Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


La representación de la arquitectura como un índice para entender la imaginación

Adolfo Benito Narváez Tijerina


Existen diferencias fundamentales entre las gráficas que utiliza la arquitectura "académica" para representar el ambiente edificado, y las que utilizan los habitantes y constructores "populares" para describir los edificios y lugares urbanos en los que viven. La idea central que trataré de desarrollar en este ensayo es la de que estas diferencias evidentes en las representaciones del ambiente construido expresan en el fondo acercamientos diferentes a la materialización de la arquitectura y la ciudad, divergencias que son explicables especialmente como modos diferentes de imaginar, y que enmascaran ámbitos de valores y de ideas divergentes con respecto a la naturaleza y los fines de los lugares que concebimos para vivir.


Divergencias de la gráfica académica y la popular

Un dibujo de Gilles Tiercelet, que aparece en Architecture Moderne ou l'art de bien batir pour toutes sortes de persones publicado en 1728, expresa muy bien los recursos imaginativos de toda una tradición de arquitectura desarrollada a partir de los descubrimientos y las ideas del renacimiento europeo. El objeto, para que sea representado en su totalidad requiere cuatro puntos de vista de cuatro diferentes formas de aproximación, cuando leemos este dibujo tenemos una imagen en corte que nos dice de los elementos estructurales que requiere la construcción de este edificio, y acerca de la manera en que están dispuestos los diferentes espacios, la distribución de las funciones y de las dependencias; las plantas nos informan sobre la organización del lugar y sus relaciones dimensionales; y por su parte el alzado, que es el elemento dominante de la lámina de Tiercelet informa de una manera muy exacta la apariencia que tendrá el edificio. Los cuatro dibujos de la lámina tienen relaciones proporcionales que "cierran" la idea del arquitecto de modo que no cabría otra interpretación posible para la realidad que propone. Hay en el fondo de esta imagen la idea de una regularidad esencial en la realidad, una isotropía que podríamos situar en la estabilidad del mundo racional de Descartes y que nos remite a la consideración de un universo que es igual en todas sus propiedades sin importar la localización en que se encuentre el objeto. Una estabilidad de la realidad que tiene su manifestación más eficaz para la arquitectura en la recta medida de sus componentes.

Algo similar ocurre en el proyecto urbano. La representación de la ciudad de Palmanova un proyecto renacentista del siglo XVI atribuido generalmente a Vincenzo Scamozzi recurre a una recta representación del todo -que es la ciudad y sus edificios- un mundo que por otra parte parece apartarse con autonomía del resto del universo renunciando -inclusive- a mostrar la imagen del paisaje. Se trata de una gráfica lo más fiel posible del objeto que está tratando de describir. Es una descripción exacta de la realidad abstraída del resto de las cosas en términos de la geometría del objeto.

Es importante llegar a este punto precisamente, pues la geometría del objeto define sus cualidades espaciales; sus cualidades dimensionales, pero nosotros al ver esta imagen de la ciudad de Palmanova nos damos cuenta de que faltan descriptores para esta imagen. La representación no puede mostrar el todo, no estamos viendo toda la escena ciudadana; si bien en esta perspectiva militar sí podemos tener una idea de la manera en que están distribuidas las funciones en la ciudad y la manera en que esta traza radial organiza a la vida (unas figuras pretendidamente humanas en las calles y en las plazas que señalan hacia todas las direcciones de ese mundo perfectamente equilibrado de la realidad renacentista), no podemos tener una idea precisa de los elementos que están detrás de la muralla, por ejemplo, o de la apariencia total de unos edificios que intencionalmente Scamozzi no ha estandarizado, tal vez como un recurso para mostrar la libertad de la vida civil en ese pequeño y perfecto mundo. Pienso que esta imagen y la lámina del tratado de Tiercelet a la que aludíamos son representaciones rectas de la geometría, pero no son representaciones totales del espacio.

