Crítica al pensamiento urbanoarquitectónico contemporáneo y una propuesta de cómo recuperar nuestra identidad en el arte
por: Cristóbal C. Martínez García
La prevalencia del espectáculo en la actualidad
La sociedad del espectáculo que describe Guy Debord, es un fenómeno que existe en la actualidad, quizá con mayor fuerza que en ninguna otra época. Vivimos tiempos interesantes, dónde podemos comunicarnos de forma más directa y tener acceso a información con mucha más facilidad que hace algunos años.
Sin embargo, la rapidez con la que se consumen los productos del mercado, los engaños promocionales, y la ambición de competir en el mundo superficial han generado un detrimento en la calidad de propuestas emergentes desde artísticas hasta económicas y políticas.
La obra arquitectónica, el diseño, la pintura, escultura, música, se muestran al público a través de formas atractivas de mercado y de promoción. El espectáculo es una de las formas principales de atraer a las masas para poder vender un producto. Muchas veces la mercancía que se produce es de muy baja calidad pero la forma en la que se vende o se promociona puede marcar la diferencia en una sociedad consumista y globalizada como la de hoy. La persona que consume es convencida por las tácticas de venta, por la falsedad disfrazada del discurso, por la efervescencia en las redes sociales y las imágenes hipnotizantes.
No basta con producir obras de calidad en esta época. Sin el espectáculo es imposible llegar a un público amplio que escuche y apoye propuestas interesantes y enriquecedoras. En los mercados de las artes (festivales que reúnen diferentes disciplinas dentro de un marco de exposiciones de nuevos proyectos artísticos) la obra artística se ve forzada a presentarse al público de una forma lúdica y divertida. Los promotores que vienen de diferentes partes del mundo a contratar a los artistas en estos mercados de las artes, tienen un especial interés por encontrar un proyecto que pueda venderse. La calidad de la obra artística es otro asunto.
El espectáculo siempre ha existido en las disciplinas artísticas, en especial en la música. Es el medio por el cual se presenta una obra al público y es parte importante del éxito del artista. La música clásica y el jazz, son estilos que han perdido gran parte de su audiencia porque no responden a las exigencias superfluas de la sociedad del espectáculo.
La gran mayoría de las personas hoy en día no asisten a un concierto solo por escuchar la música. Les basta con comprar el disco y escucharlo en casa. Ese público asiste a una presentación musical en vivo para ver algo más, algo que la pura grabación no les ofrece.
En el ámbito de la arquitectura, el espectáculo ha ido tomando cada vez más fuerza. Los arquitectos no solamente diseñan el edificio. Hoy en día tienen que aparecer en videos, crearse una imagen y un discurso para poder vender. La sociedad del espectáculo así lo demanda.
En el libro la sociedad del espectáculo de Guy Debord, se critíca esta nueva forma de vender y engañar a la gente a través de la imposición y contaminación de imágenes y productos comerciales. El ser humano se convierte en un actor que busca encajar y sobresalir dejando atrás la esencia de su ser, olvidando la importancia de su trabajo o de su arte. Si a esto añadimos las prácticas no éticas como la copia descarada y mal hecha como el plagio, entonces el arte desaparece dejando lugar a un producto falso y superfluo.
El espectáculo se impone hoy con más fuerza que nunca. La capacidad de adaptación de los nuevos artistas, diseñadores, arquitectos a esta sociedad de rápido consumo dirá si sobreviven, evolucionan o desaparecen.
Lo verdadero y lo no verdadero en el diseño arquitectónico
Conforme pasan los años y la cantidad de obras arquitectónicas aumenta, cada vez resulta más difícil distinguir lo verdadero de lo falso. En principio, es importante tener un conocimiento profundo de la evolución de la arquitectura a través de sus obras más emblemáticas.
Cada terreno y lugar es diferente y merece ser estudiado antes de realizar cualquier proyecto de arquitectura. Las obras emblemáticas de arquitectura a las que me refiero han logrado establecer una relación entre el lugar, el contexto, la época y la construcción. De ahí su trascendencia en el tiempo. Según Heidegger estas obras originales logran el “desocultamiento” de una verdad convirtiéndose en la obra de arte que más tarde será imitada con mayor o menor honestidad y fortuna. La copia superflua de la obra verdadera en un lugar inadecuado, la descontextualiza y la ridiculiza en un intento fallido por reproducir la sublimidad de la construcción original.
