Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


El Bosque de Chapultepec
Una noción de "lugar" en la arquitectura de paisaje

Alicia Ríos Martínez

La arquitectura consigue lugares para vivir, pero ¿qué sucede con la arquitectura de paisaje? ¿Puede un espacio abierto o un paisaje ser reconocido por la gente como "un lugar"? ¿Acaso son sitios que consiguen también la habitabilidad? Kant advierte que "no se puede ser arquitecto de un mundo sin ser al mismo tiempo su creador", de igual manera, en la arquitectura de paisaje para que la naturaleza, componente esencial del diseño, forme parte de un sentir que se reconozca más adelante como lugar, es necesario que exista algo de creación humana en ella reconstruyéndose posteriormente en el imaginario de quien vive esta arquitectura a cielo abierto.

El lugar, para la arquitectura de paisaje, pudiera no ser una forma ni una materia, sino un intervalo corporal como lo concibe Aristóteles [1], el cual hace referencia a una envoltura límite en la cual coincide la frontera interior de lo que conforma el lugar y la frontera exterior del cuerpo movible que está en el interior del lugar. Podríamos hablar en este sentido, de lugares itinerantes naturales en los que la vida en contacto con la naturaleza se vuelve esencial [2]. Una manera de entender esto es la envoltura que brinda la naturaleza a través de un bosque y el visitante que se mueve en el interior del mismo, como ocurre en uno de los parques urbanos más importantes de la Ciudad de México conocido como el "bosque de Chapultepec".

Pero, ¿cuál es el sentido del lugar para una cultura que ha tomado la naturaleza como envoltura? Esto sólo se puede explicar a través del simbolismo del espacio denominado por Muntañola como espacio socio físico y que en algunos casos, presenta una evolución cronológica. El Bosque de Chapultepec se encuentra inmerso en un contexto urbano que muestra el desarrollo de una civilización, quizás por ello guarda como tesoro una historia que narra cómo ha concebido la cultura mexicana su construcción y acercamiento a la naturaleza durante varias épocas, edificando con ello una arquitectura de paisaje que la convierte en un sitio habitable.

Imágenes del Bosque de Chapultepec,
prehispánico.




Imagen 1. Glifo de Chapultepec “cerro del
chapulín”. Se identifica el Tepetl, cerro como
elevación geográfica; chapulín como insecto que
lo habita; en la parte inferior se representa el
agua que brota y el asentamiento humano del
lugar.



Imagen 2. Vista del Bosque de Chapultepec con
un ahuehuete milenario y una tribuna monumental.
En la cima del cerro se aprecia el Castillo



Imagen 3. Vestigios de una de las llamadas
“albercas”.


Imagen 4. Petroglifo con un monolito lateral que
es interpretado como el cuerpo de una gran
serpiente.


Imagen 5. Restos del acueducto construido en la
época colonial para abastecer de agua a la
capital mexicana.




Chapultepec significa en náhuatl "cerro del chapulín" [3] por la silueta que conforma el lomerío de roca andesita, que a manera de oasis urbano, se distingue entre la gran planicie sobre la que se asienta la ciudad. En tiempos prehispánicos, este cerro por su forma natural y estratégica localización se utilizó para observar los fenómenos naturales que incidían en la vida cotidiana, se convirtió en punto de campañas militares, funcionó como refugio y tuvo ocupación humana teotihuacana, tolteca y mexica debido a la existencia de manantiales. La presencia de los mexicas produjo obras de ingeniería hidráulica como acueductos y canales que transportaban el agua desde esta colina hasta Tenochtitlán bajo el reinado de Moctezuma Ilhuicamina [4]. Nezahualcóyotl, rey de Texcoco, cuando habitó en el bosque, realizó el primer acueducto acompañado de la canalización de agua en posas, construyó su primera edificación como estirpe real al pie del cerro y lo enriqueció con flora y fauna, entre la que destacan los ahuehuetes [5] "viejos del agua" en náhuatl, que en aquellos tiempos custodiaban el bosque y hoy son testigos de la abundancia de agua que alguna vez tuvo esta naturaleza que comenzaba a ser cultivada y manipulada según el modo de vida mesoamericano.