¿Qué clase de descriptores podrían informarnos sobre los componentes de la vida que no están asidos a la geometría de unos elementos físicos? Una representación de un mapa mental que hizo un niño de siete años de la Colonia Regina en la ciudad de Monterrey puede ilustrar las diferencias fundamentales a las que se alude en este trabajo. Se menciona justamente después de la imagen de la ciudad de Palmanova porque la Colonia Regina tal como ésta, se configura con base en un trazado radial. Hay una sensibilidad en la representación de este niño al trazo radial, porque la cuadra en la que vive es aledaña al centro de la colonia, que es a la vez el corazón social de esta zona de la ciudad.

Se trata de una representación muy interesante del espacio, pues nos retrata lo que él considera su ámbito cercano a vida; es ahí donde él se mueve, no se mueve más allá de su cuadra o no es importante para él algo que se encuentra más allá de este ámbito; pero la forma, la topología de la figura, sugiere que hay un centro radial que arroja todo fuera de sí, como en la ciudad de Scamozzi. La parte más lejana de este centro lo dibuja mucho más grande que su parte más cercana, por otro lado los postes que aquí adquieren una dimensión magnífica (más grandes aún que las casas) son empujados hacia afuera empujados de este centro; también los postes de luz mercurial son empujados, lo cual hace evidente de nuevo la forma en que está organizado el espacio de la colonia.

Pero sucede una cosa interesante que me gusta ver cuando se pone frente a las imágenes de Tiercelet o de cualquier arquitecto académico, es la capacidad que tiene este dibujo de ser una representación de la planta y del alzado al mismo tiempo, es decir, se trata de una descripción más o menos total del ambiente. En algunos otros dibujos, recogidos durante investigaciones de campo en muchos otros contextos urbanos, se anotan incluso los nombres de las personas que viven en los lugares, en otros casos además se anotan datos históricos de la propia colonia directamente en el dibujo. Esto señala unas diferencias esenciales de los descriptores que utilizan los arquitectos populares frente a los arquitectos académicos.

La primera de ellas es la noción de una descripción totalizadora del lugar habitado en la representación del espacio popular, frente a una descripción parcial de la gráfica académica y la segunda es el abandono en el dibujo popular de la noción de que hay que representar únicamente el universo de los objetos físicos para describir el lugar. La representación que así se consigue incluye además en el dibujo a la gente y sus relaciones sociales. Hay un asunto que evidentemente aparta una forma de representación de la otra: el desapego del dibujo popular por una recta representación de la geometría.

Después de hacer un análisis comparado entre ambas clases de representación vale la pena plantearse un asunto fundamental para la lectura crítica de la ciudad: la arquitectura ¿es la colección de los objetos físicos con los cuales construimos visualmente el espacio de nuestra vida; o la arquitectura es el espacio, los elementos físicos que éste organiza, más las formas de vida de los habitantes y los significados que estos construyen durante su habitar en el lugar?

Divergencias en la materialización de la arquitectura académica y la popular.

Evidentemente estas divergencias que se señalan entre la gráfica popular y la académica podrían tener una relación con la materialización de la arquitectura, y más aún, podrían proveernos de pistas para la construcción de una lectura crítica de ambas. Hay un ejemplo interesante que puede ayudarnos a aclarar este asunto. El edificio que alberga la Biblioteca de la Ciudad de San Antonio en Texas, E.U.A., conocido popularmente como La Enchilada, obra de Ricardo Legorreta, es un edificio interesante por varias razones: la primera de ellas es porque traduce la personalidad de un arquitecto. Uno al ver este edificio no puede sino recordar la arquitectura tan publicitada de Legorreta en muchos contextos, incluido el Texano, nuestra Universidad de Nuevo León, el de los Ángeles, California, la Ciudad de México, etc. Se trata de una imagen de la arquitectura que traduce una firma que está asociada a una manera de concebir la geometría y los colores del edificio.