Podemos mencionar algunos ejemplos de obras donde el descubrimiento de una verdad se hace presente: La arquitectura de Barragán revela una verdad mediante la construcción de espacios armónicos, transitorios y de permanencia. El movimiento a través de estos espacios nos conduce por distintas armonías a veces cerradas y sombrías y en ocasiones abiertas, de doble altura y con diferentes tonalidades lumínicas y de color. La relación de esta arquitectura con el terreno y el lugar nos revela la verdad de que el arquitecto puede ser capaz de dialogar y reaccionar a través de un lenguaje artístico y poético ante diferentes contextos.
El estadio de Ciudad Universitaria es otro ejemplo del descubrimiento de un ser y de una verdad que nos remite al paisaje originario del valle de México, a sus montañas y volcanes. El espacio escultórico de la UNAM revela la fuerza de la piedra volcánica y su relación con el mundo. Este espacio arquitectónico es un ejemplo del “desocultamiento” del ser y de la tierra. Es por esta razón que llega a ser una obra de arte.
El proceso de diseño arquitectónico es una lucha constante entre la revelación de lo verdadero y lo no verdadero.
“La obra es el sostener aquella lucha en que se conquista la desocultación del ente en totalidad, la verdad”.
Ejemplo de lo verdadero y lo no verdadero en Ciudad Universitaria
El edificio H (situado en Ciudad Universitaria dentro de la Facultad de Ciencias Políticas), como bien lo define su nombre es, en mi opinión, una edificación carente de significado, de discurso y sublimidad. Es un edificio que parece no querer estar ahí; es un error de diseño perceptible a la vista de cualquiera. En los tiempos en que vivimos, la prisa y la preocupación por cosas superfluas e intrascendentes, hacen que este tropiezo arquitectónico pueda pasar desapercibido, dejando el paisaje de C.U. en una tensión estridente, aguda, disonante y arrítmica.
No hay resolución después de la construcción de este edificio. El paisaje se ve afectado radicalmente, en especial la poética del espacio escultórico. No existe ningún diálogo entre este edificio y la obra maestra de paisaje y arquitectura que es el Espacio Escultórico. La edificación del edificio H amenaza con expulsar lo poético de la ciudad. La poética del espacio, los lugares significativos de la ciudad están desapareciendo.
Cuando uno visita el espacio escultórico, los pulsos rítmicos y la continuidad de los volúmenes y el paisaje se ven interrumpidos por una arritmia aguda, estridente y fuera de escala: el edificio H. El espacio escultórico ahora está enfermo, tiene una arritmia, y su trascendencia preocupa. En este momento no se sabe cual edificación está fuera de lugar: el edificio H o el espacio escultórico.
El edificio H es producto de la satisfacción de las necesidades inmediatas de unos cuantos, amparados por el poder que decide qué se lleva a cabo y qué no. Los esfuerzos y triunfos de otras personas por intentar llevar al ser humano a un estado de sublimación, están siendo destruidos a través de edificaciones impuestas por esa premura y poder.
Glenn Murcutt se refiere a este tipo de construcciones como “crímenes arquitectónicos”. Esta definición no es descabellada si uno se pone a pensar que un edificio como éste se apropia de una porción de tierra que es patrimonio de los mexicanos, destruye un espacio de dignidad y orgullo de nuestra ciudad y además produce una contaminación espacial y visual que puede tener repercusiones en la vida de los habitantes.
Por otro lado, nuestro quehacer arquitectónico y nuestra contribución a la ciudad están supeditados a saber responder y reaccionar mediante intervenciones arquitectónicas a sitios accidentados, logrando establecer un diálogo con el lugar y contexto.
La reacción inmediata de la mayoría de los arquitectos ante la construcción del edificio H, fue que lo demolieran. Sin embargo, pensando de otra manera, si una arritmia (que equivaldría, en términos médicos y musicales, a lo que este edificio representa) puede ser intervenida por un cardiólogo o transformada por un músico en un pulso que ayude a explorar otras posibilidades rítmicas ¿es posible dar una solución arquitectónica a este problema en lugar de la demolición?
Uno de los ejercicios que realizo con mis alumnos en el curso de Arquitectura y música que imparto en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, consiste en explorar la manera en la que podemos generar un diálogo con una estructura previamente establecida mediante la construcción de un lenguaje rítmico, melódico y armónico. Esta forma de dialogar es conocida en la música como improvisación. Una de las premisas del pensamiento de la improvisación en la música es trabajar con el error y con el accidente e intentar utilizarlo como una provocación que conduzca a la exploración de nuevas posibilidades.
