Arquitectura y Humanidades

Propuesta académica
 

 
Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

 

"De la tiza a la experiencia"
Casa Caballero de Luis Barragán

Luz Gabriela González Rocha


No la acaricié pero la imaginé, y por un largo tiempo que se fragmentó, en instantes la habité. Espacio por espacio, mientras mi mirada leía una serie de líneas dibujadas sobre papel, mi imaginación se fue transportando a cada lugar, imaginando cada elemento que el arquitecto Barragán había logrado crear para dar vida a cada rincón de ese hogar. Me refiero a hogar, ya que al ir develando poco a poco, con ayuda de la técnica, pude imaginar que ese espacio bien puede albergar una familia, sentir el calor de cada uno de sus integrantes, brindarles cobijo, encuentros consigo mismos, seguridad, confianza y convertirlo en su hogar. Sin duda alguna, está claro que el arquitecto conocía y entendía no sólo las necesidades de cada individuo que habitaría cada uno de los espacios, y supo expresarlos considerando la voluntad de vida de cada uno de ellos.

A priori como diseñadores, debemos saber, aceptar y creer de dónde venimos y quiénes somos, como lo sugiere Octavio Paz a lo largo de algunos capítulos de su libro "El laberinto de la soledad"; "Somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas" [1].

Una línea horizontal da la impronta, que tras esos muros se cuida algo especial, algo que aún no se sabe qué es, pero que sin duda es la respuesta a un saber, un reflexionar y escuchar una voz interior que el autor de dichos muros lo tuvo. Se puede percibir una inmensidad oculta tras ese objeto que hasta ahora puede parecer extraño. Un umbral da la bienvenida a un espacio, por el que se pasa para descubrir la inmensidad, como diría Bachelard "pasar de la miniatura a la inmensidad" [2].

Una obra arquitectónica, no se encierra solamente en sus muros, es sólo la invitación para experimentar, mediante ella, un universo propio sin límites. Un vestíbulo que recibe, y bifurcando el espacio, es una invitación hacia internarse dentro de él o elegir descubrir la parte superior mediante una serie de peldaños que quedan al descubierto, mostrando su esencia. Eligiendo delatar el interior, nuevamente, por medio de espacios libres, el habitante se vuelve el protagonista al elegir su propia experiencia.

Luz que se filtra por uno de los espacios aún no visibles, denota que se existe un lugar amplio, que permite una entrada brillante de luz natural, atraída hacia ese lugar, se descubre una alberca, a manera de espejo de agua, de donde nace un esbelto muro y donde se refleja una luz brillante de algún vano que no es perceptible, pero mediante el juego de sombras y luz que provoca en el agua y en el muro se sabe que existe. Todo esto puede ser contemplado desde un escenario, que se vuelve el núcleo de diversas atmósferas, pues, por otra parte, se localiza un gran vano hacia el exterior que pasa de una escala a otra. Louis Kahn, en una de sus frases consigue describir cómo, mediante la arquitectura y las posibilidades de provocación de sensaciones y percepciones que se pueden dar en los espacios, son capaces de crear un mundo personal e individual, con el uso de la luz y sus cualidades es capaz de crear infinitas presencias. "La estructura es la creadora de la luz y la luz es la creadora de todas las presencias" [3].

La arquitectura comienza a hablar desde su interior, y ese núcleo interior no es ningún otro más que el habitante, que se vuelve miniatura ante tal espectáculo. Así, es que lo grande está contenido en lo pequeño esperando a ser develado, expresado, recorrido. El autor pudo imaginar, mediante una imagen poética [4] y así lograr crear, pero no crear como vivir, sino vivir como crea, tan bellos espacios.

Si hubiese elegido el lado contrario al recorrido, se llega a una experiencia totalmente diferente, muros ciegos, y algunas puertas despiertan la curiosidad ante el habitante. Está claro que el arquitecto mediante dicha respuesta formal, quiso envolver, resguardar un espacio privado, al que pocos serían invitados a conocer; y sin quitarles protagonismo vuelve a los espacios servidores parte de la obra.

