INFANCIA
Mi niñez estará
siempre esperándome
sobre el tibio refugio de un regazo
que huele a madre, a nido, a madrugada,
en la tierra del sol y los naranjos.
Estaré siempre niño
y tú, mi asilo,
desde el retiro eglógico del patio,
me enseñarás la loca golondrina
que construyó su nido en el tejado.
Aunque el tiempo
de entonces esté lejos,
me tomarás, como antes, de la mano:
"El viejo Blas plantaba un arbolito..."
empezarás el infantil relato.
Estará mi niñez
como esperándome
tras las íntimas puertas de mi cuarto.
en el cuento del ogro de las selvas
o escondida, burlona, en un armario.
Iremos a comer
tranquilamente.
La piadosa
ternura de tus manos
derramará sus magas bendiciones
ungiendo los cubiertos y los platos.
Guardaremos silencio:
cada uno
en el viejo lugar acostumbrado.
Con el aire reilón del mediodía
cantará la cigarra del milagro.
El antiguo reloj
del comedor
¡estará siempre, madre, tan cansado?
¡Sé que abrirá las cárceles del tiempo
ese viejo reloj que me hace daño!
En cada esquina
miraré mi infancia
repetida en la tierra y en los pájaros.
Brillarán en el cielo las cabrillas
como un manojo trémulo de nardos.
El sueño llegará
bajo mi almohada
y harás que rece uniéndome las manos
como antaño ¡te acuerdas? Y termine:
"Yo te ofrezco, Señor. Lo que he rezado..."
Soñaré en mi niñez, que está conmigo
sobre el tibio refugio de un regazo
que huele a madre, a nido, a madrugada,
en la tierra del sol y los naranjos.