Balada de la Casa

Vuela la casa
De luna en luna,
De país en país.
Es una amarga geografía
El arco sin luz de sus ventanas.
Morados lleva los eternos pañuelos.
Y en los dinteles,
Azucenas azules
Que prohiben la entrada.
Todo gira en su entorno.
Igual que un cuadro gris
Desfilan, desnudos y sin lecho,
Sus espectros:
Las manos de la infancia.
Los tules de la novia.
El rezo de la madre.
Y en un violín de escala oscura
Duermen los cantos extraviados.
Vuela la casa infatigable
De noche en noche.
Con sus durmientes de agua pálida.
Sus paredes de odio.
Sin postigos
La negada estructura de su puerta.
Sellados
Los largos corredores de la espera.
A sus artistas adherido
El ocre olor a soledad:
Desde allí se escaparon
- potros inquietos de los años -
espejos, espigas y campanas.
Ya nada se asemeja más triste
Al rostro despojado de sus árboles.
Crecen los cauces negros
Se esfuman las mañanas.
Oros paisajes nuevos envejecen:
Y la casa que nunca retuvimos
- frágil rió de inabordable orilla -
Vuela y vuela.
De sombra en sombra.
De país en país.

 

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