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El mito del funcionalismo en la arquitectura doméstica mexicana
Dra. Arq. Lucía Santa Ana Lozada
Hablar del término casa, parece de lo más trivial debido a la familiaridad que tenemos con ella, al desarrollar la mayor parte de nuestra vida en la misma; pero como menciona Paul Goldberger[ ] es en ella en donde se forma la conciencia de nosotros mismos, nuestra esencia y es a través de ésta que establecemos la relación con lo que nos rodea. Es en ella en donde en donde se habita como menciona Heidegger, y es en la creación de la misma donde el arquitecto busca que tenga un significado para el usuario que habrá de habitarla, no siendo tan sólo la máquina para habitar que planteaba Le Corbusier.
Resultado de esta frase, en la que el significado de la maquinización tenía una connotación positiva y se buscaba con ello mejorar la vida para el hombre, es que se ha desvirtuado en un contexto contemporáneo las ideas de arquitectos como Walter Gropius, al considerar que para estos pioneros heroicos de la arquitectura, ésta debía tan sólo responder a la función, aseveración que está muy alejada de la realidad.
En un texto de 1930 escrito por Gropius en Dessau, el arquitecto manifiesta que la arquitectura no ha cumplido con su razón de ser a menos que considere nuestras necesidades emocionales al crear espacios armoniosos, que permitan la creación de sonidos melodiosos y espacios para moverse que le permitan alcanzar un orden superior, ideas que exponía con anterioridad en el texto de 1925 La Nueva Arquitectura y la Bauhaus .
Estas ideas de un espacio armónico, el cual cause sensaciones al usuario, al mismo tiempo que retoma las costumbres locales, puede observarse en la casa del arquitecto que construye Gropius en Lincoln Massachusetts[ ]. A pesar de ser una casa pequeña, la calidad del diseño en donde probando sus teorías de diseño, Gropius utiliza materiales prefabricados, pero al mismo tiempo, da una enorme importancia a la luz natural y el uso del porche, otorgándole, como menciona Christopher Alexander, una “cualidad sin nombre” que lleva a la casa más allá del mero uso utilitario de la misma. En esta pequeña obra, Gropius incorpora su filosofía de vivir en armonía con la naturaleza.
La Casa del Arquitecto Mexicano en los años 50’s.
Así como Gropius, busca llevar a su creación más allá de la funcionalidad, los arquitectos funcionalistas mexicanos, buscan al crear sus propias casas el llenarlas de la “cualidad sin nombre” en donde además de adoptar los principios de la arquitectura funcionalista, construyen buscando que las casas creen sensaciones dentro del usuario. Y esto lo logran al utilizar las posibilidades que permiten los nuevos materiales, así como el utilizar grandes claros y superficies acristaladas que permiten la integración del espacio exterior con el espacio interior de la casa, dotando así a la casa de una iluminación natural y una calidez que se logra también con el uso de materiales como la madera o un mobiliario inspirado en la tradición vernácula.
Un excelente ejemplo de ello es la casa que diseña Luis Barragán para sí mismo en Tacubaya en donde, a lo largo de los años, la transforma poco a poco creando espacios de intimidad en los que el arquitecto busca recogerse, al mismo tiempo que lograr obtener diversos ambientes dentro de un mismo espacio utilizando elementos sencillos como la utilización de un biombo. Haciendo uso de la luz natural, el color y los materiales, Barragán crea elaboradas secuencias espaciales que se recorren a lo largo de la casa, así como juegos de percepción a través de la utilización maestra de estos elementos, creando sensaciones que parecen iluminar con luz divina una escultura o percibir la salida del sol por la mañana desde la cama. Aunque esto sean tan sólo juegos con la luz y el color, también el arquitecto logra atrapar en un espacio la paz al subir a la terraza para contemplar el cielo por la cubierta virtual de esta habitación y es así que, por su arquitectura, se entra en contacto con algo que va más allá de lo terrenal.
