Arquitectura y Humanidades
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La tensión ética y moral en el que hacer arquitectónico: una crisis en el panorama arquitectónico.

Por: Eduardo Alfonso Méndez Ortega
em.mdz@hotmail.com

Resumen
La arquitectura y el arquitecto en nuestros días se enfrentan a una diversidad de fenómenos sociales, morales y éticos que se entretejen en su campo de acción, ya que conforman uno de los hechos más importantes de esta crisis global de la posmodernidad, la cual ha generado una flexibilidad moral y ética que ha deteriorado el entorno social en diversas culturas a través de su principal lema “Todo se vale”, el siguiente texto reflexiona sobre la validez de los paradigmas contemporáneos de la arquitectura y su impacto en la sociedad y el desarrollo de esta.
Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas (Llosa, M. 2012. pp. 33 – 34).

Introducción
A través de este ensayo quiero arrojar una crítica a aquellas concepciones y sobre todo definiciones de arquitectura que han surgido en nuestra sociedad, ya que, en estos tiempos debido a la amplitud y flexibilidad moral de nuestro gremio (y en general de todos los demás), cualquier arquitecto con “éxito” aparente, es capaz de difundir su concepto de lo que es la arquitectura y penetrar en los tejidos educativos y profesionales, sin ser razonado objetivamente. Es decir, es retomado por una infinidad de colegas que se deslumbran por la superficialidad de fachadas o hitos que no tiene un valor humano objetivo. Es el caso de Frank Ghery, cuya acepción y divulgación de arquitectura está sumerguida completamente en la noción del espectáculo, ya que para él, lo arquitectónico es un objeto espectacular, en donde el impacto visual prima sobre todos los distintos componentes arquitectónicos.
El problema de estas divulgaciones radica en el hecho de que varios de los star architects, lanzan ideas aisladas (apantallantes) y tajantes (únicas) sobre la arquitecura, sin embargo, este oficio es sumamente complejo, y no puede ser definido y validado en un par de palabras como lo hacen muchísimos arquitectos hoy, quienes carecen de conciencia profesional e ignoran el impacto y alcance de su obrar. Y cuyo valor se determina compitiendo unos con otros, para alcanzar un mejor estatus, ocasionando una erosión y desfragmentación en la concepción vital de nuestra disciplina, que posteriormente se deprecia ante el resto del mundo a causa de lo anterior.
La arquitectura merece muchas definiciones, algunas de orden técnologico, otras de orden filosófico y otras de orden artístico tal vez, pero lo que yo creo, es que la arquitectura se debería definir no solo por palabras conjugadas, ya que nuestro oficio ha necesitado desde la antiguedad una reflexión digna que lo constituya y defina, es decir, su definición debería establecerse a partir de un discurso colectivo que permita la singularidad de sus dimensiones artísticas, sociales, culturales, económicas y sobre todo humanas.
Por lo tanto, mi proposito sobre todo esto es, evidenciar que cualquier arquitecto como Frank Ghery, que se atreve a catalogar y sobre todo a definir a la arquitectura como el sacro arte de nuestro siglo (en seis palabras y de forma categórica), simplemente está devastando y destruyendo el valor humano y social de una las disciplinas más importantes en la historia humana, y al igual que lo espectacular y lo apantallante destruyen nuestra alta cultura, lo inmoderado y la banalización pervierte a la arquitectura desprestigiándola y sobre todo desvalorizándola.

La ideología en la modernidad: los estilos arquitectónicos desde el movimiento moderno del siglo XX, (edo. del arte).

