Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


Arquitectura de la Integración: Centro Cultural Gabriel García Márquez

Jorge Anibal Manrique Prieto

Introducción

El presente trabajo surge como un complemento para mi trabajo de tesis; trabajo que tiene como título "el habitante imaginado-real como binomio esencial en el procesos creativo de la arquitectura", cuyo objetivo principal es poner a consideración lo importante que debe ser para el arquitecto tener un conocimiento cercano de la complejidad de los futuros habitantes de la arquitectura. Conocimiento que se puede convertir en la herramienta principal para que este -el arquitecto- busque desde el proceso creativo de la obra arquitectónica la mejor solución, a la mayoría de los requerimientos de habitabilidad del ser humano, que van desde la experiencia física, pasando por los procesos psicológicos hasta llegar a los espirituales.

En ese orden de ideas, durante este trabajo de tesis me he interesado en la manera en cómo el arquitecto debería tratar de entender la complejidad del ser humano, no enfocándose directamente en él, sino entendiendo la manera en que éste se relaciona con todos los fenómenos -materiales y no materiales- que lo rodean; y cómo la obra de arquitectura puede ser un instrumento que permita que esas relaciones tengan lugar.

Por los anteriores motivos se ha considerado pertinente para el trabajo final de este seminario: Discursos de la arquitectura, abordar los planteamientos teóricos y su posible constatación en la obra arquitectónica, del arquitecto colombiano Rogelio Salmona. Personaje destacado por proponer una obra de arquitectura incluyente, no sólo de la relación entre los seres humanos, sino de la relación del ser humano con el contexto (social, histórico, geográfico, cultural, económico, político, etc.) que lo rodea.

Para este análisis se han revisado cinco de los ensayos escritos por este arquitecto: "Comentarios sobre el concurso del Colegio Emilio Cifuentes" de 1959 -publicado en la revista semana en 1960-; "La ciudad destruida" de 1980 -preparado para un simposio de arte no objetual que tuvo lugar en Medellín, Colombia-; "Entre la mariposa y el elefante" del año 2003 -como discurso en agradecimiento por recibir el premio Alvar Aalto en Jyväskylä, Finlandia-; "Invitados de la ciudad" del año 2004 -para el encuentro internacional del seminario "La ciudad Histórica actual" en Oaxaca, México- ; y "Del principio de la incertidumbre a la incertidumbre del principio" del año 2005 -Conferencia dictada en la UNAM, Ciudad de México, año 2004, y en la Universidad central de Venezuela, Caracas, en 2005. Ensayos recopilados en la publicación "Rogelio Salmona: Espacios abiertos/espacios Colectivos" de la sociedad colombiana de arquitectos.

Las reflexiones teóricas de Rogelio Salmona serán verificadas en la última obra arquitectónica -de su autoría- que él pudo ver materializada: el edificio del "Centro cultural Gabriel García Márquez" auspiciado por el Fondo de Cultura Económica de México, en la ciudad de Bogotá. Obra diseñada para convertirse en el centro de operaciones de la editorial Mexicana en Colombia. Cabe aclarar que a través de este ejercicio también se estarán trayendo a colación otras de las obras diseñadas por este arquitecto, con la intensión de mostrar cómo ciertas intensiones conceptuales representadas en hechos arquitectónicos- lo acompañaron durante todo su ejercicio como diseñador de espacios arquitectónicos incluyentes.

Este trabajo se ha estructurado en base a cinco temáticas esenciales, que se considera después de haber leído las aportaciones teóricas de este arquitecto, son la propuesta de una arquitectura de la integración. Las temáticas son: a) La forma como resultado de la intensión espacial: La integración. b) La estimulación de los sentidos. c) La memoria. d) La conciencia del presente. Y e) El empuje hacia el futuro. Antes de que estas temáticas sean abordadas se hará una corta introducción a la vida y obra de este arquitecto; y a la localización del Centro Cultural Gabriel García Márquez en el corazón -centro histórico- de la ciudad de Bogotá, Colombia.


