Una posible ruptura al pensamiento moderno de la Arquitectura
Por: Alejandro Núñez Alfaro
El hombre siempre ha tenido la necesidad de expresarse, de reinventarse, de crear cultura para enriquecer su paso mortal; Roberto Masiero diría que “el hombre ha sido siempre un productor de su cultura,” [1] es entonces que se puede interpretar a partir de lo que produce ubicándolo en un espacio-tiempo. De esta manera vemos que existe una relación entre la producción del hombre y el reflejo de su pensamiento en la época en que habita.
Es entonces que ¿El pensamiento de la época en la que vivimos estará reflejado en la arquitectura contemporánea? ¿Será posible que estemos inmersos en un vaivén de eventos, que por las características de la época, no podríamos saber cuál es el verdadero hilo conductor? ¿Estaremos condenados por el pensamiento de la época y estaremos destinados a seguir esta corriente? Todas estas preguntas son necesarias para afrontar nuestra realidad, ya que de alguna manera es más fácil hablar y describir el pasado que descubrir el momento en el que habitamos.
Karel Kosik, se apoya de la filosofía porque ésta “no reitera la labor de otras ramas del conocimiento sino que va más allá” [2] y a través de ella nos menciona que existen dos factores importantes que actualmente se nos han hecho naturales y como consecuencia han traído una degradación en la forma de vivir o de habitar: el método y el transporte.
El primero de los factores nos muestra cómo el pensamiento o la filosofía de la modernidad se ha basado en el método como “punto de partida de todo conocimiento verdadero.” [3] Kosik menciona que Descartes pretende lograr una sistematización, un orden y una seguridad, esto es, caminar por terreno firme. Sin embargo, el no reflexionar sobre lo evidente hace que existan omisiones, ya que con el método al tener una garantía de control o dominio sobre la realidad también hace una reducción, minimiza y hace que el hombre pierda su sentido existencial.
A lo largo de las últimas décadas la búsqueda de la razón absoluta a través del método y la ciencia, han pervertido la visión del hombre que intenta dominar “todo lo que hay, no sólo sobre la naturaleza sino también sobre el tiempo, sobre el pasado y el futuro, sobre la historia, sobre las ideas, etc.” [4] Un ejemplo claro de esta idea se refleja en la enseñanza de la arquitectura; en la academia el taller de proyectos, basa en general su aprendizaje a través de un proceso que intenta reducir geométricamente, a través de un módulo arbitrario, las actividades realizadas en el espacio o simplemente las categoriza como posibles actividades útiles, generando así espacios inflexibles. Esta es una condición que ha permeado en la enseñanza universitaria a partir de la integración de filosofía del método en la educación, como menciona Samuel Ramos:
[…] Es indudable que el denominador común de las reformas de la enseñanza es la acción útil. En la juventud y en los maestros, y aun en los intelectuales, hay la preocupación de adquirir un saber inmediatamente aplicable a la vida. Por eso el pragmatismo y el vitalismo han sido las doctrinas más afortunadas en nuestro mundo universitario. [5]
El paradigma de la modernidad que propuso la arquitectura desde el estricto sentido funcional del espacio, es ahora severamente cuestionado en el sentido de que el habitar humano ha perdido fuerza en el origen de la arquitectura; el habitar que el filósofo Martin Heidegger nos expresa como la fundación de un lugar en el paisaje, del que posteriormente con la construcción delimitada de un espacio, formaría una relación entre quien habita y su entorno. [6]
Todas estas nociones no se ven expresadas claramente en las intenciones que, por ejemplo, persiguen los desarrollos inmobiliarios contemporáneos en la producción arquitectónica. Estas empresas inmobiliarias con discursos como “un nuevo símbolo de arquitectura mexicana” [7] o “mezclamos a la perfección un mundo de comodidades, lujo y vanguardia,” [8] reflejan intereses materialistas y económicos de los cuales los consumidores de esos productos, como ellos llaman a la arquitectura, forman parte inconsciente de lo que Vargas Llosa llamaría la cultura del espectáculo, la cual hace ver que la cultura contemporánea “atraviesa una crisis profunda y ha entrado en decadencia.” [9]
Este cambio acelerado en la cultura arquitectónica viene cargado también de una idealización del espacio basada en imágenes. La parte del proceso arquitectónico, que con las nuevas tecnologías se ha motivado a la elaboración de imágenes espectaculares como génesis de la arquitectura, idealiza el habitar a través de la especulación contemplativa; como diría Guy Debord, “cuanto más contempla, menos vive, cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo.”[10] Estas imágenes que en principio deberían ayudar, de cierta manera, a comprender las posibilidades de un espacio, se han vuelto exhibicionistas.
