Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


Saber ver más allá de los verbos: ser y estar.
Ser urbano arquitectura, lenguaje y cultura

Tania María Cano Espinosa

 

               

Leemos para desenmarañar confusiones y encaminar los sueños;
escribimos para deletrear los ruidos que nos aquejan y las músicas que nos deleitan,
 porque como lo supo un poeta inmenso, alguien nos deletrea.

Jorge F. Hernández.

 

Introducción

Cuando a inicios de la Maestría en Arquitectura en la UNAM, en la materia de Crítica y pensamiento Urbano-Arquitectónico Contemporáneo, se nos anunciaba que lo que habríamos de preparar como entrega final de la materia, sería un ensayo que hablara de las lecturas realizadas; esto es, dialogar con Karel Kosik, Guy Debord, Mario Vargas Llosa, Mauricio Beuchot y finalmente Octavio Paz., no sólo creí de gran complejidad lograr una integración de las lecturas relacionadas a nuestro referente, el diseño arquitectónico, sino casi inalcanzable para mi entendimiento hasta ese momento. Sin embargo, al preparar este documento reconocí, que si bien el diálogo fue con autores cuyos textos nos llevan a la mitad del siglo pasado, frente a otros recién publicados, es posible detectar sincronías en mucho de lo que nos relata cada autor.

De esta manera, poco a poco, se fueron descubriendo algunas constantes que, sin importar la fecha de publicación, la nacionalidad o el contexto histórico del autor, parecían lanzar desde sus campos de estudio y reflexión, numerosas advertencias hacia la manera en que entendemos el significado de dos verbos que, Octavio Paz enunciaría, “Ser y Estar” (Paz, O., p. 327). Desde el poeta mexicano, hasta el doctor en Hermenéutica Analógica, Mauricio Beuchot, los textos revisados nos conducen por un diálogo que toca fondo para enfrentarnos con lo que somos de raíz. Parecería que era casi imposible, en este ensayo, construir una narrativa alrededor de todos y cada uno de las ideas que cada autor escribiera en su tiempo y espacio. Las voces que narran cada uno de estos relatos nos llevan por épocas, transiciones, conflictos, ideales, sueños, miedos, errores e infinitas experiencias. Todo esto, inscrito en este mundo de dualidades en el que los seres humanos transitamos a lo largo nuestra vida.

Así que se decidió un hilo conductor para esta interpretación el cual será todo aquello que desde la disciplina arquitectónica se reconoce, se duda, se nombra y se experimenta. Aspectos que muchas veces han dejado de hablar por y para el mexicano, que seguimos siendo, a pesar de no reconocernos en mucho de lo hoy habitamos. Se identificaron así, tres posibles tópicos que reúnen la mayoría de las tesis trabajadas por los autores. El primero, es de la naturaleza humana, en el que se identifican reflexiones sobre; la individualidad y colectividad, la identidad, entre otros. El segundo, será el lenguaje, profundizando en el papel del diálogo, lo poético, el significado de las palabras, la escritura, la interpretación y finalmente como un tercer tópico, la cultura, donde se referirá a las tradiciones, nuestra historia, la mexicanidad y la crisis que hoy reconocemos en más que nuestra propia disciplina. Otros temas van también apareciendo complementando este tejido de conocimientos y reflexiones. Así, y a manera de introducción, se presentarán cada una de las obras analizadas y sus autores.

Del libro Reflexiones antediluvianas, de Karel Kosik (1926-2003), que fue el primer texto consultado, encontramos la palabra “antediluviano”, definida como ‘anterior al diluvio universal’. (RAE, antediluviano), es el sentido que cobra este texto a manera de advertencia, en la que el filósofo checo, nos invita a cuestionar “¿Qué le ocurre a la ciudad si lo poético es expulsado o desaparece de entre sus muros?” (Kosik, K., p. 63).  La respuesta de Kosik es directa: “Si desaparece lo poético, la ciudad pierde al mismo tiempo la arquitectónica” (Ibíd.: 71). “La diferenciación, que no solamente distingue lo esencial, sino que otorga a lo principal, a lo importante, un puesto elevado, y lo define como sentido de todo lo que se hace”, es definirá como la Arquitectónica. (Ibid.: p. 71.) Esta diferenciación, implica cuestionarnos sí no son las ciudades modernas, el testimonio y la imagen de este hundimiento de la arquitectónica. Kosik nos ofrece su postura al afirmar claramente que, “La época moderna es una época no arquitectónica, y es por eso que sus ciudades están en crisis” (Ibid.; 72).