Parte 1
Rogelio Salmona: arquitecto

Rogelio Salmona, arquitecto colombiano nacido en 1927 en París, Francia. Llegó a Bogotá, Colombia en 1931. Inicio sus estudios de arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia, pero antes de terminarlos, en 1948 viajó a Francia para trabajar con el reconocido arquitecto Le Corbusier. Una década más adelante, y después de haber viajado por Europa y el norte de áfrica, regresa a Bogotá para iniciar su ejercicio como arquitecto, labor que ejercería hasta el final de su vida en octubre del 2007. Algunos de sus proyectos de vivienda más destacados son: el conjunto residencial el polo de 1959, conjunto "residencias el parque" del año 1965, Casa de huéspedes ilustres de Cartagena en 1980, Casa en "Rio frio" de 1997 y la casa en "altos de Chicó" en el 2001. Y dentro de sus edificios institucionales más destacados se encuentran: el museo "Quimbaya" en 1984, el Archivo General de la Nación de 1988, el edificio de posgrados de ciencias humanas de la Universidad Nacional de Colombia en 1995; la biblioteca pública Virgilio Barco, culminada en el año 2001, y finalmente el Centro Cultural Gabriel García Márquez terminado a finales del año 2007 -obra que será analizada en este trabajo-.

En cuanto a sus reconocimientos en la página de su fundación se comenta lo siguiente: Él y su arquitectura lograron reconocimientos a nivel nacional e internacional, entre los cuales cabe mencionar: Condecoración a las Artes y Letras, en el Grado de Oficial, Gobierno Francés (2007), Condecoración de la Orden de Boyacá en el grado de Gran Cruz, Presidencia de la República de Colombia (2006), Miembro Honorario Instituto Americano de Arquitectos, AIA, Washington (2006), Condecoración Gran Orden Ministerio de Cultura, Ministerio de Cultura de Colombia (2006), Medalla Manuel Tolsá, Universidad Autónoma de México (2004), Medalla Alvar Aalto, Finlandia (2003), Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia (2000), Premio Príncipe Claus Holanda (1998), así como premios y menciones en varias Bienales de Arquitectura de Colombia [1].

Rogelio Salmona siempre pensó que el deber fundamental de la arquitectura era precisamente el de integrar las mayor cantidad de cosas -esencias- posibles que permitieran que el ser humano pudiera habitar, cultivando su ser, en esta tierra. Sin importar si fuera una pequeña vivienda o un gran edificio institucional, este arquitecto siempre abogó por que los espacios habitables fueran un acto político, un acto de integración: entre el ser humano con otros seres humanos, entre el ser humano con la naturaleza, con la ciudad e inclusive consigo mismo. Comenta el arquitecto: "(…) hacer arquitectura al servicio del hombre es la manera de seguir siendo esa última figura del humanismo para nuestra sociedad (…) " y dice más adelante: "Hacerla en Colombia, yo creo, en américa latina, es un acto político: la defensa de lo público, las intervenciones arquitectónicas respetuosas de la ciudad, la defensa del paisaje, la estética concebida como una ética, y la lucha contra la segregación espacial, son y han sido las motivaciones para ejercer este arte" [2].

El centro Cultural Gabriel García Márquez y su contexto

Este edificio se encuentra localizado en el centro histórico de la ciudad de Bogotá, capital de la República de Colombia; a un par de cuadras de la plaza de Bolívar (zócalo) donde se encuentran: la catedral primada, el capitolio nacional, la alcaldía de Bogotá y el Palacio de justicia. La morfología de las manzanas es compacta, con una tipología edificatoria donde prima la arquitectura colonial -lenguaje de fachadas cerradas, con pocas ventanas, puertas bien elaboradas, balcones y aleros de las cubiertas inclinadas;- edificaciones que en promedio poseen dos piso de altura.

Las calles son estrechas (calle once y carrera sexta), su perfil urbano -heredado desde el tiempo de la colonia y como vestigio de la traza fundacional- se caracteriza por poseer banquetas de lado a lado con una dimensión de metro y medio, y avenidas que oscilan de los cuatro y medio a seis metros. La inserción de esta obra en su contexto en principio fue bastante criticada, porque el arquitecto, en apariencia, había decidido romper con el lenguaje arquitectónico de este sector de la ciudad. Sin embargo, como se explicará más adelante, con el paso de los años este edificio se ha convertido en un lugar de integración para los habitantes permanentes y temporales del sector.

El arquitecto respetó las alturas reglamentarias, decidió materializar la obra con las materias primas de la región, sacó provecho de los requerimientos espaciales exigidos por la normativa -patios y aislamientos- y con gestos sutiles, pero contundentes, le ha entregado al centro histórico de la ciudad de Bogotá, una obra que motiva a las personas a interesarse en la lectura y, en general, en todas las ofertas culturales que tienen lugar en este centro cultural; que entre los espacios que ofrece para dichas actividades culturales tiene: un auditorio, una sala de exposiciones temporales, una librería, oficinas administrativas, restaurantes, ludoteca, y un patio -plaza - público que sirve también de escenario para eventos al aire libre. En términos generales puede decirse que el Centro Cultural Gabriel García Márquez responde de una manera acertada a las condiciones urbanas del sitio: a) posee su acceso principal sobre la calle 11, calle que hoy en día está en proceso de ser peatonalizada. b) genera un evento urbano, despejando la esquina de encuentro entre la calle 11 y la carrera 6. c) proporciona un ensanchamiento de la banqueta en la calle 6, para permitir que algunas actividades del restaurante se puedan desarrollar al aire libre. d) Es un edificio que no restringe el acceso a las personas -no hay rejas ni puertas que impidan el acceso a los patios principales-.