Este exhibicionismo ha permeado no sólo durante el proceso creativo de la arquitectura, sino también en la forma de entender los espacios, los recovecos, los rincones en el mundo que nos generan intimidad y apropiación que, con la cultura del espectáculo, se han desvanecido. En la cultura arquitectónica contemporánea, es mejor visto, más deseable y rentable una vivienda que está totalmente abierta, que no hay espacios definidos, que no tiene una relación con lo natural o con el paisaje, que cuenta con amplios y grandes ventanales que, debido a una deficiente propuesta arquitectónica, generalmente se abren a un muro de colindancia o simplemente quedan totalmente abiertos a las calles, como si casas o departamentos fueran peceras en donde se exhiben seres humanos como mercancías. Como menciona Luis Barragán: “toda arquitectura que no expresa serenidad está equivocada y no cumple con su misión espiritual. Por eso ha sido un error sustituir el abrigo de los muros por la intemperie de los ventanales.” [11]
Todo este exhibicionismo, traducido como fetichismo es lo que se propone y se fomenta con la construcción masiva de vivienda sin planificación. Parece que nos hemos olvidado de valores arquitectónicos importantes que nos hacen humanos, valores como los que Gastón Bachelard quería rescatar cuando nos dice:
[…] la casa es primeramente un objeto de fuerte geometría. Nos sentimos tentados a analizarlo racionalmente. Su realidad primera es visible y tangible. Está hecha de sólidos bien tallados, de armazones bien asociadas. Domina la línea recta. La plomada le ha dejado la marca de su prudencia y de su equilibrio. Un tal objeto geométrico debería resistir a metáforas que acogen el cuerpo humano, el alma humana. Pero la trasposición a lo humano se efectúa inmediatamente en cuanto se toma la casa como un espacio de consuelo e intimidad, como un espacio que debe condensar y defender la intimidad. [12]
Por otra parte, el segundo factor que nos muestra Kosik es todavía más tangible y además rige la estructura y el funcionamiento de las ciudades contemporáneas: el transporte. Con el paso del tiempo el hombre en su afán por dominar todo lo que encuentra, en especial el territorio y el paisaje, va degradando todo vestigio de presencia natural y lo sustituye por ese material idóneo para hacer circular las máquinas automotoras que transitan por una red intangible que conecta todos los puntos que ha dominado. Esto ocasiona que desaparezcan espacios de encuentro, parques, plazas y edificios públicos en donde pueda existir un contacto más humano; el hombre de la época actual, vive en el transporte, habita en los vehículos y la prontitud de llegar más rápido de un punto a otro, han provocado que el hombre pierda la conexión con su entorno; los posibles recorridos se han transformado en agresivos y solitarios tránsitos.