“Idealmente el arquitecto debería llegar al lugar de trabajo y tener la capacidad de reaccionar ante él, como en la música, como en el jazz; entre la partitura y la propia inspiración y como dicen en el jazz: la improvisación”.
Los resultados de salir de nuestro campo de estudio e intentar incorporar pensamientos de otras disciplinas como la filosofía o en este caso la música, pueden enriquecer nuestro quehacer arquitectónico y despertar o revelar nuestras premisas arquitectónicas.
“Cada especialidad entiende la actividad que le es propia, pero no sabe investigar sus premisas y en este sentido es acrítica. La misión de la filosofía, en cambio es la crítica de las premisas. Se ocupa de investigar aquello que se ante-pone a cualquier especialidad, lo que cada especialidad, en su quehacer, re-produce inconscientemente”.
Propuesta de cómo recuperar nuestra identidad en el arte a partir del ritmo
En su libro El Arco y la lira Octavio Paz nos dice que la cultura es esencialmente ritmo. El ritmo es un sentir y una forma de identificarnos con nuestro ser, con nuestras raíces primitivas y nuestra cultura. Cuando estamos desligados del ritmo, estamos separados de nuestra verdadera identidad.
“Hay una multitud de factores que conspiran sin descanso para impedir la afirmación de la propia individualidad: las conveniencias sociales, la vanidad, el temor, el egoísmo, las malas pasiones, etc. Todo esto ofusca la conciencia y conduce a una elección equivocada de modelos para servir de guía en nuestra formación…
Lo mejor, para no equivocarse, es considerar que no existe ningún modelo mexicano, y obrar sin prejuicios, atentos solamente a identificar los movimientos que nacen espontáneamente de nuestro interior, para no confundirnos con los impulsos que, aún cuando están en nosotros, no nos pertenecen”.
El ritmo nos conecta con nuestro ser, con nuestro sentir y afirma nuestra individualidad. El ritmo está en el corazón, es el núcleo primitivo que nos permite vivir y expresarnos. Cada corazón late de forma distinta y de ahí parte nuestra originalidad (nuestro origen). El ritmo hace que la comunicación entre las personas fluya, rompe con las barreras culturales y unifica las razas.
Para crear una identidad, una imagen poética, original y propia no hace falta más que el movimiento del alma de acuerdo con Gaston Bachelard. Este movimiento del alma que se comunica a través de la obra tiene la capacidad de mover lo más profundo del ser humano y no sólo las fibras superficiales. Cuando la obra o la imagen poética llegan a conmover a otra persona de esta manera, entonces la imagen puede resonar sentimentalmente dentro de ésta como un eco que activa recuerdos del pasado. Para Pierre-Jean Jouve, el poeta es el que conoce, el que trasciende y nombra lo que sabe. No hay poesía si no hay creación absoluta.
La imagen poética debe nacer del corazón y del sentir. Solo así puede llegar a ser autónoma. La obra de arte, al igual que la imagen poética, solo se puede explicar desde el punto de vista fenomenológico. Bachelard cita a Pierre- Jean Jouve quién concluye: “El artista no crea como vive, vive como crea”. J. H Van Den Berg escribe: “Los poetas y los pintores son fenomenólogos natos”.
La obra de arte debe partir de un comienzo puro, es decir, se debe saber cómo desaprender para seguir evolucionando en un difícil acto de superación del conocimiento. Solo a través de este proceso se puede experimentar un ejercicio de libertad dentro de la creación. Para Bachelard la imaginación, en sus acciones vivas, nos desprende a la vez del pasado y de la realidad.
“El hombre de color” al que se refiere Samuel Ramos en su libro “El perfil del hombre y la cultura en México” (es decir, el mexicano) no está desligado de su origen y de sus actividades “primitivas”. Existe un centro de gravedad que atrae a este hombre o mujer a lo más profundo de sus raíces y no le permite embrutecerse con el poder.
“Entonces, como no hay ninguna necesidad interna que impulse al indio a buscar esa técnica superior, la abandonará para recaer en sus procedimientos primitivos, mientras una coacción externa no lo obligue a seguir dentro de la civilización”.