La sociedad del espectáculo, es una obra escrita por el filósofo, escritor y cineasta francés Guy Debord, publicada por primera vez en 1967. En el prólogo a la tercera edición francesa, firmado por Debord en 1992, nos dice “Una teoría crítica como la contenida en este libro, no precisa cambio alguno en tanto no desaparezcan las condiciones generales del dilatado periodo histórico” (Debord, p. 33). Esta obra, traza el desarrollo de una sociedad moderna, en la que la vida se ha convertido en un espectáculo. Debord nos advierte que: “Cuando la necesidad es soñada socialmente, el sueño se hace necesario. El espectáculo es el mal sueño de la sociedad moderna encadenada, que no expresa en última instancia más que su deseo de dormir” (Ibid.: 44). Resulta evidente poder identificar algunos de los rasgos, muestra de este adormecimiento en el que vivimos como sociedad, en la que, como arquitectos, muchas veces hemos guardado silencio al dejar de cuestionar o involucrarnos en lo que de alguna u otra manera, nos corresponde enfrentar y mejorar, resultando en la afirmación que hacía Debord al mencionar que “El espectáculo constituye la producción concreta de la alienación en la sociedad” (Ibid.: 50).

La civilización del espectáculo, de Mario Vargas Llosa, escritor Premio nobel de Literatura en 2010, retoma mucho de lo que Debord plantea, adelantándonos que, ésta es la civilización propia de nuestro tiempo. Es un ensayo que nos presenta la degradación artística, literaria, pedagógica y filosófica de nuestra época, como consecuencia del deterioro cultural de este, nuestro tiempo. Son muchos los enunciados en los que, Vargas Llosa nos ofrece una amplia cantidad de reflexiones en torno al cambio que ha experimentado lo que se conocía como “cultura” unas décadas atrás y que hoy sería conveniente que llegara a despertar en cada uno de nosotros, cuestionamientos y reflexiones en torno a este cambio y degradación, a fin de poder rectificar el camino.  ¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? Vargas Llosa nos dice que es “(…) la de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. (…). Lo que tiene consecuencias inesperadas como: “la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo.” (Vargas Llosa, M., p. 19).  Consecuencias sobre las que nosotros, como arquitectos, podríamos ser más conscientes al configurar promesas de espacios habitables donde nuestro tiempo hoy es vivido “de este modo, sistemático y a la vez insensible”, donde “no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser, (…) eso que Ortega y Gasset llamaba «el espíritu de nuestro tiempo»” (Ibid.: 20).

Desde la Hermenéutica, el doctor Mauricio Beuchot nos presenta su propuesta de Hermenéutica Analógica, en la que propone “superar la univocidad, evitar la equivocidad y lograr la analogía” (Beuchot, 1997: 14). Para este ensayo se propuso revisar dos obras: Perfiles esenciales de la Hermenéutica (2008) y Tratado de Hermenéutica Analógica (1997). Como una tercera fuente, se citarán algunos registros del XIV Coloquio Internacional de Hermenéutica Analógica llevado a cabo en 2018 en la UNAM. El profesor Beuchot reflexiona sobre la importancia de esta disciplina recordándonos a todos a “No hacerse sordos a su voz, que nos ha dado diversas lecciones, en contra de la univocidad de la modernidad, pero tampoco dejar de criticar el ambiente equivocista que ha traído” (Ibid.: 97). Argumento que hoy en día es común; escuchar entre los discursos de otras disciplinas y encontrar en algunos de los paradigmas que actualmente enfrentamos como arquitectos.

El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz fue publicado por primera vez en el año 1950. A manera de ensayo, el poeta nos va narrando el espacio y tiempo de “la imagen humana de México”, como lo describe Mario Santi en el prólogo a la edición conmemorativa de la obra, “Hace 66 años, en París durante un verano, un joven solo, poeta de 34 años, escribe meditaciones sobre su lejana tierra. Escribe porque lo acosan preguntas sobre la desconfianza que experimentó, y él mismo encarnó, entre sus semejantes. Sus preguntas sobre el país son preguntas sobre sí mismo”. (Prólogo La casa de la consagración: 11). Durante 65 años esta obra ha captado, según este último autor la imagen de y sobre México. Octavio Paz, comienza a dar muestras de la idea del mexicano diciéndonos a manera de advertencia que, “El mexicano, (…) no trasciende su soledad. Al contrario, se encierra en ella. Habitamos nuestra soledad, (…) como no esperando, sino temiendo volver al mundo.” (Paz, 2010: 70). Llevándonos a cuestionar, como arquitectos: ¿Cómo son los espacios donde el mexicano, habita desde su soledad?

