MI
CUARTO . . . UN ESPACIO DE INTIMIDADES.
Mi cuarto
es el símbolo de una vida, en éste queda incrustada mi persona.
Es un rincón con impresiones de intimidad.
Mi cuarto, el rincón de mi casa, aquí soy, pienso e imagino;
vivo mi privacía.
Este es el germen de mi casa, donde se reúne la soledad
conmigo.
Aquí conversamos la soledad y yo; y entablamos buena amistad.
Ahí
en el rincón más significativo se encuentran bien puestos
y a veces desordenados mis libros.
Aquí encuentran su espacio, en el gran librero de madera
que los acoge y los presenta.
Mi cuarto, un rincón, un espacio donde los muebles se organizan
y pareciera que dialogan; donde el escritorio le habla al
librero y le dice, éste también es mi cuarto…
En este
cuarto los muros blancos atrapan la luz y se acompañan durante
el día, y si miro hacia la ventana veo el paisaje natural
y urbano que se confunden.
Desde
mi cuarto escucho el río que pasa siempre recordando su
presencia.
En las noches cuando llueve puede oírse más fuerte, éste
me murmura y me despierta.
Aquí desde mi cama veo la mañana, y enfrente de mí se abre
la ventana que invita al sol, al ruido y a la noche a entrar.
Así
es mi cuarto, mi rincón vivido, que recuerda el silencio
y asegura el local seguro, mi lugar próximo.
Así yo soy en el espacio que vivo … mi cuarto.
En este espacio se nutre la inmensidad y se contempla la
grandeza, como un estado del alma que te lleva al infinito.
Aunque mi cuarto me imponga los límites físicos, no deja
de ser un signo del infinito.
Aquí siempre recuerdo, medito y me renuevo; de hecho en
éste actúo, lo habito.
Aquí está siempre mi cuarto, esperando mi movimiento, adherido
a mi vida, impresión de un mundo sin límite, imagen definida,
mi espacio velado.
Así
es … mi cuarto.
Patricia
Barroso Arias