En fin, la lista de aciertos en relación a su contexto podría seguir por varias líneas más. Sin embargo, antes de iniciar el análisis hay que destacar una de las características más importantes de este edificio como obra arquitectónica. Su lenguaje formal, es un lenguaje que contrasta con el contexto inmediato. Es una obra que respeta su contexto, pero que con un lenguaje contemporáneo; logra tejerlo de una manera renovada. Este edificio ha echado mano de la virtualidad de los límites, para convertirse en un ejemplo de inserción en el centro histórico de esta ciudad, que interpreta los valores históricos de la arquitectura colonial y los materializa con formas que los proyectan a su vez hacia el futuro.

Parte 2
La forma como resultado de la intensión espacial: la integración


Para Rogelio Salmona toda obra de arquitectura debe propiciar espacios colectivos; lugares de la vida cotidiana y de la historia, donde haya una igualdad de condiciones y oportunidades para los individuos; en esto radica pare él, la función política de la arquitectura. Dice Salmona "Es necesario analizar la invención formal en relación con la intensión espacial (...)" [3]. En el caso del edificio que se analiza en este trabajo, la intensión espacial y -luego de ella- la solución formal, están fundamentadas en la función política de la arquitectura, es decir, en la integración del ser humano con su contexto. Para lograr ese objetivo, el arquitecto -al parecer- hace uso de las siguientes estrategias proyectuales:

a) Desmaterialización:

La primera de las características arquitectónicas que presenta el Centro Cultural Gabriel García Márquez es la desmaterialización; la búsqueda de la levedad y la transparencia. Salmona en su trayectoria como arquitecto, y grandemente influenciado por el contexto de la sabana de Bogotá, trabajó en construir un lenguaje propios de su obra, lenguaje basado en los materiales artesanales de la región, donde fue pasando de un predominio de los muros -llenos- a una depuración total, donde casi que la misma estructura define los limites virtuales del edificio; limites que en la parte ultima de su obra fueron en gran manera dominados por el cristal.

En obras como el colegio de la universidad libre de los años 50, existió un gran predominio del lleno sobre el vacío. Hacia los años 80 ya se distingue esa lucha entre los muros y los vanos, como se puede observar en el cerramiento del archivo general de la nación. Y finalmente en la casa Altazor del año 2004, se hace evidentemente el predominio de las transparencias sobre los llenos.

Esa casa es contemporánea del centro cultural, y se puede observar como el arquitecto manteniendo el mismo lenguaje de transparencias logra - en el centro cultural- que una serie de columnas paramenten la calle -como un límite virtual- pero a la vez descubran la contundente permeabilidad incluyente que permite al transeúnte aventurarse al interior del edificio. Lógicamente, hay espacialidades que deben cubrirse de cristal, para evitar que sus actividades interiores se vean afectadas por el fuerte clima de la ciudad de Bogotá; tal es el caso de la librería, las oficinas y los restaurantes. En relación a la trasparecía Salmona comenta: "la transparencia es uno de los hechos fundamentales que se debe lograr en la arquitectura" [4].

b) Integración con los otros seres humanos:

Esta integración se logra en esta obra -además de las terrazas transitables- a través de la generación de un par de patios circulares; patios que han estado presentes durante toda la obra de Salmona: Por ejemplo, el del acceso del Archivo General de la Nación, o como los que generaron la singular geometría de las torres del parque. Sin embargo, en esta obra el patio está mucho más ligado al exterior que en sus obras anteriores. En el centro cultural, el patio principal es contenido tan solo por el limite virtual de las columnas que lo definen y se fuga en gran parte de su diámetro hacia el exterior del edificio, más concretamente hacia la calle once. Este espacio más que patio, es una plaza que invita a los habitantes de la ciudad a convivir, a compartir; a integrarse.

c) Integración con la ciudad:

Además de la vinculación directa del espacio de la ciudad a través del patio principal, y la plazoleta de acceso al restaurante, Rogelio Salmona sugiere al habitante "apreciar y reconocer la ciudad" a través de vanos que la enmarcan -como los empleados en la casa de huéspedes ilustres de Cartagena para enmarcar la naturaleza- la catedral y otros edificios históricos del centro de la ciudad. O también generando terrazas -balcones- que permiten esa relación visual con esos elementos representativos de esta urbe. Al respecto, el arquitecto dice: "No toda la ciudad puede ser hecha con obras sobresalientes, obras de arte, pero si debe tener unos contundentes ejemplos con un alto significado cultural" [5]. Y complementa más adelante: "(…) recuperando referencias urbanas, algunas de ellas escondidas como tesoros, pero creando otras que nos permitan volver a gozar, "el transcurrir del tiempo", y lograr que la contemplación sea una función de la vida, porque recuperar la ciudad es recuperarnos a nosotros mismos (…)" [6].

d) Integración con la Naturaleza:

Dice Salmona: "La relación con el entorno debe ser cósmica, debe preguntarse cómo y por qué, debe indagar el sortilegio del lugar" [7]. En ese sentido, la transparencia misma del centro cultural permite la relación directa con los cerros orientales de Bogotá, patrimonio ecológico e histórico de la ciudad. Así como lo hizo en la biblioteca Virgilio Barco, los cerros, el cielo, el viento y el agua se integran al habitante gracias a los patios y las terrazas que están dispuestos para que este los experimente con libertad.

Hay otro tipo de vegetación que germina dentro del mismo edificio; vegetación que Salmona sugirió, se dejara crecer de manera natural para que invada las espacialidades del edificio, y en un instante el habitante sienta que es transportado en su imaginación a las ruinas del mundo mesoamericano. Al aferrase de tal manera a su contexto, esta obra vincula al ser humano con el universo. Una obra aferrada a su contexto es, en palabras de Salmona "una arquitectura topológica" -que surge del territorio donde está construida-.

"Un determinado lugar exige una determinada arquitectura, no otra. Del conocimiento de ese lugar resultan las propuestas arquitectónicas. No se hace arquitectura exclusivamente para el lugar, sino también desde el lugar" [8].

e) Un encuentro con sí mismo:

Las sillas en concreto dispersas por el espacio, los muros bajos ensanchados, los vanos profundos, las escaleras y el sinnúmero de rincones en las terrazas, son elementos del espacio que permiten que el ser humano, que así lo quiera, entre en intimidad con su ser, se encuentre consigo mismo. Esos elementos han sido diseñados con gran atención en sus obras arquitectónicas; los rincones en la terraza de la biblioteca Virgilio barco, los vanos profundos del edificio de posgrados de ciencias humanas de la UNAL, y hora los antepechos donde las personas, al mejor estilo de una palco, se sientan a ver los eventos culturales en el patio central del centro cultural.

Evocando los aportes de la filosofía y la poética a su obra, Salmona comenta sobre esa cualidad de intimidad de los espacios arquitectónicos, diciendo: "Son <rincones>, como diría Gastón Bachelard, que conservan los recuerdos y las emociones del mundo-de cada ser humano" [9].

La estimulación de los sentidos

Para Salmona la arquitectura se vive y se habita cuando estimula todos los sentidos, no sólo privilegia la vista. Dice el Maestro: "Es así como la organización de los espacios, fracturando la composición perspectiva, los repentinos cambios de orientación, los giros espaciales, buscan volver al acontecimiento, anuncian el lugar, originan tensiones entre el interior y el exterior, crean signos y obligan a activar los sentidos"[10]. Y también comenta: "Se hace arquitectura con los materiales del lugar, con volúmenes, luminosidad, espacios encadenados, con viento, brisa agua, con transparencias, misterios, resplandores, opacidades, contigüidades, con el tiempo y la sorpresa. Los materiales son infinitos" [11].

El oído

En la obra de este arquitecto el oído se estimula a través del agua. La presencia de estanques que reciben al habitante en los accesos de los edificios, como acontece a una mayor escala en la Virgilio Barco; o ya sea por medio de canales que permiten que el vital líquido recorra los espacios exteriores -como en el edificio de posgrados-, en un acompañamiento al recorrido del habitante. En el centro cultural el estanque de recibimiento, esta coronado por unas gárgolas que dejan brotar libremente el agua, y existen otros aljibes en la base de algunas de las columnas del patio central, para que en ese momento el sonido se resalte un poco más, y el habitante perciba sutilmente la vida que fluye dentro de la obra de arquitectura.