Es preciso que los miembros sean modestos, y necesarios a lo que tu quieras hacer: pues la razón de edificar, si bien lo miras, nace de la necesidad, se nutre de la comodidad y la embellece el uso; lo último ha sido atender al deleite, si bien éste aborreció siempre las cosas inmoderadas.
L.B. ALBERTI, I dieci dárchitectura,
Traducido por Cosimo Bartoli y dedicado a Cosimo di Medici

Sin lugar a duda, la arquitectura ha sido una de las disciplinas más complejas de definir y por lo tanto más complejas de abordar, su gran diversidad metodológica e ideológica han situado a este arte práctico en distintos campos humanos, es decir, se ha vinculado con diversos sectores de conocimiento que le dan un ¿cómo? y un ¿por qué? a su producción (intelectual y material), tal es el caso de la época de posguerra, en donde diversos arquitectos del Movimiento Moderno replantearon la producción arquitectónica debido a la demanda habitacional y los avances tecnológicos a principios del siglo XX, dando origen al funcionalismo.
El impacto de esta postura cientificista dio lugar a una diversidad de postulados, que, si bien partían de una cronología similar, los resultados posteriores de estas ideologías impusieron distintos “fundamentos” a la naturaleza arquitectónica, dando origen a distintas posturas como: el constructivismo, el brutalismo, el contextualismo italiano o al organicismo arquitectónico, que si bien miramos, olvidaron en diversos momentos la finalidad básica de la arquitectura, el uso,  por este hecho muchas de sus obras son odiadas por las personas que viven en ellas (es el caso de la casa Farnsworth de Mies Van de Rohe); ya que las cualidades formales de ciertos edificios solamente son asumibles si se piensa que han sido construidos para provocar la admiración de algunos cuantos.
Por lo tanto, al arquitecto Albert Casals le resulta urgente hacer una recomposición ética arquitectónica capaz de atender a la escala humana y una apariencia gratificadora a fin de diseñar ciudades bellas y habitables, ya que actualmente la norma moral de la arquitectura está basada en la rentabilidad y el impacto estético de nuestras obras, es decir, parece que todos los arquitectos conciben su trabajo como un objeto de publicidad comercial más que como una propuesta social.

La crisis del arte arquitectónico: las falacias de la teoría en la arquitectura
El arquitecto A. Casals dice que la mayor parte de esta crisis moral de la arquitectónica (además de la cultural) actualmente radica en la crítica de esta misma, pero ¿cómo?
Es común creer, en primer término, que la arquitectura está situada en un terreno donde es principalmente juzgada por aquellos individuos que utilizan de esta, sin embargo, el mayor impacto crítico está en aquellos que la ejercen a través de los libros y las revistas especializadas, es decir, por aquellos que la admiran y no la habitan (usan), por lo tanto, estas dos actividades deberían mantener una relación biunívoca, en donde no se deje de lado la opinión objetiva (necesariamente emitida por alguien que habite en  ella).
            Esta disyunción entre dos estratos culturales, crítico y usuario, puede resumirse como una “visión parcial, reductiva y excluyente de la arquitectura” (CASALS, A. El arte, la vida y el oficio de arquitecto. 2002. P. 54) y que además de ser recurrente en el tiempo, también abandera un segundo fenómeno que es el nihilismo , el cual consiste en la simplificación de un razonamiento válido a uno artificioso y que bajo ningún caso es “legítimo”. Parece fuera de lugar abordar temáticas acerca de ética y moral en una tesis sobre arquitectura, sin embargo, estos dos conceptos, ya antiguos, resultan de provecho en el desarrollo teórico y crítico de nuestro arte debido las falacias que la atañen:

  • El logocentrismo sistemático o reduccionismo filosófico: vicio del pensamiento que consiste en la práctica sistemática de la extrapolación (suposición), identificando cosas lejanas en el espacio y en el tiempo por el simple hecho de tener un rasgo nominal común: por ejemplo, la reducción del arte arquitectónica como un arte de mera expresión, es decir, si bien la arquitectura forma, en ciertas ocasiones, parte del arte, esta no puede ser reducida a la expresión del arte puro (CASALS, A. El arte, la vida y el oficio de arquitecto. 2002. P. 59).
  • El esencialismo: es una actitud que trata de encontrar la esencia de una cosa para identificarla unívocamente y evitar los peligros de la arbitrariedad, sin embargo, tiene la incapacidad de integrar aspectos complementarios; por ejemplo “…el funcionalismo , la concepción espacial y la identidad tipológica. El primero aparece en el inicio del Movimiento Moderno; el segundo está representado por su gran apologeta Bruno Zevi; el tercero fue conocido por Aldo Rossi. Todos declaran haber llegado a la médula de la arquitectura, y haber descrito su especificidad, haber descubierto su esencia.” (CASALS, A. El arte, la vida y el oficio de arquitecto. 2002. P. 60).
  • La sinécdoque positivista: falacia que consiste en confundir el género con la especie y nos conduce a hablar de lo que se puede y no de lo que se debe (flexibilidad moral), generando juicios erróneos y confusiones en los límites de los términos o ideas, es decir, aquello que lleva a percibir la arquitectura como algo separado de la experiencia cotidiana.
  • La analogía mecánica: es una expresión que tiene dos grados de significación, el primero es el superficial, y el segundo es el ideológico, el cual influye en el conocimiento. Este fenómeno, que confunde el término de progreso, pretende que la arquitectura corresponda a los avances y valores tecnológicos, debido a esto la arquitectura es sometida una imagen plástica prefigurada por una dialéctica derivada de un cultivo analógico “edificio – máquina”, acentuando el error en donde se considera lo arquitectónico como un objeto en el espacio, en lugar de ser parte del espacio.
  • El purovisualismo: fenómeno que conlleva un reduccionismo estético y epistemológico, ya que enturbia la correcta naturaleza de la arquitectura por que obedece a la tradicional consideración meramente artística y visual de lo arquitectónico, y evita el juicio profundo de esta disciplina. De esta falacia se deduce que aspectos como el paisaje y los materiales (aspectos fundamentales de la arquitectura), sean considerados como alternativos, por que lo que prima es la imagen.
  • Inmaterialismo: Consiste en huir de la sujeción a las leyes de la materia, molestas para la formulación de taxonomías estilísticas o teorizaciones puramente visuales, por lo tanto, trata de productos intuitivos, ayunos de teoría.

 
En esta crisis cultural, carente de objetividad (objetiva en el sentido de validez) en donde la diversidad se presenta como un conflicto que genera discontinuidad, ruptura y sobre todo deja de lado el enriquecimiento teórico, deontológico y teleológico de la arquitectura, es descrita por el autor como escasa de sentido.
Por lo tanto, al autor le resulta imperativo realizar una revisión ética a la normativa que regula el quehacer arquitectónico con el fin de entender la competencia y la pertinencia moral de todo este mundo de idearios modernos y posmodernos. El arquitecto A. Casals nos habla en uno de los capítulos de su libro, El arte, la vida y el oficio del arquitecto, sobre la historia del arquitecto como personaje a lo largo del tiempo, revisando siempre de cerca la relación moral con la arquitectura en sus diversos escenarios; ya que desde la época Clásica la arquitectura ha sido capaz de atender distintos propósitos políticos, religiosos y culturales, cargados de una moral propia que afecta el que hacer del arquitecto, además de modificarlo por el surgimiento de nuevos paradigmas en los ámbitos anteriormente mencionados. Es a raíz de estos cambios fenomenológicos, cronológicos y tecnológicos de cada época que cambian las condiciones normativas de la arquitectura y la ética de la arquitectónica, dificultando así la labor del arquitecto. Pero para hablar de ética, moral y moralidad de forma legítima es necesario entrar en la definición de cada una de estas y su necesaria relación.

Moral, Moralidad y Ética: definición y vinculación
La moral concierne a las costumbres, los actos y el pensamiento humanos respecto de su maldad o bondad; la ética es la disciplina filosófica que trata de la moral y moralidad significa conformidad con los preceptos de la moral.