El indio en este ejemplo que expone Ramos, regresa a sus actividades primitivas porque la técnica moderna creada por el hombre blanco no le pertenece, le es ajena y por lo tanto no le emociona ni estimula. El problema de la falta de identidad y el sentimiento de inferioridad al cuál se refiere Samuel ramos, no radica en nuestro sentido primitivo, en nuestro ritmo. Por el contrario, el error está en el desvalorizar ese sentir propio que nos conecta a nuestra tierra, a nuestra identidad y cultura.
“Por eso es que debemos partir con cierta inocencia de primitivos sin preocuparnos demasiado del fin al que vamos a llegar. Sólo así aparecerán los matices diferenciales que permitan destacarnos de todos los pueblos del globo”.
Imitar el modelo europeo en búsqueda de una cultura ajena a la nuestra, nos ha desprendido de nuestra tierra natal y de nuestra identidad cultural. La copia de modelos extranjeros de alguna manera ejemplifica nuestra inseguridad como cultura. ¿Quiénes somos? ¿Cuáles son los rasgos que definen nuestra cultura? ¿Cómo podemos construir una arquitectura mexicana propia de nuestra época? “Hay que tener el valor suficiente de ser nosotros mismos, y la humildad de aceptar la vida que nos tocó en suerte, sin avergonzarnos de su pobreza”. (p.91).
Nuestra cultura hoy en día tiene relación con el mundo cultural extranjero. Nuestra expresión cultural es una mezcla inseparable de culturas y razas. “Para creer que se puede en México desarrollar una cultura original sin relacionarnos con el mundo cultural extranjero, se necesita no entender lo que es la cultura”. (p. 94).
Conclusiones
Si como dice Octavio Paz, la cultura del hombre es esencialmente ritmo, y el ritmo es el origen del ser humano, el sentir y el alma que parte del latir del corazón, entonces nuestra expresión cultural y nuestra identidad no se pueden desligar de nuestras raíces primitivas.
La imitación y la superficialidad en el diseño arquitectónico y en otras expresiones artísticas nos alejan de nuestra identidad, del desocultamiento de una verdad y por ende del arte y de la creatividad.
Para recuperar esta identidad cultural y artística es necesario regresar al principio, a nuestras raíces, a la singularidad de nuestro ritmo que es una fuente de movimiento y de flujo creativo.
“Es bueno para el hombre regresar al principio porque el principio de cualquier actividad establecida de un hombre es el momento más maravilloso”.
Cristóbal César Martínez García
Ciudad Universitaria a 5 de junio de 2018
Kosik Karel, op. Cit., p. 55
“Alvaro Siza, oPorto Architecture School 02/23”, video de youtube, 27: 25, publicado por “csxlabo”, 25 jun. 2011. Consultado el 20 de mayo de 2016. https://youtu.be/z0iEq8kNCEc Video No. 1
Kosik Karel, op. Cit., p. 55
Ramos Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. (México D.F. Espasa Calpe Mexicana S.A., 1997), 101.
Ramos Samuel, op. cit. p. 106
Ramos Samuel, op. cit. p. 102
Robert McCarter, citando a Louis I. Khan, 464-465
BIBLIOGRAFIA:
Debord, Guy La sociedad del espectáculo. Traducción
y notas de Jose Luis Pardo. Valencia: Editorial Pre –
textos, 2003.
Heidegger, Martin Arte y poesía. México, Fondo de Cultura
Económica. Traducción y prólogo de Samuel
Ramos. (1988).
Kosik, Karel Reflexiones Antediluvianas. México D.F.,
Editorial Itaca. Traducción y edición de Fernanado
Valenzuela.(2012)
Mc Carter, Robert Louis I. Khan. Monography. London:
Phaidon Press Lmt., 2005.
Martínez García, Cristóbal C. Arquitectura y música. Musicalidad
en la creación de espacios y objetos
arquitectónicos a través del desarrollo de
un lenguaje rítmico, melódico y armónico.2016.
Paz, Octavio El arco y la lira. 1956 México D.F.
Fondo de Cultura Económica.
Ramos, Samuel El perfil del hombre y la cultura en México.
1997. México D.F. Espasa Calpe Mexicana, S.A.
Videos en línea
“Alvaro Siza, oPorto Architecture School 02/23”, video de youtube, 27: 25, publicado por “csxlabo”, 25 jun. 2011. Consultado el 20 de mayo de 2016. https://youtu.be/z0iEq8kNCEc Video No. 1
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