Por todo esto, aquí se intentará dar una muestra de lo que hoy podemos interpretar desde la disciplina arquitectónica, que en ocasiones ha dejado de hablar por y para el mexicano que seguimos siendo, a pesar de no reconocernos en mucho de lo hoy habitamos.

De la naturaleza humana, su identidad, individualidad y colectividad. 

Ahora sí, con las bases teóricas descritas en las líneas anteriores, presentamos a continuación un diálogo con los autores. En esta primera línea, y abriendo ese diálogo, mencionamos lo que Kosik nos invita a cuestionar sobre la relación íntima del hombre con las cosas. Al hablarnos de cómo el hombre del siglo XX ha perdido la misma, nos habla de la manera en que el ritmo de la vida, inminentemente, se ha acelerado. Kosik argumenta que la época moderna, “nos lanza una cantidad insólita de cosas, de artefactos, de informaciones, de modo que el hombre ya no está rodeado de cosas amables y próximas, sino que está inundado y arrastrado por una corriente de incontables productos, informaciones y sensaciones. Las cosas no rodean al hombre, sino que lo desbordan.” (Kosik, K., p. 64).

Uno de los argumentos que más invitan a realizar una reflexión al hacer la lectura de este texto (Reflexiones antediluvianas) es el que “la arquitectónica de la razón significa que el hombre está determinado por la relación y la dependencia entre un número finito de preguntas: ¿Qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar?, ¿qué es lo que prefiero? (…) por eso vuelve una y otra vez a las preguntas y a la interrogación como fuente inagotable de su actividad.” (Ibid.: 72) Argumento sobre el que Savater profundiza de manera muy clara, en su libro Las preguntas de la vida donde nos dice:  "Y si no puedo responderlas convincentemente, ¿cómo lograr entenderlas mejor? A veces entender mejor lo que uno pregunta ya es casi una respuesta" (Savater, F., 2012.)
Una consecuencia grave de esta situación, agrega Vargas Llosa es: “(…) la adquisición obsesiva de productos manufacturados, (…) produce el fenómeno de la «reificación» o «cosificación» del individuo, entregado al consumo sistemático de objetos, muchas veces inútiles o superfluos, que las modas y la publicidad le van imponiendo” (Vargas, M., p. 13). Condición que, evidentemente, se presenta en la manera en cómo consumimos, incluso arquitectura, al ver cómo las propuestas del mercado inmobiliario nos ofrecen espacios de nula calidad espacial y habitabilidad, asumiendo que se ha olvidado aquel ser humano que habita. Condición que impregna a este ser “vaciando su vida interior de inquietudes sociales, espirituales o simplemente humanas, aislándolo y destruyendo su conciencia de los otros, de su clase y de sí mismo” (Ibid.: 13).

Debord, por su parte identifica este empobrecimiento de la vida como el espectáculo que, “se presenta como la sociedad misma, a la vez, como una parte de la sociedad y como un instrumento de unificación. En cuanto parte de la historia, se trata explícitamente de aquel sector que concentra toda la mirada y toda conciencia. Por el hecho mismo de estar separado, este sector es el lugar de la mirada engañada y de la falsa conciencia” (Debord, G., p.38). Esto que nos advierte Debord, sigue presente en la manera en que nos desenvolvemos en nuestro entorno con una mirada “engañada” ante las verdaderas necesidades de nuestra sociedad, y ante el tipo de soluciones que como arquitectos nos toca desarrollar.

Desafortunadamente, como menciona Vargas Llosa, “La publicidad y las modas que lanzan e imponen los productos culturales en nuestro tiempo son un serio obstáculo a la creación de individuos independientes, capaces de juzgar por sí mismos qué les gusta, qué admiran, qué encuentran desagradable y tramposo u horripilante en aquellos productos” (Vargas, M., p. 16). Obstáculos que silenciosamente han ido ocupado un lugar de mayor predominancia en nuestro quehacer. Es desoladora la imagen que dibuja Vargas Llosa al afirmar que “La cultura-mundo, en vez de promover al individuo, lo aborrega, privándolo de lucidez y libre albedrío, y lo hace reaccionar ante la «cultura» imperante de manera condicionada y gregaria” (Ibid.:16).