  • Moral: es un sistema de normas, obligaciones y prohibiciones que forman una estructura de orden y de sentido organizada en una totalidad, a fin de regular las actividades prácticas y cotidianas del ser humano y dicha estructura puede surgir de manera natural o puede ser acordada. Esta serie de normas indican los límites que le imponen la idea de libertad vigente en determinada sociedad. Las reglas tienen validez mientras están reconocidas por la mayoría; son el producto de un acto de libertad que les confiere un sentido; por ello el concepto de moral es, en sí, inmutable mientras que sus condiciones son cambiantes.
  • Moralidad: manifestación histórica y transitoria de la libertad inherente al ser humano y, como tal, precisa de una justificación, es decir la moral en acción.
  • Ética: es la aspiración de una vida cumplida bajo el signo de las acciones estimadas buenas, tendiendo a la vida buena con y para los otros (RICOEUR, P. Ética: Doce textos fundamentales del siglo XX. 2018. p. 289) y capta la estructura cognitiva de la acción moral.

 

Como podemos ver, el autor distingue que el rasgo fundamental de la moral es la aspiración a la universalidad, de esta manera los individuos que se sujetan a sus principios, normas y valores establecidos socialmente, deberán regular sus actos y relaciones que tienen consecuencias para otros. Podemos decir que la conciencia individual es la esfera en la que se operan las decisiones de carácter moral; pero dicha conciencia está condicionada socialmente y es a través del acto moral que se juzga el actuar humano. El acto moral está conformado por los siguientes elementos:

* El motivo: es el motor de una acción y por lo tanto puede presentar una intencionalidad altruista o egoísta y ello ha de servir para calificarlo moralmente.

* La finalidad: representa el fin de una acción, cuyo aspecto fundamental es la conciencia de haber escogido la más valiosa finalidad.

* Los medios: natiralmente, la finalidad ha de ir acompañada de la conciencia de los medios disponibles y aptos para alcanzarla. Como en todo, lo que cuenta es el equilibrio entre fines y medios.

* El resultado: consumación del acto moral y se mide socialmente según la adecuación al código vigente; a su vez, cada individuo lo valorará íntimamente según su conciencia (ética).

* Las consecuencias: es la conclusión de lo anterior.

Por lo tanto, el acto moral es aquel que escoge un actuar entre varios, por consiguiente, tiene un contenido axiológico que le otorga o le resta valor. El concepto de valor es tomado como un objeto valioso por sus propias características y por su relación con el sujeto. Así la calificación moral de un acto recae sobre el que haga un acto determinado a través de un instrumento material o inmaterial, en este caso la producción arquitectónica.
            Posteriormente, el arquitecto A. Casals parte del concepto de uso o utilidad, componente esencial de la arquitectura, para calificar el valor de los actos gremiales, es decir, desde el Iluminismo, la arquitectura ha estado debatiéndose entre dos posturas o normativas que han cobrado una validez contundente, por un lado está la postura artística, que consiste en la concepción de estilos que atienden el significado de una obra y por el otro lado está la utilidad, la cual defiende que el sentido primordial del que hacer arquitectónico es atender al uso de las edificaciones sobre cualquier otro aspecto y, por lo tanto, dicha diferencia ha generado una postura que desplaza la finalidad original de la arquitectura y acoge principalmente a los criterios estéticos (dejando de lado su finalidad primordial que es el uso o la utilidad), causando una crisis moral que como anteriormente comentó, es respaldada por una crítica artificial que recompone una normativa que el arquitecto A. Casals analiza como indebida debido a lo siguiente:

Esta arquitectura de la nueva abstracción, a pesar de su ensimismamiento formal, ha buscado sus fuentes de legitimación en otras disciplinas. Además de la influencia del pensamiento posestructuralista, de la narración literaria y de las vanguardias de las artes plásticas (CASALS, A. El arte, la vida y el oficio de arquitecto. 2002. P. 60).