El olfato

Como lo hizo en otras de sus obras, en el centro cultural, Salmona ha incorporado una vegetación que emana olores variados. En el acceso las plantas descolgadas de las macetas de la terraza, rememoran el acceso a la Virgilio barco, donde el habitante es sumergido a un patio hundido por medio de una rampa, que de lado a lado está acompañada por la misma vegetación que llena de un olor grato el ambiente. En las terrazas al igual que en el edificio de posgrados, también se realiza la misma operación.

El tacto

Donde la escala del espacio se reduce, es cuando el habitante tiene la posibilidad de estar más cerca de la variedad de texturas que el edificio tiene para ofrecerle. Desde las estrías del concreto moldeadas intencionalmente para reforzar las intenciones de cada espacio, pasando por el magistral majeo del ladrillo a la vista, con sus diferentes texturas y colores - como también los ha manejado en sus obras anteriores- hasta la posibilidad de tocar el agua del estanque circular que esta contenido por la librería, que no está solamente delimitado por cortinas de vidrio, sino que ha sido invadido poco a poco por la vegetación que desciende de las terrazas. Para Salmona, se llega a la armonía del espacio cuando cada material se muestra en su esencia.

Luz

En un edificio de tanta transparencia, la incertidumbre y la expectativa están determinados por el manejo de las sombras y las penumbras, que emanan de los elementos horizontales que con tienen el espacio. Salmona también genera entradas de luz cenital que dan la bienvenida los fuertes rayos del sol naranja de las tardes bogotanas; magistral manejo de la luz, presente en obras como el Archivo General de la Nación, la biblioteca Virgilio Barco y el edificio de posgrados de la UNAL.

Memoria

Dice Rogelio Salmona: "Gabriel García Márquez dijo (…) que para hacer literatura se requiere mirar hacia atrás (…). Estoy de acuerdo, porque sucede lo mismo con la arquitectura. Conviene mirar atrás antes de dar el paso hacia adelante. (…) claro que conviene mirar hacia atrás, pero hay que saber retirar la mirada en el momento oportuno: se trata de recrear y transformar. No de copiar" [12]. Estas palabras son retomadas con gran congruencia en centro cultural. La historia está presente, sin ser evidente, en cada una de las intenciones espaciales de esta obra.

Mito y rito:

Para entrar a la mayoría de las obras de Salmona, hay que ascender. Algunas implican un previo enterramiento, pero en el instante mismo de penetrar en el espacio cubierto del o los edificios el habitante termina ascendiendo. El acceso del Centro Cultural Gabriel García Márquez no es la acepción. Es un espacio de transición, de renovación donde el agua con su movimiento y sonido purifica el alma del ser humano que llega a su encuentro. Agua que viene desde lo alto; de los cerros orientales que también están a la vista. Aquellos cerros que los antiguos muiscas creían sagrados, porque de ellos emanaba el agua que los seres celestiales daban a la tierra para ser fecundada. Al igual que en la Virgilio, el recorrido en contra de la dirección del agua está surcado por unas escalinatas laterales que separan al mundo terrenal, de la sabiduría guardada en los libros; del mundo de los pensamientos. Dice Salmona que la arquitectura debe establecerse en función de series existenciales y afectivas, de ritos y mitos, presentes en el inconsciente colectivo de los habitantes de un determinado paraje.

Dice el maestro: "(…) Un patio resonante, un aljibe del cielo como denominó María Zambrano al patio, un tímpano del lugar, un imbrincamiento, un orden y un ritmo, una transparencia, un volumen o la creación de recorridos "al son del agua, cuando el viento sopla", según el poema de Antonio machado" [13].

Los patios siempre han estado presentes en la obra de este arquitecto; parece ser que al igual que Louis Kahn, Salmona entendió claramente que los patios, por excelencia, son espacialidades que vinculan a los seres humanos entre sí, y a ellos mismos con el cielo; con la naturaleza. Son espacios colectivos. En el caso del centro cultural los patios son redondos; uno -el más grande- es una especie de plaza pública que invita a la concentración, a la reunión. El otro -el más pequeño- posee un estanque de agua que impide que el habitante llegue a su centro; es un patio para circular, para rodear y para ver en el reflejo del agua el azul intenso del cielo bogotano; en las palabras retomadas por Salmona, "un aljibe de cielo".