Sobre esta condición, Debord menciona que “La exterioridad del espectáculo en relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho de que sus propios gestos dejan de ser suyos, para convertirse en los gestos de otro que los representa para él. La razón de que el espectador no se encuentre en casa en ninguna parte es que el espectáculo está en todas partes”. (Debord, G., p.49.) Esta particular expresión de no poder reconocernos en casa en ninguna parte, sin duda, nos lleva como arquitectos a cuestionar qué tipo de espacios estamos diseñando. ¿Cómo entendemos al ser humano que habitará cada uno de los diferentes tipos de espacios, al saberlo inmerso en una sociedad del espectáculo?

Quizás Octavio Paz nos pueda ir dirigiendo hacia una posible respuesta, al llevar algunos de estos conceptos a lo local. Pero, primero recordemos que el poeta mexicano al publicar El laberinto de la soledad en 1950, nos va narrando el espacio y tiempo de “la imagen humana de México”. El escritor comienza a darnos muestras de la idea de este ser humano-mexicano, diciéndonos a manera de advertencia que, “El mexicano, (…) no trasciende su soledad. Al contrario, se encierra en ella. Habitamos nuestra soledad, (…) como no esperando, sino temiendo volver al mundo” (Paz, O., p. 70 ¿Podemos llegar así a entender al ser humano que habita cada uno de los diferentes tipos de espacios, al saberlo inmerso en una sociedad ya descrita por Vargas Llosa y Debord?

Es en esta prioridad de reconocernos a nosotros mismos cuando Octavio Paz continúa dando pistas de nuestra identidad al decirnos que: “Los mexicanos no hemos creado una forma que nos exprese. Por lo tanto, la mexicanidad no se puede identificar con ninguna forma o tendencia histórica concreta: es una oscilación entre varios proyectos universales, sucesivamente trasplantados o impuestos y todos hoy inservibles. La mexicanidad, así, es una manera de no ser nosotros mismos, una reiterada manera de ser y vivir otra cosa” (Ibid: 183).

Esta es, sin duda, la abstracción de una cultura que no dejar de estar presente en nuestras decisiones. Leer que, llamarnos mexicanos, representa una manera de no ser nosotros mismos, nos incita a cuestionar si esto sigue siendo así en nuestra cotidianeidad. Basta que nos concentremos en alguna de nuestras experiencias profesionales y reflexionemos sobre nuestra forma de dar respuestas.

Hasta aquí la lectura en la que nos dice Paz, desafortunadamente, que vivimos en una sociedad que muchas veces se siente como una gran pantalla, donde cada uno busca aparecer de algún modo, y muchos a cualquier costo. Es pertinente entonces cuestionar, si como arquitectos podríamos considerar esta realidad convertida en apariencia, para así buscar que la arquitectura vuelva a mirar en la medida de lo posible, a lo auténtico. A aquello que nos recuerde que somos como seres humanos habitadores de más que una pantalla. Muy a pesar de que Guy Debord nos diga que en la sociedad del espectáculo “el resultado concentrado del trabajo social se torna en apariencia y somete toda realidad a la apariencia, que ahora es su producto” (Debord, G., p.59).

Es interesante descubrir en partes del texto, lo que de alguna manera Debord dibuja como posibles instrucciones para poder vencer al espectáculo. Nos dice así que “(…) no es momento de ideas, sino de hechos y de acciones. Obviamente, esta concepción conserva la certeza de que las ideas han de convertirse en prácticas, que procede del pensamiento histórico del proletariado, pero abandona el terreno histórico al suponer que las formas adecuadas para la puesta en práctica de las ideas están ya descubiertas y son inmutables.” (Debord, G., p.90).  

Podemos decir -décadas posteriores a la publicación de este escrito-, que vivimos en un tiempo que continúa defendiendo el valor de las ideas, pero que igualmente ha concedido credibilidad a aquellos que desde acciones puntuales buscan cambiar la situación local o incluso global. Lo que quizás contradice un poco a Debord en la manera de confirmar que la puesta en práctica de las ideas parecería estar en su totalidad descubierta, hoy este esfuerzo continúa redefiniendo el actuar de muchos.

