Arquitectura y Humanidades

Propuesta académica
 

 
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De la experiencia interna al objeto arquitectónico: el arquitecto Luis Barragán y Las Arboledas.

Karina Contreras Castellanos


"Nunca olvidaré ese acontecimiento interior, en el que fui testigo del nacimiento de la Conciencia de Mí mismo, y del cual puedo evocar todavía el momento y el lugar. Una mañana estaba yo, cuando era muy niño, en la puerta exterior mirando hacia la izquierda una hacina de leña, cuando, de repente, la visión interior yo soy un Yo descendió como un relámpago desde el cielo hacia mí, y continuó siempre desde entonces como una luz resplandeciente. Entonces vi mi Yo, por vez primera y para siempre." [1]

Esta cita nos lleva a un momento de descubrimiento del conocimiento interior. El cómo a un individuo se le revela la conciencia de sí mismo, lo cual es una característica imprescindible en un ser que, al conectar con su propia esencia construye una existencia profunda.

Tal es el caso de Luis Barragán, cuya sensibilidad y conciencia interior contribuyó a que fuera un visionario de la arquitectura no sólo para México, pues ha influido en el mundo a otros grandes arquitectos como Tadao Ando y John Pawson. Pero tal afirmación debe sustentarse.

La trascendencia de la obra de Barragán es palpable y eso lo hace vigente en nuestra época. Varias de sus propuestas arquitectónicas están aún vivas más allá de ser tratadas como piezas de museo. Obras como las de Las Arboledas, la Casa Gilardi y el Convento de Capuchinas, aún con sus cambios en el tiempo, tienen validez al conservar su uso original y ser aún habitadas. En ellas se manifiesta la filosofía y el concepto de la arquitectura emocional impregnado de poética que son parte del universo de Barragán y que tampoco tienen caducidad.

Este mundo interior del que también forman parte el talento nato y la imaginación de este personaje, lo llevaron a tener gran penetración en el campo arquitectónico, aunque su formación académica se realizó en el campo de la ingeniería. Por lo tanto, Luis Barragán fue un líder creativo que con su dedicado trabajo, llevando a la acción sus ideales poéticos y espirituales, ejerció un parte aguas en la arquitectura mexicana y en el panorama internacional que, sin renunciar al lenguaje de abstracción moderna de su época, supo trascender su funcionalismo.

La humildad también estaba presente en él, admitía la grandeza de otros y aprendía de ellos como se puede apreciar en algunas cartas en las que intercambiaba ideas con personajes como el pintor Joseph Albers y el arquitecto Louis Khan. También reconocía la colaboración de todos los miembros de su equipo en su quehacer arquitectónico. En su discurso de aceptación del Premio Pritzker de 1980, da fe de ello, al agradecer no sólo a sus colaboradores, sino extendiendo el honor al reconocimiento de su trabajo, a la cultura de México.

"Tengo plena conciencia, por tanto, que el premio que se me otorga es un acto de reconocimiento de la universalidad de la cultura y, en particular, de la cultura de mi patria. Pero como nunca nadie debe todo sólo a sí mismo, sería mezquino no recordar en este momento la colaboración, la ayuda y el estímulo que he recibido a lo largo de mi vida por parte de colegas, dibujantes, fotógrafos, escritores, periodistas y amigos personales que han tenido la bondad de interesarse en mis trabajos". [2]

Pensador profundo, a solas con su alma, el arquitecto reflexionaba constantemente. En una entrevista que le hizo Elena Poniatowska en 1976, le preguntó por qué lo comparaban con el pintor italiano de Chirico, a lo que él respondió: "(…) por las terrazas y los patios de una gran soledad." [3]

Pero la suya es una soledad que no raya en la tristeza, tal vez evoque nostalgia, pero a su vez, es cálida, de experiencia interna en búsqueda de la serenidad o que llega más allá, hacia el cuestionamiento de la propia existencia. La intensidad y profundidad de Luis Barragán queda plasmada en sus creaciones. El origen de ello debe partir de sus mitos, valores, influencias y motivaciones, que juntas en su imaginario supo expresar al exterior, en sus obras y en sus palabras, algunas de las cuales aún podemos leer en algunos textos donde se manifiestan sus meditaciones.

