En búsqueda de la arquitectónica escondida: Una revisión crítica a las condiciones de la práctica del diseño arquitectónico contemporáneo.
Arq. Karla Karina Pérez García
Desafortunadamente no es común el cuestionarse la manera en la que se ha desarrollado nuestra profesión con el fin de mejorar su ejercicio, debido a que para eso es necesario que se haga un esfuerzo por entenderla, ya que, por lo general, “Cada especialidad entiende la actividad que le es propia, pero no sabe investigar sus premisas, y en ese sentido es acrítica.” (Karel K.,1997. pp. 53). Situación que es altamente aplicable en la arquitectura, ya que es un campo que “(…) en su quehacer, re-produce inconscientemente (…) las premisas de su propia actividad.” (Karel K.,1997, pp. 54), las cuales no alcanza a comprender del todo, sobre todo porque en el que se han priorizado las cuestiones prácticas sobre las reflexivas, hemos olvidado e ignorado que toda acción conlleva una carga teórica, aunque en ocasiones eso no sea evidente a simple vista (1).
Para realizar esta valoración, sería conveniente, por un momento, disminuir el acelerado ritmo con el que se ha ejercido el diseño arquitectónico durante los últimos años, con el fin de detenernos a pensar qué situaciones han llevado al arquitecto a ubicarse dónde está y qué ha hecho para encontrarse ahí; con el objetivo de empezar a hacer conciencia y saber si esa posición le es satisfactoria y si es realmente su deseo permanecer en ese mismo estado o es si considera necesario cambiar en algo la manera en la que dirige su actuar.
Arquitectura de ilusiones: Reflexiones sobre la práctica del diseño arquitectónico en la era del espectáculo y la perdida de la arquitectónica.
Cruising through the doom days,
God knows what is real and what is fake (2)
-Bastille
Para comenzar a realizar este análisis, es necesario identificar cual es el contexto social, político y económico que nos está conteniendo como profesionistas y como seres humanos, que nos vemos condicionados por el estado de la realidad en la que nos desarrollamos.
Para hacer esto, encuentro que es prudente introducir la noción del espectáculo, debido a que al parecer es la más adecuada para describir la situación actual que se enfrenta no sólo en México, sino a nivel internacional.
Aunque seguramente no nos demos cuenta, estamos viviendo la era del espectáculo. Esta frase, aunque pueda sonar demasiado contundente, sin dejar espacio para la duda, en realidad conlleva consigo una carga ideológica mucho más compleja de lo que parece. A pesar de que fue hace poco más de cincuenta años que Guy Debord habló sobre este término y casi diez desde que Vargas Llosa lo retomó, la situación actual no difiere en lo absoluto de lo que estos autores dejaron asentado en sus textos.
Entonces, es conveniente aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de espectáculo. “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes (…) Es una visión del mundo objetivada. (Guy D., 1999, pp. 38), se trata de “(…) un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal.” (Mario V.,2012, pp. 33)
Ha surgido como respuesta a la sociedad consumista en la que nos desarrollamos, en dónde el parámetro principal para la valoración humana se modificó y la concepción de ser como la escala mayor fue degradado a tener, para luego ser reemplazado por aparentar (3). Es así que la verdad de lo humano ha sido sustituida por lo artificial y lo falso, volviéndose una representación de lo que es auténtico y genuino, alejándose de lo esencial y verdadero (4).
Esto se ve reflejado en las pautas de diseño y en la materialización de objetos arquitectónicos de hoy en día, que únicamente buscan satisfacer a los hombres y mujeres que se encuentran en la búsqueda de “(…) placeres fáciles y rápidos, que los inmunicen contra la preocupación y la responsabilidad, en lugar del encuentro consigo mismos a través de la reflexión y la introspección.” (Mario V., 2012, pp. 41)
La manera más sencilla y común que se suele emplear para lograr ese resultado, suele ser al mismo tiempo la más burda, en donde la frivolidad impera como pauta de diseño, ya que considera “(…) una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante —la representación— hacen las veces de sentimientos e ideas.” (Mario V., 2012, pp. 51). Motivo por el cual se pondera sin dudar al sentido de la vista, pensando que entre mayor extravagancia formal se presente es mejor, y creyendo que el camino más seguro hacia el éxito es llamar la atención (5), priorizando cuestiones como la volumetría y el fachadismo.
