Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

La Arquitectura del silencio
una reflexión ontológica del hábitat

Carlos Alberto Artusa

La construcción moderna está ahora tan condicionada universalmente por el perfeccionamiento de la tecnología,
que la posibilidad de crear formas significativas se ha hecho en extremo limitada [1].

Es claro verificar que, en los hilos que mueven y movieron a la arquitectura en los últimos tiempos, está planteada la dicotomía entre "alta tecnología" generada tan sólo por la producción en sí misma, y lo que Frampton denomina "fachada compensatoria", un maquillaje para comercialización y el mantenimiento del control social. Planteo aquí el término dicotomía por la idea de una desproporcionalidad del control general sobre las formas y la significación de la obra arquitectónica. Esto viene a confirmar lo que Umberto Eco había a empezado a tratar en su libro "La estructura ausente". En donde dice "que el objeto arquitectónico puede denotar la función o connotar otras cosas. Desde esta perspectiva, la calificación de "función" se extiende a todas las finalidades comunicativas de un objeto, dado que en la vida asociativa las connotaciones "simbólicas" del objeto útil no son menos útiles que sus detonaciones funcionales. Resulta evidente que las connotaciones simbólicas se consideran funcionales no solamente en sentido metafórico, sino también porque comunican una utilidad social del objeto que no se identifica inmediatamente con la función en sentido estricto" [2].

Un ejemplo de esto puede ser el edificio construido por Renzo Piano y R. Rogers el Pompidou de París (1977) como un alarde de alta tecnología que recuerda más a las refinerías, y que está alejado quizás de la función para la cual se llevó a cabo que demandaba construir superficies suficientes para la exposición de las obras. Esto es el planteo que hace Eco en cuanto a los conceptos de lo "connotado" y "denotado": Es decir, "(…) existen en el transcurso del tiempo oscilaciones de los objetos en cuanto a sus funciones primarias (las que se denotan) y funciones secundarias (las que connotan) (…) este juego de oscilaciones entre estructuras y acontecimientos, entre configuraciones físicamente estables y el juego variable de los acontecimientos que les confieren significados nuevos. El fenómeno que denominamos "consumo de las formas", es el total olvido de sus valores estéticos, y se basa en este mecanismo" [3].

Y continúa diciendo: "En cambio hoy, la dinámica constante del descubrimiento y de la revitalización se produce en superficies y no llega a alterar el sistema cultural de base; por ello, la carrera de descubrimientos se configura como una simple retórica convencionalizada que de hecho nos remite siempre a la ideología estable del mercado libre de valores pasados y presentes. Nuestra época no es solamente la época del olvido, es la época de la recuperación; pero la recuperación, en un movimiento de sístole y diástole de recuperación y de repudio, no revoluciona las bases de nuestra cultura" [4]. De ninguna manera pretendo criticar la obra o el uso de la alta tecnología, sino, por el contrario debe existir una definición contundente con respecto al fin de la arquitectura, que debe ser el hombre.

Pero no abogamos solamente por una reduccionismo funcionalista, ya esta crítica era expresada por los hermanos Smithson y Aldo van Eyck, en la IX CIAM, en 1953, donde se produce el cisma que llevaría a la creación de Team X. En esa ocasión se cuestionaban las cuatro categorías funcionalistas de Le Corbusier: vivienda, trabajo, diversión y circulación. Se planteaban la idea de identidad "la pertenencia es una necesidad emocional básica" la idea de lugar encabezada por van Eyck y la idea de "una forma de lugar". Atacando la abstracción alienante de la arquitectura moderna en sus mismas raíces, incorporando conceptos antropológicos. En 1959 decían que el ser humano es en esencia el mismo siempre y en todo lugar, tiene la misma capacidad mental aunque la use de manera diferente según su origen social y cultural, y según el particular modo de vida del que resulte formar parte. Los arquitectos modernos han insistido continuamente en lo distinta que es nuestra época hasta el punto de que incluso ellos han perdido el contacto con lo que no es distinto, con lo que es siempre esencialmente igual. Se trata en ese momento y ahora de lidiar con esa transición simbólica entre interior-exterior, casa-ciudad, sistema universal-regionalismo. Van Eyck describía esta coyuntura como un vacío cultural dejado por la pérdida de lo vernáculo, es aquí donde entra la idea del regionalismo crítico, de culturas regionales o nacionales que deben constituirse, como manifestaciones localmente conjugadas a la cultura mundial.

