Mi
refugio
(...)
su ventana daba al frente de la casa, todo se escuchaba:
ruidos, coches,
pleitos y vendedores;
la puerta daba a la entrada principal y a la estancia,
al salir sentías la mirada de quienes estaban presentes:
me sentía vigilado y observado y a veces hasta criticado.
El piso era de terrazo gris, carecía de alegría,
lo sentía muy frío y no me gustaba estar o pasar por allí.
Pero, eso sí, recuerdo el jardín de la casa
se podía llegar a él por tres lados:
la estancia, la cocina y la cochera, ésta es la que prefería,
no sé si era muy grande, pero para mí sí lo era.
Estaba fuera de la casa pero a la vez estaba adentro,
me hacía sentir protección, ligereza, frescura del viento.
A veces me refugiaba en la sombra del colorín
el árbol más grande y preferido del jardín.
¡de mi jardín!
Siempre soñaba construir mi casa arriba de ese árbol.
Me prestaba sus flores
que parecía pequeñas espadas para mis soldaditos.
En mi jardín no transcurría el tiempo...
de estar cansado de jugar me recostaba en el césped
y sin darme cuenta comenzaba a jugar con las nubes:
seres que existían allá arriba
de apariencia magnánime
... y de repente ...
La
ensoñación es arte humano, de imaginación creativa, de la
concepción que abre un puente entre la fantasía y la realidad,
por un momento nos deja que lo que no es, sea.
Miguel
Angel Orozco Medina