Motivado por esta misma espectacularidad, el arquitecto busca con su trabajo, sobresalir de entre los demás que le son símiles. Podemos tomar como ejemplo la declaración ofrecida por Teodoro González de León al ser cuestionado acerca del contraste existente entre su obra, la Escuela Superior de Música y el Centro Nacional de las Artes de la Ciudad de México, conjunto donde se ubica, el cual casi en su totalidad fue diseñado por Ricardo Legorreta: “Claro que hay competencia, las ciudades son competencias entre edificios. Para mí, el mío debe ser el mejor, y Legorreta pensará igual del suyo.” (Teodoro G., 1994)
No se da cuenta que un fenómeno fundamental que sucede al materializar edificios es la emisión de mensajes. En el libro Eupalinos y el arquitecto se menciona la existencia de tres clases de edificios que componen la ciudad: los que hablan, es decir los que establecen una relación recíproca con el usuario y su contexto, los mudos, que son totalmente indiferentes y los que cantan o que conjuntan las cuestiones racionales de las formas visibles con las intangibles como la sublimidad y sutileza (6). Expresando en esta metáfora el tipo de mensaje que cada uno emite a su entorno, a sus ocupantes y a sus “espectadores”.
Equivocadamente en esa competencia, “ser el mejor” se ha relacionado con distinguirse de entre los demás únicamente en lo que corresponde a lo visual, por lo que se producen edificios, que atendiendo a esa misma alegoría, no hablan o cantan, sino que gritan exigiendo atención, este ejercicio “(…) tiene, sin duda, la intención manifiesta de afirmar una superioridad ante los demás, pero con un acento de desprecio… parece decir «aquí yo soy el único que vale, ustedes son unos imbéciles»…no quiere solamente llamar la atención y ser oído, busca algo más que eso, la aprobación y el aplauso del pequeño mundo que le rodea. (Samuel R.,1934 pp.140), y en el proceso, lo único que consigue es agredir a quien debería hacer sentir cómodo y bienvenido, haciéndolo sentir fuera de lugar.
Se ha olvidado que, en realidad, la arquitectura no se trata de competencia de habilidades, o, mejor dicho, egos, y que por lo tanto su éxito reside otros aspectos, como que el edificio sea capaz de entablar un diálogo que sea lo suficientemente armónico tanto con sus usuarios como con su entorno. Lo cual demuestra que incluso las figuras que, por su éxito o experiencia, han logrado entrar a eso que se le conoce como “star system”, es decir que cuentan con cierto reconocimiento público, no siempre cuentan con fundamentos validos en sus argumentos, y que resulta un error considerarlas como verdades irrefutables, o tomarlas irreflexivamente como paradigmas.
Además de la apariencia, la espectacularidad también se caracteriza por responder y anteponer intereses económicos y comerciales, situación que a su vez, también ha afectado en la manera de pensar y diseñar la arquitectura, la cual ahora es vista y tratada como mero objeto de consumo, que, como cualquier otra mercancía, en donde características como funcionalismo, economía, tecnología, y fachadismo son pauta principal, debido a que necesita cumplir con ciertos parámetros y estándares que la califiquen como deseable y atractiva para que el público, la sociedad en general, se sienta atraído hacía ella, y, a su vez, genere ingresos lo más elevados posibles a cualquier costo.
Dejando en evidencia que actualmente la idea o el juicio de valor ha sido distorsionado y confundido con el concepto de precio, y se ha visto desprovisto de la aprehensión, el apego, la relación o el impacto emocional que se pueda dar en relación a la obra arquitectónica, y dotando de importancia primordial a la ganancia monetaria que se pueda generar u obtener al respecto.
Un ejemplo de esta situación, son los incontables conjuntos habitacionales y torres de departamentos que se venden a costos indecentemente elevados, pero que no poseen las mínimas consideraciones para que el acontecer humano pueda llevarse a cabo, respondiendo únicamente a un sistema lucrativo, basado en vender una supuesta apariencia y estatus, valiéndose de medios como el render para sustentar lo que al final resulta ser una mentira.
Al diseñar siguiendo estos parámetros, lo único que hacemos es agrandar un problema en el que se “(…) alienta el materialismo, el apetito consumista, la posesión de riquezas y una actitud agresiva, beligerante y egoísta que, si no encuentra freno alguno, puede llegar a provocar trastornos profundos y traumáticos en la sociedad.” (Mario V., 2012, pp. 180).