"La belleza es una forma del genio; más alta en verdad, que el genio, pues no necesita explicación. Es una de las grandes realidades del mundo, como el sol o la primavera, o el reflejo en el agua oscura de esa concha de plata que llamamos luna… a la belleza el tiempo no la puede dañar. Las filosofías se derrumban como arena; pero lo que es bello es un goce para todas las estaciones, una posesión para la eternidad (…)" [4].

Poeta íntimo e introspectivo, pero que comparte su sentir con el mundo, y con ello ha dejado huella. "Mi casa es mi refugio, una pieza emocional de arquitectura, no una pieza fría de conveniencia. Creo en una arquitectura emocional. Es muy importante para la humanidad que la arquitectura gire en torno a la belleza; si hay varias soluciones técnicas a un problema, la que le transmite al usuario un mensaje de belleza y emoción, eso es arquitectura. Una obra de arquitectura que no expresa serenidad no cumple con su misión espiritual (…)" [5].

Con todo lo anterior es difícil creer que Barragán no tuviera conciencia de sí mismo, y con ello una claridad de pensamiento que le permitía revelar en el diseño de su arquitectura valores trascendentales y espirituales que no sólo evocaba, sino que continua transmitiendo a quién la experimenta.

Luis Barragán trascendió el simple quehacer arquitectónico, lo elevó y dignificó, he ahí su heroísmo, se dedicó a él "como acto sublime de la imaginación poética," [6] palabras con las que lo describió Jay A. Pritzker cuando el arquitecto mexicano fue galardonado con el premio más importante en su rubro.

Entre sus obras vivas se encuentra lo que diseñó para el fraccionamiento de Las Arboledas y sus paseos urbanos en los antiguos terrenos de sembradíos y restos de la ex-hacienda de San Mateo entre los municipios de Atizapán de Zaragoza y Tlalnepantla en el Estado de México.

En un arquitecto tan comprometido como Barragán se supondría la génesis de sus proyectos a partir de un análisis de contexto social, histórico y cultural en el que serían desarrollados, que mezclado con su pensar, sentir y crear resultarían en ejemplos destacados. Pero es necesario reflexionar si en realidad tomaba en cuenta estas consideraciones, así como el futuro de sus obras: su adaptación al paso del tiempo, a la aparición de nuevos paradigmas, o incluso si pensó en su obsolescencia. Para tratar de entender si en Las Arboledas meditó sobre estos aspectos y es un proyecto concebido por para integrarse en una comunidad y sus valores, habrá que remontarse a su origen.

A la mitad de la década de los años cincuenta, el arquitecto y un grupo de socios e inversionistas, planearon construir un nuevo asentamiento residencial, pero con enfoque deportivo, primordialmente hípico, en la entonces nueva zona suburbana cercana a la Ciudad de México. El diseño de este conjunto a cargo de Barragán empezó en 1958 y concluyó en 1963, y en él se dio prioridad a la configuración de áreas verdes junto con amplias calles y circuitos. Su punto de partida da a la autopista a Querétaro, por lo que pensó en un acceso al fraccionamiento que fuera visible para el automovilista. La Avenida de la Hacienda y el Paseo de los Gigantes, vías principales de las Arboledas se proyectaron cuidando integrar las filas de árboles que existían en el sitio. A lo largo de los ejes principales de las avenidas se propusieron varios hitos arquitectónicos: el Muro Rojo, la Fuente del Campanario y El Bebedero como remate oriental.

"La Plaza del Bebedero no es sólo una gran escultura abstracta, compuesta a partir de una pileta de antracita gris, así como de paneles blancos y grises, sino que marca a la vez la frontera entre los fraccionamientos de Las Arboledas y Los Clubes, un lugar donde confluyen paseantes, caballos y automovilistas." [7].