Esta búsqueda de trascender a las necesidades del usuario, que no fueron descartadas pero tampoco fueron el único elemento regente en el diseño, se observa también en la creación de la casa que hizo Don Ignacio Díaz Morales, gran amigo de Luis Barragán, para sí mismo. En esta pequeña casa en Guadalajara, el arquitecto logra crear esta sensación de intimidad y de relación con la naturaleza. En los espacios públicos, tanto la sala como el comedor, se introduce dentro de los mismos a la naturaleza a través de grandes ventanales que permiten la integración del espacio interior con el exterior. Asimismo, crea secuencias espaciales mediante el uso de los muros, lo que da como resultado la creación del espacio dentro del espacio.
Otro elemento muy importante para el arquitecto es el uso de la luz natural, en donde mediante la utilización de la misma crea sensaciones diversas en espacios de la casa que se consideran de servicio como la escaleras. A través de esta obra el arquitecto logra plasmar en ella su definición de Arquitectura “Es la obra de arte que consiste en el espacio expresivo delimitado por elementos constructivos para compeler el acto humano perfecto”
Del mismo modo la casa de Enrique del Moral, también en Tacubaya nos habla de la sensibilidad el arquitecto al crear su propia morada. En ella el arquitecto busca expresar a través de la casa su particular manera de ser y de sentir, utilizando materiales naturales , vegetación y luz natural, además del manejo de espacios cubiertos que en principio son abiertos pero que fácilmente pueden aislados mediante vidrieras corredizas. Con estos elementos el arquitecto obtiene nuevamente una casa en la cual deja de lado la solución de la caja de vidrio, como él mismo menciona, e integra la vegetación dentro del espacio, creando una sensación de calidez e integración con su entorno, al mismo tiempo que proporciona un lugar confortable para sus habitantes, en donde la luz natural baña espacios como la sala, la cual al estar decorada con muebles con texturas de algodón y madera; sin duda alguna, el arquitecto logró crear ese espacio confortable del cual hablaba Palladio.
Un caso similar es el del Arq. Juan Sordo Madaleno, considerado uno de los principales arquitectos funcionalistas en el país, pero quien, con sensibilidad y tomando lo mejor del funcionalismo reinante en el momento y las ideas de los arquitectos mexicanos, quienes comenzaban a cuestionarse la pertinencia de una arquitectura totalmente racional y en donde comenzaban a cuestionarse si no sería conveniente reconocer como su arquitectura, se veía influenciada por los elementos locales de materiales como la piedra volcánica o la estilización de las artesanías mexicanas para el decorado de sus espacios.
Sordo utiliza para el diseño de su casa materiales regionales, vegetación, y luz natural. Con estos elementos crea muros, y plataformas que conforman secuencias espaciales al tiempo que nos permiten acercarnos a la casa, así como con los muros crea patios que permiten una sensación de privacidad al mismo tiempo que iluminan los espacios. Nuevamente al igual que Del Moral, Sordo utiliza espacios cubiertos pero no cerrados que son utilizados como salas de estar en donde se funde el espacio interior con el espacio exterior.
Conclusiones.
Los arquitectos mexicanos de los años cincuenta, eran consientes de la corriente arquitectónica en boga a nivel mundial, la cual utilizaron en el diseño de sus propias casas, aunque adaptándolas a las condiciones locales y a los gustos culturales de sus usuarios, utilizando materiales como la madera, la piedra, los textiles y el color para crear una arquitectura que, además de servir para la función que había sido diseñada, hablaba al alma de los habitadores de cada una de las casas analizadas.
Un elemento muy importante dentro de la arquitectura de los arquitectos antes analizados es el uso del muro que marca la solidez de una arquitectura arraigada en las costumbres locales de la inamovilidad, permanencia y atemporalidad de la arquitectura, herencia del pasado prehispánico. A través del uso de este elemento, que en algunos casos finge esta pesantes, se conforman espacios como patios llenos de luz que al conjuntarse con el color crean juegos perceptuales en los espacios habitables. Asimismo, estos muros delimitan terrazas los cuales permiten el solaz, y en algunos casos la meditación por parte de los usuarios.