Cuando incurrimos en estas prácticas, lo único que se propicia es que poco a poco el espíritu y el sentido de la arquitectura, la arquitectónica, se vaya perdiendo.
“La arquitectónica es una diferenciación que no solamente distingue lo esencial de lo secundario, sino que también otorga a lo principal, a lo importante, a lo sustancial, un puesto elevado y lo define como el sentido de todo lo que se hace, en comparación con lo cual todo lo demás es auxiliar, concomitante, suplementario y dependiente.” (Karel K. 1997, pp.71).
Lo cual “Significa que la gente, en su vida, da prioridad a algo y únicamente en la medida en que logra vivir esa diferencia vive dignamente.” (Karel K., 1997, pp. 71). Por lo que favorecer la aparición, producción, y proliferación de imposiciones o sucedáneos (7), imitaciones pobres, que sólo se parecen a la verdad y no lo son, implica vivir en el engaño y sometido en lo no verdadero. El arquitecto se deja llevar sin cuestionar por estas condiciones, ignorando que el éxito reside en otras cuestiones más poéticas, ya que como señala Antoine de Saint-Exupéry en El Principito, “Lo esencial es invisible a los ojos.”; esa inconciencia, a su vez se ve reflejada en el tipo de diseños que genera y la arquitectura que propone.
La práctica local de la arquitectura contemporánea: Una revisión al papel del arquitecto mexicano.
La práctica de la arquitectura a nivel nacional se ve afectada por esas condiciones existentes, además por el contexto propio que representa vivir en nuestro país, en donde los logros y el desarrollo “(…) han dependido (…) de un vicio en el sistema con que se ha aplicado. Tal sistema vicioso es la imitación que se ha practicado viciosamente en México por más de un siglo.” (Samuel R.,1934, pp.21), donde en diversos campos, pero principalmente en la arquitectura, se imponen sistemas que “(…) no han sido pensados para México, sino que son toscas adaptaciones de modelos extraños. Es otro caso de “imitación extralógica” y su adopción revela más aturdida irreflexión que rigor científico.” (Octavio P., 1950, pp. 306).
Ya que no nos damos cuenta que esos modelos también se encuentran corrompidos desde su lugar de origen, por lo que consecuentemente y en mayor medida, también lo harán en un sitio para el cual no fueron considerados, por ejemplo, en condiciones ambientales, económicas o de tecnología a emplear para su materialización.
Desde nuestra educación en las escuelas de arquitectura, estamos condicionados a adaptarnos a este medio sin protestar, la formación suele hacerse de forma intuitiva e inconsciente, no se nos acostumbra al cuestionamiento, y aprendemos a diseñar de manera empírica. Al contrario, se nos incita a ver, o mejor dicho a copiar irreflexivamente obras que otros arquitectos han hecho, con el pretexto de usarlas como “análogos”, a los cuales se tiene acceso a través de revistas o medios digitales, pero que por lo general se encuentran situados en otras locaciones del mundo, “(…) sin advertir que ese modelo no corresponde a nuestra verdadera realidad histórica psíquica y cultural, sino que es una mera copia (y copia degradada).” (Octavio P., 1950, pp. 307), que consecuentemente no poseerá las condiciones adecuadas para responder positivamente al nuevo medio al que se trata de adaptar, o mejor dicho imponer.
La razón de que esto suceda, es debido al sentimiento de inferioridad que suele tener el mexicano, que se demuestra en la instintiva desconfianza sobre sus capacidades (8), por lo que considera que lo extranjero siempre es mejor, justificando así esa necedad por reproducir lo que se hace en otros países.
A su vez, esa inseguridad provoca en el arquitecto la necesidad de ser reconocido y validado ante otros, por lo que al parecer la meta principal que persigue es obtener premios, reconocimientos, y aparecer el mismo en esas revistas y medios que fueron parte de su educación; sin darse cuenta que esa actitud únicamente “(…) desempeña un papel para engañarse a sí mismo y restituir el equilibrio de su conciencia desquiciada por el complejo de inferioridad.” (Samuel R. ,1934, pp.139), y que con eso deja evidencia de que “Lo que en definitiva le importa es cubrir un vacío espiritual que lo hace sentirse deprimido y lo desvaloriza ante sus propios ojos” (Samuel R., 1934, pp.140).