Los mexicas bajo su cosmovisión, dejaron la evidencia física del simbolismo que tuvo este cerro como lugar sagrado o espacio ritual en los años previos a la conquista española, convirtiéndolo en sitio de placer y jardín botánico. La presencia de agua en este gran montículo de roca, lleva a la creencia de que en él habitaba Tláloc y Chalchiuhtlicue, dioses patronos del agua y la vegetación, siendo así una "montaña sagrada", para lo cual se construyeron santuarios a manera de templos monolíticos, excavados en la misma roca, conocidos como "albercas", estanques o posas [6].

Los jardines botánicos del altiplano mesoamericano como lo fue Chapultepec, eran jardines de placer para la nobleza, pues contenían plantas medicinales y de ornato traídas de zonas lejanas a manera de tributos, pero también albergaban fauna por lo que se consideraban especie de jardines-zoológicos. Cortés en 1520 hace una descripción de estos sitios donde agrega que además de hermosos jardines y estanques de agua dulce y salada con todo linaje de aves, había jaulas de muy gruesos maderos bien labrados y encajados, con lobos, zorras y felinos, pero también había enanos, corcovados, contrahechos, con deformidades, cada uno a manera de monstruos en su cuarto [7].

Había dentro de este bosque estructuras que conducían, almacenaban y creaban juegos de agua como estanques, posas, temazcales (la estructura conocida como "baño de Moctezuma" probablemente sea uno de ellos), acueductos y cascadas para embellecer el jardín. Adicionalmente contaban la historia de sus gobernantes mediante esculturas o glifos grabados en la roca, es por ello que Moctezuma ordena que su efigie sea labrada en Chapultepec, junto con fechas o símbolos de hechos sobresalientes. Aún se pueden observar estos glifos y fechas calendáricas al oriente del cerro junto con los restos de una forma de serpiente [8]. De igual manera se mandaron labrar las efigies de Ahuizotl, Axayáctl y Tlacaélec, hermano de Moctezuma, las cuales fueron destruidas por mandato del arzobispo de México.

La serpiente en tiempos prehispánicos representaba para los mexicas una relación directa con la naturaleza a través del agua, la tierra y sus poderes fecundadores, era la referencia obligada a sus orígenes y destinos, pues se le consideraba fuente de vida y símbolo de legitimidad y poder. Castellón [9] señala que bajo su carácter agrícola este reptil tiene un aspecto celeste, pues cuando surca el cielo viaja sobre las nubes generadoras de lluvia para germinar las plantas. Quetzalcóatl (serpiente emplumada), es el dios capaz de arrancar las ocultas riquezas del mundo subterráneo, oscuro y egoísta, principalmente el maíz, sustento de los humanos; para ello cuenta con la ayuda de sus hormigas aliadas, habitantes del inframundo que le indican el lugar donde se oculta el preciado alimento.

Esto quizás explique lo que suponen una enorme serpiente localizada junto a los petroglifos, a un costado de Chapultepec, cuyo cuerpo inicia en la parte superior del cerro y con la cabeza hoy destruida por barrenos en la parte inferior de la tierra en lo que antiguamente se consideraba inframundo. Esta forma sinuosa o enroscada del cuerpo del reptil que pareciera abrazar al cerro, indicaba su habilidad para transitar entre los distintos niveles del cosmos. Dicha serpiente con plumas, también se relacionaba con el ciclo del crecimiento del maíz, cuyas hojas verdes se comparaban con las plumas del quetzal, símbolo de lo precioso y, las mazorcas se confundían con las escamas de su cuerpo, como apunta este autor.