Sin embargo, no todo está perdido en la cultura contemporánea. Un concepto fundamental que habría que rescatar en la época actual, es el entendimiento de la arquitectónica, una idea que no necesariamente tiene relación con la arquitectura, sino más bien con una forma de entender la realidad y tener un juicio a partir de ella, de alguna forma es una manera de habitar. Karel Kosik la define como:
[…] El actual y el saber arquitectónicos determinan qué es esencial y qué es secundario, definen la meta que motiva todo lo que se hace. La arquitectónica es una diferenciación que no solamente distingue lo esencial de lo secundario sino que también otorga a lo principal, a lo importante, a lo sustancial, un puesto elevado y lo define como el sentido de todo lo que se hace, en comparación con lo cual todo lo demás es auxiliar, concomitante, suplementario y dependiente. [13]
Este concepto no es algo que se da de manera espontánea, ni algo que se pueda adquirir de un momento a otro, se va gradualmente obteniendo, entendiendo y adaptando; la desventaja es que la pérdida de la arquitectónica es mucho más frecuente y común. Cuando se deja de lado en la ciudad a la poesía, cuando se disfraza de pseudo belleza, cuando se deja de admirar lo sublime, cuando lo cotidiano se vuelve trivial, cuando el hombre no cultiva la compañía, cuando se deja de admirar la naturaleza, cuando existe la indiferencia, cuando no hay un vínculo con los objetos y se convierten en meros artefactos utilitarios, cuando se crean espacios en donde no hay lugares que permitan habitar poéticamente, se pierde y muy posiblemente no se recupera la arquitectónica.
No obstante el primer sistema para restaurar la arquitectónica podría ser a través de cuestionarse el sentido por el ser y desde ahí crear vínculos o puentes que hagan interconexiones en las diferentes formas de habitar. En el libro Mito y Hermenéutica, Cullen, Levoratti y Vicentini mencionan que “el proceso hermenéutico comienza cuando el hombre se interroga sobre el sentido de algo,” [14] es decir que el hombre para tratar de entender y explicarse las interrogantes acerca de su entorno y de su existencia, recurre a un proceso hermenéutico o a un proceso de interpretación. Para el filósofo mexicano Mauricio Beuchot “todo acto interpretativo comienza con una pregunta interpretativa, que aspira a una comprensión.” [15]
Beuchot nos propone una posibilidad de salir tanto del univocismo, que se basa en la expresión metonímica o literal, como del equivocismo, que utiliza la metáfora pero “sin ninguna validez ni objetividad de la interpretación,” [16] a través de una hermenéutica analógica; una la cual sus interpretaciones tengan significados polisémicos. Por ejemplo, el arquitecto para consolidar los hechos propios de su disciplina se ve inmerso en un acto hermenéutico, no obstante éste no debe quedarse del lado univoco ni equívoco, es decir, que no sea apegado a lo literal ni que se quede en la metáfora, sino que utilice la phronesis o también la sutileza para entender los procesos significativos de los diferentes modos de habitar; es aquí cuando la hermenéutica analógica pasa al plano analógico-simbólica o analógico-icónica, ya que como dice Beuchot “el icono es el símbolo […] [porque] comparten la propiedad de conducir, llevar, transportar a otra cosa importante: llevan al todo, al resto.”[17]
Un claro ejemplo, lo podemos observar en la construcción de una pequeña casa que Le Corbusier construye para su madre en 1923, una de sus obras más significativas a mi parecer. En el libro titulado Una pequeña casa; el arquitecto además de exponer las condiciones formales o tangibles del lugar, narra situaciones que únicamente podrían ser entendidas a través de una hermenéutica analógica desde la sutileza, ese elemento que Beuchot explicaría como “la capacidad de traspasar el sentido superficial para llegar al sentido profundo, inclusive al oculto; también encontrar varios sentidos cuando parecía haber sólo uno.” [18] Es así que Le Corbusier expone que:
Para alegría del perro (algo importante en un hogar) se montó un trampolín y se instaló una reja a la altura de los pies de los transeúntes de la ruta. ¡Y el perro se divierte! ¡De la reja del portal a la reja del trampolín galopa veinte metros desenfrenadamente! [19]
Con lo anterior se muestra cómo a partir del descubrir o de interpretar un hecho significativo como es la condición del perro, se modifican los elementos edilicios para poder construir arquitectura y restaurar la arquitectónica. Más adelante menciona otro elemento significativo de la siguiente manera:
Sin embargo, en una extremidad, hay una auténtica «obra de arquitectura» (¡perdón Vignola!). Un tablón hace las veces de banco y, detrás, tres pequeñas claraboyas horizontales iluminan el sótano. Esto puede ser suficiente para dar felicidad (si no está de acuerdo, ¡a otra cosa!). [20]
