Arquitectura y Humanidades

Propuesta académica
 

 
Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

Instrucciones para un poema espacial

Carlos I. Castillo C.

 

"Construir, tiene a aquél, el habitar, como meta"
Martin Heidegger [1].
"me dijo que en 3 meses me resolvía si hacía la casa...
... hizo los planos en 6 meses"
Francisco Gilardi (cliente) [2].
"A fuerza de construir bien, se llega a buen arquitecto."
Aristóteles [3].
"No hagan lo que yo hice, vean lo que yo vi."
Luis Barragán [4].

 

Pareciera retrógrado, a estas alturas de la vida y del desarrollo teórico de la humanidad a querer sugerir lo que es arquitectura y cómo se hace, pero parece más retrógrado aún que bajo estas mismas circunstancias todavía no lo sepamos con exactitud o no hayamos llegado a un consenso sobre su práctica. Y bien, en realidad sería valiente arrojar la primera piedra de "verdad absoluta", tan valiente como necio, por lo que no es ese el fin de estas ideas. Pero sí lo es aportar a pensar cómo hacer mejor nuestro trabajo.

El presente texto no es una crítica ni al ejercicio ni a la obra de un arquitecto o del gremio actual, de eso ya hay mucho. El presente busca aportar a enriquecer la práctica de lo que aún no sabemos hacer bien con exactitud, aunque tal vez la riqueza del ejercicio se encuentre en ello, en no saber con exactitud y bajo esa incertidumbre buscar y seguir buscando.

Vamos entonces a buscar un poco en una obra no muy conocida del arquitecto Luis Barragán, la Casa Caballero. Sólo para contextualizar al lector: La Casa Caballero fue la última obra realizada por el arquitecto Luis Barragán. Edificada en el estado de Durango en México en el año 1984, cuatro años antes de su muerte. Pero no es el fin documentar sobre las generalidades de esta casa, si no sobre sus particularidades, esas particularidades que no tienen nada que ver con formas o tamaños del objeto arquitectónico.

El tema de interés ahora es cómo construir el espacio antes de edificar la obra. Cómo planear el espacio resultante antes de edificado. Y cómo dejar el mínimo de cabos sueltos para lograr el éxito del proyecto. Y no el éxito comercial, si no el logro de un poema espacial. Para esto necesitamos consensar primero lo que es una poesía espacial y por qué ésta convendría ser el fin del diseño arquitectónico. Vamos, para esto a obviar obras como "La poética del espacio" de Gaston Bachelard o "El arte y el espacio" de Martin Heidegger, entre muchas otras, y a apoyarnos en el mismo arquitecto Barragán y en su escrito "Poética del espacio", texto realizado con la colaboración de Edmundo O'Gorman como discurso de aceptación del Premio Pritzker en 1980.

En dicho texto se hace referencia a palabras como: belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento; así como serenidad, silencio, intimidad y asombro. Referirse a dichas cualidades del espacio como algo que se busca crear y no algo que resulta de un proyecto arquitectónico solucionado sólo de forma racional, nos sugiere una manera diferente de hacer arquitectura -algo que podríamos llamar un funcionalismo espiritual-. Pues el arquitecto Luis Barragán procuraba atender necesidades tanto físicas como espirituales en la resolución de sus proyectos.

La manera como resolvió sus obras a partir de la década de los cuarentas, después de lo que él mismo denominó su etapa comercial e inaugurando una nueva etapa con su primer casa y sus jardines en Tacubaya (junto a su actualmente conocida Casa-Estudio) denota cierta capacidad que va más allá del conocimiento constructivo, antropométrico y escasamente teórico con que se educa actualmente al arquitecto en nivel de licenciatura. Capacidades básicas que actualmente representan el éxito profesional de muchos arquitectos.

