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La imaginación reconstruye la arquitectura
Proyecto: Casa Caballero del Arq. Luis Barragán
Karina Contreras Castellanos
"Como arquitecto quisiera encontrar una fórmula para que
el hombre se tranquilizara en su casa, se repusiera de las agresiones de la ciudad."
Entrevista a Luis Barragán por E. Poniatowska
"Hay dos mundos. Uno de ellos existe sin que se hable nunca de él: se le llama el mundo real, porque no es preciso hablar de él para verlo. El otro es el mundo del arte: de este es preciso hablar, pues de otro modo no existiría. Si no se habla de una cosa, es como si no hubiera ocurrido. Sólo la expresión da realidad a las cosas. Es mucho más difícil hablar de una cosa que hacerla. Todo el mundo puede hacer historia: sólo un gran hombre puede escribirla… la vida tiende el espejo al arte, y bien reproduce algún tipo singular imaginado por el pintor o el escultor, bien realiza de hecho lo que ha sido soñado en ficción". [1]
¿Qué sucede cuando una sinfonía nunca es ejecutada y la partitura queda archivada? ¿Cuándo a nadie se le cuenta el cuento que fue escrito? ¿Cuándo una arquitectura queda trazada sólo en papel o se desvirtúa la creación en la obra? ¿Acaso si el proceso no se concreta en la experiencia real, el objeto artístico pierde su aura, y la poesía es menos poética y la arquitectura menos habitable?
Tal vez esas manifestaciones artísticas se encuentren en un territorio donde la realidad y la ficción conviven en perfecta armonía. Estas obras emergen desde la creatividad del artista y cuando no terminan de cruzar la frontera [2] hacia el mundo real en su concretización total, aun así existen, y para aproximarse a ellas se requiere de la fantasía de quien las experimenta, para lograr completar el diálogo con el creador a través de la manera en que pudo plasmar su obra.
Si bien la arquitectura está ideada para ser construida y por lo tanto habitada en el mundo que conocemos como real, la imaginación permite reconstruirla, recorrerla y habitarla en esa otra dimensión a la que el arquitecto mexicano Luis Barragán llama "del arte". La fantasía posibilita la restauración de muros y vanos, y la emulación de la vida a tal grado que incluso podemos tocar las texturas de los materiales o aspirar el aire contenido en los volúmenes arquitectónicos.
Se puede reedificar e incluso ir más allá cuando a partir de las metáforas contenidas en el proyecto somos capaces de instaurar ideas nuevas a partir de los vacíos, y la imagen mental que creamos será singular e irrepetible, en cada cabeza una excitante reinterpretación del objeto original nacido de lo profundo del arquitecto. "Veremos a la imaginación construir muros con sombras impalpables… vive la casa en su realidad y en su virtualidad, con el pensamiento y los sueños" [3].
Esta experimentación imaginativa tan vívida se puede detonar a partir de un relato, de una lectura, o de un dibujo. Como en el caso de la oportunidad de adentrarnos al diseño de la "Casa Caballero" de Luis Barragán, utilizando como puerta de acceso los planos del proyecto ejecutivo que él creo. Se trata de una vivienda concebida para Gómez Palacio Durango, al norte de México en el año de 1985, cuya construcción se desvirtuó de la idea original del arquitecto.
Al estudiar y ver los dibujos, la imaginación comenzó la reconstrucción del proyecto para poder recorrerlo: la fachada sobria y discreta, con esos muros de Barragán que van amurallando la luz y el aire para crear el espacio íntimo que requiere una vivienda en sus interiores y exteriores. Ambos van siendo entretejidos. Los afueras como el patio, jardín y azoteas podrían ser uno continuo, pero el arquitecto decide ir fragmentándolos para matizar con los adentros de la casa.
La entrada siempre como el preámbulo de transición entre la calle y la vivienda, de manera discreta dirige a un vestíbulo donde se reparten varias direcciones y un pasillo en cuyo remate se abre la sala comedor a la izquierda. Los recorridos rompen la monotonía al cerrarse y abrirse en horizontal y vertical, además de incluir matices de luz y de vistas a través de vanos transparentes unos, traslúcidos otros.
Si se continúa de frente, se camina al lado izquierdo de una serie de parteluces que irrumpen en la solidez del muro, que en la fantasía dibujan esa luz ámbar, que se evoca de otras arquitecturas barraganianas como el Convento de Capuchinas de la Ciudad de México. Así se accede a la sala comedor con una chimenea en el muro de remate. A la izquierda, se perfila un patio pequeño, cuya proporción se antoja íntima, un afuera que desdibuja el límite entre el exterior y e interior, el cual, con continuidad natural desemboca en un jardín mucho más grande. A la derecha, otro espacio exterior, un jardín para que la casa pueda respirar e iluminarse en otras áreas. Sugiere un tratamiento distinto al de los otros dos ambientes abiertos, pues Barragán sabía cómo, a partir de un gran espacio exterior, ir creando distintos mundos, multiplicando la percepción única de cada jardín o patio.