Los arquitectos utilizaron las nuevas tecnologías y materiales para crear grandes espacios, dentro de los cuales crean secuencias espaciales mediante muros bajos o biombos creando espacios más pequeños e íntimos, que se complementan con el uso de un mobiliario realizado en madera, piedra local, textiles de algodón y una decoración con base a una estilización de la artesanía nacional, lo que ayudará a revalorar estos elementos en el diseño de la casa habitación por parte de la siguiente generación de arquitectos mexicanos como sería Antonio Attolini o Ricardo Legorreta.
En la obra de todos los arquitectos analizados anteriormente puede observarse cómo el establecer una relación entre la arquitectura y el lugar donde está emplazada, juegan un papel importante. Así, al volver a la arquitectura parte del lugar en el que se encuentra e introducirla dentro del espacio interior mediante grandes ventanales, se logra un flujo entre el espacio del jardín y las habitaciones de la casa.
Al analizar todas estas edificaciones se observa cómo a pesar de considerarse funcionalistas, los arquitectos mexicanos mezclan en su obra elementos de lo que Kenneth Frampton consideraría regionalismo, resultado de una tradición edilicia y artística del país, obteniendo así espacios ricos, de los cuales podrían obtenerse esos patrones de diseño para emplearse en el diseño contemporáneo creando obras que cuenten con espacios especiales y que hablen a los sentidos del habitador.
Como menciona Alain de Botton “la casa no sólo provee un santuario físico sino también psicológico. Es la guardiana de una identidad, permitiendo al usuario recordar quién es” ; esto es lo que logran los arquitectos mexicanos de los años cincuenta en el diseño de cada una de sus casas.
Lamentablemente estas ideas se han ido perdiendo con el tiempo, en parte resultado de la presión que ejerce la economía sobre la arquitectura, y también como resultado de la pérdida de sensibilidad que ha ido sufriendo la sociedad en donde todo lo que desea es un gratificación instantánea sin tomarse el tiempo para contemplar y observar la belleza de todo aquello se encuentra en su derredor.
Cabe reflexionar aquí si tal vez el aprecio por la belleza y la búsqueda de una satisfacción espiritual en la habitabilidad del espacio, obligaría a los arquitecto a buscar la “cualidad sin nombre” en el diseño, no tan sólo de la casa habitación, sino de la arquitectura en general.Bibliografía.
Ayala, Enrique. Textos sobre Ignacio Díaz Morales: el espacio expresivo en la arquitectura. México D.F.: UAM-Xochimilco, 1994.
de Botton, Alain. The Architecture of Happiness. New York: Vintage Books, 2008.
Goldberger, Paul. Why Architecture Matters. New Haven: Yale University Press, 2009.
Gropius, Walter. The New Architecture and the Bauhaus. Cambridge: MIT Press, 1965.
Notas
[ ] En la introducción del libro Why Architecture Matters, Paul Goldberger nos adentra en las nociones del significado de la arquitectura y lo que implica para los usuarios el vivir dentro de la misma, sea esta un edificio icónico o un cobertizo para bicicletas. Goldberber, Paul. Why Architecture Matters. New Haven, Conn: Yale University Press, 2009, pp. X, 2-40[ ] Dentro del libro The New Architecture and the Bauhaus, Walter Gropius menciona “la satisfacción estética del alma humana es tan importante como la material” Gropius, Walter. The New Achitecture and the Bauhaus. Cambridge, Mass: MIT Press, 1965, p. 24. Aunque por desgracia este texto que originalmente se publico en alemán en 1925 no se conocería hasta 1960 en América.
[ ] Walter Gropius emigra a Estados Unidos de América en 1937 llegando a Boston para impartir clases en el programa de posgrado de la Universidad de Harvard. Construye su casa en Lincoln Massachusetts en 1938
[ ] Ignacio Díaz Morales es uno de los pocos arquitectos que reflexiono sobre la teoría de la arquitectura. Fue fundador de la Escuela de Arquitectura en la Universidad de Guadalajara. Ayala, Enrique. Textos sobre Ignacio Díaz Morales: del espacio expresivo en la arquitectura. México D.F.: UAM-Xochimilco , 1994, p. 52