Así pues, con la sutil colocación de una banca en el lugar correcto, Le Corbusier hace una obra o un hecho de arquitectura. Esa banca estaba colocada en un espacio entre la casa, una enredadera y la pequeña barda que limita con el lago Lemán, la banca era una de las conexiones entre el ser (él, su madre, su padre o quien fuera a habitar) y el infinito (el horizonte y la naturaleza expresada a través del lago). Le Corbusier, como autor del texto hermenéutico, con la expresión “¡perdón Vignola!” nos hace referencia a que la enseñanza de la disciplina arquitectónica, le fue inculcada a través de los órdenes clásicos expuestos por Jacopo Barozzi, conocido como Barozzi de Vignola o simplemente Vignola, quien basándose en el tratado de los diez libros del romano Marco Vitruvio, proponía un arquitectura con base en el seguimiento estricto de los órdenes y cánones; sin embargo, Le Corbusier interpreta que esa postura está más cerca del univocismo o de la metonímia, si bien no se queda en el completo equivocismo metafórico, logra reunir ambas en su justa medida. Sumado a esto, el arquitecto Alejandro Aravena hablando del mismo tema y considerando también la colocación de la banca como un hecho concreto de arquitectura, interpreta que “remitirse a los hechos de arquitectura significa para Le Corbusier recordar los orígenes de ésta, a la vez que explorar sus posibilidades inéditas […] un hecho arquitectónico es la relación mítica entre forma y vida,” [21] es decir, entre el ser y el habitar.
En el caso anterior, se está hablando acerca de lo que Christian Norberg-Schulz presenta como los tres momentos que el hombre realiza para para situarse en el mundo y habitar: “la visualización, simbolización y encuentro;” [22] el primero se basa en la comprensión del entorno, la segunda a través de colocar un elemento simbólico que se convertirá en un componente cultural que generará identidad, posteriormente la última fase se da a partir de la necesidad del hombre por tomar y hacer propias las experiencias para crearse una propia percepción del mundo. Es entonces que el habitar se convierte en un sistema de relaciones que el hombre mismo produce a partir de re-significar o simbolizar el entorno natural en el que decide asentarse.
Otro ejemplo arquitectónico que enfatiza estos tres momentos de cómo el hombre se relaciona con su entorno y el paisaje, sucede en la escultura urbana del Centro del Espacio Escultórico, dentro de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) en el campus de Ciudad Universitaria de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). El paisaje nos dice la Arq. Paisajista y Mtra. en Restauración de Monumentos Amaya Larrucea que es:
[…] una gran experiencia de la emoción, de la visión y de la contemplación y, asimismo, del trabajo humano sobre el territorio y el ambiente. Es un resultado cultural, no intelectual, porque la naturaleza […] es vivida, sentida y modificada por el ser humano en el transcurso del tiempo. [23]
Por lo que, si el paisaje es una experiencia cultural en un territorio, la relación con el Espacio Escultórico está en que es una evidencia de manera artística de la evolución de un ecosistema vivo, nos permite estar en la naturaleza y ser parte de un ecosistema; y desde ese estar y ser parte, crear y ser conscientes de un paisaje al cual pertenecemos y no nos pertenece.
La creación del Espacio Escultórico, en 1979, detonó un momento cultural importante para la Universidad. Los creadores fueron seis artistas: Hersúa, Federico Silva, Sebastián, Manuel Felguérez, Helen Escobedo y Mathias Goeriz, siendo este último el que me parece el actor principal para la idea y surgimiento formal como escultura geométrica monumental urbana. Fue Goeritz, quien había ya trabajado el tema de cómo las esculturas urbanas pueden ser un símbolo que generan identidad. En las Torres de Satélite, con el arquitecto Luis Barragán y el artista Jesús “Chucho” Reyes, en 1958 se puede interpretar como menciona el Dr. en Historia del Arte Peter Krieger “Mathias obviamente creyó en la torre que da sentido a la población urbana, y no a una empresa, marcando un centro, una orientación aunque sea una nueva interpretación de la metáfora de Babel” [24] y acerca de esta referencia el mismo Dr. Krieger citando al filósofo G. W. Friedrich Hegel dice que “las torres, como la torre de Babel, cuando dominan el paisaje, proveen de identidad a una comunidad y representan materialmente conceptos de los pueblos.”[25]
Goeritz, de cierta manera, intentaba mitigar el impacto de la urbanización moderna, que acompañada de asfalto y concreto cubren toda capa natural para dar paso a las máquinas de habitar. Mientras que la modernidad quita a un ritmo acelerado toda capa de humanización, Goeritz intentaba que sus esculturas dieran identidad, generaran lugar y que fueran un signo en el paisaje, dándose cuenta que ahí había un paisaje.
