Arquitectura y Humanidades

Propuesta académica


Luis Barragán

 
Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

Introducción

¿Por qué insistir en hablar de Barragán cuando ya mucho se ha dicho sobre él? Porque aún con lo que se le ha estudiado, su legado atemporal sigue siendo vigente y rico en enseñanzas que no se limitan a la arquitectura aunque se encuentren ligadas a ella. Luis Barragán Morfín (Guadalajara, Jalisco; 1902 - México, D.F.; 1988) siendo ingeniero civil de formación, ha pasado a la historia como un gran arquitecto por vocación, perceptibilidad y talento. No sólo es el único mexicano galardonado con el Premio Pritzker, el cual recibió en 1980, sino también uno de los arquitectos más influyentes de su época ya que con su trabajo logró traspasar las fronteras de su tierra y de la modernidad con la que convivía, aportando su propia voz creativa.

Son varias las cualidades que se pueden observar de Barragán en su proceso de evolución como arquitecto, las cuales se reflejan tanto en sus proyectos construidos como en los inmateriales. Estas aptitudes se pueden resumir, tal vez, en su capacidad de plasmar y transmitir la sensibilidad humana desde su ser hasta la arquitectura a la que dio vida, elevando su obra sobre lo simplemente edificado. Pero esta habilidad no fue sólo innata, el arquitecto se dedicó a alimentarla gozando del arte y el silencio, orando y valorando la soledad, montando caballos y viajando, leyendo y cuestionándose, aprendiendo y sintiendo, y proyectando, pero recreando sus memorias. En fin, forjó la riqueza de su propia vida con vulnerabilidades y virtudes, que pudo expresar en su producción arquitectónica.

La sensibilidad que Barragán desarrolló lo acercó al diálogo armónico con el entorno donde emplazaba su arquitectura y al entendimiento de la conjugación de los elementos vitales en el diseño: el cielo, la tierra, el agua, la luz, la vegetación y el ser humano desde afuera hacia su interioridad más profunda en conjunción con los sólidos y los vanos de sus proyectos. El resultado en muchos de los casos de calidad poética.

Para comprender dicho adjetivo, más bien hay que sentir y fluir al recorrer sus obras. Para acercarse a Barragán, hay que trascender el papel, lo que aparece a simple vista y el análisis racional para ser capaz de adentrarse en su arquitectura, con la imaginación y con la piel. Sólo así se puede aprender de lo hondo de la vivencia humana acogida entre los espacios que soñó para luego hacerlos realidad.

Sus creaciones arquitectónicas, sobre todo las de su etapa más madura y consolidada donde ya había forjado un lenguaje propio, son oasis que nos refugian en una atmósfera dibujada por la luz y nos exhortan a la introspección en un silencio meditativo e íntimo, ofreciéndonos una experiencia existencial del habitar. Aceptando esta oportunidad tenemos la libertad de llegar al nivel de profundidad perceptiva para el que estemos listos. Así se hace poesía, también en arquitectura, ofrendando la posibilidad al ser de tener una vivencia transformadora que estimula y alivia al cuerpo, a la mente y al espíritu.

Ojalá las siguientes reflexiones sobre Barragán además de presentar los variados temas a meditar que surgen desde un punto de partida en común, sean un pretexto más para incitar al descubrimiento vivencial de su obra. La invitación queda hecha, a todos los habitantes, arquitectos o no, a perderse entre estas letras y entre los muros barraganianos para encontrar lo más valioso que estos encierran, el espacio para estar, para ser, para habitar, que es capaz de mostrarnos un poco de nosotros mismos al susurrarle algo que tiene sentido a nuestra alma.

 

Karina Contreras Castellanos