Así podemos deducir que se estudiaron las necesidades de un nuevo tipo de asentamiento para la época, que buscaba dar respuesta a las demandas de la entonces llamada vida moderna. Modernidad que en este proyecto se quería insertar en terrenos que entonces encajaban con la idea nostálgica de la tradición rural, pero con aspiraciones burguesas urbanas, vivienda, automóvil, peatón y caballos, todo ello producto de la ideología de arquitecto.

"En mi trabajo subyacen los recuerdos del rancho de mi padre, donde pasé años de niñez y adolescencia, y en mi obra siempre he luchado por adaptar a las necesidades de la vida moderna la magia de esas añoranzas, de aquellos remotos y nostálgicos años." [8] Pero no hay que olvidar que el planteamiento de Las Arboledas también respondía a los intereses de los inversionistas que lo veían como un negocio que tenía perspectivas favorables al empezarse a extender la Ciudad de México y conformarse la Zona Metropolitana del Valle de México.

La arquitectura para caballos fue uno de los conceptos detonadores del proyecto residencial, idea fascinante para Barragán, pues estaba arraigada en su imaginario desde la niñez, al igual que las visiones de jardines y las sensaciones del agua, que fueron aunándose a otras inspiraciones que surgían de experiencias que tuvo el arquitecto a lo largo de su vida.

Conjugar lo ecuestre se prestaba en el área por los ranchos existentes y por la naturaleza del pueblo aledaño de San Mateo Tecoloapan, cuyas necesidades, sin embargo, parecen haber pasado casi desapercibidas para su integración al conjunto de las Arboledas. Eso es claro hasta el día de hoy cuando además de las fronteras físicas que lo separan, también se nota que el ritmo de su gente queda excluido del de la zona residencial. Esta situación sugiere que se impuso un modelo de socio económico que nada tenía que ver con el sitio y sus costumbres.

Pero lo que Barragán si tomó en cuenta en esta propuesta, y es una constante en su filosofía arquitectónica con raíces desde su infancia, fue la creación de espacios públicos a lo largo del proyecto que cuidan y resaltan elementos del contexto natural existente combinando el uso de materiales que recuerdan a la tradición de la arquitectura de las haciendas.

"De niño me la pasé a caballo, viendo casas que cantan sobre la tierra, recorriendo ferias populares; recuerdo que veía siempre el juego de las sombras sobre las paredes, cómo el sol del atardecer se iba debilitando -todavía había luz-, y cómo entonces cambia el aspecto de las cosas, los ángulos se atenuaban o las rectas se recortaban aún más; de allí también mi fijación en los acueductos. En los ranchos mexicanos siempre se oyen chorros de agua; nunca he podido hacer una casa o un conjunto arquitectónico sin incluir un estanque o un chorro de agua o un fragmento de acueducto. Nunca he dejado de pensar tampoco en los caballos. En las Arboledas pude darme gusto al construir un gran estanque rectangular entre los eucaliptos; al hacerlo, sin embargo, pensé en los jardines persas, pensé también en de Chirico, pensé también que el agua es espejo y me gustó que reflejara las ramas de los árboles (…)" [9].

"(…) yo relaciono mi infancia con mi arquitectura a través de mi amor al paisaje y de mi vida en el paisaje; de allí salieron El Pedregal, Las Arboledas. Siempre he luchado por una arquitectura que no destruyera el paisaje y que fuera acorde con él. De mi amor al paisaje y a los animales del paisaje, a los caballos particularmente, salieron establos, fuentes, que en realidad son bebederos o baños de caballos; de allí salieron los muros que protegen a los caballos (…)" [10].

Así, en este diseño logró un ritual de variadas sensaciones en la articulación de los hitos urbanos propuestos en el proyecto residencial, creando paseos entre sus muros que juegan con el agua y una composición en diálogo con los eucaliptos enormes que los flanquean como se puede aún percibir en el Bebedero.

