Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

Los rincones

Patricia Barroso Arias




Fotografía 1.
Casa Estudio de Luis Barragán.

La casa es y sigue siendo hoy, un arquetipo…
(Coppola, 1997).

Una Introducción al sentido de la casa y sus rincones

En ella tenemos la protección, la seguridad y para mucha gente es el símbolo del yo. La configuración de la casa siempre cambia, ya sea cuadrada, alargada o circular, para el nómada era la tienda circular, mientras que la casa de la ciudad frecuentemente es cuadrada, pero hoy se ve ya la casa amurallada y cercada. En la casa de la ciudad y en sus pisos, entre el sótano y el desván se comprenden los rincones, en ésta el sótano, el cuarto, el vestíbulo o la estancia cobran expresiones lingüísticas, cuya imagen se da sólo en el espacio interno que se percibe por uno mismo.

Aquí los rincones se definen por su relación con el que lo habita, el que lo usa, el que lo disfruta y se mueve dentro de ellos como lugares que se recorren y se dominan. Aquí, en el uso de la casa es donde el hombre opera en cada rincón, en donde marca su territorialidad, su distancia y su espacio existencial. En el rincón se constituye espacialmente la riqueza del lenguaje y el devenir del ambiente, en éste se tiene un lugar propio, suficiente para dar una sensación de seguridad y pertenencia.


Los Rincones [1]


Un rincón es el germen de un espacio, de una casa, de una iglesia, de una plaza. El rincón vivido se oculta, se abstrae, en él se recuerda y se dialoga con el silencio de los pensamientos, éste tiene el carácter de reservado y el retiro del alma encuentra su refugio, es el lugar seguro y próximo, construido con muros, puertas, ventanas, macizos o vanos, lugar que propicia a la mente imaginaria, intimidad que se crea cuando nos refugiamos, es el espacio del ser. En él se habita, es el casillero del ser del alma, aquí la acoge, la abraza y la mantiene. Juego de la espacialidad, detalle y espacio modelado, donde el mundo, el universo y la forma de ver la vida quedan replegados en él, éste no se olvida de nada, contiene recuerdos, todo está bajo el signo de la actualidad vivida.

Rincones asignados donde acurrucarte y donde asombrarte, espacio que espera la llegada de la luz, en donde se medita sobre la vida y la muerte, lugar que da vida a la imagen, lleno de matices del habitante, habitador de rincones, soñador de rincones, de ángulos, de agujeros, donde nada está vacío y todo se llena, el rincón que se colma cuando lo vivimos, es encantado y habitado. Aquí la meditación abunda y vive poderosa y feliz, donde lo lejano vuelve a encontrarse y permanece, en éste se encuentran los remedios al tedio, se ocupa el espíritu, es una cosa que el espacio nos confiesa, lugar donde vaga la imaginación, vida soñadora manejada en las minúsculas madrigueras del espacio.

El rincón como espacio de meditación, donde el misterio de las cosas y todo el infinito encuentran lugar, unidad donde convergen los colores, la luz, las texturas, donde se valora el muro, el agua y el árbol, es espacio potenciado que se niega a los otros. Rincón, lugar de ensueño minucioso, armario de recuerdos, umbral de intimidad y memoria activa. Lugar donde morar, de reposo del ser, donde se estampa fácilmente el deseo de habitarlo, así sentimos que nos gusta vivir ahí, hay un impulso que nos lleva a vivir los rincones que nacen a veces por la gracia de un diseño y donde el tiempo se despliega, es un espacio habitable que constituye armoniosamente la estampa de la vida. En el rincón el lenguaje sueña, la curva, la línea, el signo, el ángulo; todo se expulsa y valoramos los elementos que nos invitan a permanecer, en él la imagen vive en el detalle, es interior y reposo íntimo, habitar el rincón es perderse en los lejanos lugares en busca de tesoros sorprendentes, en éstos viajamos por el tiempo y exploramos el espacio.

