Januarius
Noches heladas, luna de enero
hecha de marfil, de nieve y de acero.
Las calles están solas,
las salas están llenas;
brillan lámparas tras los cristales;
en algún piano una mazurca empieza...
La luna es lámpara japonesa.
Cuentan cuentos de diciembre
las ardientes chimeneas;
tienen halos azulinos
las lejanas azoteas;
al amor de la lumbrada
que amodorra a la cocina,
el ama reza el rosario.
Trina un canario
suspenso en el corredor...
Es una
burbuja de alcanfor,
la luna.
En la torre de la iglesia
tiene reumas el horario;
son sus tardas manecillas
un retardo proletario;
en el pórtico de piedra
que a los ábregos conoce,
se arrebujan en sus capas de cantera
doctoresas y prelados
esperando que la esfera
dé las XII.
Y ante el pórtico estatuario
que es la página de un viejo calendario
donde duermen en piedra los orígenes
de aquella fe que a una piedad se aduna,
me divago pensando...
Es alguna
de las once mil vírgenes,
la luna.