El cielo
de Xalapa
Es tan azul, que el alma sube
Su tierra se estremece con el aire fuerte
Que recorre sus calles,
Se siente el frío con la mano que lo toca
Y que escribe en la frente de los hombres
La cifra portentosa de la vida
Y la tranquilidad.
Este
es el cielo azul, que estira el corazón
De los que la habitan,
Y alumbra las flores que siembran
El triunfo de aquellos que regresan.
Por
las tardes en su centro,
amenaza la lluvia
y se vuelve morena
la tarde que era rubia.
Se antoja
caminar sobre adoquines
Bajo el rocío que acaricia
Sus antiguas construcciones
Sorteando los embates en el tiempo
Que en algunos rincones quedan
paredes añejas y aleros de teja antiguos
Con portones y ventanas
que huelen a secreto e intimidad.
Ciudad
llena de sorpresas
que reserva a la vuelta de una esquina
Un apretado callejón,
Pedazos de historia que se sienten en las paredes
o hileras de casas
Acurrucadas en la niebla y la llovizna.
Su cuerpo...
esa traza que parece competir
Con la topografía que la genera,
Dando lugar a pequeños laberintos,
y amplias avenidas arboladas,
Callejones llenos de leyenda y aroma a nardo
Que deleitan un entorno conjugado.
Muros
gruesos y alturas grandes,
Impone en su catedral,
con el juego de sus construcciones
Dan luz a los viajeros y aquellos que salieron
Y regresan a su ciudad.
Carlos
R. Medina Granados