La tradición constructiva

Salmona con el empleo de las tecnologías tradicionales, en especial la del ladrillo, permite no solo el encuentro del pasado con el tiempo actual, sino que invita a que la diferencia entre las clases sociales desaparezca. El ladrillo en la obra se este arquitecto es dignificado, e integra sin importar razas o estatus económicos a los seres humanos que habitan bajo su albergue. La manera más común de hacer común su obra arquitectónica es a través de los materiales locales, materiales que todos en la sabana de Bogotá reconocen como el fruto de las entrañas de esta fecunda tierra. Comenta Salmona: "La simbiosis entre la arquitectura elaborada, o culta, con la popular o espontanea, permite encontrar soluciones generales y establecer un lenguaje común" [14].

Otra de las tecnologías usada por este arquitecto en esta obra es el concreto aparente. Este material tiene la particularidad de poseer un color beige. Este color fue el resultado de varias exploraciones con los componentes del concreto, y al parecer su intensión radica en que este material sea agradable a la vista; genere esa percepción de calidez que el mismo ladrillo proporciona a los habitantes de la sabana de Bogotá, una región donde más del 60% de los días del año, llueve.

La evocación de ejemplos de la historia

Salmona reconociendo la influencia de otros arquitectos y arquitecturas en su obra, comenta lo siguiente: "La certeza de la armonía que quiero introducir en un proyecto viene de la memoria, de la experiencia que he tenido con arquitecturas y espacios de otros y de este tiempo, que me han emocionado profundamente, y que he medido, dibujado y guardado en la memoria. Ése es mi sistema de medidas" [15].

De las arquitecturas más recientes se destaca la influencia de Le Corbusier -con su Promenade architecturale- , de Alvar Alto -en su propuesta de una arquitectura orgánica que surja del contexto- , de Louis Kahn - con el manejo místico de las formas y materiales- , y de Fernando Martínez Sanabria - arquitecto colombiano que abogó por una arquitectura del lugar que dignificara la calidad de vida de los colombianos-.

En cuanto a las arquitecturas de la historia, se destaca la influencia de la arquitectura mesoamericana -arquitectura de la cual Salmona admira la mística y el manejo de los espacios colectivos que conectan al ser humano con el cosmos-, la arquitectura gótica, -de la cual el arquitecto retoma esa enseñanza de poder recorrer el edificio sin la necesidad de interrumpir sus actividades- , de la arquitectura colonial -con sus balcones y accesos elaborados-, de la Alhambra -obra que lo influencia en el manejo del agua, como una compañía en el recorrido de los espacios; y en el manejo de las propiedades de la luz-, la columnata de Bernini en la plaza de San Pedro del Vaticano -plaza contenida por columnas que delimitan virtualmente el espacio interior y permiten la permeabilidad visual desde el exterior- ; y finalmente la Plaza del Campidoglio de Miguel Ángel - de la cual retoma el manejo de las texturas del piso para enriquecer la estimulación de la vista , tratamiento que va a ser característico en su diseño de espacios públicos-.

La conciencia del presente Dice el arquitecto: "El ser humano sólo tiene su vida. El tiempo de su vida. No la goza cuando desperdicia el tiempo, y lo desperdicia cuando para habitar se le ofrecen espacios injuriosos" [16]. Proponer espacios que permitan que el ser humano sea consciente de que el tiempo transcurre es ético. Es ético procurar que el habitante extraiga lo eterno de lo transitorio; que sea consiente de quién es, de su ser, de su esencia. Por eso este edificio se ha convertido en una frontera, en un vórtice de relación e integración entre el ser humano con el cosmos, para que de esa manera el habitante se dé cuenta de quién es y del lugar al que pertenece, que más allá de ser la sabana de Bogotá, es el planeta entero.

El centro cultural se ha convertido en un marco para observar la realidad de la ciudad. El muro -predominante en la arquitectura de este sector- que oculta, que introyecta, que dosifica la dosis de la ciudad dentro los espacios de las grandes casas coloniales, ha dado paso a las transparencias. Transparencias que evidencian todo, que permiten que el ser humano esté consiente de gran parte de la realidad que lo rodea.

Realidad que también es histórica, mítica, cultural, económica, social y personal, como se ha venido comentando. Al igual que un poema este edificio dice una y mil cosas a la vez, ese es el mayor barroquismo que posee: permitir que tantas cosas de la realidad se hagan evidentes para el ser humano.

Un empuje hacia el futuro

Comenta nuevamente el arquitecto: "la arquitectura ayuda en la construcción de la ciudad. Crea espacios que son apropiados por la comunidad. Si la comunidad no se apropia de sus propuestas espaciales, estos espacios no sirven, no tienen contenido, se empobrecen y se pierden. Ahí está la responsabilidad, no solamente de los arquitectos, sino de los ciudadanos todos. (…) La responsabilidad de la arquitectura es mayor. Si no hay arquitectura no hay ciudad [17].

