la transmuta en más que simples muros o elementos constructivos, la casa se significa a través de nuestras realidades y sueños, la casa se convierte en nuestro espacio, el espacio logrado a través de su esencia no solo de su materialidad; deja de ser un objeto de uso, para convertirse en ese habitar poético, al cual debe dirigirse cualquier proyecto arquitectónico como fin último. El espacio al considerar estas características desde el diseño, permite a partir de su construcción, vincularse con el "ser", convertirlo en parte de nosotros mismos, parte de un todo y a la vez del todo íntimo del ser. Porque la casa es el espacio que trasciende a la realidad, es parte de lo que somos y de lo que queremos ser. El habitar poéticamente es encontrar la esencia de las cosas, no en su materialidad, sino en su diálogo con el todo, en un encuentro con los mismos dioses.

El habitar poéticamente busca no solo el bienestar del cuerpo material del habitador, sino que busca instaurar su esencia, permitir su desarrollo espiritual, es decir, busca integración de la cuaternidad de la esencia del todo que permite al hombre habitar.

Es por ello que se puede decir a través de Beuchot que "…no hay, para el hombre nada tan real que no se haya filtrado por el conocimiento, ni nada tan cognoscitivo que no recoja la realidad misma, o por lo menos se refiera y apunte a ella." (Beuchot, 2008:116) Es la arquitectura en este sentido el cruce entre el hombre y el mundo, el medio tangible del diseño, es el vínculo entre lo creado y lo natural, pero también es un reflejo del hombre, ya que este necesita crear y recrearse, a través de la arquitectura el hombre como arquitecto expresa su esencia, pero también el habitador encuentra refugio, encuentra el habitar.

Es de esta manera cómo es posible decir que es en este vínculo entre arquitectura y hombre, donde podemos reconocernos el uno al otro, entender que como hombre somos semejantes, pero como habitadores todos somos diferentes, es el vínculo con el todo, lo simbólico de la arquitectura que permite unificarnos, por lo que podemos encontrar en Beuchot esa esencia del símbolo de lo simbólico donde nos dice que "sirve para reconocer al otro, al semejante, al análogo." (Ibídem: 141)

La poesía nos permite hablar de lo simbólico, de las cosas que se representan en esencia a través de su simbolicidad, la arquitectura encuentra su referente en la poesía cuando permite dotar al objeto edificado no solo de experiencias físicas sino también sensoriales, en una búsqueda por conectar con el habitador, por ser significada, por adquirir un valor y un arraigo con el ser.

Por lo cual en el acto proyectual al existir un diálogo un entendimiento entre el arquitecto, el entorno, el habitador y la búsqueda del habitar, se genera el acto poético en el cual, no existen diferencias, sino la capacidad para comprender lo diferente y mimetizarse con él, para dialogar sin hacer diferencias sino diseñar en un profundo reconocimiento del otro en el arquitecto mismo; de tal manera y como lo expresa Beuchot, al hablar de cómo Bartolomé de las Casas "efectuó una especie de mestizaje, mestizaje cultural, por que logró comprender, al menos en alguna medida, la cultura diferente, y hasta defenderla." (Ibídem: 116)

La arquitectura que se realiza a través de este profundo diálogo trasciende al tiempo, genera comarca, permite ese acto de respecto que implica la apropiación, no solo de la generación que la vio surgir, sino también de las futuras generaciones. La actitud, poética como nos menciona Beuchot "nos hace buscar la manera de influir en el curso de los acontecimiento. Es cuando puede ser la historia,… hazaña de libertad." (Ibídem: 123,124) Esa libertad que nos permite identificarnos con el todo de distintas maneras, en la cual nos reconocemos y nos fundimos en uno con el hombre con el hombre. La arquitectura con sentido, la que se dirige al habitar y responde al espacio poéticamente habitable, encuentra su fin último en la experiencia y crecimiento del ser a través de su nido, por tanto este sentido no solo se encuentra en su tiempo sino en su trascendencia en él. "La referencia es roma y seca, mientras que el sentido es lo que hace habitable la historia." (Ibídem: 123,130) La historia de los edificios es reflejada en todos sus espacios, pero esta no tiene que ver solo con lo tangible sino también con el conjunto de experiencias que la hace posible.

Esta es la arquitectura que calla y permite vivir, que escucha y permite hablar, pero sobre todo que se erige sobre bases firmes, sobre el habitar. La arquitectura que ve su reflejo en el diseño trabajando con el espacio, no son el uno sin el otro, ambos son simbiosis y el arquitecto al liberar su esencia encuentra en ellos la posibilidad tangible de emprender el fin último de lo edificado, el habitar.

Las reflexiones sobre el espacio como materia prima del arquitecto, así como la importancia de considerar al ser, al habitador; desde la actividad proyectual, como parte el entorno sobre el cual basamos nuestros diseños, nos permiten como hombres crear una conexión entre el ser y el habitar poético, pero también genera un vínculo más íntimo con el arquitecto que convierte al diseño en poema y a la arquitectura en poesía.

Es tan poco el tiempo que pasamos en la tierra que es imperativo, buscar que lo que diseñamos y el entorno en el que vivimos se acerque a al habitar poético y eleve el espíritu de quien no solo lo habita sino que forma parte de su construcción.

Durango, Durango. Junio 09 2015


Bibliografía

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Claudia Patricia Dávila Martínez