Además, evidentemente, no todos, aunque ese sea su deseo, pueden acceder a ese anhelado grupo del “star-system”, la realidad es que la mayoría de los egresados de la carrera de arquitectura se ven insertados en un medio en donde sus habilidades, no sólo para diseñar, sino también para pensar y criticar se ven claramente reducidas.
El principal problema del arquitecto al insertarse en el campo laboral, es que olvida su papel como profesionista; si se entiende que una profesión trata de poseer la custodia, en nombre de la sociedad de un cuerpo de conocimiento, y que su deber es mantener y propiciar su desarrollo, así como actuar responsablemente sobre ese conocimiento con la intención de ayudar a esa misma sociedad (9).
Esa ayuda generalmente se da en calidad de asesoramiento, pero debido a la realidad que se vive actualmente, en donde el arquitecto carece de autonomía y se ve reducido a trabajar como un mero empleado en los despachos de arquitectura, sometiéndose a estándares y respondiendo a intereses económicos que buscan el mejor estado de costo-producción, situación que además no está en sus manos cambiar, realmente no se puede decir que opere como un verdadero profesional. Su papel se ve reducido a atender meras cuestiones técnicas, en donde el análisis y la reflexión no son parte de su labor, trabajando mecánicamente y sin humanidad. “La situación de estos técnicos no difiere esencialmente de la de los obreros: también son asalariados y tampoco tienen conciencia de la obra que realizan.” (Octavio P., 1950, pp. 80).
Hermenéutica analógica: Una útil herramienta teórica para la época unívoca y equívoca del diseño de la arquitectura contemporánea.
Es así que encontramos que nuestra actividad como profesionistas y como seres humanos, están inmersas en una vorágine, en donde nos encontramos a nosotros mismos y a nuestro mundo en perpetua desintegración y renovación, formando parte de un universo en el que imperan el conflicto, la angustia y la contradicción, en donde todo lo sólido se desvanece en el aire (10), en el que el único refugio parecen ser las condiciones vacuas y superfluas.
La forma en la que se nos enseña y aprendemos arquitectura, es metonímica, priorizando cuestiones meramente técnicas que pueden ser aplicadas de manera universal e indiscriminada a cualquier tipo de proyecto. Y al mismo tiempo, en el diseño arquitectónico se han distinguido dos posturas polarizadas respecto a cómo éste se entiende y ejecuta, las cuales se describen como: lo unívoco, que se refiere a lo literal, de carácter objetivo, a lo que sólo se le puede dar un significado racional y científico, en donde las cuestiones formales y estéticas se encontraban condicionadas a las cuestiones técnicas y funcionales. Evidenciado en aquellos métodos y formas de edificar en donde el gremio impone un modelo establecido, condicionado por el modelo económico actual, sin dar pie a que se discuta o mejore.
Y, por otro lado, se encuentra lo equívoco, o aquello que es de carácter subjetivo, de estilo alegórico y metafórico que puede prestarse a un sinfín de significados, donde abundan las interpretaciones relativistas y “…casi todo se vale, en las que casi cualquier interpretación es válida o de plano no hay ninguna validez ni objetividad para la interpretación.” (Mauricio B., 2008, pp.9). (11) , y que justifica esa postura en dónde la opinión de cualquiera se considera valida sin ponerlo en cuestionamiento, situación que se ve reflejada en el ejemplo que se ofrece al inicio del texto acerca de Teodoro González de León.
El inconveniente de ambas prácticas, es que, convierten a la arquitectura en un ejercicio tan libre, que es altamente susceptible a caer en confusiones y equivocaciones, todo esto a simple vista puede parecer considerablemente abrumador para el arquitecto, quien no está acostumbrado a analizar o criticar, ¿De qué manera se pueden identificar estas situaciones, y más aún como se pueden afrontar de manera objetiva para evitar caer en posturas extremistas?
Una herramienta que puede resultar útil en este mundo de confusión, en donde los resultados únicos e inflexibles de lo unívoco no son opción, pero también es peligroso adentrarse sin precaución en las interminables redes de le equívoco, es la hermenéutica analógica propuesta por el filósofo, Mauricio Beuchot. La cual busca encontrar un balance entre ambas posturas, aunque con cierta tendencia a lo equívoco, ya que “lo análogo es lo en parte idéntico y en parte diverso; más aún en él predomina la diversidad, pues es lo idéntico según algún respecto y lo diverso sin más” (Mauricio B., 2008, pp.35) (12).