Entender la ideología de un pueblo nos ayuda a descifrar los significados y simbolismos que tuvo este lugar en la época prehispánica, del cual sobreviven algunas de sus estructuras para contarnos la historia que tan celosamente guarda Chapultepec, pero ¿qué sucedió ahí en el transcurrir del tiempo con la conquista española? Cortés se apropió del sitio, posteriormente, en 1530 Carlos V mediante una cédula real resuelve que el bosque perteneciera a la ciudad de México para que la siguiera abasteciendo de agua y funcionara como sitio de recreo para los habitantes de la capital. El virrey don Luis de Velasco lo vuelve coto de caza para lo cual mandó levantar una muralla so pretexto de proteger el vital líquido. Tras practicar la cacería matinal, el virrey e invitados disfrutaban de corridas de toros, seguidas de banquetes, mientras en la cima del cerro se edificaba una ermita dedicada a San Miguel Arcángel. El bosque es resguardado con una arquería de columnas corintias y la portada es engalanada con un remate del escudo de armas de la urbe [10]. ¿Podemos explicarnos ahora la manipulación del paisaje y lo que representa un lugar con su arquitectura a cielo abierto culturalmente hablando? Sobra mencionar los grandes abismos que representaba la naturaleza como espacio sagrado o lugar de placer entre los pueblos mesoamericanos y los tiempos novohispanos, donde esta invasión cultural se manifestó en este tipo de arquitectura de paisaje.

Como es de suponerse, durante el periodo virreinal, con la evangelización, los espacios religiosos se construyeron sobre antiguos templos prehispánicos, así sucedió en Chapultepec tras la posterior destrucción del adoratorio orientado hacia la salida del sol. La capilla franciscana ubicada en la cima y dedicada a San Miguel Arcángel, presentaba su entrada hacia el oriente al igual que el adoratorio que le precedía, con una planta arquitectónica de base circular construida por el Arq. Claudio de Arciniega a mediados del siglo XVI. Posteriormente fue modificada hasta que adquirió la forma rectangular con dirección al poniente y que persistió hasta el siglo XVIII, donde ahora se localiza la torre del Caballero Alto del actual castillo.

Durante esta época colonial, entre 1620 y 1790, refiere Ruiz Naufal y Cano, se construye el acueducto de Chapultepec y, en 1784, el virrey Matías de Gálvez manda construir en la cima el Alcázar con un jardín de estilo neoclásico, cuya obra es continuada por su hijo don Bernardo de Gálvez quien no logra verla concluida debido a su misterioso deceso en 1786. Bajo el nuevo gobierno de don Manuel Antonio Flores, se suspende la obra por órdenes de Carlos IV y se subasta junto con el bosque. Al no ser adquirido por nadie, el Ayuntamiento de la ciudad de México conserva la propiedad por encontrarse en ella los manantiales que surtían a la capital. El edificio se transforma entonces en hospital por las epidemias ocurridas en aquel entonces y más tarde es el archivo general del virreinato, el cual es abandonado y saqueado. Los reflejos novohispanos de este bosque hecho jardín de Chapultepec fueron plasmados en las casas de descanso de muchos nobles, ubicadas en San Cosme, Tacubaya, Mixcoac, Coyoacán, San Ángel y San Agustín de las Cuevas en Tlalpan, en los cuales a través del cultivo de sus jardines se recreaban la naturaleza del bosque.

La naturaleza subyugada por la mano del hombre fue aprovechada en este bosque en la época colonial, sin embargo, sobrevivió en la memoria colectiva que ésta podía proporcionar recursos vitales para la vida como es el agua y el goce de la misma, de este modo, Chapultepec brindó una envoltura para esa villa campestre internada en el bosque y alejada del bullicio de la capital, además fue una fuente de inspiración como un lugar modelo que se retomaba bajo otras interpretaciones en los conventos y palacios novohispanos.

En el siglo XIX este lugar sigue transformándose y en 1842 se instala dentro del castillo, el Colegio Militar, el cual es defendido en 1847 por los Niños Héroes ante la invasión norteamericana, siendo quizás éste, uno de los acontecimientos más asociados con este bosque por los mexicanos y a los cuales se dedica un monumento dentro del mismo. La gran ventaja que ofrece, militarmente hablando, es el dominio visual sobre la gran urbe al funcionar como estrategia defensiva por su ubicación en la cima del cerro.