Una vez que la lectura nos ha introducido en el tema de lo humano, en uno de los capítulos de ‘Perfiles esenciales de la hermenéutica’, Beuchot aproxima la hermenéutica a la ética, y es en este acercamiento nos recomienda: “Hacer una lectura de la naturaleza humana como un texto, para extraer de él las consecuencias y aplicaciones que necesitamos para dirigir su conducta. Sin ese conocimiento del hombre, sin esa interpretación de su ser, tendremos una ética muy formal y muy pura, pero completamente vacía” (Beuchot, 1999: 121).  Lo anterior, fue un tema que formó parte del diálogo en el mencionado XIV Coloquio Internacional de Hermenéutica Analógica (octubre de 2018), al mencionar, el mismo Beuchot que “La Hermenéutica, es un campo en el que se atiende a las personas” (Beuchot, M., 2018). Pudiendo nosotros, desdoblar esta expresión en la innegable pertinencia de una interpretación hermenéutica en el campo de lo arquitectónico. Esto, cuando muchos proyectos recientes, parecen haber olvidado que la Arquitectura es, como lo enuncia Beuchot sobre la Hermenéutica, un campo en el que se atiende a las personas.

Del lenguaje, el diálogo, la escritura y la interpretación.

Como ya se hizo referencia en los indicios de este ensayo fue Octavio Paz quien reconoció que “El español tiene una ventaja un poco desleal sobre el francés: tenemos estar y ser. “Estar en la historia” significa estar rodeado por las circunstancias históricas; “ser la historia” significa que uno mismo es las circunstancias históricas, que uno mismo es cambiante. (Paz, 2010: 327). En uno de los días en que continuaba haciendo la lectura de este “Laberinto”, encontré una nota al interior de una de mis libretas, una nota que, sin fecha, ni autor, que me decía que -hay versos que sólo pueden ser vividos en español-. Recordarla ahora, al leer esta expresión de Octavio Paz, me remite a muchos encuentros en que se deja de atender el significado de cada verbo que utilizamos. Ser y estar, -como lo dice el poeta mexicano, son dos palabras que, sin haberlo notado, siempre son parte de cada uno de los planteamientos proyectuales que hacemos, sea para una familia o para una ciudad completa. Ser y estar, son dos verbos que se miran en la historia de nuestro proceder.

Sin retirarnos mucho de los límites de nuestro lenguaje, podemos volver a otra expresión que relata Paz en esta obra al decirnos que “El primer deber del escritor, (…) estriba en su fidelidad al lenguaje. El escritor es un hombre que no tiene más instrumento que las palabras. A diferencia de los útiles del artesano, del pintor y del músico, las palabras están henchidas de significaciones ambiguas y hasta contrarias” (Ibid.: 177). Resulta interesante relacionar esto que nos dice el escritor y cuestionar ¿Cuál es el uso que, nosotros como arquitectos damos a las palabras? Continúa Paz, mencionando que: “Usarlas quiere decir esclarecerlas, purificarlas, hacerlas de verdad instrumentos de nuestro pensar y no máscaras o aproximaciones” (Ibid: 177). ¿Será que en realidad sabemos hacerlas instrumentos de nuestro pensar? ¿Sabemos realmente transformar en palabras, lo que deber ser comunicado en cada uno de nuestros proyectos? ¿Qué tanto de esto podemos reconocer en nuestros diálogos?
Octavio Paz hace referencia a este último concepto, a lo que nos dice que un diálogo, “no es puramente intelectual, sino social, político y vital. (…) Tener conciencia de esto es empezar a tener conciencia de nosotros mismos” (Ibid: 187). Un diálogo, es sin duda, uno de los instrumentos más legítimos que tenemos como arquitectos para poder dar respuesta a mucho de lo que advertimos en nuestro entorno.

El Dr. Mauricio Beuchot nos da aquí, una pauta importante del uso de la hermenéutica analógica al decirnos que, “La aplicación de la analogía a la hermenéutica requiere del dialogo. (…) necesitamos de los demás para contrastar intersubjetivamente el resultado de nuestra analogización. (Beuchot, 1999: 119).  Es en este punto que se vuelve pertinente reconocer la importancia de compartir y dialogar, nuestras búsquedas con otros. La hermenéutica analógica supone así “(…) un ser humano diagonal, libre y razonable, que se dé a la tarea de encontrar la analogía y justificarla ante los otros mediante el diálogo. (…) hombre que dialoga, que es palabra en diálogo” (Ibid.: 119). Condición que muchas veces olvidamos cuando nos hemos acostumbrado a permanecer tan cerca de la imagen. Una imagen que olvida cuestionar mucho de lo que en realidad podría estar significándonos. Mauricio Beuchot delimita entonces lo que sería un diálogo analógico, diferenciando que “Un diálogo unívoco es el de la persuasión completa, el del pleno consenso” (Ibid.: 119). Mientras que un diálogo equívoco, “es el que da la impresión de que todos tienen razón” (Ibid.: 119).

