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La Alhambra, un ejemplo de trascendencia edificada en relación al texto: Habitar, construir, pensar, de Martin Heidegger
Milena Quintanilla Carranza
En su ensayo "Habitar, construir, pensar", Heidegger -como en muchos de sus textos- nos plantea la siguiente pregunta: ¿En qué medida el construir pertenece al habitar? Al responder a esta pregunta, se podrá esclarecer "lo que es propiamente el construir pensado desde la esencia del habitar" [1].
Para ello se podrá ejemplificar como lo hace Heidegger con el puente, con una obra arquitectónica, diseñada (pensada), construida y habitable. Sirva como ejemplo para esta reflexión el antiguo Palacio de La Alhambra en la ciudad de Granada, España.
La Alhambra, surgió originalmente sobre el cerro llamado La Sabika, también denominado de San Pedro o la Colina Roja, por el color de su tierra. En este paraje existía una fortaleza muy antigua de origen romano, se piensa que del S.IX, y sobre ella el primer rey de la dinastía nazarí, llamado Alhamar, comenzó a construirla en el año 1,239. La Alhambra era una ciudad para el rey nazarí, su gobierno y sus caballeros. También vivían muchas personas que se dedicaban a trabajar en ella.
En 1492, mismo año en que Cristóbal Colón se entrevistó con la Reina Isabel la Católica y consiguió el apoyo para el descubrimiento de América, Granada fue tomada por los Reyes Católicos, comenzando así una nueva era en su historia, cuyo esplendor quedó dominado por la cultura cristiana, y aún más con la venida del emperador Carlos V, construyéndose todos los grandes monumentos religiosos correspondientes estilísticamente con el gótico tardío y el renacimiento. Más tarde, volvería el esplendor en los siglos XVII y XVIII, con las grandes obras del barroco y edificios del post-barroco.
Así, la Alhambra, fue originalmente un palacio y una ciudad amurallada, pero a lo largo de los siglos, ha sido valorada y venerada por múltiples factores que la han convertido en un punto de atracción turística e incluso en un hito de la ciudad. Las razones pueden provenir desde su localización jerárquica en la cima de la alta meseta, la que le otorga privilegiadas vistas, hasta los grandes relatos que hoy día aún se cuentan (sirvan de ejemplo los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving escritos en 1829) en referencia a leyendas y acontecimientos políticos y religiosos que acontecieron en su interior a lo largo de la historia.
Sin embargo, considero que, hay algo más fuerte en esta apropiación y valoración de la obra espacial, que tiene que ver más bien con lo que nos plantea el filósofo Martin Heidegger en Habitar, construir, pensar, para con los mismos habitantes de Granada, pero también con los miles de visitantes que al recorrer sus habitaciones, pasillos y jardines, han quedado maravillados llevándose una experiencia inolvidable con ellos hasta las tierras de donde provengan.
La Alhambra se desarrolla longitudinalmente, "ligera pero fuerte" [2] sobre la colina roja, logrando vincularse con el entorno natural de una manera solemne, desde el valle de la ciudad a sus pies, puede visualizarse como en el verano la piedra que conforma sus murallas, se ilumina acentuando su color rojizo, mientras que en el invierno, las montañas nevadas de la Cordillera Penibética, parecen enmarcarla sin ser evidente para el espectador, si fue primero el paisaje o fue primero el palacio. Contexto natural y obra arquitectónica logran fundirse y ser inseparables.
Cosa similar sucede en su interior, pues los patios vinculan, no sólo los espacios que tienen como fin vestibular, sino que tal como el puente coaliga la tierra con el paisaje. Esto se logra por medio del agua estancada al centro de éstos, la cual refleja el cielo, refleja el entorno natural, pero también el artificial, los muros de yesería decorados minuciosamente, se reflejan también es sus aguas; todo parece un amalgama, nada sobra y nada falta, así se expresa la Cuaternidad en este recinto. Incluso allí donde la Alhambra cubre la meseta, mantiene la geometría original de la misma, dirigiendo sus remates hacia el cielo "recibiéndola por unos momentos en el vano de sus arcos -y de sus Torres Bermejas- y soltándolos de nuevo" [3]. Todo esto gracias a un excelso manejo de la técnica por parte de sus constructores, o quizás también al deseo de trascendencia que guiaba y cohesionaba a la comunidad durante su construcción.
Valga como argumento para sustentar este logro de apropiación espacial integral y común a los habitantes, mencionar que es curioso, como un recinto concebido para una cultura con creencias, mitos y rituales determinados, pudo ser adaptado a otra con ideales muy distintos. Cuando frecuentemente se aprecia lo contrario, una imposición arquitectónica en aras de un cambio de régimen político y religioso en las ciudades; aquí, en la Alhambra se respeta la mayor parte de la configuración nazarí, no se impone, se compone y se vinculan ambas comunidades atemporales, al incorporar espacios que cumplan con las nuevas actividades desarrolladas por sus nuevos habitantes.