A lo largo de un travesía que pudo haber sido monótona, se destila por uno de sus muros, una hermosa celosía que permite el contacto con el exterior y rompe con la continuidad, y así va formando, a lo que Graciela Montes llama un mundo de capas, experiencias que se van recorriendo y van transformando el mundo que conocíamos, simultáneamente que lo hace el ser habitante. [5] Al final de ese pequeño recorrido, y reafirmo pequeño, porque cuando se logra una conexión con el espacio, el tiempo parece ser fugaz, lo material ya es secundario, la experiencia del alma lo sobrepasa. En la intimidad de un espacio que hospeda una tranquilidad y paz, se encuentra la sala y el comedor, que con unos elementos tan sutiles como una chimenea central que recuerda el calor de un hogar, o de las bancas situadas a cierta altura donde se puede percibir una bella vista hacia el exterior, o el sonido tranquilizador de un chorro de agua que puede llegar a penetrar el interior de cada individuo, logra que el tiempo mecánico se convierta en sensaciones, emociones, recuerdos y pensamientos.

Pero ¿cómo pudo el autor saber que estos pequeños detalles pueden cambiar al habitante?, la respuesta no puede ser certera, sin embargo, no puede caber alguna duda de que el arquitecto se encontraba en una inmensidad íntima, de la cual comenzaron a surgir imágenes poéticas que poco a poco les fue dando forma, pues el artista encuentra primero su espacio donde se siente seguro para poder fecundar su obra; al respecto comenta Bachelard "La representación no es más que un cuerpo de expresiones para comunicar a los demás nuestras propias imágenes" [6]. O quizá solo se dio cuenta de que somos simples mortales y que necesitamos de un contacto con la naturaleza, con todo aquello que no controlamos en su totalidad, pero que con pequeños destellos podemos acercarnos a ellos, a un goce del alma.

Y sin querer terminar de explorar el espacio en su totalidad, regreso hacia el inicio, al umbral que me separó, dándome cuenta que cada espacio esconde rincones, y que cada elemento fue pensado por el arquitecto, no puedo imaginar ningún muro desfasado, o alguna escalera desigual, me queda claro la importancia de cada una de éstas, las pequeñas helicoidales serán de servicio y tímidas, parecen esconderse para evitar romper con esa quietud y armonía ortogonal, pero están presentes. Y si no fueron prescindidas es porque tienen su importancia. Son esas pequeñas sutilezas de las que habla Heidegger que se encuentran al develar una obra, que se van mostrando poco a poco, sin la necesidad de ser protagonistas, pues no luchan por ellos, simplemente son sinceras con su función y con su origen, que no necesitan más.

De vuelta, en los peldaños puros que se amarran a un muro lateral que dan comienzo a un ascenso hacia un nuevo mundo. Una recibidor confina por un pequeño momento las opciones del recorrido, nuevamente un matiz de luz invita a girar hacia izquierda. Una sería de puertas que indican, se está dentro de los dominios de la intimidad. Cada refugio, cada espacio de intimidad, cada concha [7] aloja un mundo individual, único de cada habitante, donde el artista logra un espacio casi perfecto para arropar los más bellos sentimientos y probablemente elevar al habitador a un estado de ensoñación, un espacio que encierra afectividad y así adquiere un valor propio, logra una conexión que se vuelve significado al habitante; el contacto con el exterior se logra mediante celosías que permite que la luz natural se penetre en su interior, cambiando de atmosferas durante el día y la noche.

Un cambio de nivel, sugiere la entrada a un espacio de mayor importancia: la recamará principal, que ya da una cálida bienvenida a través de ventanal que juega con el vacío y sólido, haciendo sentir que no somos más que mortales, y que invita a descubrir la inmensidad intima [8] y nos prepara para experimentar con gran intensidad. Un muro esbelto separa al pequeño recibidor de la recámara, que mantiene aún más la privacidad del espacio, pero ya en su interior una chimenea y una terraza se contraponen para proporcionar un lenguaje particular de cada elemento, uno sugiere la calidez, y el otro al aire fresco, una hermosa vista y el exterior, tan distintos, pero cada uno cumple su función.