Es así que encontramos, por ejemplo, que, de hecho, el uso de análogos no es una practica del todo incorrecta, pero la manera en la que se ha estado ejecutando resulta insuficiente, ya que “lo análogo es lo en parte idéntico y en parte diverso; más aún en él predomina la diversidad, pues es lo idéntico según algún respecto y lo diverso sin más.” (Mauricio B. 2008 pp. 35), por lo que lo que en realidad necesitamos hacer es identificar cuál es la parte del proyecto que requiere ser idéntica, para a eso proporcionarle características que lo hagan diferente.
Este instrumento plantea que nuestro actuar debe regirse por dos características fundamentales, la phrónesis o prudencia, entendida como actuar en proporción, con una moderación prudencial, encontrando un punto medio (13), y la sutileza, consistente en la capacidad de traspasar el sentido superficial para llegar al sentido profundo, inclusive al oculto; encontrando varios sentidos cuando parecía haber sólo uno y hallando siempre una posibilidad donde los otros no son capaces de verla.
Además, la polifacética funcionalidad de esta herramienta puede ser empleada no únicamente como estrategia de diseño, también puede usarse como parámetro para evaluar lo que ya está materializado y saber si cumple con sus propósitos y expectativas originales, estimulando el análisis y el pensamiento crítico, situación a la que no estamos muy acostumbrados, pero que es vital que ejercitemos.
Necesitamos propiciar que esta herramienta no se quede solamente en la teoría (hermenéutica docens), sino que se vuelva una constante en nuestra práctica (hermenéutica utens), con el objetivo de convertirlo en un hábito en nuestro quehacer como arquitectos, y así con el tiempo, seamos capaces de alcanzar el estado de la virtud (virtus hermenéutica) (14), no sólo para modificar y mejorar la forma en la que realizamos y valoramos el diseño arquitectónico, sino para hacer un eco y representar un cambio positivo en este contexto social tan complicado en el que estamos inmersos.
Una nueva perspectiva, hacia el futuro de la práctica del diseño arquitectónico.
Hemos revisado el contexto, la problemática que presenta, el perfil del arquitecto a escala local, así como una muy útil herramienta para afrontar esta realidad. Entonces, ahora nos es posible formar una critica y análisis personal, pero fundamentado al respecto de esta situación, que, aunque llevemos tiempo ignorando, nos concierne totalmente, ya no podemos ser indiferentes, cerrar los ojos y pretender que no nos afecta.
Afortunadamente como señala Vargas Llosa no todo está perdido, ya que “Felizmente, la historia no es algo fatídico, sino una página en blanco en la que con nuestra propia pluma —nuestras decisiones y omisiones— escribiremos el futuro. Eso es bueno pues significa que siempre estamos a tiempo de rectificar.” (Mario V. pp. 204). Y que está en nuestras manos decidir hacia donde queremos que se dirija nuestra profesión.
Que entonces nuestra motivación no sea obtener beneficios económicos o reconocimientos, dejemos que nuestra obra hable por nosotros, que sea capaz de realizarse “(…) en dos dimensiones: por una parte, recibir lo vivido por antecedente (ideas, valoraciones, etc.), y por la otra parte ejercitar su propia espontaneidad.” (Samuel R.,1934 pp.131) Resulta muy triste cuando un arquitecto se ve en la necesidad de poner una placa que exhiba su nombre en la fachada, marcando su territorio casi como si de un animal salvaje se tratara, pero no hay necesidad de caer en esas acciones si contamos con los instrumentos adecuados para sustentar nuestros proyectos.
Aunque aparentemente hemos olvidado el valor y el poder que tiene la palabra, escrita, hablada y escuchada, para sensibilizarnos, unirnos y formarnos como personas, sí adquirimos herramientas suficientes que nos ayuden a contrarrestar los efectos negativos del ejercicio ciego de la arquitectura, a las cuáles podemos llegar al acercamos a los filósofos, poetas y artistas, enriquecemos nuestra alma, nuestros sentidos y nuestro juicio, podremos impedir una reproducción vana de lo que ya está establecido, y con ello dar verdaderas y mejores propuestas y soluciones que consideren al ser humano.