Entonces desde aquí dibujo las cosas, he aquí un ángulo, he aquí el rincón que prende al soñador, en el que se puede salir del espacio físico para viajar al imaginario. El rincón estampa un fragmento del espacio vivido y lo convierte en imagen, podremos así ver un enroscamiento de espirales que nos acoge como si fueran unas manos juntas, en este pequeño lugar, el aquí y ahora se funden, al habitar el rincón de una casa se encuentra el calor y la vida tranquila en el seno de una curva, en sólidos perfectos y ambientes que permiten los ensueños y los pensamientos.

La casa como un espacio privilegiado, es entendida en su unidad y complejidad, es el lugar de intimidad, de impresiones, donde se revela una adhesión a la función primera de habitar. La casa es nuestro rincón que conlleva a la poética de su espacio, albergue, refugio, habitación y morada, donde nuestra vida se compenetra y se realiza; es el lugar seguro, adecuado, el paraje de nuestra vida y contiene la serie de espacios que buscan el tiempo. En ésta hay un espacio y un tiempo comprimidos, hay también ilusión de estabilidad y centralidad, en su interior nos hacemos sensibles a las funciones del habitar y del construir, aquí todo es edificado con espacios polarizados, es la expresión sensible del refugio. La casa de la infancia, la casa rústica o la casa de los abuelos, la casa que soñamos o la que vivimos, es morada. En ésta, la habitación acentúa una zona de protección, de intimidad que busca un verdadero refugio con la misma raíz "habitar", lo que se guarda activamente en ella es la acción doméstica generada en los lugares que ascienden y descienden, en orden y desorden, en la secuencia de cuartos que reconstruyen el interior en el equilibrio íntimo de los muros, de los muebles, de los vanos y de los eventos. La creación de ambientes se debe a sus recursos, ésta es un tejido de habitaciones que implican desplazamientos, movimientos y pertenencias con el espacio, en ella los rincones evocan imágenes de espacio y su intimidad.

Los rincones son espacios donde la ensoñación se profundiza hasta el punto en que una propiedad inmemorial se abre para el soñador y todo se revela en la memoria e imaginación. La ilusión ciega que labra el espacio proyectivo dispuesto a manifestar sus impresiones íntimas para construir la región de la intimidad donde se crea el espacio que domina y que se consagra, que atrae y evoca; lugar que conserva su penumbra y es morada. En cada nicho se desliza el ensueño, se simboliza el lugar donde uno va a descansar en el pasado, en el presente y en su tiempo.

En el espacio imaginado, el olor y el límite se piensan para evocar los valores de la intimidad, ahí donde el hábito se vuelve jerarquía. En suma el espacio ha inscrito en nosotros la noción de las diversas modalidades del habitar, espacios donde se crea una región de los recuerdos guardados por los seres y por las cosas que ahí han vivido, que han habitado, con pertenencias que fijan los más lejanos recuerdos, todo esto configura un centro de ensueños que siguen en una memoria viva y poéticamente útil.

Habitar poéticamente los espacios ¡Qué privilegio!

Y así podemos preguntarnos en dónde están estos rincones, esos lugares que reciben todos los poderes del vocabulario, entregados a toda la arqueología de las imágenes y tallados en lugares comunes. Aquí están en la casa y su universo, en la habitación, en el nido y la concha, en la dialéctica entre el dentro y el afuera. ¿Una adorable habitación no hace más poético el invierno y no aumenta el invierno la poesía de la habitación? Qué marco de tranquilidad, la soledad del sueño y la soledad del pensamiento. La habitación, lugar donde se tejen sueños y vivencias, espacio cálido que enfrenta al invierno, que acumula ilusiones y se confunde con nosotros mismos. Espacio de rasgos personales, cargado de curiosidades y colores, que conoce una extensión de valores, ahí, enclavado en un complejo del universo, en la habitación los ruidos colorean la extensión del espacio o su ausencia la dejan pura, en ella el silencio invade la paz nocturna y el azul de la noche baña sus muros. Espacio frío que expresa un mundo, su invierno; todo lo que la rodea le otorga identidad, el cuarto, la sala, el comedor nos dan la lectura cuando se reconoce la importancia de sus elementos significantes, estos elementos lingüísticos reunidos en signos aprendidos y reproducidos.