La arquitectura es siempre un promotor de estímulos, se reconoce en el estímulo la posibilidad de realizar la función, de esta manera la función denotada, puede a la vez connotar un referente simbólico. "El objeto arquitectónico -nos dice Eco- no es en modo alguno un estímulo preparatorio que sustituye a un objeto estimulante, a falta de éste, sino que es pura y simplemente el objeto estimulante. Sin por eso dejar de lado la diferencia entre seniosi y astanza, según la cual existen realidades estéticas que no se puede reducir a la significación y se han de considerar según su presencia" [5]. "No se pueden establecer momentos de información intensa si no se apoyan en bandas de redundancias; en caso contrario, el objeto arquitectónico ya no es objeto funcional y se convierte en obra de arte, es decir, en forma ambigua que puede ser interpretada a la luz de códigos distintos" [6].

En sí, la vanguardia de principios de siglo fue el último intento de acoplarse de manera armónica, tanto sociológica como antropológicamente, aunque también artísticamente de manera preponderante, es pues la emergencia de la vanguardia inseparable de la modernización tanto de la arquitectura como de la sociedad y esta manera podemos decir que la intención del movimiento moderno fue un momento de necesidad de la sociedad, pero nunca quiso ser un recetario absoluto de la arquitectura, sería equivocado pensar en un concepto de totalidad acabada, como dice Marc Augé "las culturas "trabajan" como la madera verde y no constituyen nunca totalidades acabadas (por razones intrínsecas y extrínsecas); y los individuos, por simples que se los imagine, no lo son nunca lo bastante como para no situarse con respecto al orden que les asigna un lugar: no expresan la totalidad sino bajo un cierto ángulo" [7].

De ser estandarte de una intelligentzia defensiva, de una intelectualidad comprometida, las artes y la arquitectura han seguido un proceso de caída helicoidal, hacia el pasatiempo o como dice Frampton "hacia la mercancía". Distintos movimientos y arquitectos fueron adhiriendo a la idea de asimilación y reinterpretación, como Jørn Utzon, sobre todo en la iglesia de Bagsvaerd, combinando el modular prefabricado del exterior y las bóvedas de hormigón in situ, la aplicación de una normativa internacional y la creación en un emplazamiento singular. Adosado a eso nos encontramos con la intencionalidad de la revitalización de formas olvidadas reinterpretadas y la secularización de la significación de las formas utilizadas. Otro ejemplo puede ser el Grupo R, fundado por Sostre y Bohigas, que en sus definiciones confirmaron que la verdadera cultura moderna es un híbrido, de universalidad y regionalismo, un ejemplo son las viviendas en el paseo de Bonanova en Barcelona de 1973, otro ejemplo salido de Barcelona puede ser el de Coderch, y sus construcciones en ladrillo, material típico de la zona y la influencia Neoplasticista de Mies.

El bloque de viviendas para pescadores en la Barceloneta en Barcelona (1951), es un típico icono de la maniobrabilidad del ladrillo y la infusión del movimiento moderno. Por otro lado, el portugués Álvaro Siza, es otro de los que supieron administrar la dosis suficiente de "lo de acá y lo de allá". Influido por Aalto, ha basado su arquitectura en la topografía lugareña, en el paisaje urbano, en el respeto por los materiales del lugar, la incidencia de la luz, un ejemplo de esto es la casa Beires en Póvoa do Varzim (1977). De la misma manera Barragán, implementó en México una obra atrapada en la tierra, acomodada en el lugar de su emplazamiento, pero incómoda para ser trasladada, pues fue pensada para ese sitio y no para otro, el infinito, el horizonte que se percibe es mexicano y no podía ser de otra manera. El regionalismo se planteó también y de distintas maneras en otros sitios de América, como en Argentina de la mano de Amancio Williams y la casa puente, Clorindo Testa y el Banco de Londres, Horacio Baliero y el Centro Parque Industrial OKS en Pilar, Acosta y sus estudios sobre el clima y la incidencia solar. Asimismo, con Oscar Niemeyer en Brasil y sus armoniosas siluetas miméticas en su casa en Río de Janeiro, y sus edificios públicos.

