Arquitectura y Humanidades

Propuesta académica

 

 

Existiendo, habitando lo arquitectónico I

 
Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

Introducción

El diseño arquitectónico participa en la prefiguración del entorno habitable, por ello el habitar se convierte en el escenario de la conducta humana donde se lleva a cabo la vida cotidiana en su acción individual y social, aquí los hábitos se expresan con actos y la suma de éstos implica una permanencia; este conjunto de acciones necesita de un lugar para que se lleven a cabo, de tal manera que el modo en cómo manifestamos nuestros comportamientos espaciales se vierte a la espacialidad constitutiva del ser ahí, en donde cada rincón, cada estancia, cada sitio del que nos apropiamos, es parte de nuestra existencia.

El residir se expresa en las diferentes escalas del entorno construido que se conforma en la casa, en el patio, en la calle, en los jardines y en las plazas, este entorno construido contempla a las organizaciones espaciales más complejas como la ciudad. Por ello, la manera de generar y proyectar los distintos hábitats que producimos y distinguimos como arquitectónicos, se relacionan con el estudio de la realidad social, es decir, con la comprensión de las relaciones que genera el ser humano con el espacio que habita dentro de una cultura.

El habitar es una forma de existir porque es producto de diversas facultades humanas, este término conlleva muchos significados y nos lleva a entender la unidad que se genera entre el hombre, su existencia y su lugar cuando existe una relación de pertenencia y territorialidad, en este sentido, se desvela algo que va más allá de la descripción objetiva de los objetos y se anida en las concepciones subjetivas de lo que significa pensar el habitar como un fenómeno cultural que requiere de un diálogo continuo con el pensamiento, el ser y sus quehaceres cotidianos.

Si esto es así, entonces ¿qué es habitar? es más que un simple estar, es morar. Esta visión nos hace revisar las siguientes cuestiones ¿de qué depende el hecho del habitar?, ¿es una condición del hombre o es característica de algunas construcciones?, cuando hablamos de alojamiento, vivienda, casa o morada, donde uno encuentra descanso y se regresa para permanecer, se habita y se funda un lugar para modificar y auto-construir nuestra manera de morar, manifestando la voluntad de expresión de un particular modo de residir. La conformación de un espacio adquiere una significación peculiar porque adquiere los cambios de nuestra voluntad, aquí se manifiestan las variaciones de los estilos y se reflejan nuestros deseos, costumbres, hábitos, ritmos de vida, acciones, gustos y necesidades.

En sí, este fenómeno cultural conlleva la coexistencia y manifiesta la comprensión de la relación entre el ser humano con sus posesiones, su existencia y su permanencia en cierto lugar. A través de éste, el hábitat cobra su propia singularidad, por ello cuando hablamos y pensamos en el habitar representamos el comportamiento espacial que adopta el hombre al hacerlo; sin embargo, cuando reflexionamos en este concepto y nos preguntamos ¿cómo podemos configurar la esfera del habitar? Y ¿cuáles son los elementos o acciones que lo conforman? Nos percatamos de lo siguiente: para concebir y materializar lo que distinguimos como la habitabilidad o cualidad de lo habitable, es indispensable enlazar los procesos de producción del objeto, desde la acción proyectual con la comprensión de las diversas formas y estilos de vida.

 

Patricia Barroso Arias