Es así que el Espacio Escultórico no es egocentrista ni tampoco es una escultura para ser vista desde el vehículo, sino es una obra que enfatiza lo natural, acerca al hombre a la naturaleza. Es una escultura para ser caminada, para ser observada, para ver el interior y el exterior, para exponer un ecosistema, para enfatizar la importancia de la naturaleza y la poca importancia del hombre antropocentrista, para observar lo que hay más allá, para extender la vista en el horizonte, es decir, para habitar el paisaje.
Es casi como si los creadores del Espacio Escultórico hubieran escuchado lo que escribía, al que Octavio Paz llamaría “el fundador de la educación moderna en México” [26] José Vasconcelos, cuando leía los versos de Carlos Pellicer en su libro Poema de Piedra, [27] Vasconcelos dice:
[...] he pensado en alguna religión nueva que alguna vez soñé predicar; la religión del paisaje, la devoción de la belleza exterior, limpia y grandiosa, sin interpretaciones y deformaciones; como lenguaje directo de la gracia divina. La adoración del paisaje que es hálito maestro y temblor del mundo en toda su infinita magnificencia. El alma y el mundo fundidos y como recién creados en el seno de la potencia que supera la realidad ordinaria y redime las dos vidas, la vida atormentada del alma y la vida inerte de la naturaleza. [28]
Como menciona Samuel Ramos “Vasconcelos, en sus escritos, va más lejos sosteniendo un concepto místico de la vida en el que lo estético desempeña la función decisiva.”[29] Con estas palabras José Vasconcelos, uno de los miembros del Ateneo de la Juventud Mexicana, expresaría una dualidad entre ciencia y espiritualidad; algo que Ramos explicaría como la visión de la cultura criolla del mexicano, en donde “la cultura se edifica sobre un sentido religioso de la vida. Este sentimiento es el foco enérgico que alienta el esfuerzo creador.”[30] Es así que Vasconcelos, modificando la ideología del positivismo europeo introduce de nuevo la religiosidad como factor y pone de nueva cuenta un valor espiritual en el paisaje.
Octavio Paz, también ya lo advertía, Vasconcelos “pretende fundar la educación sobre ciertos principios implícitos en nuestra tradición y que el positivismo había olvidado o ignorado.” [31] Así también la visión de la modernidad, que pone como valor principal el descubrimiento de la verdad a partir de la investigación científica y del conocimiento útil, niega el alma humana, “en donde se alojan los impulsos primarios y elementales de la vida.”[32] Siguiendo el ejemplo de pensadores, filósofos y poetas entre otros, como los miembros del Ateneo de la Juventud y sumando arquitectos y artistas, como Luis Barragán, “Chucho” Reyes y Mathias Goeritz entre otros, que expresan el valor de sí mismos, podemos dejar de responder preguntas que no nos corresponden y empezar a generar cuestionamientos que a partir de nuestra cultura, transforman la manera de pensar en donde las interrogantes no son solo nuestras, sino de todos los hombres. “Sólo cuando de la cultura tradicional extraemos su esencia más sutil y la convertimos en “categoría” de nuestro espíritu, se puede hablar de una asimilación de la cultura.” [33]
Es necesario que despertemos de la cultura del espectáculo, que nos exponía Vargas Llosa anteriormente, aquella “que somete a los seres humanos en la medida en que la economía los ha sometido ya totalmente.” [34] Es imprescindible que comencemos a habitar con la imaginación y no con el hábito que con su inercia repetitiva frena toda acción creadora. [35] Es imprescindible hacer un alto en la época en la que vivimos, reflexionar cómo es que vivimos, cómo es que transitamos, pensar si es que estamos cultivando la arquitectónica. Norberg-Schulz, apoyado en el filósofo Martin Heidegger, hace hincapié en el uso de la poesía, menciona que “sólo la poesía en todas sus formas (como también el “arte de vivir”) hace que la existencia humana sea significativa y el significado es la necesidad humana fundamental.” [36] Él mismo, citando a Heidegger expresa que la “poesía es lo primero que trae al hombre a la tierra, haciéndole pertenecer a él, y por lo tanto llevarlo a habitar.” [37] Y sumando a esto, Kosik manifiesta que “lo poético sintetiza y une,” [38] es así que la poesía –en todas sus formas– puede ser un recurso para restaura la arquitectónica.