Quizás quien mejor definió la labor del regionalismo critico fue Harwell Hamilton Harris, que en 1945 decía citado por Frampton: "Al regionalismo de la restricción se opone otro tipo de regionalismo de la liberación. Éste es la manifestación de una región que sintoniza especialmente con el pensamiento surgido de la época. Calificamos a esta manifestación de sólo porque aún no ha surgido en otro sitio. El mérito de esta región consiste en ser más consciente y más libre de lo habitual. Su virtud es que su manifestación tiene significación para el mundo exterior a ella" [8]. Son muchos los arquitectos que se sumaron a una visión regionalista, como Scarpa en Venecia con la galería Querini (1963), Aris Kosntantinidis en Atenas y su edificio de viviendas en la calle Benki (1975), Alberto Sartoris en Ticino, Italia y la Iglesia Lourtier (1932). Mario Botta en la casa en San Vitale (1973) y su preocupación por lo que él llamaba . También un ejemplo de compromiso regionalista está en la obra de Tadao Ando y su concepto de , que hablaba de enclaves vallados en virtud de los cuales, el ser humano es capaz de recobrar y conservar algunos vestigios de su intimidad con la naturaleza y la cultura.

De esta manera, el regionalismo crítico:

· Toma distancia de la modernización como un fin en sí mismo, sin dejar de valorar aspectos progresistas del movimiento moderno. · Pone mayor énfasis en el emplazamiento que en la obra arquitectónica como un hecho aislado.
· Valora factores de condicionamiento impuesto por el lugar, no como límites de fin, sino como el comienzo de un espacio a crear y delimitados por éstos (luz-topografía-materiales-clima).
· Tomará elementos vernáculos y los reinterpretará como elementos disyuntivos dentro de la totalidad.
· Establece la creación de una cultura universal basada en lo regional.

Este conflicto planteado por las culturas regionales y la civilización mundial, es uno de los temas centrales que encara el sociólogo Alain Tourine en su libro "¿Podremos vivir juntos? El destino del hombre en la aldea global", donde señala con respecto al avasallamiento del sistema mundial que "en lugar de que nuestras pequeñas sociedades se fundan poco a poco en una vasta sociedad mundial, vemos deshacerse ante nuestros ojos los conjuntos a la vez político y territoriales, sociales y culturales, que llamábamos sociedades, civilizaciones o simplemente países. Vemos cómo se separan, por un lado, el universo objetivado de los signos de la globalización y, por el otro, conjuntos de valores, de expresiones culturales, de lugares de la memoria que ya no constituyen sociedades en la medida en que quedan privados de su actividad instrumental, en lo sucesivo globalizada, y que, por lo tanto, se cierran sobre sí mismos dando cada vez más prioridad a los valores sobre las técnicas, a las tradiciones sobre las innovaciones" [9].

En este sentido, la idea de pertenencia antes planteada, se ve debilitada "somos a la vez de aquí y de todas partes, es decir, de ninguna. Se debilitaron los vínculos (…) esta idea afirma que el único lugar donde puede efectuarse la combinación de la instrumentalidad y la identidad, de lo técnico y lo simbólico, es el proyecto de vida personal, para que la existencia no se reduzca a una experiencia caleidoscópica, a un conjunto discontinuo de respuestas a los estímulos del entorno social" [10]. La arquitectura contemporánea y su relación con la cultura del mundo, pasa por una resistencia pasiva, en cuanto a la preocupación por crear lugares y no espacios o escenografías. "Hoy la arquitectura sólo puede mantenerse como una práctica sí adopta una posición de retaguardia, es decir, si se distancia igualmente del mito de progreso de la Ilustración y de un impulso irreal y reaccionario a regresar a las formas arquitectónicas del pasado preindustrial. Una retaguardia crítica tiene que separarse tanto del perfeccionamiento de la tecnología avanzada como de la omnipresente tendencia a regresar a un historicismo nostálgico o lo volublemente decorativo" [11].