¿Cómo expresar este acoplamiento singular de un hombre y un edificio? En el refugio que busca las riquezas de su vocabulario y que demuestra las imágenes que vivimos un poco. Un rincón, un nido, una concha que hemos vivido, espacio encontrado, deslumbramiento del momento íntimo, albergue de la privacidad. Espacio habitado que se hace querido, misterioso, que entrama una experiencia silenciosa, abrigo con testimonio de albergue, con muros de adobe, imagen interior, lugar natural para habitar. El refugio se vuelve un componente espacial, donde todo nos lleva a comprender a la intimidad.

Es en la formación y no en la forma donde se encuentra el misterio, en la conformación del rincón se abre un tiempo, el de la meditación. Es un museo de formas, todo se revela tan bello que estar "ahí" es un sacrilegio, y vivimos las imágenes del habitar, nos invita el rincón a la meditación de la intimidad, es el espacio habitado que sorprende nuestra imaginación, lugar donde surgen las cosas como una caja de sorpresas, donde uno reflexiona, piensa, imagina y sueña. El rincón es el lugar plagado de nuestra vida, inmerso en la existencia diaria, un lugar que cobra a la imaginación ensoñaciones, ausencias y silencios, y que a veces no importa su forma designada, ya que en éste cualquiera que sea su arquitectura, queda grabada nuestra libre intimidad, ahí hierve. En éste se formula la paz y la tranquilidad que empapan una vida, el rincón es el símbolo de donde salen los principios de la curiosidad, de la calma, del movimiento, de nuestros actos y del ser.

Pero esta referencia al misterio de su lenta formación, conlleva un tiempo de meditación, una operación que revela la raíz de los colores, de las formas, del orden espacial y en sí de toda su expresión dialéctica. Rincones, habitaciones, cuartos y refugios inmersos en su concha, esa concha habitada con forma asignada, geométrica y sólida, donde su forma es la habitación de la vida. Conchas, que esconden su interior y lo alejan del exterior, sencillas o complejas, donde los muros dan acción a las moléculas geométricamente asociadas en el tejido mismo de su materia. Estas manifiestan ese devenir de sus contenidos, su solidificación y la conquista de su forma invitan a la belleza, su materia construida es aplomada con tal "arquitectura", que se mantiene el orden figurativo donde los rincones se reúnen con las lecturas del cuerpo, en un encuentro físico para llevar a cabo su función principal, la de habitar.

Notas

Coppola Pignatelli Paola, "Análisis y Diseño de los espacios que Habitamos", México: Árbol, 1997, p. 165.
1. Bachelard Gaston, "La Poética del Espacio", México: Breviarios del Fondo de Cultura Económica, 1965. Esta prosa poética es una interpretación del texto de Bachelard, quien siguiendo el afán de romper con los hábitos de la investigación filosófica, sugiere estudiar a la arquitectura desde un enfoque poético. Este enlace entre poesía y arquitectura, intenta presentar a la imagen que nace o renace de una prosa que habla no sólo de arquitectura, sino de su poesía o de su concepción idílica. Esta noción de prosa poética estimula nuevas ideas que surgen de la experiencia de vivir un espacio en el diálogo continuo del habitar, por ello, Bachelard reconoce que el acto poético es muy próximo al espacio arquitectónico, si se entiende que en su conformación formal y en su sentido de habitabilidad, interviene una fenomenología de la imaginación.

Imágenes y fotografías: Cortesía del autor.

Bibliografía

Bachelard Gaston, "La Poética del Espacio", México: Breviarios del Fondo de Cultura Económica, 1965. Coppola Pignatelli Paola, "Análisis y Diseño de los espacios que Habitamos", México: Árbol, 1997.

Patricia Barroso Arias