Por otro lado Mauricio Beuchot nos recuerda que “el símbolo también favorece el silencio, la escucha. Da espacio para que se dé ese requisito del diálogo que es el silencio de la escucha […] el símbolo exige una interpretación receptiva, pasiva que impositiva, activa” [39]. Es así que a través de la arquitectura simbólica se genera un significado y este a su vez genera identidad y arraigo; por lo que para Beuchot este significado “tiene un sentido hermenéutico y una referencia ontológica […] nos da un sentido y nos conduce a una referencia que, aun cuando nunca la alcanzamos ni la comprendemos planamente, existe, se da, se ofrece.” [40]
No cabe duda de que es recomendable hacer una pausa en esta época donde no hay tiempo más que para la prisa, es indispensable para rescatar al hombre de su propia realidad, como menciona Kosik “el hombre debe hacer memoria de quién es en realdad como hombre. Y en este hacer memoria […] será consciente de que el primer paso para la salvación o la fundación de las ciudades es la renovación de la arquitectónica del mundo.”[41]
Ciudad Universitaria, Ciudad de México
10 Diciembre 2019
Notas
1. Masiero, Roberto. Estética de la arquitectura. España, Ed. Antonio Machado libros. 2004. p. 11.
2 Kosik, Karel. Reflexiones Antediluvianas. Trad. Fernando Valenzuela. Ed. Itaca, México 2012. p. 53
3. Kosik. Reflexiones op. cit. p.55
4. Kosik. Reflexiones op. cit. p.58
5. Ramos, Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. Ed. Planeta, Colección Austral, 1ª ed. 1934. 68ª reimpresión, abril 2018. pp. 83-84
6. Se hace referencia a la lectura de Martin Heidegger en el coloquio de Darmstadt en 1951 que llevaría por título Bauen, Wohnen, Denken (Construir, Habitar, Pensar). En la traducción de Eustaquio Barjau. Heidegger en la parte II ¿En qué medida pertenece el habitar al construir? Pone un puente para ejemplificar la fundación de un lugar en el paisaje, menciona que “el puente coliga la tierra como paisaje en torno a la corriente”; posteriormente habla acerca de la delimitación del espacio y menciona que “si prestamos atención a estas referencias entre lugares y espacios, entre espacios y espacios, obtendremos un punto de apoyo para considerar la relación entre hombre y espacio.”
7. Extraído de la página en línea del desarrollo inmobiliario “Origina Pedregal”
Disponible en: http://www.originamx.com/proyecto/
Consultado en 11 noviembre 2019
8. Extraído de la página en línea del desarrollo inmobiliario “Be Grand”
Disponible en: https://begrand.mx/
Consultado en 11 noviembre 2019
9. Vargas Llosa, Mario. La civilización del espectáculo. Ed. Alfaguara, 2012. p. 13
10. Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Ed. Pre-textos, 2010. proposición 30. p. 49