Por otro lado, es un ejemplo interesante de los medios de producción de la arquitectura moderna y del significado -en el contexto de las modernas ciudades- de la arquitectura contemporánea de autor. Este edificio está ubicado en las proximidades del paseo del río en San Antonio, un lugar que fue remodelado haciendo una serie de restaurantes, grandes almacenes comerciales y edificios de servicios, que se ha convertido con el tiempo en un paseo turístico muy importante de la ciudad. Muy cerca de la biblioteca a la que nos referimos se localizan algunos lugares de arquitectura tradicional Texana que poseen una mímesis con el ambiente que es verdaderamente hermoso; la utilización de piedras, de ladrillos, de madera; de materiales naturales, la utilización de colores pardos, quemados por los soles, que tratan de ser como la naturaleza de esta región del Valle de Texas, verdes olivo que raramente brillan más que la tierra. Un hospital y un edificio de oficinas que rodean a La Enchilada son también de esa misma contextura; en sus colores y materiales tienen una conformación similar, compartiendo además una altura similar con el resto del paisaje urbano.

Todos los elementos del paisaje colaboran para crear la unidad excepcional de este distrito histórico. Desde la carretera 410 que cruza San Antonio de sur a norte y que conduce hacia Austin y hacia el Paso, es perfectamente visible el edificio; uno lo ve de inmediato, no solamente por el color anaranjado de sus grandes muros -el que le da su mote peculiar- sino por el equilibrio entre la masa del inmueble y sus vacíos. Hay un equilibrio entre los vanos y los macizos que es muy diferente de la arquitectura del centro próximo de gran altura, que por lo general, tiene superficies acristaladas muy grandes y formadas por elementos modulares repetidos. Las herrerías que cubren las fachadas de los edificios son una repetición de módulos estandarizados, mientras que en La Enchilada la composición entera tiene como base el predominio de la masa sobre los claros y la utilización de sistemas de orden con base en trazos reguladores que organizan a la perfección los elementos visuales.

El edificio ejerce intencionalmente una serie de contrastes fuertes con el contexto, tanto en términos cromáticos como en términos del propio diseño del edificio. El arquitecto se plantea por medio del discurso, que es un edificio que trata de rescatar una forma de concebir la arquitectura tradicional. Legorreta insiste constantemente en que la arquitectura que él produce, procede de una reflexión profunda de la cultura mexicana, que su obra trata de adaptarse al sitio en el que se halla y a su cultura, que su labor consiste en hacer una arquitectura que sea consciente de los valores de la tierra en la que finalmente ha de morar. Lejos del discurso del arquitecto, parece tratarse de un edificio de elementos preconcebidos que son llevados a un sitio y utilizados sin considerar las condiciones que lo rodean.

Cuando estaba tomando las fotos del inmueble y caminando por sus alrededores, se me acercó una norteamericana que me comentó que este era uno de los edificios más bonitos de san Antonio -probablemente el mejor edificio de San Antonio- y que curiosamente lo había diseñado un arquitecto mexicano. Este hecho llamó poderosamente mi atención y tomé nota de la importancia del inmueble como un centro comunitario que atrae a la gente de muchas localidades de la ciudad. Pienso que la opinión de la gente sugiere que a pesar de que el edificio no tiene relación con el entorno, es un inmueble que se considera positivo. Esto quiere decir que desde el punto de vista de los habitantes y de su municipalidad no hay una necesidad de que el edificio tenga forzosamente un diálogo abierto con el entorno.

Si, por ejemplo, una persona en la ciudad de Taxco, Guerrero en México, hiciera una obra de cristal y acero frente a Santa Prisca probablemente sería criticada habría, quizá, una junta de vecinos que se opondría a este proyecto. Pero esto no sucede en esta clase de edificios y en esta clase de contextos; de hecho el que la ciudad de San Antonio haya acudido a Legorreta para diseñar un edificio tan importante y con tan notorio contraste con su entorno inmediato, desde mi punto de vista, significa dos cosas; la primera es la necesidad de que la población hispana tenga presencia como minoría étnica. El edificio surge en medio de una coyuntura política de apoyo a las poblaciones mexicanas del sur de los Estados Unidos y puede explicar además el proyecto de la plaza de Los Ángeles del mismo arquitecto o los edificios corporativos para la Texas Instruments, se trata de que esta minoría tenga presencia en la comunidad mediante un edificio que les identifique (aunque sea como una curiosidad folclórica).