En un periodo de imperialismo, en 1864, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, eligen el castillo como residencia, para lo cual hacen modificaciones en las habitaciones, accesos, corredores, jardines e instalaciones hidráulicas [11]. Este emperador, educado en la cultura de los jardines europeos, trajo jardineros y arquitectos de Austria y Trieste para el arreglo de los jardines de la terraza superior del Alcázar, en los cuales se introducen palmeras Thrinax, bugambilias, thuyas, higueras y grevileas entre otras especies.

También es trazado, bajo sus órdenes, el Paseo del Emperador para unir el Palacio Nacional y Chapultepec que a partir de 1872 recibe el nombre que conserva hasta la fecha de Paseo de la Reforma [12] y que en términos paisajísticos pudiéramos llamar boulevard o bulevar, es decir, paseos públicos con árboles en ambos lados o calles anchas arboladas. Esto es evidencia de otro momento histórico y de otras influencias en la cultura nacional, pues se incorpora este cerro que representa un fragmento de la naturaleza a la ciudad, pero también se busca una continuidad visual mediante esta liga de espacios verdes dentro de una estructura urbana Bajo el régimen de Porfirio Díaz se convierte en su residencia oficial, transformando el inmueble y sus jardines en un lugar de completo solaz. Imitando el Bosque de Bolonia en París e influenciado por jardineros belgas, el jardín de la terraza superior del Alcázar adquirió la fisonomía de un pequeño bosque aéreo, al cual se le agregaron prados y diversidad de plantas como los rosales. Posteriormente, en 1878 se construye el Observatorio Astronómico, Meteorológico y Magnético, realizando algunas adecuaciones al castillo y colocando además una torre de 9 metros de altura con un telescopio para realizar las observaciones astronómicas, pero en 1883 se ordenó su traslado, hoy es el torreón o torre del Caballero Alto. Posteriormente regresó el Colegio Militar por segunda vez a Chapultepec construyendo nuevas instalaciones que después fueron demolidas.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el ministro de Hacienda José Yves Limantour crea una comisión para la vigilancia y embellecimiento de Chapultepec. Aconsejado por Miguel Ángel de Quevedo, fundador de la sociedad forestal mexicana, regidor de obras públicas y jefe del departamento de Bosques, de aquel entonces, se intenta semejar el bosque parisino de Bolonia, visitado previamente por él, pero también se retoman elementos del Parque María Luisa en Sevilla España, como la fuente de las ranas [13] y tal vez las esculturas de leones que flanquean las puertas de acceso al bosque. Se coloca un enrejado, se trazan calzadas, se siembran más árboles y prados, se colocan ruinas simuladas y estatuas traídas de Francia, Bélgica y Suiza, se levanta un jardín botánico y un zoológico, se abren quiscos para venta de alimentos y se excava un lago artificial con una casa anexa, actualmente conocida como la Casa del Lago, para alojar a los visitantes oficiales como finca de verano, que más tarde fue la sede del Automóvil Club. En el lago se crean dos islotes que se unen con tierra firme colocando pequeños puentes colgantes. En el ocaso del porfiriato, en 1910, Limantour supervisaba las mejoras de Chapultepec que se inaugurarían para el centenario de la Independencia [14].

El concepto de bosque en esta época estuvo fuertemente influenciado por las escuelas europeas de paisaje, en especial por la francesa, donde ya no es una naturaleza intocable en estado silvestre, alejada de la civilización, sino que ahora es asequible y disfrutable, pues también se puede adecuar a las necesidades de fruición, es decir de goce y de recreación de una sociedad. El agua, la fauna y la vegetación ahora son introducidas en una arquitectura de paisaje para el recreo y disfrute, a diferencia del carácter ritual, sagrado y con fines terapéuticos, que acompañaba al jardín de placer de la época prehispánica.