Por otro lado, en la obra de Debord encontramos que Con la escritura, el lenguaje alcanza su plena realidad independiente de la mediación entre las conciencias. (…) Con la escritura hace su aparición un tipo de conciencia que ya no es adquirida y transmitida en la relación inmediata entre los seres humanos, sino que se trata de una memoria impersonal la de la administración de la sociedad. (Debord, G., p.121) Esta idea nos presenta una de las posibilidades más cercanas que nosotros como arquitectos tenemos, al traducir en palabras muchos de los procesos, reflexiones y debates que se presentan en nuestro actuar. Saber hacerlo no sólo nos permite comunicar nuestras ideas o pensamientos, como nos dice Debord, nos puede permitir en el proceso, ir construyendo una nueva conciencia sobre nuestras formas de relacionarnos. Es aquí donde nuevamente recae la importancia del uso de la hermenéutica que nos plantea Mauricio Beuchot, quien define este campo como “la disciplina de la interpretación (…) arte y ciencia de interpretar textos”. (Beuchot, 1999: 33).  Menciona también que, “La interpretación es la comprensión, (…) como un proceso, no como un acto instantáneo y definitivo” (Ibid.: 33).  
Volviendo a lo aquí enunciado en términos del lenguaje, Beuchot continúa diciéndonos que “Los textos no son sólo escritos, sino también los hablados, (…) los actuados (…) y de otros tipos (…) van más allá de la palabra y el enunciado” (Ibid.: 33). Como arquitectos, esta expresión nos acerca a la posibilidad de considerar cada uno de estos tipos de texto, que enuncia Beuchot, como aquellos que son producto también de nuestra disciplina. No son sólo aquellos textos con los que acompañamos nuestro proceso de diseño de determinado espacio; son también los discursos que elaboramos y compartimos con otros, y cada uno de nuestros actos que forman parte de nuestro proceso de diseño, entendimiento y comunicación de lo arquitectónico. En la segunda obra consultada de Beuchot, Tratado de Hermenéutica Analógica (1997), menciona que “Interpretar es colocar un texto en su contexto. Pero el problema del contexto lleva al conflicto de las tradiciones. Siempre se interpreta, siempre se comprende, desde un esquema conceptual, desde un marco de referencia, desde una tradición. Hay que ver el contexto del que habla y alcanzar a ver el contexto del que escucha. Y, como son diferentes, tratar de aproximarlos, de traducir de uno a otro.” (Beuchot, 1997: 64) Este enfoque que propone Beuchot, es uno de los temas que a nosotros como arquitectos nos ofrece una valiosa pauta para tener presente al momento de acercarnos a las condiciones culturales en que se desarrolla cualquier proyecto.

Otra perspectiva que atiende Vargas Llosa en cuanto a nuestro tiempo es el hecho de que: “(…) la cultura será víctima —ya lo está siendo— de lo que Steiner llama «la retirada de la palabra» Ahora, la palabra está cada vez más subordinada a la imagen” (Vargas Llosa, M., p. 12). Condición que podemos evidenciar claramente en el creciente interés de los medios masivos, por elevar la imagen como principal forma de producción y comunicación de la idea de lo arquitectónico.

En este mismo sentido Karel Kosik, nos plantea como parte de sus tres cuestionamientos, la pregunta de: “¿Qué les ocurre a las ciudades y cómo se transforman si lo poético ya no reside en ellas?” (Kosik, K. p. 63). Aquí Kosik nos invita a reflexionar sobre “lo sublime”, un concepto que define en esencia como: “un movimiento que nos arranca de lo cotidiano y lo trivial, que transforma nuestra dependencia del sistema de necesidades materiales en necesidades metafísicas de la verdad, la belleza, el bien, lo poético.” (Ibid.: 80).

Como sustantivo nos lo presenta como “un poder (…) productivo y fundacional que hace habitable el mundo y lo protege de caer en la mediocridad.” (Ibid.: 80). Pero Kosik afirma que, “El lugar de la sublimidad, de la que el hombre perdió el sentido en el siglo XX, lo ocupan la soberbia y la arrogancia.” (Ibíd.: 80). Afirmando que, “El hombre de la época moderna se siente muy por encima de todo porque todo lo ha reducido al papel de la materia prima de su ansia de bienestar.” (Ibíd.: 80).  “La época moderna es una época no arquitectónica, y es por eso que sus ciudades están en crisis”. (Ibid.; 72).