Tal como se puede ver, el análisis de la obra arquitectónica debe tomar en cuenta si desde el origen de su proceso de diseño existieron una serie de consideraciones que contribuyen a solucionar de manera óptima el problema planteado, en lo cual es imprescindible incluir aquellas que juntas conforman un espacio apto para habitar. Como sugiere Heidegger, se debe pensar y construir para habitar, entendiendo el habitar en términos de significación existencial en armonía con uno mismo, con los otros y con el contexto circundante, por lo que vincula a este fenómeno con la poética y sus efectos.

De ahí la importancia de iniciar un proyecto desde el análisis sensible y ético del contexto físico, social y cultural en el que se inscribe, así como de las necesidades humanas a todos los niveles, que incluyen las del cuerpo, la mente y el espíritu. Proyectar requiere intuición, conocimiento, trabajo y también del enriquecimiento que provee el desarrollo de la interioridad del mismo arquitecto, para lograr configurar la particular espacialidad que resulta del lugar y su relación armónica con el ser humano. Diseñar es una habilidad de ir y venir dentro de la solución de los fines prácticos y formales, pero sin olvidar lo sensorial y lo sensible, y los objetivos de la significación existencial tal como lo hacía Luis Barragán.

Según las ideas anteriores, y aun cuando existen puntos cuestionables como aquel en el que se deduce que el poblado existente no fue tomado en cuenta como parte del conjunto, se puede decir que los espacios públicos que Barragán proyectó para Las Arboledas manifiestan la cualidad poética arquitectónica. El Bebedero, como ejemplo, gracias a ello aun en la actualidad propicia la inspiración y serenidad necesaria para el habitar que inicia con la reconexión del propio ser y su sentido.

Hoy las Arboledas y su comunidad mucho han cambiado, más allá de la proyección que del futuro haya hecho o no el arquitecto. No obstante él mismo fue testigo de algunas modificaciones, pues ya para 1980, Mario Schjetnan en una entrevista le preguntó qué opinaba acerca de las transformaciones e incluso de las destrucciones de varias de sus obras, haciendo énfasis que las fuentes se encontraban en el abandono. A lo que Barragán contestó: "Desafortunadamente vivimos una época cuyo valor supremo es el dinero. En este marco de valores, la arquitectura, y más aún la arquitectura de paisaje, es un valor frágil, penosamente efímero" [11].

En lo personal, también he sido testigo de parte de estos cambios al haber sido habitante de Las Arboledas, por lo tanto, sus obras para mí no son sólo referencias aprendidas de algún libro de arquitectura, sino que forman parte de los paisajes de mi cotidiano y de mi memoria.

Así he podido observar como el vecindario poco a poco se quedó sin caballos, y los automóviles han invadido con su tráfico y ganado terreno sobre lo peatonal. He visto como los valores de la clase media con aspiraciones burguesas se apoderaron de la arquitectura que produjo fachadas pintorescas en las viviendas que se multiplicaron en el fraccionamiento. Y como El Bebedero y su cercana Fuente del Campanario, ambas obras destinadas para los caballos, están actualmente muy deterioradas, aunque han habido intentos de rescate y mantenimiento.

Ahora el "Paseo de los Gigantes", eucaliptos en lugar de caballos, cobija a los corredores, y paseantes que se han apropiado de este espacio manteniéndolo vigente. Es un lugar que está vivo, se camina, se disfruta, se utiliza como punto de encuentro y convivencia de la comunidad. Pero los hitos de Barragán, aún presentes, a veces quedan en silencio, y la gente poco reflexiona en su conservación como parte de ese paisaje que todos los días recorren y que por su existencia lo elevan a poesía.

Las obras en Los Clubes y otros elementos de la urbanización del diseño original como el Muro Rojo, son como oasis atrapados entre la especulación inmobiliaria, que va deteriorando la esencia residencial y serena del sitio, promoviendo la creciente aparición de comercios, creando zonas de conflicto y tráfico.