Si se gira estando en el comedor, se llega a la cocina y a las escaleras auxiliares que atienden a la cochera. El acceso principal no se cruza con el de servicio. El esquema de funcionamiento no se somete a lo formal como capricho, ni viceversa. El proyecto contiene una secuencia de utilidad, pero no por ello es menos poético. Si al entrar al vestíbulo de acceso se gira a la derecha, uno se encuentra con un espacio que por las características esbozadas en el plano, recuerda a la Casa Gilardi, obra del mismo arquitecto. Sus muros encierran una piscina interior que se abre en una parte a una doble altura. Ahí, el corte en los planos sugiere que hay una entrada de luz en lo alto. Trazándolo en la mente, se puede visualizar el rayo luminoso que lo penetra y que varía según la hora y la estación en intensidad y dirección.
La luz se cuela por este vano hasta llegar al muro por el que desciende para encontrarse finalmente con el agua y jugar con ella. Composición de materiales y sustancias, de sutilezas, de encuentros entre horizontalidades y verticalidades, entre el arriba y el abajo. La textura sólida de la pared entra en contacto con el agua y la luz. Además, este espacio es extensible a uno de los jardines, una vez más el arquitecto presenta esa disolución entre el adentro y el afuera que sigue siendo íntimo gracias a los muros que contienen la casa. Como un oasis para sus habitantes.
Las escaleras principales acompañan la ortogonalidad y direccionalidad de los muros. Por ellas se accede al segundo nivel, marcan la frontera entre los espacios semipúblicos de los más privados, los dormitorios. Amplios, luminosos, tienen vistas a los exteriores privados de la casa. Son cuatro habitaciones, con sus baños. La habitación principal con dimensiones generosas tiene además un vestidor. Este espacio se encuentra justo arriba de la sala comedor, donde hay otra chimenea como continuidad de la primera en planta baja, esto provee de una calidez extra a su atmósfera. Los armarios, nichos, todo se integra con sus recovecos, sin que haya salientes que alteren la fluidez de los distintos ambientes.
Al seguir la trayectoria de las escaleras principales se llega a un tercer nivel, en el que además de zonas de servicio, se encuentra una especie de vivienda mínima, a la cual el arquitecto dota de su propio mundo, le otorga privacidad e independencia. Sirve tal vez para alojar a la gente de servicio con toda dignidad y respeto. La habitabilidad se democratiza y no es sólo privilegio de unos cuantos en este proyecto.
Barragán solía también tratar a las azoteas con esmero, más allá de que fueran la resultante de la volumetría. Eran una tercera fachada, vacíos donde elevando sus pretiles perimetrales a nivel de muros, lograba espacios existenciales que invitaban a permanecer para meditar o contemplar alguna vista interesante… pero, sobre todo, para enmarcar el cielo y obligar a la mirada a dirigirse a él.
Los colores sólo son recreados en el pensamiento a partir de otras arquitecturas de Barragán, evocaciones que también permiten ver y sentir la textura de los muros robustos y de los pisos de piedra o madera; las carpinterías con la veta natural del pino; y hasta los juegos sombra y matices de luz a través de las celosías tan características de su obra, que también se encuentran representadas en algunos dibujos que hemos podido explorar.
Antes de que la imaginación salga por la puerta, por donde entró a esta casa, se detiene a descansar una vez más en el patio pequeño, al costado de la sala donde se escucha el agua de su pileta correr. Cierra los ojos y aspira profundo por unos instantes...luego recorre de nuevo el pasillo principal hacia la salida y voltea para echar una última mirada a la Casa Caballero de Barragán…proyecto que la imaginación reconstruyó y habitó brevemente para darle vida otra vez.
Notas
1. Riggen, Antonio. Luis Barragán. Escritos y Conversaciones, Madrid: El Croquis Editorial, 2000, pp. 44 y 45. Extracto de Reflexiones sobre los temas: la belleza, el artista, la realidad y el arte. A partir de la literatura de Oscar Wilde Por Luis Barragán.
2. A partir de la idea de la "frontera indómita" contenida en: Montes, Graciela. La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético, México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
3. Bachelard, Gastón, La poética del Espacio, México: Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 35.
Bibliografía
Bachelard, Gastón, La poética del Espacio, México: Fondo de Cultura Económica, 2010.
Montes, Graciela. La frontera indómita. En torno a la construcción y defensa del espacio poético, México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
Riggen, Antonio. Luis Barragán. Escritos y Conversaciones, Madrid: El Croquis Editorial, 2000.
Tamargo, Jorge. Los primeros días de una casa, México: Architectum Plus S.C., 2010.