Ya que no basta únicamente con hacer conciencia de la situación en la que vivimos, sino empezar a modificar nuestra manera de pensar y ejecutar la arquitectura, con el propósito de superar esta época de crisis en la que vivimos. Es de primordial importancia que propongamos alternativas que sean producto de la reflexión y la conciencia, de manera que recuperemos la poética que se ha perdido en las ciudades, y recordemos que el verdadero propósito de la arquitectura “(…) no es tanto el de hacer obras, cuanto el de formar al hombre.” (Samuel R., 1934, pp.99).
Solo si logramos recuperar y mantener presente nuestra propia humanidad, y dejamos de diseñar y pensar en el algo, para darle el valor y la importancia que se merece al acontecer de un alguien mediante la práctica del diseño arquitectónico, es que podremos observar un cambio en el que nuestro propósito o último fin no sea el de edificar o materializar un mero objeto, sino que, apelando a lo que señalaba Martin Heidegger, consideremos que construir implica en sí mismo una complejidad que alberga el habitar, hallar el sentido y el acontecer del “ser” en el espacio (15) , y recordemos que “(…) el espíritu no se ha ido: se ha ocultado.” (Octavio P.,1950, pp. 308), para que nuestra meta sea encontrar esa arquitectónica que, por lo pronto, se encuentra escondida, esperando que alguien la busque, y ese alguien está en cada uno de nosotros.
Karla Karina Pérez García
Ciudad Universitaria, Ciudad de México a 10 de diciembre de 2019.
Notas:
(1) Adolfo Sánchez Vásquez. Filosofía de la praxis. Siglo veintiuno: México, 2003,33.
(2) Traducción: Cruzando los días de la fatalidad, Dios sabe lo que es real y lo que es falso. Dan Smith, Doom Days. Bastille. En Doom Days. Virgin Records Ltd. 00602567757153. 2019.
(3) Guy Debord. La sociedad del espectáculo. Pre-textos, España. 2012,43.
(4) Mario Vargas Llosa. La civilización del espectáculo. Alfaguara, México, 2012, 24.
(5) Ibidem .61g
(6) Paul Valéry. Eupalinos o el arquitecto. Facultad de Arquitectura. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 43.
(7) Karel Kosik. Reflexiones antediluvianas. (México: Itaca, 2012),55
(8) Octavio Paz. El laberinto de la soledad, Postdata y Vuelta al laberinto de la soledad. (CDMX: Fondo de Cultura Económica, 2019), 39
(9) Leon van Schaik. Spatial Intelligence: New Futures for Architecture, (Estados Unidos: Wiley, 2008), 187
(10) Marshall Berman. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. (México: Siglo XXI, 1989) 365.
(11) Mauricio Beuchot. Perfiles esenciales de la hermenéutica. (México: Fondo de Cultura Económica- Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 2008) 9.
(12) Mauricio Beuchot. Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación. 4ª edición, (México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM-Ítaca,2008), 35.
(13) Op.cit. Perfiles esenciales de la hermenéutica, 9.
(14) Ibidem, 47.
(15) Martin Heidegger. Construir, habitar, pensar. (España: Serbal,1994), 8
Referencias:
BERMAN, M. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. Siglo XXI Editores, México, 1989.
BEUCHOT, M. Perfiles esenciales de la hermenéutica. Fondo de Cultura Económica- Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, 2008.
BEUCHOT, M. Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación. Facultad de Filosofía y Letras, UNAM-Itaca, México (4ª edición), 2008.
DEBORD, G. (1999) La sociedad del espectáculo. (Traducción al castellano de José Luis Pardo) Pre-textos, España. 2012.
HEIDEGGER, M. (1951) Conferencias y artículos. (Traducción al castellano de Eustaquio Barjau), Ediciones del Serbal, España 1994.
KOSIK, K. (1997) Reflexiones antediluvianas. (Traducción al castellano de Fernando de Valenzuela), Itaca, México, 2012.
PAZ, O. (1950) El laberinto de la soledad, Postdata y Vuelta al laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica. CDMX. 2019.
RAMOS, S. (1934) El perfil del hombre y la cultura en México. Austral. Espasa Libros. CDMX. 2012.
VARGAS LLOSA, M. La civilización del espectáculo. Alfaguara, México. 2012.
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