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Totalitarismo
y vanguardia en la arquitectura fascista italiana
Daniel C. Narváez Torregrosa
Mientras que en la Alemania nacionalsocialista todo rastro de la creación artística de la vanguardia es eliminado y sustituido por la pesada carga de un realismo popular, en el caso de la Italia fascista no ocurre lo mismo, sino que el estado Corporativo de Mussolini se valdrá de la vanguardia y del talento de numerosos artistas que constituyeron el núcleo del futurismo para elevar las obras que caractericen a la nueva nación. No en vano, el propio Marinetti, fundador del futurismo, acudirá a las elecciones de 1919 en las listas del Partido Fascista. En el manifiesto fundacional del futurismo se encuentran algunos rasgos que serán compartidos por la ideología fascista, a saber: "Nosotros queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo- el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer" [1].
En este momento histórico el arte y la arquitectura ofrecerán una vanguardia en la que el sentido de movilidad, el dinamismo, será el objetivo de artistas como Boccioni o Carra y de arquitectos teóricos como Chiattone o Sant'Elia y que finalmente encontrarán su realización con Sironi o Terragni inmersos ya en época fascista. La arquitectura futurista definida por Sant'Elia en el manifiesto como "L'architettura del calcolo, dell'audacia temeraria e della semplicità; l'architettura del cemento armato, del ferro, del velero, del cartone, della fibra tessile e di tutti quei surrogati al legno, alla pietra e al mattone che permettono di otenere il masimo della elasticita e della leggerezza" [2] plantea una serie de elementos que serán retomados por la arquitectura del periodo fascista. El estado totalitario italiano pondrá en marcha un programa que girará en torno a la figura del Duce y en el que se creará un espacio escénico digno del líder, tarea en la que los arquitectos tendrán un papel primordial y para la que recurrirán a diferentes lenguajes.
Así pues, nos encontramos con un doble lenguaje; por un lado obras de carácter arqueológico, puesto en práctica por aquellos arquitectos y teóricos que buscan en la tradición histórica modelos y materiales para elevar las obras representativas del momento y dotarlas de un fuerte carácter conmemorativo. Por otro lado se asiste a una renovación arquitectónica, tarea emprendida por una serie de arquitectos que quieren romper con la tradición y buscar nuevas manifestaciones recurriendo a un lenguaje moderno, y que ven en el uso de los nuevos materiales una ocasión única para materializar las obras representativas de un estado en continua evolución.
Fotografía 1. Diseño de Sant'Elia
Fotografía 2. Monumento a los Caídos de TerragniEl valor que la arquitectura moderna tiene para los dirigentes del nuevo estado es de tal importancia que Mussolini no duda en colocar a la jefatura de los proyectos urbanísticos de Roma a Piacentini, defensor -en primera instancia- de la arquitectura moderna. En cualquier caso, esta decisión abre la posibilidad de que los arquitectos puedan manifestar sus opiniones con respecto a la arquitectura moderna y tratar de hacerla coincidir con los intereses del Estado [3].
Entre todos los arquitectos que adoptan las nuevas formas para servir al Estado fascista, destaca la figura de Giusepe Terragni. Formado en el Politécnico de Milán, quien sería uno de los alumnos aventajados al dejarse seducir por las innovadoras teorías de Le Corbusier. El interés le lleva a formar parte del Gruppo 7 y a organizar en 1928 la primera muestra de arquitectura racional. También de este momento son dos obras en las que introduce la modernidad: el Monumento a los Caídos de la Gran Guerra, inspirado en un diseño de Sant'Elia, y la Oficina del Gas ambas en la ciudad de Como. Un proyecto espectacular y novedoso es el bloque residencial del Novocumum, edificio en el que introduce novedades sobre una estructura de fachada clásica (basamento, cuerpo elevado, ático y cubierta) tales como el empleo de concreto armado, vidrio y, sobre todo, por el innovador cilindro con el que rompe el muro en "L" que se suponía tradicional para la esquina, y que aumenta su dinamismo al dejar el ático en ángulo recto.
En 1932 Terragni recibe el encargo de realizar la Casa del Fascio para la Federación de Como. El proyecto trata de hacer realidad unas palabras de Mussolini: "El fascismo es una casa de cristal". Para materializar esta idea parte de una idea básica: el cubo, forma estática a la que dotará de gran dinamismo en primer lugar creando cuatro fachadas distintas en las que conjuga aberturas y lienzos de manera vertical, y al tiempo que hunde la fachada dejando al descubierto los elementos estructurales (pilares y vigas).
Fotografía 3. Casa del FascioPor otro lado, el interior lo organiza en torno a un espacio central que se inicia en la planta interior como un atrio y que según asciende, va convirtiéndose en espacio de comunicación en el cual no hay distinción entre interior y exterior, como él mismo señala:
"Un amplio espacio cubierto en el centro, al que dan los espacios de paso, los despachos, las salas de reunión […] es preciso anular toda solución de continuidad entre interior y exterior, haciendo posible que un jerarca hable en el interior y simultáneamente sea seguido y escuchado por la masa reunida en la plaza (…) he aquí el concepto mussoliniano de que el Fascismo es una casa de cristal" [4].