Hace poco más de una década, Colombia estaba más inmersa que nunca en un conflicto armado entre el estado y los grupos al margen de la ley, constituidos por guerrillas y carteles del narcotráfico. Por su parte los especuladores del suelo buscaban la manera de aprovecharse de la situación para irrumpir en los centros históricos de las ciudades, y poder sacar provecho económico haciendo arquitecturas insonoras, incoloras e inhabitables. En pocas palabras salir a las calles, en especial las de Bogotá, era un acto de valentía.

De repente, de la mano de algunos hechos políticos, surgió un proyecto arquitectónico - la renovación del museo del Banco de la República- que se materializó a un par de cuadras de la localización de lo que hoy es el Centro Cultural Gabriel García Márquez. Era una obra de otro importante arquitecto: Enrique Triana. Salmona en agradecimiento -y a pesar de que entre ellos no hubiese una buena relación- por su obra que se abría a la calle, que era incluyente; de manera sobria le remitió unas profundas palabras a través de una nota que decía: "que bella obra le has regalado a la ciudad".

Después de algunos años la oportunidad fue para el mismo Salmona, quien no escatimó en escribir un discurso político de integridad e integración a través de su obra. Hay que destacar el profundo amor que este maestro profesaba por su país; cada oportunidad de construir ciudad -a través de la arquitectura- se convertía para él en una posibilidad de aportar un grano de arena a la esperanza de un futuro mejor para los colombianos.

En alguna ocasión mencionó: "Vivimos en medio de tragedias permanentes, pero también acompañados de la alegría de vivir. Ni siquiera en sus peores momentos ha perdido Colombia la posibilidad de cantar, bailar, escribir, soñar y construir. No ha perdido esa fortaleza. No ha perdido ese entusiasmo. (…) El canto a la vida es permanente porque se sabe que la vida es fugaz y la muerte imprevisible. Se vive sin memoria, pero es inevitable recordar. Se quiere tener identidad, pero no se trabaja para conseguirla. La identidad se construye todos los días" [18].

El Centro Cultural Gabriel García Márquez al igual que el museo del Banco de la República, se han encargado de seguir tejiendo con visión al futuro, los lazos de identidad entre los bogotanos. Este par de intervenciones, no sólo rompieron los muros que paramentan las edificaciones coloniales del centro histórico de la ciudad; sino que se han propuesto romper las cadenas de la desigualdad social, y entregar una dosis de esperanza, de confianza, de colectividad, de paz, de unidad, de humildad, de libertad no sólo a los habitantes de la ciudad sino a los más de 45 millones de seres humanos que habitan este país; y que a través de las obras arquitectónicas incluyentes, día a día se dispongan a conocer su tierra, su historia y sus costumbres. Como dice Salmona "la identidad se construye todos los días".

Valores como la seguridad, la confianza o la paz; en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, han dejado de pertenecer a un lenguaje de muros, de fortalezas, y se han convertido en vacíos. Ahora lo seguro no se plantea como lo encerrado o lo hermético; lo seguro es sinónimo de transparencia, de evidencia; en definitiva de una arquitectura de puertas abiertas. Comenta Salmona: "Es necesario pensar en la perdurabilidad, en el futuro, en los niños de hoy y hombres de mañana. Estamos urgidos de nuevas propuestas estéticas, espirituales, funcionales. Como lo profetizaba Albert Camus: <>. (…) Intentamos hacer una arquitectura embebida de esperanzas, y posibilidades" [19].

Conclusión

El Centro Cultural Gabriel García Márquez es una obra arquitectónica que promueve la integración entre el ser humano con: los otros seres humanos, a través de la oferta de espacios colectivos - terrazas y patios- que permiten su interacción. Con su entorno -urbano y natural- a través de las relaciones visuales, y de los otros sentidos, con arquitecturas del pasado y con los cerros orientales de la sabana de Bogotá; y también con el aire, el agua, la vegetación, la luz, la transparencia y las penumbras presentes en el paisaje interior que ha sido creado por la obra.

Este edificio promueve la integración del ser humano con su historia, con sus costumbres, con las tradiciones constructivas, y con los ritos y mitos, que forjan el origen de su existencia como miembro activo de un determinado grupo social que comparte una memoria colectiva.