Para el siglo XX Chapultepec fue adaptando su fisonomía a las necesidades de la población. Se enfrentaba a una sociedad que empezaba a vislumbrar a la naturaleza como un lugar de estudio y aprendizaje, el cual era necesario conservar para la sustentabilidad de la ciudad. Muestra patente fue la sustitución del café-restaurante Chapultepec en 1939 por el museo de la Flora y la Fauna, donde actualmente se encuentra el museo de Arte Moderno, además de la instalación del zoológico y un jardín botánico que después desapareció según informes de Tovar y Alcántara. Adicionalmente el país pasaba por un período post-revolucionario donde se quería reforzar la identidad nacional, es por esta razón que aquí se construye en 1924 el monumento a la patria y el castillo se convierte en 1944 en el Museo Nacional de Historia. En 1956 se edifica la Fuente Monumental de Nezahualcóyotl como parte de las nuevas estructuras del parque.

El zoológico se consolida con el tiempo, no así la estructura verde del bosque que empieza a deteriorarse a mediados de ese siglo, en gran medida por la polución que generaba la ciudad, además de la fuerte carga de visitantes que recibe, pues se convierte en una isla verde que purifica el aire, brinda cultura a través de la instalación de varios museos y además proporciona esparcimiento como parque urbano con instalaciones de juegos mecánicos, en una segunda sección inaugurada en 1962 para este fin. En los años setenta se construyó una tercera sección que ampliaba esas áreas de jardines y se crea el parque Marino Atlantis, este posiblemente influenciado por los conceptos del paisajismo norteamericano. En las postrimerías del siglo XX, Chapultepec empieza a ser considerado un "pulmón verde" de la metrópoli mexicana, razón por la cual se comienza la remodelación del zoológico, además de la readecuación y saneamiento de sus áreas verdes, obras que también pertenecen al campo de la arquitectura de paisaje.

En los albores del siglo XXI, se retoma uno de los recursos que ofrece la arquitectura de paisaje para la educación ambiental, en este caso hacemos referencia al jardín botánico instalado en una de las secciones más importantes del bosque, aumentando así la infraestructura del parque más visitado a escala metropolitana. El acercamiento que brinda esta naturaleza hecha bajo el artificio humano, es la nueva mirada del paisaje como recurso recreativo, educativo y ambiental que se reconstruye en el imaginario colectivo como un "mundo aparte", cuya envoltura sigue siendo ahora un bosque urbano, puesto que ha perdido gran parte de su flora nativa, sustituida ahora por vegetación introducida en ocasiones ajena a las condiciones ambientales de la Cuenca de México.

El lugar es posesión, la cual se manifiesta a través de un territorio ocupado, vistas panorámicas, puntos focales, ventajas del emplazamiento, espacios definidores, cambios de nivel, un aquí y un allí, entre otros componentes del paisaje urbano [15]. ¿Cómo sucede esto actualmente en Chapultepec? La sombra, el cobijo, la amenidad y la conveniencia que brinda el bosque emplazado en este lomerío, son las causas más comunes de posesión. Se auxilia con los accesorios comprendidos en el enlosado de diversos materiales, los cercados, los toldos o techumbres, las pérgolas, los enclaves o interiores abiertos al exterior a manera de remansos y otros elementos que aparecen dispuestos en toda la estructura del parque, que invitan a una posesión en movimiento mediante los paseos.

La ocupación territorial es evidente a través de los vestigios que aún se observan al interior del bosque, con ventajas como la provisión de agua y de recursos naturales, así como el dominio visual y aislamiento territorial al emplazarse en un lomerío. Los cambios de nivel que produce el ascenso al cerro, implica subir a lo desconocido, pero también invita a descubrir el sitio mediante secuencias visuales de vistas tamizadas por el follaje junto con la roca labrada o expuesta naturalmente, creando al mismo tiempo visuales abiertas y cerradas. Una impresión de mando, superioridad, exterioridad o hasta de poderío y omnipresencia, en palabras de Cullen, se produce por la vista grandiosa que se aprecia en la cima desde el Alcázar, incitando a la posesión de la ciudad de México a través de una mirada desde esa vista panorámica. Por el contrario, el descenso, provoca la sensación de intimidad, de inferioridad ante la altura e inmensidad de esta formación natural y hasta de enclaustramiento en el bosque. El aquí, es el bosque que recorremos por todas las estructuras arquitectónicas que contiene, mientras que el allí, es la cualidad lírica de las visuales en el sentido de que lo que observamos, pudiera estar fuera de nuestro alcance, como esa vista desde el lago hacia el castillo o la Casa del Lago, así como también la vista panorámica hacia la capital mexicana.