11. Riggen, Antonio (editor). Luis Barragán, Escritos y Conversaciones. El Croquis Ed. El Escorial, España. 2000 p. 90.
12. Bachelard, Gastón. La poética del espacio. Ed. Fondo de Cultura Económica (FCE). México. 2009. p. 80
13. Kosik. Reflexiones op. cit. p.71
14. Croatto, Severíno (Compilador). Mito y hermenéutica. Ed. El Escudo, Buenos Aires, Argentina 1973. p. 13
15. Beuchot, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica. Ed. Fondo de Cultura Económica y Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2008. p. 79
16. Beuchot, Perfiles esenciales op. cit. p. 9
17. Beuchot, Mauricio. Tratado de hermenéutica analógica. Ed. Itaca y Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 4ª ed. México, 2008. p. 189
18. Beuchot, Perfiles esenciales op. cit. p. 33
19. Le Corbusier. Una pequeña casa. Ed. Infinito. Buenos Aires, Argentina, 2008. p. 29
20. Le Corbusier. Una pequeña casa. op. cit. pp. 41-42
21. Pérez Oyarzun, Fernando; Aravena Mori, Alejandro; Quintanilla Ch. José. Los hechos de la arquitectura. Ediciones ARQ Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 2007. p. 26
22. Norberg-Schulz, Christian. “The phenomenon of place.” En The Urban Design Reader. Michael Larice y Elizabeth Macdonald. Routledge, 2a edición, 2013. p. 421
23. Larrucea Garritz, Amaya. País y paisaje. Dos invenciones del siglo XIX mexicano. Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Arquitectura. México. 2016. p. 15
24. Kireger, Peter. Paisajes Urbanos, imagen y memoria. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas. México 2006. p.196
25. Krieger, Paisajes op. cit. p. 196
26. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed. 1981. 13ª reimpresión, 2016. p. 164. Menciona que la obra de Vasconcelos “breve pero fecunda, está viva en lo esencial”.
Federico Lazarín hace referencia a que José Vasconcelos es un Apóstol de la Educación a través de la incentivación de maestros y con las gestiones educativas, menciona que “José Vasconcelos también fue un apóstol de la educación, él dio vida a la SEP [Secretaría de Educación Pública] y los proyectos educativos que ella se encargaría de echar a andar.” Ver Federico Lazarín Miranda. José Vasconcelos. Apóstol de la Educación. Revista UAM. Casa del tiempo. No. 25 (nov 2009) p. 14 Disponible en:
http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/25_iv_nov_2009/index.php
27. José Vasconcelos invita a Carlos Pellicer en 1922 a un viaje donde se inspiraría para crear los versos de Poema de Piedra. Viajarían a Brasil, Argentina y Chile. Como menciona Alberto Enríquez Perea “Pellicer, que le gustaba volar, tomó un avión y vio a Rio de Janeiro como tocado por los dioses. Vasconcelos, frente a una de las playas más hermosas de la que fuera la capital de Brasil, hizo entrega de la estatua de Cuauhtémoc […]En Chile, en una de las veladas que hubo en honor del secretario Vasconcelos, además de interpretar las canciones mexicanas y chilenas, se escucharon las palabras de la señora Inés Echeverría de Larraín, quien disertó sobre «La obra cultural del Sr. José Vasconcelos como Rector de la Universidad de México»”. Ver Alberto Enríquez Perea. “José Vasconcelos y Carlos Pellicer, en las jornadas educativas y políticas (1920-1924)”. Revista UAM. Casa del tiempo. No. 25 (nov 2009) p.27.
Disponible en: http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/25_iv_nov_2009/index.php.
28. Citado en Lugo, José María. Esquemas para una religión del paisaje. Ensayo sobre la poesía de Carlos Pellicer. Universidad de Nuevo León, Monterrey. 1965 p. 70.
29. Ramos, El perfil op. cit. p. 78
30. Ramos, El perfil op. cit. p. 70
31. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed. 1981. 13ª reimpresión, 2016. p. 164.