En resumen y parafraseando a Heidegger, La Alhambra "coliga según su manera cabe si tierra y cielo, los divinos y los mortales" [4]. Como el puente, la Alhambra no fue primero Palacio y Fortaleza y luego un símbolo, sino que fue símbolo y construcción desde que se concibió y erigió. Martin Heidegger nos explica que según una antigua palabra en el alemán thing actualmente "cosa", pero cuyo significado era esencialmente "coligación"; las cosas no pueden ser cosas, en tanto que no logren coligar la Cuaternidad como lo logran las construcciones del tipo de La Alhambra o un puente que reúne no sólo dos orillas, sino dos plazas, dos parajes, a la corriente de agua, al cielo, y a los divinos con los mortales.
Así, la Alhambra no sería una construcción si antes no fuera una cosa, al coligar nos es digno de ser interpretado, valorado y apropiado. Asimismo, a merced de esta majestuosa construcción, se instauró un lugar y esto ocurrió gracias a su construcción, que permitió a los usuarios y visitantes, habitar y ser en el espacio, antes era un sitio, después una cosa que coliga la cuaternidad, y sólo así se convierte en un lugar. Por otra parte, sus fronteras (murallas) no son aquellas en donde el lugar instaurado termina, sino "aquellas a partir de donde algo comienza a ser lo que es (comienza su esencia)" [5]; y éstas, se abren permitiéndonos contemplar y recorrer los espacios, al tiempo que nosotros mismos también formamos parte de esta coligación.
Pero, ¿en qué referencia están lugar y espacio?, ¿en qué referencia está la Alhambra con su espacio?, Heidegger dilucida esta cuestión expresando que: "Los espacios que nosotros estamos atravesando todos los días están aviados por los lugares; la esencia de éstos tiene su fundamento en cosas del tipo de las construcciones" [6]. Porque nosotros no somos y aparte es el espacio, somos en el espacio y residimos sobre las cosas. De ahí que se pueda considerar la estrecha relación que existe entre nosotros y las construcciones; sin embargo, no toda construcción tiene la capacidad de aviar un lugar, y de ahí que nos podamos empezar a responder ¿por qué algunas construcciones pueden llegar a no decirnos nada y a no importarnos nada?
Esto se debe a que: "El respecto del ser humano con los lugares y, a través de los lugares, con espacios, descansa en el habitar pensado de un modo esencial" [7]. Es decir, si un lugar instaurado por medio de una construcción, no promueve que acontezca un verdadero habitar, entonces no se coliga con los mortales y por tanto se fractura la cuaternidad, se convierten en meros alojamientos, moradas o envolventes que nos cobijan, en el mejor de los casos, pero no en viviendas que nos permiten desarrollarnos como seres humanos y vincularnos con el todo que nos rodea. Así, "la esencia del construir es en la que descansa lo que corresponde al tipo de estas cosas, consiste en un instituir y ensamblar espacios" [8].
Sólo cuando se llega a este "ensamblaje cósico de las construcciones…- nos dice Heidegger- …se está más cerca de la esencia de los espacios y del provenir esencial "del" espacio que toda la geometría y las matemáticas" [9]. Quizá no es fácil, pero sí posible, construir este tipo de lugares que ensamblan al todo con las partes y a las partes con el todo contribuyendo a que acontezca un verdadero habitar cabe las cosas y en el espacio, porque "la esencia del construir es el dejar habitar" [10], tal como se vio que sucede con el cuidar, dejando que algo sea y se desarrolle en su esencia. Esto se logra "dejando aparecer a esto en lo presente" [11] las cosas y los lugares, tal como la escultura; revelan lo que quieren y lo que deben ser, en tanto las construyamos por medio de la técnica [12], y las dejemos desarrollarse en su esencia.
La tesis que nos expone Heidegger, consiste en que "sólo si somos capaces de habitar podemos construir" [13], y quizás el problema y la penuria de viviendas se deba a esta razón y no a la falta de viviendas en sí, porque "construir y pensar son siempre, cada uno a su manera ineludibles para el habitar" [14] y serán insuficientes mientras se vean como dos fenómenos aislados. La solución y respuesta a los problemas actuales de habitación, plantea el filósofo, podría residir en que "el ser humano no considera aún la propia penuria del morar como la penuria" [15], pues hemos visto que ser y habitar son la misma cosa, pero si no se hace conciencia de ello, ¿cómo poder solucionar el uno sin considerar la otra?
Cabría entonces, reflexionar y analizar ejemplos como el mencionado en el presente ensayo, en el cual se dilucida que el habitar y el construir dependieron el uno del otro, pues el imponente pero cálido palacio, fue construido desde el habitar y se pensó para el habitar, logrando así, su apropiación y trascendencia a través de distintas culturas y del paso del tiempo.
Notas
1. Heidegger, M. "Habitar, construir, pensar", conferencias y artículos, Barcelona: Serbal, 1994, p.5.
2. Ídem.
3. Ídem.
4. Ídem.
5. Heidegger, M., op. cit., p.6
6. Heidegger, M., op. cit., p.7
7. Heidegger, M., op. cit., p.8
8. Ídem.
9. Ídem.
10. Heidegger, M., op. cit., p.9
11. ídem.
12. Entendida como los griegos en la palabra tékhne: "dejar que algo como esto o aquello, de esto modo o de este otro, aparezca en lo presente."
13. Heidegger, M., op. cit., p.9
14. Heidegger, M., op. cit., p.10
15. ídem.
Bibliografía
Heidegger, M. "Habitar, construir, pensar", conferencias y artículos, Barcelona: Serbal, 1994.