JARDIN
A Juan
Gil-Albert
Nubes a
la deriva, continentes
sonámbulos, países sin substancia
ni peso, geografías dibujadas
por el sol y borradas por el viento.
Cuatro muros
de adobe. Buganvillas:
en sus llamas pacíficas mis ojos
se bañan. Pasa el aire entre murmullos
de follajes y yerbas de rodillas.
El heliotropo
con morados pasos
cruza envuelto en su aroma. Hay un profeta:
el fresno - y un meditabundo: el pino.
El jardín es pequeño, el cielo inmenso.
Verdor
sobreviviente en mis escombros
en mis ojos te miras y te tocas,
te conoces en mí y en mí te piensas,
en mí duras y en mí te desvaneces.