32. Ramos, El perfil op. cit. p. 84
33. Ramos, El perfil op. cit. p. 94
34. Debord, La sociedad op. cit. proposición 16 p. 42
35. Bachelard, Gastón. El aire y los sueños. Ed. Fondo de Cultura Económica, 2006. p. 22. Bachelard menciona que “Desde nuestro particularísimo punto de vista, el hábito es la antítesis exacta de la imaginación creadora. La imagen habitual detiene las fuerzas imaginantes.”
36. Norberg-Schulz. “The phenomenon of place” op. cit. p. 426
37. Norberg-Schulz. “The phenomenon of place” op. cit. p. 426
38. Kosik. Reflexiones op. cit. p.70
39. Beuchot, Tratado de hermenéutica op. cit. p. 192
40. Beuchot, Tratado de hermenéutica op. cit. p. 196
41. Kosik. Reflexiones op. cit. p.80
Fuentes
Bibliográficas:
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- Bachelard, Gastón. El aire y los sueños. Ed. Fondo de Cultura Económica, 2006.
- Beuchot, Mauricio. Perfiles esenciales de la hermenéutica. Ed. Fondo de Cultura Económica y Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2008.
- Beuchot, Mauricio. Tratado de hermenéutica analógica. Ed. Itaca y Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 4ª ed. México, 2008.
- Croatto, Severíno (Compilador). Mito y hermenéutica. Ed. El Escudo, Buenos Aires, Argentina 1973.
- Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Ed. Pre-textos, 2010.
- Heidegger, Martin. Bauen, Wohnen, Denken (Construir, Habitar, Pensar). Lectura del coloquio en Darmstadt en 1951.
- Kireger, Peter. Paisajes Urbanos, imagen y memoria. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas. México 2006.
- Kosik, Karel. Reflexiones Antediluvianas. Trad. Fernando Valenzuela. Ed. Itaca, México 2012.
- Larrucea Garritz, Amaya. País y paisaje. Dos invenciones del siglo XIX mexicano. Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Arquitectura. México. 2016.
- Le Corbusier. Una pequeña casa. Ed. Infinito. Buenos Aires, Argentina, 2008.
- Lugo, José María. Esquemas para una religión del paisaje. Ensayo sobre la poesía de Carlos Pellicer. Universidad de Nuevo León, Monterrey. 1965.
- Masiero, Roberto. Estética de la arquitectura. España, Ed. Antonio Machado libros. 2004.
- Norberg-Schulz, Christian. “The phenomenon of place.” En The Urban Design Reader. Michael Larice y Elizabeth Macdonald. Routledge, 2a edición, 2013.
- Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, Postdata, Vuelta a El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed. 1981. 13ª reimpresión, 2016.
- Pérez Oyarzun, Fernando; Aravena Mori, Alejandro; Quintanilla Ch. José. Los hechos de la arquitectura. Ediciones ARQ Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 2007.
- Ramos, Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. Ed. Planeta, Colección Austral, 1ª ed. 1934. 68ª reimpresión, abril 2018.
- Riggen, Antonio (editor). Luis Barragán, Escritos y Conversaciones. El Croquis Ed. El Escorial, España. 2000.
- Vargas Llosa, Mario. La civilización del espectáculo. Ed. Alfaguara, 2012.
Hemerográficas:
- Lazarín Miranda, Federico. “José Vasconcelos. Apóstol de la Educación.” Revista UAM. Casa del tiempo. No. 25 (nov 2009) pp. 11-14
Disponible en: http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/25_iv_nov_2009/index.php
- Enríquez Perea, Alberto. “José Vasconcelos y Carlos Pellicer, en las jornadas educativas y políticas (1920-1924)”. Revista UAM. Casa del tiempo. No. 25 (nov 2009) pp. 23-28.
Disponible en: http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/25_iv_nov_2009/index.php
Electrónicas:
- Sitio en línea del desarrollo inmobiliario “Origina Pedregal”
Disponible en: http://www.originamx.com/proyecto/
Consultado en 11 noviembre 2019
- Sitio en línea del desarrollo inmobiliario “Be Grand”
Disponible en: https://begrand.mx/
Consultado en 11 noviembre 2019 |