Por otro lado, el edificio explota la posibilidad que tiene una administración municipal de adquirir para la ciudad una obra de firma. Esta consideración es interesante, pues nos dice una cosa fundamental de la arquitectura académica: procede utilizando medios similares a los de la pintura o la escultura, es decir, es un arte que se va haciendo cada vez más autónomo con respecto al contexto, que tiene unos medios igualmente autónomos con respecto a su entorno. En efecto, se trata a la obra como una adquisición museística. Si un museo puede darse el lujo de colgar un "Picasso" en su colección permanente, por qué una ciudad no puede darse el lujo de poner un "Legorreta". Esta relación que estoy sugiriendo entre la pintura y la arquitectura no se ve forzada si se le lleva a este contexto. La arquitectura así se convierte en un objeto prácticamente de museo, en un objeto coleccionable; así la administración municipal puede presumir que tiene un Legorreta en el patio de atrás y el "almacenarlo" es parte del prestigio de la ciudad.

A pesar de ello, es difícil de imaginar esto, pues un edificio es un bien inmueble, no como una pintura que es un bien que se puede trasladar de un lugar a otro. La Enchilada es un edificio que está construido con medios que son muy tradicionales, es un edificio de concreto con mampostería con elementos que son, por fuerza de la materialidad del inmueble, fijos. Sin embargo, poco a poco la arquitectura va adquiriendo una capacidad de mudarse, poco a poco va construyéndose de piezas armables que pueden montarse catalogarse y volverse a montar. Poco a poco la arquitectura se va vaciando de su contenido contextual. En este caso, la arquitectura académica tiende a convertirse en un objeto coleccionable ¿esto es justo para la arquitectura? vale la pena cuestionárselo. Por el momento lo que creo que es justo plantear es que la expresión artística de la arquitectura académica no puede tratársele de otra manera, lo que quiero decir con esto es que una buena forma analizar la arquitectura académica es con los medios de análisis de cualquier arte como la pintura o la escultura.

En una representación del lugar de vida de un niño del barrio del Realito en Monterrey hay una forma especial de representación para todos los elementos del ambiente que hace un evidente contrapunto a esta forma de ver la relación del inmueble y su contexto. Una de las cosas más interesantes de este dibujo es que incluso el interior de la vivienda se ve. Hay una puerta que es pequeñísima frente a las ventanas y hay un niño que está viendo la televisión hay una calle y un campo de fútbol que señala un marcador como si se tratara de un juego de adultos; pero hay unos niños jugando en la calle: uno está tirando un gol a otro que está tapando la portería. Es interesante esto porque cuando les preguntamos a estos niños sobre cómo jugaban fútbol, ellos decían que no podían jugar en la cancha de los grandes, pues les agredían y los corrían a gritos del lugar; ellos juegan en la calle, se trata de una representación de la vida de los niños, no tanto la recta representación de la geometría del lugar, sino la representación de su vida en el lugar.

Esto también nos dice otra cosa sobre los valores que giran en torno a las representaciones de una y otra formas de hacer la arquitectura y es que la recta representación de la geometría no es tan importante, es digamos especialmente importante cuando se trata de situar las funciones de la vida en el espacio, por ejemplo en este caso, se ubica una calle que es la mediadora del campo de fútbol y la calle que es el campo de fútbol de los niños. No es exactamente la dimensión de la casa y la dimensión de la cancha de fútbol es lo importante en la representación; lo que se está tratando de representar es un modo de vida y su significado desde la perspectiva de quien mira el mundo. Ello nos puede llevar a suponer que para la arquitectura popular los aspectos dimensionales, los aspectos modulares, los aspectos incluso de escala, no son tan importantes como la ubicación de los ámbitos de vida y la utilización de símbolos en la construcción real de ciertos elementos.