Frampton usa el término de retaguardia como un repelente a los populismos o a los regionalismos sentimentales, resulta claro que el regionalismo crítico depende en gran medida de un alto nivel de autoconciencia crítica. En un libro llamado "Rivadavia y el imperialismo financiero", el historiador José María Rosa, define el sentido nacional y la actitud que debe tener una verdadera valoración de lo nacional, que en este caso viene a ejemplificar la idea de un regionalismo auténtico: "Se odia lo que no se comprende y los extranjerizados odian la patria de los nacionalistas como éstos la de aquellos. Hay sus graduaciones: odian los más débiles, porque odiar es propio de impotentes; los fuertes no puede decirse que odian sino que ignoran" [12]. Criticar sólo por la crítica misma, reaccionar de manera extrema, negando lo de afuera, es sentirse débil y la debilidad no ayuda a crear, sino más bien paraliza. Porque si reaccionamos a modo de "ortodoxia", caemos en el fundamentalismo, y como lo aclaró muy bien Marc Augé, en su conferencia dada en la Feria del Libro de 1998, "los fundamentalismos que reaccionan contra la globalización capitalista y la Occidentalización, terminan haciendo lo mismo, imponer de cualquier medio sus conceptos como verdades absolutas, de aplicación universal" [13].

El regionalismo crítico tiene que ser la manifestación de una región que está específicamente en armonía con el pensamiento emergente de la época, pero a pesar de la respuesta que en muchos lugares tuvo la idea de regionalismo, se empezó a percibir una sensibilidad del espacio y nuevas teorizaciones no entorno a la reinterpretación, sino que se pone en juego la idea de espacio mismo, en cuanto a la relación con el lugar. Peter Eisenman desarrolló la teoría de "atopía", como negación de relación con el lugar, Rem Koolhaas y el caos de los flujos urbanos, o las <reservas de la realidad>
de I. Solá-Morales. Eisenman da el puntapié inicial con sus ejercicios antihumanistas de escalas variables, una manera de subvertir cualquier idea antropomórfica o la dimensión cívica. La idea de capas superpuestas, de diferentes retículas, ejes, escalas y contornos, sin ninguna relación con el contexto, un ejemplo claro de esto puede ser el centro Wexner de artes visuales, en Ohio (1989), o las viviendas de la Friedrichstrasse de Berlín (1986).

Estas estratagemas desconstructivistas, tuvieron arquitectos utilitarios, como Frank Gehry o Daniel Libeskind y el mismo Koolhaas, y su proyecto para la terminal del transbordador, en Zeerbrugge (1990). No existe inocencia arquitectónica, "el razonamiento arquitectónico se disfruta con desatención" [14], cada forma inserta condiciona las relaciones, dirige acontecimientos, "el discurso arquitectónico es psicológico: con dulce violencia (aunque no lo advierta) soy llevado a seguir las instrucciones del arquitecto, el cual no sólo significa funciones, sino que las promueve y las induce en el mismo sentido en que hablamos de persuasión encubierta, de inducción psicológica, de estimulación erótica" [15], maneja proximidades, significados, "el mensaje arquitectónico oscila entre un máximo coercitivo (tienes que vivir así) y un máximo de irresponsabilidad (puedes utilizar esta forma como quieras" [16].

En un ensayo Montaner dice que "los lugares ya no se interpretan como recipientes existenciales permanentes, sino que son entendidos como intensos focos de acontecimientos, como concentraciones de dinamicidad, como caudales de flujos de circulación, como escenarios de hechos efímeros, como cruces de caminos, como momentos energéticos" [17]. Esta concepción de fugacidad de los momentos y de los lugares, habla claramente de todo un momento sociológico y antropológico de la sociedad actual, una sociedad de consumo, pasatista, ociosa, lo que el epistemólogo rumano Rudie Stronghford denominó "la era de una sociedad epidérmica", como dice el psiquiatra Enrique Rojas en su libro "El hombre light", "una cultura light".
Y como dice Montaner, "son siempre espacios relacionados con el transporte rápido, el consumo y el ocio que se contraponen al concepto de lugar de las culturas basadas en una tradición etnológicas localizada en el tiempo y en el espacio, radicadas en la identidad cultural y lugar, en la noción de permanencia y unidad" [18]. Obviamente es el planteo hecho por Martin Heidegger en su ensayo <Construir, habitar, pensar>,, "los espacios y con ellos "el" espacio ya está siempre creado en la estadía de los mortales. Los espacios se abren cuando se les da cabida en el habitar del hombre" [19]. Construir es propiamente habitar, el habitar es la manera como los mortales están en la tierra, y el construir como habitar se transforma en el construir que cultiva, o sea el crecimiento, y en el construir que erige edificios [20].

