PALENQUE 2

Fundación y palabra.
Inscripciones que el tiempo no cancela,
boca donde la piedra entreabre
los ávidos vacíos del ensueño.

El grito rojo estalla,
cenit en la marea del aliento.
Jadeos a la sombra enardecida,
latitudes nocturnas, fulgurantes.

Y anegarme en tu vientre
hasta ceñir de perlas tu cintura;
rosas de sal pulidas por mi lengua
se deshojan tus hombros y tu cuello.

Humores de penumbra
en mi boca derraman su tibieza
al emanar su brillo nacarado.
Entrañable bautismo mineral.

Gotas sobre el santuario
temblando se desploman en candentes
arroyos de sudor incontenible.
Los peldaños retumban pecho adentro.

Soberbios, en reposo,
cauces de llamarada se sustentan
en amarga denuncia de la muerte;
hay lágrimas que horadan la ceniza.

En la selva sin tiempo
que desata su cifra hasta la hipnosis,
en continuo arrebato de latidos,
la sucesiva eternidad avanza.

En la espiral del viento,
cuando el azul eleva sus altares
frente al espejo de la dualidad
el presente desdobla simetrías.

El polvo del origen
hermética recoge de las ruinas
la mariposa, instante suspendido,
depositando polen en taludes.

Un estertor de insectos,
voz multitudinaria y minuciosa,
el paroxismo vegetal eleva
en una extensa negación del cielo.

Del liquen a la flor,
en agobio de tacto nos circunda,
donde la luz detiene el parpadeo,
una avidez de aristas minerales.

En números de piedra
pulsaciones del caos cristaliza
la luminosa desnudez del aire.
Inmemorial, esta pureza absorta.


Templo de las Inscripciones 1991

 

 
 

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