De la cultura, sus horizontes históricos y sociales.

En un artículo publicado por Lorenzo Rocha se menciona, según este autor, que: “Casi todos los arquitectos están de acuerdo en que su profesión se encuentra en crisis, pero la mayoría de ellos no sabría explicar con exactitud las razones del malestar en la arquitectura. No es la arquitectura que padece una crisis sino la que la provoca. El arquitecto que problematiza el propio proyecto desde sus fundamentos.” (Hernández, G., 2018).

Como marco desde el que pudiéramos explicar esta indudable crisis, podemos ir a la obra de Vargas Llosa, donde el autor menciona haberse cuestionado hace tiempo “¿por qué la cultura dentro de la que nos movemos se ha ido banalizando hasta convertirse en muchos casos en un pálido remedo de lo que nuestros padres y abuelos entendían por esa palabra?” (Vargas Llosa, M., p. 118).  Pregunta que se convierte en punto de partida del texto con el que Varga Llosa comienza a esbozar algunas de las características que podemos identificar en la cultura de nuestro tiempo. Como una primera aproximación al entendimiento de esta condición, nos dice que, “(…) la cultura son todas las manifestaciones de la vida de una comunidad: su lengua, sus creencias, sus usos y costumbres, su indumentaria, sus técnicas y, en suma, todo lo que en ella se practica, evita, respeta y abomina”. (Vargas Llosa, M., p. 20). Siendo entonces que, “Cuando la idea de la cultura torna a ser una amalgama semejante es inevitable que ella pueda llegar a ser entendida, apenas, como una manera agradable de pasar el tiempo” (Ibid.: 20).  

En una entrevista realizada al autor en 2012 menciona que: “El concepto de cultura, era algo perfectamente claro e identificable, pero ha ido a lo largo de las últimas décadas ensanchándose para representar tantas cosas a la vez que hoy día ya no dice nada y pretende decirlo todo, con lo que pasa a ser una forma de entretenimiento, con lo que se ha perdido calidad y capacidad crítica, para cuestionar la cultura. La cultura hoy es diversión y entretenimiento” (Sánchez Dragó, F, Telemadrid, 2012). Una vez establecida esta condición de la cultura nos dice entonces que: “(…) la cultura atraviesa una crisis profunda y ha entrado en decadencia” (Vargas, M., p. 7). Es en medio de esta profunda crisis que el texto nos sugiere, en nuestro ejercicio como arquitectos, el considerar pertinente cuestionarnos entonces ¿Cuál será el rol que desempeñaremos en medio de esta condición de crisis de la cultura? Reconociendo la producción de la arquitectura como un proceso inmerso en un contexto cultural y social, esta afirmación nos invita a conocer las condiciones de la cultura propia de nuestro tiempo, que a su vez moldeará nuestras acciones de diseño y edificación.

Algo importante que Vargas Llosa nos advierte tratando de establecer el marco más adecuado para comprender la condición de la cultura hoy en día, es que “No hay que confundir cultura con conocimiento. «Cultura no es sólo la suma de diversas actividades, sino un estilo de vida», una manera de ser en la que las formas importan tanto como el contenido (…) la cultura es algo anterior al conocimiento” (Ibid.: 9).  Esta diferenciación que hace Vargas Llosa, nos aproxima a un entendimiento primordial sobre nuestro hacer como arquitectos, al poder traducir esto el en planteamiento de proyectos donde pueda permear igualmente este sentido de cultura que explica Vargas Llosa como “(…) una propensión del espíritu, una sensibilidad y un cultivo de la forma que da sentido y orientación a los conocimientos” (…) la sola idea de cultura no significó nunca cantidad de conocimientos, sino calidad y sensibilidad” (Ibid.:9).

Continuando la reflexión alrededor de los paradigmas presentes en nuestra cultura, Mauricio Beuchot nos dice que “En cada paradigma se ve de manera diferente el mundo (…), y uno está determinado a ver lo que le permite su paradigma; pero no hasta el punto de que no se pueda salir de él” (Beuchot, M., 1999: 65).  Lo que nos remite a que, en muchas ocasiones, sea precisamente eso, un paradigma presente en nuestra práctica, lo que nos haga avanzar o nos paralice. “Ya el mismo darse cuenta de que el mundo suyo puede ser diferente, ya el poder ver que su mundo no es suficiente para dar cuenta de un cúmulo de datos, o poder imaginar una utopía, indica que se puede saltar las trancas de su propio paradigma, de su propia tradición, de su propia cultura, de su propio marco conceptual, de su propio lenguaje, de su propio mundo” (Beuchot, 1997: 65).