Pero sólo aquello que es en sí mismo un lugar puede crear espacio para una estancia, antes del puente (un hecho constructivo) no existe todavía el lugar, por ende, no es que primero llegue el puente a elevarse en un lugar, sino que recién a partir del puente mismo surge un lugar. Un espacio es espacio creado, algo liberado, o sea, dentro de un límite, este límite no es aquello donde algo termina, sino, como ya lo reconocieran los griegos, el límite es aquello desde lo cual algo comienza su ser, espacio es en esencia espacio creado, lo que tiene cabida en su límite, "los espacios reciben su ser de los lugares y no "del" espacio" [21], por ello, "el ser del construir es el habitar" [22]. La idea de la aparición del lugar a partir de espacio-ser-lugar, es la oposición que encuentra 45 años después Marc Auge y su concepto de "no-lugar", sin olvidar los estudios de Michael de Certau y sus nociones de lugar y espacio. En el ensayo "Los . Espacios del anonimato", Marc Augé dice "si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un ", y más adelante agrega "la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad baudeliriana, no integran los lugares antiguos: <lugares de memoria>" [23].
Es aquí donde me animo a hablar de una toma de conciencia a la arquitectura del presente, un llamado al estudio profundo de lo que se construye y diseña. Me atrevería a decir una confluencia de disciplinas, como la semiótica (de manera de analizar lo que la arquitectura denota y connota, positivamente o negativamente) la antropología, en cuanto a la arquitectura como la que concreta la relación del hombre con el espacio. Un tema de centralidad que hoy se ve reflejado en los mega-edificios contemporáneos (los shopping, los museos institucionales como el museo de Bilbao, los mega-centros culturales) remite un análisis que ha llevado a cabo Augé, nombrado como "la superabundancia espacial del presente".

Esta concepción del espacio se expresa, como hemos visto, en los cambios en escala, en la multiplicación de las referencias imaginadas e imaginarias y en la espectacular aceleración de los medios de transporte y conduce concretamente a modificaciones físicas considerables: concentraciones urbanas, traslados de poblaciones y multiplicación de lo que llamaríamos los , por oposición al concepto sociológico de lugar, asociado con la cultura localizada en el tiempo y en el espacio. Los no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los grandes centros comerciales, o también los campos de tránsito prolongado donde se estacionan los refugiados del planeta [24].

"La organización del espacio y la constitución de lugares son, en el interior de un mismo grupo social, una de las prácticas colectivas e individuales [25]. Entonces, define como a la aparición del hombre, el momento en donde el lugar es espacio creado, "el espacio, es un

, < un cruce de elementos en movimientos>: los caminantes son los que transforman en espacio la calle geométricamente definida como lugar por el urbanismo" [26]. Pero en los lugares, el humano no genera acontecimientos, sino, que se hace presente a partir de ellos, "el pasajero de los no lugares sólo encuentra su identidad en el control aduanero, en el peaje o en la caja registradora. El espacio del no lugar no crea ni identidad singular ni relación, sino soledad y similitud" [27].

Posteriormente, retomando las palabras de Rafael Gambra, señalamos que el "sentido de la arquitectura", es esa totalidad, eso lo que está más allá de la arquitectura, de los ladrillos, de la estructura y de la relación antropológica. En el "El silencio de Dios", Rafael Gambra habla justamente de lo que de alguna manera ata al hombre con las cosas del mundo, con su lugar, de "el sentido de las cosas", "el hombre que no siente ya con la ciudad, mide su éxito por el dinero que recibe, y festeja siempre la desaparición de vínculos, temores y deberes, esto es: lo que él llama su libertad" [28]. Esa incipiente desaparición de vínculos en el sistema mundial como dice Alan Tourine, "no sólo hay que aceptar esta ruptura, nos dicen, sino acelerarla y vivirla como una liberación" [29]. El ser "pierde, sin embargo, el bien más profundo, aquello que constituye propiamente su existencia de hombre: el lazo misterioso y cordial con las cosas del mundo, por lo que éstas se hacen valiosas para él y otorgan arraigo y sentido a su vida.

El empobrecimiento de la personalidad, la trivializaron de los deseos y la masificación humana son sus consecuencias visibles" [30]. No es nada más ni nada menos que el sentido del espacio y del tiempo, el "sentido de la arquitectura", fundar la morada, construir un refugio para los primitivos padres de la humanidad, significó, la demarcación del tiempo y del espacio, y disfrutar del lugar a partir de códigos definidos, cosa que se sintetiza en una frase de Leopoldo Marechal extraída de un ensayo sobre estética "Descenso y Ascenso del Alma por la belleza" que resume en gran parte el trabajo desarrollado: "No se sabe si goza porque conoce o conoce porque goza" [31].