Mientras Office Depot sobre Avenida de la Hacienda se hace más vigente, hoy ya no puedo acceder a la fuente de Los Amantes que muchos años fue parte de mi recorrido a la escuela, el Muro Rojo es lienzo de grafiti y la pila del Bebedero está seca y vacía. Sentí pena al no poder ver y ni escuchar el agua que se desborda de ella y refleja en su espejo los árboles que la rodean.

Sin embargo, aún se percibe la capacidad poética del lugar que me sigue invitando a envolverme en su poética, así como se presenta ahora y tal como se aparece en las nostalgias de mi memoria. En ambos momentos el muro blanco bañado por el sol y las sombras de los eucaliptos en el remate del Bebedero me sigue abrazando con la sensación introspectiva de profunda serenidad que crea otro espacio en el espacio [12] que me rodea, uno donde por un momento me contacto y alivia al alma.

Esta reflexión es una exhortación a la revalorización y conservación de la obra arquitectónica de Barragán, especialmente ante el deterioro que hoy sufre Las Arboledas. Para esta comunidad los hitos urbanos que produjo le dieron identidad, y todavía se convierten en espacios de convivencia y de la memoria para sus habitantes. Son la manifestación material de la interiorización del sentir creativo de un hombre que dejó su huella, el arquitecto Luis Barragán. Pero, sobre todo, algunos son ejemplos de espacios públicos en los que la experiencia poética se encuentra abierta y es aún posible para todos los habitantes, de ahí que sea vital atesorarlos y tomarlos como modelos para crear más objetos arquitectónicos que promuevan el habitar poético para todos sin excepción.


Notas

1. Cassier, Ernst; "El mito del Estado", México: FCE, 1947, p. 92.
2. Riggen, Antonio. Luis Barragán. "Escritos y conversaciones", Madrid: El Croquis, 2000, p. 58. Extracto de Discurso de Luis Barragán en The Pritzker Architectural Prize1980.
3. Riggen, op cit., p. 119. "Extracto de Luis Barragán". Entrevista por E. Poniatowska. 1976.
4. Riggen, op cit., p. 41.
5. Zanco, Federica, "Luis Barragán. La Revolución Callada", Milán: Barragán Foundation / Vitra Museum / INBA, 2002, p. 50. Extracto de la entrevista por E. Ambaz de 1976.
6. Riggen, op cit., p.58. Extracto de "Discurso de Luis Barragán en The Pritzker Architectural Prize1980".
7. Zanco, op cit., p. 160. Extracto de texto por Vittorio M. Lampugnani.
8. Riggen, op cit., p. 60. Extracto de "Discurso de Luis Barragán en The Pritzker Architectural Prize1980".
9. Riggen, op cit., p. 116. Extracto de "Luis Barragán". Entrevista por Elena Poniatowska 1976.
10. Riggen, op cit., p. 119.
11. Riggen, op cit., p. 127. Extracto de "El arte de hacer o cómo hacer el arte". Entrevista por Mario Schjetnan Garduño. 1980/81
12. Término propuesto por la autora, Karina Contreras Castellanos, a partir de su tesis de investigación para la obtención del grado de Maestría en Arquitectura en el Posgrado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM: "El espacio en el espacio: vacío intangible de potencialidad poética", 2014.

Bibliografía

Cassirer, Ernst, "El mito del estado", México: Fondo de Cultura Económica, 1947.
Hartmann, Nicolai, "Estética", México: UNAM Instituto de Investigaciones Filosóficas, 1977.
Heidegger, Martin, "Construir, habitar y pensar", Conferencias y artículos, Barcelona: Serbal, 2001.
_______________, "Arte y poesía", México: Fondo de Cultura Económica, 2006.
Riggen, Antonio, "Luis Barragán. Escritos y conversaciones", Madrid: El Croquis, 2000.
Zanco, Federica, "Luis Barragán. La revolución callada". Milán: Barragán Foundation / Vitra Museum / INBA, 2002.

Karina Contreras Castellanos