Chapultepec ha sido ocupado durante prácticamente todos los períodos de la vida de México. Octavio Paz menciona que la arquitectura es el testigo insobornable de la historia, ¿Chapultepec no lo es acaso? En este bosque se reconocen y expresan las intenciones, las costumbres y la cultura de la sociedad mexicana durante varias épocas. Inclusive, podría ser, en todo caso, una muestra palpable de los orígenes y evolución de la arquitectura de paisaje en México. Este lugar, representa ese libro de la humanidad, escrito y narrado con el lenguaje de la arquitectura de paisaje mexicana. Para algunos autores como Cano es considerado un símbolo nacional, sin embargo, sólo quisiera dejar constancia de su evidencia como "el lugar", proporcionando a su vez una noción de este tipo de arquitectura.

Imágenes del Bosque de Chapultepec,
otras épocas.


Imagen 6. Torreón del Castillo o Torre del Caballero Alto donde existió un adoratorio prehispánico, una capilla del siglo XVI, un observatorio astronómico en 1878 y una sala de billar en el porfiriato, según Moreno


Imagen 7. Terraza del castillo con esculturas de los Niños Héroes. Al fondo una vista panorámica nocturna de la Ciudad de México.
. Imágenes del Bosque de Chapultepec,
porfiriato.


Imagen 8. Vista nocturna del interior del Alcázar hacia una de las terrazas.

Imagen 9. Casa del Lago.


magen 10. Lago Mayor de Chapultepec con Castillo de fondo escénico.
Imágenes del Bosque de Chapultepec,
actual.



Imagen 11. Jardín Botánico de Chapultepec.


Imagen 12. Paseo de los poetas entre relictos de la calzada de ahuehuetes.


Notas

1. Ferrater, "Diccionario de Filosofía", Barcelona: Ariel, 1941.
2. Muntañola, "La Arquitectura como lugar", Barcelona: Gustavo Gili, 1974, pp. 25,34 y 47.
3. Cano, O., "El bosque de Chapultepec", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, pp. 70-77.
4. Moreno C., "El castillo de Chapultepec, arqueología e historia", México: Arqueología Mexicana, Vol. VIII, 46, 2000, pp. 26-33.
5. Campos, R., "Chapultepec: su leyenda y su historia", México: Departamento del Distrito Federal, 1988, pp. 16-22.
6. Solís O., "Chapultepec, espacio ritual secular de los Tlatoani Aztecas", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, pp. 36-40.
7. Cortés, H., "Cartas de relación", México: Porrúa, 1988, pp. 67-68.
8. Moreno, M.L y Torres, M.A., "El origen del jardín Mexica de Chapultepec", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, p. 41.
9. Castellón, B. "Cúmulo de símbolos: la serpiente emplumada", México: Arqueología Mexicana, Vol. IX, 53, 2002, pp. 28-35.
10. Ruiz N., "Los jardines de Chapultepec y sus reflejos novohispanos", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, pp. 42-47.
11. Herrasti, L. "El castillo de Chapultepec", México: Arqueología Mexicana, Vol. VIII, 46, 2002, pp. 24-25.
12. Gómez T., "Los jardines de Chapultepec en el siglo XIX", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, pp. 48-53.
13. Tovar, L., y Alcántara O., "Los jardines en el siglo XX, el viejo bosque de Chapultepec", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, pp. 56-61.
14. Fernández, M.A. "El jardín de Limantour", México: Arqueología Mexicana, Vol. X, 57, 2002, pp. 54-55.
15. Cullen, G. "El paisaje urbano. Tratado de estética urbanística", Barcelona: Blume, 1981, pp. 21 y 41


Imágenes y fotografías: Cotesía del autor.

Bibliografía

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Alicia Ríos Martínez