Del ala oeste, de la ahora ya obra de arte, se encuentra un pequeño estudio custodiado por una terraza, en la cual mediante un vano filtra la entrada de luz que provoca el juego de sombras ya mencionado en la alberca de la planta baja. Es en este punto donde el espacio no sólo se realiza con material, y el espectador comienza a construir sus propias emociones, sentimientos y memorias, sin tiempo atado.

Y así, poco a poco, mediante recorridos se va formando un nuevo mundo basado en experiencias al pasar por cada espacio. Lo artificial comienza a convertirse en arte, gracias a la imaginación. El artista logra crear un mundo nuevo, trata de atrapar y contener la imagen poética en su obra; pues para hacer arquitectura, realizar espacios, el artista imagina, se instara en una construcción mental, impregnando mediante lo tangible un sentido.

Al recorrer este maravillo espacio, se puede leer también el compromiso y la pasión con la que logró atrapar la vida y sus posibilidades. Propiciando que el sujeto se apropie de él. Pues cuando el usuario se encuentra consigo mismo; es el mejor instante. Único e inconfundible.

Notas

1. Paz, Octavio, "El laberinto de la soledad, Postdata, vuelta a el laberinto de la soledad", México: FCE, 2012, pp. 11-210. Dentro de los primeros capítulos el autor va describiendo de manera histórica una serie de sucesos y su importancia, tal que forman parte de la cultura del mexicano; fuera de nacionalidad se puede aplicar ciertos conceptos para lo general, como la identidad, la parte cultural, lo histórico, los mitos y ritos que son parte necesaria de cada individuo.
2. Bachelard, Gastón, "La poética del espacio", México: FCE, 2000, pp.184-192. Entiéndase a la miniatura no como cuestión de escala, sino lo que se puede lograr con pequeños detalles o sutilizas que el ser humano puede captar, que logran detonar la inmensidad intimida dentro de cada individuo. En ocasiones la miniatura hace referencia y se encuentra en pequeños espacios simples, sencillos, donde el habitante se siente inmenso, grande, es el protagonista.
3. Brownlee, David, "Louis I. Kahn: en el reino de la arquitectura", Barcelona: Gustavo Giili, 1998, p. 202.
4. Bachelard, op. cit., pp. 7-32. La imagen poética surge de un ensueño poético, de un goce del alma, es algo nuevo, y no es el sustituto de un objeto, el autor dice al respecto "En una imagen poética el alma dice su presencia"; el alma inaugura, el alma viene a inaugurar la forma, a habitarla y complacerse en ella. La imagen poética da origen a una obra de arte que busca que el ser humano se identifique en ella, ser en ella. Surgimiento de un lenguaje nuevo, libre.
5. Montes, Graciela, "La frontera indómita: en torno a la construcción y defensa del espacio poético", México: Fondo de Cultura Económica, 2001, pp.15-17.
6. Bachelard, op. cit., p. 186.
7. Bachelard, op. cit., pp. 140-170. El autor hace referencia a la concha, como metáfora de todos aquellos espacios que se pueden transportar en la mente y memoria, al ser apropiados por el ser, son aquellos espacios de pertenencia, donde el habitante se siente seguro, donde puede ser libre y brinda la oportunidad de reconstruirse y crearse nuevamente.
8. Bachelard, op. cit., pp. 220-249. En este capítulo Bachelard sugiere que la inmensidad intima se encuentra en el interior de cada individuo y que es un estado al que se puede llegar mediante la experiencia o la imaginación poética, ya que el ser puede reconocer cada elemento/espacio y descubrir dentro de él su propia existencia que hace que su alma tenga un goce perpetuo.


Bibliografía

Bachelard, Gastón, "La poética del espacio", México: FCE, 2000.
Brownlee, David, "Louis I. Kahn: en el reino de la arquitectura", Barcelona: Gustavo Giili, 1998
Montes, Graciela, "La frontera indómita: en torno a la construcción y defensa del espacio poético", México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
Paz, Octavio, "El laberinto de la soledad postdata vuelta a El laberinto de la soledad", México: FCE, 2012.


Luz Gabriela González Rocha