Hay una cosa que me sorprende de la arquitectura popular; cuando vemos el dibujo de los niños jugando fútbol en la calle nos damos cuenta de que la situación relativa de los objetos en el espacio es muy importante. La contextualización de los elementos es fundamental en este modo de imaginar al mundo. Frente a la actitud analítica de la arquitectura académica donde se trata de separar los elementos lo más posible para comprenderlos, existe otra visión que trata de comprender toda la realidad sintéticamente para poder operar en ella.

Esta estrategia luego toma forma en una retórica muy particular de la arquitectura popular. El atrio de la iglesia en Yolotepec, Hidalgo en México, se cierra por medio de los mismos elementos que la iglesia de Tlacochaguaya en Oaxaca, México, del siglo XVI. En la iglesia del pequeño poblado de Hidalgo, uno puede ver en los elementos de la tapia que rodean al atrio cierta similaridad, cierto parentesco en la configuración de su cuerpo, y sin embargo, este elemento no es exactamente el elemento de la iglesia de San Jerónimo de Tlacocheguaya. Son ciertamente la representación de algo, más profundo que la geometría. Si uno ve la iglesia en Yolotepec uno liga fácilmente esta imagen a la arquitectura Morisca; uno puede leer aquí la arquitectura del África Sahariana en la actualidad.

Hay cierta similitud entre estos elementos en ambas iglesias, sin embargo no se trata de la representación recta del elemento como lo ejercería la arquitectura académica que tiene cualidades dimensionales que son muy estables que se repiten en otros edificios. En el caso de Yolotepec y Tlacochaguaya no existe esta necesidad, el elemento en sí ha sido reducido a su componente fundamental y es reproducido respetando solamente su localización funcional y su relación con respecto al resto de los elementos que cierran el espacio sagrado. Huelga decir que entre ambos atrios existe un espacio de tiempo de al menos cuatrocientos años.

Consideraciones para una lectura crítica de la arquitectura académica y de la arquitectura popular.

Una conclusión de las observaciones precedentes apunta a considerar que la representación de la arquitectura juega un papel importante para la lectura del resultado material que ésta expresa o planifica. Una lectura atenta de los documentos nos puede conducir por dos caminos, el de apoyar las observaciones que nos conduzcan a entender el modo de vida de los habitantes y a entender los procesos imaginativos que han llevado al artífice a esa particular solución espacial.

Otra consideración que surge naturalmente de estas observaciones apunta hacia los medios de la crítica, y es que se hace patente que no pueden utilizarse los instrumentos conceptuales de análisis de la arquitectura popular para leer a la arquitectura académica, y lo mismo en el sentido inverso. Pese a que en los discursos de los arquitectos pretendan encerrar en los marcos de valores en los que los especialistas encuadran normalmente a la arquitectura popular a su propia producción -valor contextual de la obra, adaptabilidad, vitalidad, versatilidad de uso, significación en el contexto de la cultura local, etc. -Ello resulta artificial, pues los recursos, fines e instrumentos de su labor han evolucionado a partir de una larga tradición que precisamente se ha caracterizado por su abandono a la vitalidad y adaptación con el derredor y con la cultura de los moradores que ha caracterizado tradicionalmente a la arquitectura espontánea o popular. Hacer un análisis de la arquitectura popular que surja de la necesidad de formar catálogos de elementos plásticos o análisis geométricos del trazado, puede resultar artificial, toda vez que los constructores de esta arquitectura han recorrido otros derroteros, que les han llevado a maneras de imaginar que están más conectadas con la idea de totalidad que con las partes diferenciadas.

Un buen punto de partida para la lectura de la arquitectura popular habría de ser precisamente de lo que anima su vitalidad y construye su intrincada relación con el mundo; que anima sus muros cada día como el sol que alimenta a los árboles y a las rocas: me refiero concretamente a la gente.

Notas

Este texto surge de la consulta e interpretación de diversas fuentes bibliográficas que se retoman como bases fundamentales para elaborar el argumento y propuesta teórica de este ensayo, y aunque no se citen textualmente, se reconocen como referentes.

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Adolfo Benito Narváez Tijerina