En el conjunto Terragni da uso a los nuevos materiales (visibles en algunos sectores de la edificación) mientras que conserva otros clásicos, como el recubrimiento de mármol en la fachada. Su intención es ofrecer un nuevo modelo arquitectónico puesto que, según manifestaba: "el tema es nuevo; absolutamente imposible, pues, cualquier referencia a edificios de carácter representativo; es necesario crear sobre bases nuevas y no olvidar que el Fascismo es un acontecimiento absolutamente original" [5].
Esta originalidad constructiva la aplica en otra de sus realizaciones, en este caso respondiendo a la política estatal de construcción de viviendas. El Estado Fascista, lejos de propugnar un estilo autóctono como sucedía en Alemania, busca espacios racionales. En este sentido, Terragni junto a Lingeri edifican la Casa Rustici, de nuevo una variante sobre la forma del cubo, en la que crean dos bloques separados por un inmenso patio central de modo que consiguen crear apartamentos en los que el acceso permite un espacio de intercambio común y una estructura interna orientada hacia el exterior, en contacto con la luz.
Uno de los últimos proyectos de Terragni para el sistema fascista y que no llegó a materializarse es el Danteum, edificio conmemorativo al genio creador italiano y en el que despliega un programa de arquitectura moderna para crear una sucesión de espacios inspirados en la Divina Comedia. El edificio trataba de retomar el sentido de viaje o peregrinación descrito por Dante en su poema, tal y como señala el propio arquitecto: "(…) crear una atmósfera que sugestione al visitante y parezca gravar incluso físicamente sobre su persona mortal y lo conmueva tanto como el viaje conmovió a Dante en la contemplación de desventura de las penas de los pecadores que en el triste peregrinaje iban encontrando" [6].
Fotografía 4. Diseño del Danteum
Terragni divide su edificio en tres plantas, retomando así la estructura del poema, y cuyos espacios rectangulares serán sometidos a un sistema de proporciones basados en el rectángulo áureo y los números 1, 3 y 7 que aparecen constantemente en el poema de Dante. Así, para la entrada del edificio, Terragni parte de los primeros versos del poema: "A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba, porque mi ruta había extraviado…" [7].
Palabras que se iban a materializar por medio de un bosque de 100 columnas de mármol que se corresponden con el número total de los cantos que conforman la Divina Comedia. La lóbrega descripción de los tormentos infernales sería llevada a la obra por medio de una serie de salas cuadradas de tamaño decreciente según el curso ascendente al nivel superior, y sería apenas iluminada por pequeñas hendiduras en el techo. Cada una de estas salas estaría decorada conforme a las culturas de la antigüedad: Oriente, Egipto, Grecia, Roma. Para la sala del Purgatorio, Terragni, ideó una especie de conciliación de contrarios conforme a la idea de balanza o contrapeso utilizado en el Purgatorio para pesar las almas. En esencia, la sala era similar a la inferior, pero con una sucesión de salas cuadradas crecientes en proporciones. Por último, la sala del Paraíso iba a suponer el encuentro del espectador con la luz, recreando lo descrito por el poeta: ¡Oh, suma luz que tanto sobrepasas los conceptos mortales, a mi mente di otro poco, de cómo apareciste! [8]
La propuesta de Terragni preveía el uso de 33 columnas de vidrio que sostendrían una techumbre también de vidrio, creando así una atmósfera etérea y de marcado carácter espiritual. Esta obra, que permaneció en proyecto, habla de la importancia que la arquitectura moderna tuvo para el régimen fascista italiano. La lección de la arquitectura moderna fue ampliamente aprendida y seguida por arquitectos como Nervi, Guerini, La Padula, Roma, entre otros, que construyeron numerosa obra en el periodo comprendido entre 1937 y 1942. Sólo con la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial y los reveses militares y políticos de 1943, el Estado Fascista se volvió desesperadamente hacia una arquitectura de marcado carácter clásico, tratando de buscar en estas eternas formas la estabilidad que le faltaba en el terreno del poder.
Notas
1. Marinetti, "Manifiesto futurista", En De Micheli, M., Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid, España: Alianza, 2001, p. 307.
2. Sant'Elia, "L'architettura futurista" en De Maria, L., Filippo Tommaso Marinetti e il futurismo, Milán, Italia: Mondadori, 2000, p. 151 - 152.
3. La importancia que tuvo el debate sobre la arquitectura moderna en este momento es recogido por Terragni con estas palabras: "Tras cinco años de lucha y polémica, la invitación lanzada por el Partido Fascista a los jóvenes arquitectos italianos no podía significar mejor elogio a la obra voluntariosa de los sostenedores de una renovación en arquitectura" Terragni, G., "Manifiestos, memorias, borradores y polémicas", Murcia, España: Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia, 2003, p. 81.
4. Ibídem, pp. 95 - 96.
5. Ídem.
6. Ibídem, p. 119.
7. Alighieri, Dante, "Infierno I, Divina comedia", Madrid, España: Cátedra, 2001, p. 778.
8. Alighieri, Dante, "Paraíso XXXIII, Divina Comedia", 67-68; ed. cit. p. 378
Imágenes y fotografías: Cortesía del autor.
Bibliografía
Alighieri, Dante, "Infierno I, Divina comedia", Madrid, España: Cátedra, 2001.
Marinetti, "Manifiesto futurista", En De Micheli, M., Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid, España: Alianza, 2001.
Sant'Elia, "L'architettura futurista" en De Maria, L., Filippo Tommaso Marinetti e il futurismo, Milán, Italia: Mondadori, 2000.