PARA
UN ARTISTA
José
Rubén Romero
La mano que entreteje
nuestras vidas,
esa invisible mano
que tiene en los espacios suspendidas
las brillantes estrellas encendidas
y hace mariposas del gusano.
Esa mano que ensalma los dolores
que brilla como un signo zodiacal,
que junta las espinas con las flores
y a su conjuro brotan los amores
bañados en la luz de un ideal.
esa mano, maestro, es las piadosa
mano que aliña el Arte,
que entreabre un paréntesis de rosa
en tu vida penosa
y llega tiernamente a consolarte.
El Arte es luz, amor, gloria, armonía,
ala que extiende sin cesar el vuelo,
beso hecho estrofa, nota hecha ambrosía...
¿Y el artista? Es la noche de ese día,
penumbra encadenada con el cielo.
Contemplar una estrella y no alcanzarla,
ahogar el llanto que del alma sale,
anhelar una boca y no besarla
y mirar una rosa sin tocarla...
¿Encontráis una pena que a esto iguale?
Llevar sereno el fardo del destino,
de una blanca ilusión ebrios los ojos,
y dejar, como errante peregrino,
sangre en todas las piedras del camino,
pedazos de ilusión en los abrojos.
Y es así la existencia, ¡la soñada!
Espejismo de amor y de belleza
que nos arroja al fin de la jornada,
sin fe, con la esperanza desgarrada,
sobre el viejo jergón de la pobreza.
Maestro, olvida tu dolor y toma
la copa que hoy te dan, firme y risueño.
El éxito, con alas de paloma,
sobre tu vida de amargura asoma;
viene a dejarte realizado un sueño.
La mano generosa,
esa mano que todo lo consuela
y que vuelve al gusano mariposa,
ha bordado las gloria de una rosa,
como en un canevá, sobre tu tela.
Mientras viva lozana
con su aroma sutil cure tus penas,
y en los rudos combates del mañana
exorne con sus pétalos de grana
la dulce imagen de esas horas buenas.
José
Rubén Romero. Obras Completas.