En la actualidad, en México, resulta curioso que un arquitecto experimentado e inmerso en el ámbito de la arquitectura comercial se tome más de un par de días en tener un proyecto de casa habitación listo. Debido a la alta competencia, la práctica profesional común se ha convertido habitualmente en una carrera de tiempo. Y, con la urgencia por resultados, éstos son cada vez más pobres. Lo dicho es un hecho, no una simple opinión, como demostramos a continuación citando frases comúnmente oídas entre arquitectos:

-"¿Te dijo que en un mes? ¡Uy no, pues ni que fuera a hacer la capilla sixtina! ¡Yo te lo hago en una semana!"
-"¿Pero cómo que te va a cobrar el dibujito? ¡si eso lo hace cualquiera, lo que importa es la obra yo te hago el proyecto gratis!".

Frases como las anteriores hacen que la competencia se base en el corto tiempo para resolver un proyecto y en la manera más eficiente de realizar una obra. Convirtiendo estas dos condiciones en el paradigma del ejercicio actual de la arquitectura. Al conceder mayor interés a la construcción física que al proyecto arquitectónico, dichos como: "Construyo como si yo mismo fuera a vivir aquí", otorgan tranquilidad a las personas, haciéndoles notar la honestidad con que se ha construido y el cuidado de que la construcción va a funcionar bien. Pero estas cualidades del arquitecto son las que pudieran ser obviadas, pues no habría otra manera aceptada de hacer arquitectura.

En consecuencia a este paradigma moderno de la arquitectura, las obras se resuelven con la mínima cantidad de información documentada y tiempo dedicado al diseño. Las citas para conocer a los habitantes son cada vez más cortas y muchas veces obviadas las necesidades de éstos se procede a diseñar. Resultando en proyectos expresados en papel con cada vez menos información detallada, dejando gran cantidad de decisiones para resolver en el momento de la obra que aventuradamente se realiza con apenas unos pares de planos.

En contraparte con lo anterior, resulta sobremanera curioso que un arquitecto experimentado solicite varios meses para elaborar un proyecto que además de tener un alto costo en comparación con la mayoría de los arquitectos constructores, cualquier otro se aventuraría a garantizar resuelto en un par de semanas o días a mucho menor costo. Debido al bajo valor otorgado al documento del proyecto ejecutivo, éstos son cada vez más escuetos, aunque las construcciones se siguen haciendo más rápidas y eficientes. Y entonces ¿qué ventaja puede haber en un proyecto realizado a la manera de Barragán? Es importante primero aclarar que al decir "a la manera de él" no nos referimos en absoluto a su estilo formal o a su manera de resolver los proyectos, sino a su obsesión por resolver cada centímetro de la casa personalmente. La obsesión del arquitecto y el celo por tomar él mismo cada decisión en conjunto con el futuro habitante; desde la altura de las puertas hasta el despiece de un piso; la marca y modelo de una cerradura, así como el color de cada muro, garantizan que cada decisión tomada ha sido hecha no bajo el paradigma de la modernidad y la economía, sino con el fin de satisfacer realmente las necesidades de dicho proyecto y sus habitantes.

Es entonces que con todas estas especificaciones requeridas para el éxito del proyecto se puede comprender el valor de un proyecto arquitectónico, así como su gran extensión documental, que en el caso de este arquitecto llegaba a ser de hasta más de ochenta planos además de memorias descriptivas y de cálculo necesarias para la construcción física de la obra, que él también verificaba personalmente para comprobar que las instrucciones para su poema espacial se realizaran al pie de la letra. Pues éste ya había sido preconcebido, resuelto y construido antes de su edificación.

Notas

1. Heidegger, M., "Construir, habitar, pensar", Barcelona: Conferencias y artículos, 1944.
2. Entrevista a Francisco Gilardi, por Enrique X. de Anda, publicada en el libro: "Luis Barragán, clásico del silencio", Bogotá: Escala, 2006, p. 245.
3. Frase original de Aristóteles, sugiero relacionar la palabra construir con la connotación de Martin Heidegger en "Construir, habitar, pensar".
4. Luis Barragán.

Bibliografía

De Anda, Enrique X., "Luis Barragán, clásico del silencio", Bogotá: Escala, 2006, p. 245.
Heidegger, M., "Construir, habitar, pensar", Barcelona: Conferencias y artículos, 1944.

Carlos I. Castillo C.