Todas las habitaciones
de mi vida
Me habrán
estrangulado entre sus muros
Aquí
los murmullos se abocan
Los gritosse rompen
Aquellas
en las que viví solo
Con grandes
pasos vacíos
Aquellas
Que guardaban
sus espectros antiguos
Las habitaciones
de la indiferencia
Las habitaciones de la fiebre y aquella que
Había
yo instalado con el fin de morir en ella fríamente
El placer
alquilado Las noches extranjeras
Hay habitaciones
hermosas como heridas
Hay habitaciones
que os parecerían triviales
Hay habitaciones
de súplicas
Habitaciones
de luz baja
Habitaciones
dispuestas para todo salvo para la dicha
Hay habitaciones
que para mí estarán siempre de mi
sangre
Salpicadas
En todas
las habitaciones llega un día en que el hombre
en ellas
se
Desuella
vivo
En que cae
de rodillas pide piedad
Balbucea
y sevuelca como un vaso
Y sufre el
espantoso suplicio del tiempo
Derviche
lento es el redondo tiempo que sobre sí mismo
gira
Que observa
con ojo circular
El descuartizamiento
de su destino
Y el ruido
mínimo de angustia que precede a las
Horas las
medias
No sé
jamás si lo que va a anunciar es mi muerte
Todas las
habitaciones son salas de justicia
Aquí
conozco mi medida y el espejo
No me perdona
Todas las
habitaciones cuando finalmente me duermo
Han lanzado
sobre mí el castigo de los sueños
Pues no sé
que es peor: si soñar o vivir.