En esta misma idea de poder darnos cuenta, Octavio Paz afirma que, “Nos hemos encontrado desnudos, frente a una realidad también desnuda. Nada nos justifica ya y sólo nosotros podemos dar respuesta a las preguntas que nos hace la realidad” (Ibid: 70). Lo que nos lleva a pensar que por muy grandes que parezcan las problemáticas que nos ocupan día a día, siempre deberá iniciar en cada uno de nosotros, la reflexión necesaria para poder llegar a ofrecer las mejores respuestas a lo que nos pregunta día a día la realidad. Respuestas en forma de crítica, proyectos, ideas, ideales y prospectivas. Donde el poeta nos dice que “La reflexión filosófica se vuelve así una tarea salvadora y urgente, pues no tendrá nada más por objeto examinar nuestro pasado intelectual, ni describir nuestras actitudes características, sino que deberá ofrecernos una solución concreta, algo que dé sentido a nuestra presencia en la Tierra. (Ibid:182).

Reflexiones finales

Muy próximo al cierre del capítulo “La ciudad y la Arquitectónica del mundo” de la obra Reflexiones Antediluvianas, el filósofo de origen checo, Karel Kosik (1926-2003) menciona que: “Ni el mayor de los esfuerzos de los arquitectos de más talento podrá por sí solo cambiar el destino de las ciudades modernas si la época entera ha perdido su arquitectónica.” (Kosik, K., p.80). No es una frase sencilla de asimilar, pero logró llevarme a cuestionar, entonces ¿Qué nuevas tareas nos tocarán realizar a los arquitectos de la ciudad moderna? Es posible, por lo tanto, considerar el que muchas veces en nuestras propuestas de diseño, parecería que hemos perdido la capacidad de cuestionar y cuestionarnos, aún a pesar, de que mencione Kosik, que este ejercicio resulta ser la fuente inagotable de nuestra actividad.

Otro eslabón en este ensayo es una cita en la que Mauricio Beuchot nos recuerda que “El propio bien común es analógico e icónico. Hace que el hermeneuta [cada uno de nosotros] intente no sólo interpretar, sino también transformar; y, si quiere, transforma con su interpretación; con su misma interpretación opera una transustanciación de la realidad social ofrecida, dada” (Beuchot, 1999: 96). Hablar entonces, desde cada una de estas disciplinas en las que se inscriben las obras analizadas, nos permite reconocer que a partir de hacer interpretaciones sobre de ellas, es que logramos transformar(nos).

Ser y Estar, se vuelven así, en los horizontes en que podemos delimitar el diálogo en el que podemos buscar comprender lo que somos y lo que hacemos desde la arquitectura y cada uno de sus posibles encuentros y desencuentros con otras disciplinas. Como se mencionó, este ensayo no pretende construir una narrativa alrededor de todos y cada uno de los detalles que cada autor escribiera en su tiempo y espacio. Cada una de sus voces quedan hoy como punto de partida para futuras búsquedas Todo esto, inscrito en este mundo de dualidades en el que los seres humanos transitamos a lo largo nuestra vida.


“El español tiene una ventaja un poco desleal sobre el francés: tenemos estar y ser. “Estar en la historia” significa estar rodeado por las circunstancias históricas; “ser la historia” significa que uno mismo es las circunstancias históricas, que uno mismo es cambiante. (Paz, 2010: 327).


                                                Tania Cano tania
Ciudad Universitaria, CDMX, 3 de diciembre de 2018

 

Bibliografía

XIV Coloquio Internacional de Hermenéutica Analógica, Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM. 9-12 de octubre de 2018.

Beuchot, Mauricio. Perfiles esenciales de la Hermenéutica. Fondo de cultura económica.; México, D.F., México, 2008, 1ª edición.; pp. 196.

Beuchot, Mauricio. Tratado de Hermenéutica Analógica. Facultad de Filosofía y Letras, UNAM-Editorial Ítaca.; México, D.F., México, 2009, 4ª edición.; pp. 238.

Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Trad. José Luis Pardo. Editorial Pre-textos.; Valencia, 2003.; pp.182.

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