Como reflexión final señalamos lo que Saint-Exupery expresa en "Ciudadela", "Morada de los hombres ¿quién te fundara sobre la razón? ¿Quién será capaz, según la lógica de construirte? Existes y no existes. Eres y no eres. Estás hecha de materiales dispares; pero es preciso inventarte para descubrirte. Igual que aquel que destruyó su casa con la pretensión de conocerla posee sólo un montón de piedras, de ladrillos y tejas, y no sabe qué servicio esperar de ese montón de ladrillos, de piedras y tejas, pues le falta la invención que los domina el Alma y el corazón del Arquitecto. Porque faltan a la piedra el Alma y el corazón del hombre. Pero como las únicas razones son las del ladrillo, la piedra y la teja y no las del Alma o del corazón que las dominan, por su poder las transforma en silencio, y como el Alma y el corazón escapan a las reglas de la lógica y a las leyes de los números, entonces, Yo apareceré con mi arbitrariedad. Yo el arquitecto. Yo, que poseo un alma y un corazón. Yo único que posee el poder de cambiar la piedra en silencio. Llego y amaso esta pasta que es sólo materia, según la imagen que sólo me llega de Dios y fuera de las vías de la lógica. Yo construyo mi civilización, prendado del gusto que tendrá, como otros construyen sus poemas y la inflexión de la frase y cambian la palabra, sin estar obligados a justificar la inflexión y le cambio, prendados del gusto que tendrán, y que conocen en el corazón" [32].

Notas

1. Frampton, Kenneth "Hacia un regionalismo crítico: Seis puntos para una Arquitectura de resistencia", La Posmodernidad, España: Fundación Dialnet, Universidad de la Rioja, 2002, pp. 37-58. Recuperado de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1393817 (2001).
2. Eco, Umberto, "La estructura ausente. Introducción a la Semiótica", Barcelona: Lumen, 1999, pp. 294-295.
3. Eco, op. cit., pp. 299-301.
4. Eco, op. cit., p. 303.
5. Eco, op. cit., p. 286.
6. Eco, op. cit., p. 293.
7. Augé, Marc, "Los "no lugares". Espacios del anonimato. Una antropología de la sobre modernidad", Barcelona: Gedisa, 1996, p. 29.
8. Frampton, ídem.
9. Tourine, Alain, "¿Podremos vivir juntos? El destino del hombre en la aldea global", Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 10.
10. Tourine, op. cit., p. 21.
11. Frampton, ídem.
12. Rosa, José María, "Rivadavia y el imperialismo financiero", Argentina: Peña Lillo, 1974, p. 199.
13. Augé, Marc, Conferencia, la Feria del Libro, 1998.
14. Eco, op. cit., p. 316.
15. Eco, op. cit., p. 36.
16. Eco, op. cit.
17. Montaner, Josep María, "La modernidad superada. Arquitectura, Arte y pensamiento del siglo XX", Barcelona: G. Gili, 1999.
18. Ídem.
19. Heidegger, Martin, "Construir, habitar, pensar", Argentina: Alción Editora, 1997, p. 45.
20. Heidegger, op. cit., p. 21.
21. Heidegger, op. cit., p. 37.
22. Heidegger, op. cit., p. 53.
23. Augé, op. cit., p. 83.
24. Augé, op. cit., p. 41.
25. Augé, op. cit., p. 57.
26. Augé, op. cit., p. 85.
27. Augé, op. cit., p. 106.
28. Gambra, Rafael, "El silencio de Dios", Buenos Aires: Librería Huemul, 1981.
29. Tourine, op. cit.
30. Gambra, op. cit., p. 124.
31. Marechal, Leopoldo, "Descenso y ascenso del alma por la belleza", Argentina: Vórtice, 1994, p. 54.
32. De Saint-Exupery, Antoine, "Ciudadela", Buenos Aires: Emece, 1948.

Bibliografía

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De Saint-Exupery, Antoine, "Ciudadela", Buenos Aires: Emece, 1948.
Eco, Umberto, "La estructura ausente. Introducción a la Semiótica", Barcelona: Lumen, 1999.
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Tourine, Alain, "¿Podremos vivir juntos? El destino del hombre en la aldea global", Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1997.

 

Carlos Alberto Artusa