Uso y significado: la tensión entre los valores estéticos y funcionales
Hemos visto con lo anterior como la arquitectura, más que otro arte, se desgarra a través de la tensión entre estos estratos aparentemente opuestos, pero naturalmente implícitos en este arte práctico. Por un lado, hablando del “uso”, se puede contemplar todo aquel aspecto mensurable, utilitario o “literal” que compone a la arquitectura, y por el otro, está la “expresión” o lo “poético”, conformado por las características inmensurables que la identifican alegóricamente, por lo tanto, podemos ver que la arquitectónica es un escenario dual, que está compuesto por dos categorías diferentes pero que están correlacionadas culturalmente, ya que algunos de sus fines consisten en la representación de ideas a través de medios regulados para poder comunicar conceptos legibles al receptor o usuario.
A. Casals nos ilustra en su libro que la proporcionalidad y legibilidad de las ideas arquitectónicas conformadas por medio de estos estratos radica en la moral profesional; la moral en la arquitectura es un elemento que debe dar un criterio básico, es decir, es un escenario donde el arquitecto no puede actuar neutralmente al servicio de las reflexiones de una época donde grandes pensadores ( en este caso los críticos) nos han querido convencer que no hay reglas o principios, en donde los límites axiológicos están regulados por los alcances tecnológicos.
Por lo tanto, el autor desarrolla la idea de la moralidad como la relación sutil, que existe entre el usuario y el arquitecto, capaz de ordenar la tensión entre los distintos estratos y, componer ideas, conceptos e intervenciones adecuadas y contundentes a través de la innovación. Ambos personajes están sujetos y relacionados a lo arquitectónico, uno como intérprete y el otro como autor y por eso la falta de moralidad plantea un escenario univocista donde el resultado ideal, que es la edificación más útil y adecuada (pues además de su destino práctico y sus necesidades técnicas se concretan por la satisfacción del uso psicológico y espiritual) se afecta por las intencionalidades aisladas de cualquiera de estos dos personajes, distorsionándola a través de lo unívoco (generalmente), por lo tanto, Colin St. John Wilson. nos dice lo siguiente:

“Las responsabilidades en el ejercicio de cualquier profesión son la consecuencia directa de las facultades que otorga este ejercicio, de manera que la pérdida o la renuncia de tales responsabilidades ha de suponer la pérdida o la renuncia de las facultades que el ejercicio profesional otorga. Hablar de responsabilidades es hablar de facultades, es hablar de atribuciones..” (CASALS, Albert, 2002, p. 122).

Su cita nos hace ver cómo los estratos conforman las atribuciones de lo arquitectónico, sin embargo, su correcta composición depende de la relación responsable (prudente) entre el arquitecto y el usuario. Y que nos sugiere que la competencia moral de un arquitecto consistirá en en la posesión de comprensión y discernimiento en el escenario de la práctica arquitectónica, en busca de una perspectiva contundente que le permita definir lo arquitectónico como una respuesta puntual y específica.

Conclusiones
Como podemos ver, el objeto arquitectónico es el reflejo de una normativa moral de un periodo determinado, sin embargo, no siempre es fundamentada en principios válidos, ya que su aspiración de universalidad queda deteriorada por la exclusión social, sustituyéndola por una oligarquía capaz de deformar, a través de distintos vicios o falacias que va aceptando la sociedad con el paso del tiempo, los principios fundamentales de la arquitectura. Por lo tanto, A. Casals entiende que el impacto de estos objetos de validez menor (debido al estado inadecuado), propician la queja del usuario y es a través de la ética como podemos corregir dichas carencias, como es el caso de Alvar Aalto en el Movimiento Moderno, por consiguiente, la calidad de una obra arquitectónica depende de su calidad ética, principalmente empleada en el proceso de diseño, ya que esta es capaz de distinguir el estado moral de una época y por lo tanto puede corregirlo.
El autor parte de una validez universal que encuentra en el concepto de la utilidad, que algunos arquitectos como Aldo Rossi, la sitúan en un plano secundario, característica representativa del movimiento posmoderno, sin embargo dichos arquitectos consiguieron cierta validez profesional debido a la ambigüedad de sus postulados, por lo tanto, su estado moral no fue inadecuado, al contrario fue reconocido, pero si revisamos de forma cuidadosa el razonamiento de sus decisiones, podremos encontrar que no fueron llevadas a cabo bajo una ética adecuada, siendo estas situaciones las que nos esclarecen que los estados morales y éticos pueden estar en sentido opuesto, generando una tensión axiológica que requiere un estudio destinado a determinar la validez particular de cada una, con el fin de responder y abordar el arte práctico de la arquitectura de forma clara y universal.
Por ello, se puede concluir que el valor de las cosas ha sido eclipsado por el desinterés ante la pérdida y el olvido de una moral eficiente. En otras palabras podemos decir que en un mundo donde se acepta una tabla de valores que solo buscan la pasión universal, y además, la desaparición de mínimos parámetros sobre los valores estéticos, éticos, morales, sociales, afectivos, etc. es algo normal, en este caso nuestra cultura estará destinada a vagar en la confusión, y al igual que toda materia relacionada con esta, como lo es la arquitectura, seguirá situada en un plano secundario, es decir, sin su importancia e impacto debido, como lo está parcialmente ahora.