Esta obra también promueve la integración del ser humano con su ser, con su esencia, en la medida en que estimula sus sentidos- vista, olfato, oído y tacto- y le invita a habitar en aquellos rincones donde la envolvente del edificio se reduce a su escala, se aproxima al contacto con su piel. Espacios que permiten que las personas se detengan por un momento a pensar, a meditar, a leer, a soñar. Espacios donde inmerso en una colectividad el ser humano puede sentir que tiene un espacio para él, que tiene un lugar en el universo.

Puede que todas estas reflexiones se interpreten como alabanzas a la obra de este arquitecto; pero más que ello, han surgido como un diálogo entre quien quiere saber de la obra y la obra misma, que por su existencia, por su evidencia ha dado cuenta de su concepción, ha revelado las intenciones que alguna vez su autor plasmó en unas líneas o en otras obras, y que se han materializado para permitir que el habitar del ser humano en esta tierra sea mucho mejor. Como dice Heidegger, "así la obra de arte habla de esta manera con quien la interroga" [20].

Palabras finales de Rogelio Salmona sobre el Centro Cultural Gabriel García Márquez

"Que se me hubiera invitado a diseñar el edificio para la sede del Fondo de Cultura Económica de México en el corazón de Bogotá fue para mí, además de un privilegio, una enorme responsabilidad intelectual, profesional y urbana.

Difícil tarea a la cual dediqué todos mis esfuerzos para poder insertar, en la Candelaria, centro histórico de la ciudad, una arquitectura urbana respetuosa, que entienda los deseos de bienestar y goce y que exprese una modernidad consecuente con el lugar de la ciudad donde se encuentra, que cree espacios públicos sin barreras, variados, apropiados para cada sitio y apropiables por todos los habitantes. Que permitan una ocupación sabia, política y generosa. Quise hacer una obra abierta al encuentro, a la alegría, al goce, a la sorpresa, a la meditación, donde la arquitectura volviera a su condición de símbolo, a jugar un papel importante en nuestra ciudad, no sólo por su calidad constructiva, por su implantación respetuosa en el lugar, sino también, y porque no decirlo, por su belleza y significado. Una obra abierta, porque creo que así debe ser un edificio para la cultura y el conocimiento.

Una obra así pensada permite ciertas libertadas, o mejor, las exige. Exige, por ejemplo, componer con espacios abiertos, ojalá sorpresivos, ricos en recorridos que pongan en evidencia la belleza del entorno, su contexto urbano, sus siluetas y paisajes, su imponente geografía, con transparencias entre sus partes, con sesgos y luminosidades repentinas recogidas por los muros o el agua que la recorre indiferente, como seguramente lo harán algunos de sus usuarios, y eso está bien. Como en el pasado, la arquitectura debe volver a emocionar y a construir el espacio público, que sea la esencia de la ciudad y no, como hasta ahora, un espacio residual. Constituye un acto culto, humilde y de onda permanencia. La arquitectura está hecha para ser vista, vivida y usada, tanto a quien le pertenece, como por todas aquellas personas que son testigos de su presencia en la ciudad. La arquitectura es un bien común" [21].

Notas


1. Recuperado de: http://www.fundacionrogeliosalmona.org/rogelio-salmona/biografia
2. Sociedad Colombiana de Arquitectos, "Rogelio Salmona: espacios abiertos / espacios colectivos", Bogotá: SCA, 2006, p. 93.
3. SCA, op. cit., p. 84.
4. SCA, op. cit., p. 50.
5. SCA, op. cit., p. 74.
6. SCA, op. cit., p. 92.
7. SCA, op. cit., p. 60.
8. Ídem.
9. SCA, op. cit., p. 94.
10. SCA, op. cit., p. 89.
11. SCA, op. cit., p. 50.
12. SCA, op. cit., p. 93.
13. SCA, op. cit., p. 94.
14. SCA, op. cit., p. 88.
15. SCA, op. cit., p. 36.
16. SCA, op. cit., p. 91.
17. SCA, op. cit., p. 20.
18. SCA, op. cit., p. 89.
19. SCA, op. cit., p. 90.
20. Heidegger, Martín, "Arte y Poesía", México: FCE, 1978.
21. Texto tomado de la página oficial del Fondo de Cultura Económica de México en Colombia. http://www.fce.com.co/index.asp

Bibliografía

Heidegger, Martín, "Arte y Poesía", México: FCE, 1978.
Sociedad Colombiana de Arquitectos, "Rogelio Salmona: espacios abiertos / espacios colectivos", Bogotá: SCA, 2006.
Texto tomado de la página oficial del Fondo de Cultura Económica de México en Colombia. Recuperado de http://www.fce.com.co/index.asp

Jorge Anibal Manrique Prieto