Eduardo Alfonso Méndez Ortega
Ciudad Universitaria, Ciudad de México, diciembre de 2019

 

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Referencias
CASALS, Albert, El arte, la vida y el oficio de arquitecto. (1ª edición), Alianza Editorial, Madrid, España, 2001.
GÓMEZ, C. Ética: Doce textos fundamentales del siglo xx. (1ª reinpresión), Alianza Editorial, Madrid, España. 2018.
LIPOVETSKY, Gilles, La era del vacío: Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. (3era impresión), Editorial Anagrama, México, 2017.
RODRÍGUEZ, Rosa, Transmodernidad: Un nuevo paradigma, Valencia, España, 1987.
VARGAS LLOSA, Mario, La civilización del espectáculo, (1era. reimpresión), DEBOLSILLO, México, 2018.

Arq. Eduardo A. Méndez Ortega: soy licenciado en arquitectura por la Universidad la Salle campus Ciudad de México generación 2010-2015, mi desarrollo profesional se ha especializado e interesado en el área de proyectos, colaborando en el diseño de diversos desarrollos habitacionales, culturales y civiles, en 2015 mi proyecto terminal de carrera fue seleccionado para concursar en el archiprix Ahmedabad 2017, posteriormente gané (colaboración con el arq. Samuel Cárdenas Grcía) una mención honorífica en el concurso internacional de arquitectura start for talents Roma Call. Actualmente estoy estudiando un posgrado en Arquitectura (en el campo de diseño arquitectónico) en la Universidad Nacional Autónoma de México y estoy interesado en la crítica cultural y sus efectos en la arquitectura.

Ideal de vida: se refiere a la idea del espectáculo: una vida donde prima el entretenimiento, y en divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal.

Arte práctico: es una forma del arte que encuentra su finalidad fuera de sí misma, a diferencia del arte pura, cuya finalidad esta sujeta a su propia condición artística, por ejemplo la escultura (CASALS, A. El arte, la vida y el oficio de arquitecto. 2002. p.44).

Movimiento Moderno: conjunto de tendencias surgidas a inicio del siglo XX, que marcaron una ruptura tradicional en los postulados de la arquitectura tradicional (académica).

Nihilismo: imposibilidad de conocimiento, rechaza o niega la existencia y el valor de las cosas; negación de toda creencia o todo principio.

Ética: (éthos) término empleado para la aspiración de una vida cumplida bajo el signo de las acciones estimadas buenas (RICOEUR, P. Ética: Doce textos fundamentales del siglo XX. 2018. p. 289)

Moral: es la serie de normas, obligaciones y prohibiciones, caracterizadas a la vez por una exigencia de universalidad y por un efecto de coerción, aspira a la convivencia justa de forma universal (RICOEUR, P. Ética: Doce textos fundamentales del siglo XX. 2018. p. 289).

Unicidad: cualidad de ser único e irrepetible, en este texto se refiere a la inflexibilidad del término empleado para nombrar a algo.

Funcionalismo: movimiento arquitectónico del siglo XX fundado en el principio que la forma debe seguir al uso o función del espacio diseñado.

     Albert Casals Balahué: Arquitecto y titular universitario en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.