Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.
La arquitectura mexicana en las publicaciones del siglo XX
Louise Noelle Mereles
En el campo de las publicaciones periódicas se debe tener en cuenta que en el siglo XX, los medios masivos de comunicación han tenido un papel preponderante, no sólo en el impulso a la globalización que se vive actualmente, sino en la efectividad para transmitir conceptos e ideas novedosas. Por lo tanto, resulta indiscutible que la publicación de una revista especializada tiene una decidida presencia dentro de dos niveles de igual importancia, el del registro de datos y el del proselitismo. De este modo la revisión de publicaciones que a continuación se presenta no constituye una relación exhaustiva, sino más bien un análisis, en esos términos, de aquellas colecciones que son significativas para el estudio y apreciación de la arquitectura de México en esta centuria.
Justo es iniciar con la que se considera como la pionera de las revistas dirigidas eminentemente al gremio de los arquitectos, El Arte y la Ciencia, cuyo primer número se publicó en enero de 1899. Se trata de una revista mensual que buscaba mostrar en sus páginas lo más granado de la bellas artes y la ingeniería, tanto nacional como del extranjero, con un acento particular sobre lo novedoso y las vanguardias. Probablemente, uno de los principales puntos a notar sea el hecho de que su fundador y director fue el arquitecto Nicolás Mariscal y Piña, cuya presencia destacada como Presidente de la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos explica que esta publicación se acercara por igual a estos dos grupos de profesionistas. La revista contó con la colaboración de destacados personajes de la época provenientes de distintos ámbitos del mundo del arte o la ingeniería, entre los que se puede mencionar a los hermanos Juan y Ramón Agea, Enrique Alciati, Manuel Francisco Álvarez, Antonio M. Anza, Manuel Couto, Emilio Dondé, Roberto Gayol, Germán Gedovius, Felix Parra, Antonio Rivas Mercado y Antonio Torres Torija entre muchos otros. Además se contaba con la participación de colaboradores del extranjero para cubrir las noticias de las obras más importantes del momento así como las noticias de los avances en el campo de la tecnología. Esta revista, que sufrió un cambio importante en su presentación a partir de 1905, se publicó durante doce años y fungió como rectora del pensamiento del periodo porfirista, cerrando sus puertas en 1911 con los avatares del movimiento revolucionario.
El nacimiento de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos en 1919, propició la publicación de una revista especializada El Arquitecto, entre 1923 y 1934. En sus páginas se buscaba apoyar la independencia de este gremio con respecto al de los ingenieros, mostrando algunas obras realizadas en nuestro país junto a la reseña de los ejemplos más notorios de allende las fronteras. Cabe anotar que su contenido favorecía tanto la vertiente artística de la disciplina, como la inclinación nacionalista de esa época. Las controvertidas "Pláticas sobre arquitectura" de 1933 se presentaron como la crisis de ese concepto del arquitecto como decorador de edificios; mientras que del nacionalismo resulta un ejemplo fehaciente el "Capitel mexicano", reproducido en 1923, o el número extraordinario "In memoriam a Juan Legarreta" publicado en 1934. Cabe agregar que para 1937, esta Sociedad realizó un nuevo intento de difusión con la revista Arquitectura y Decoración, de corta vida.
Durante ese mismo periodo, se publican 25 números de la revista Cemento patrocinada por una empresa privada, entre 1925 y 1930; efectivamente, Cementos Tolteca realizó esta edición bajo la guía de Federico Sánchez Fogarty. A pesar de su carácter netamente comercial, su postura de apoyo a las realizaciones pioneras de la arquitectura contemporánea internacional le otorgó un sitio dentro del gremio de los arquitectos. Sin embargo, su principal interés consiste en haber recopilado las obras vanguardistas de aquellos mexicanos que favorecían el uso del cemento. De ese modo quedaron registradas construcciones importantes como el Centro Deportivo Venustiano Carranza, el Orfanatorio de San Antonio o el fraccionamiento Hipódromo-Condesa, entre muchas otras aportaciones locales.
Por más de cuarenta años se editó Arquitectura/México, la más longeva del ámbito nacional con ciento diecinueve números, entre 1938 y 1979. Este esfuerzo singular se debe al entusiasmo de Mario Pani, su director, quién dejó así patente su pasión por la arquitectura. Cabe agregar que en sus páginas se encuentra reseñado el acontecer arquitectónico que corresponde a un periodo de actividad y aportaciones significativas; por ello, se puede afirmar que se trata de una fuente de consulta obligada para conocer la arquitectura contemporánea mexicana. En especial hay que señalar la riqueza de algunos números monográficos, así como la presencia de textos y ensayos fundamentales, como el primer esbozo de la Teoría de José Villagrán y los cuarenta y siete números de la Sección de Arte de Mathias Goeritz.
Para mediados de siglo, los editores de Espacios, Guillermo Rosell y Lorenzo Carrasco, se propusieron ofrecer una revista original en cuanto a su diseño, publicando cuarenta y tres números entre 1948 y 1959. Asimismo, buscaron que en sus páginas aparecieran las expresiones plásticas y arquitectónicas que se enlazaban con la corriente nacionalista del momento. Contiene también reveladores ensayos de personajes como David Alfaro Siqueiros, Carlos Lazo, Clara Porset y Félix Candela entre otros, destacando por su importancia el texto de Alberto T. Arai, "Caminos para una arquitectura mexicana". Fiel reflejo de su época, esta publicación muestra el acontecer de un momento rico en realizaciones y eventos.
A manera de relevo, los arquitectos Manuel González Rul y Jorge Gleason Peart fundaron Arquitectos de México, con cuarenta y seis números en su haber a partir de 1957. Se trata de una publicación seria y de calidad que durante una década reseñó las principales obras de arquitectura, preocupándose por tocar los diversos problemas que esta disciplina planteaba. En especial, cabe destacar algunos números monográficos, que buscaban dilucidar algún tema mediante artículos teóricos y ejemplos prácticos, como fue el caso de hospitales o arte religioso.
De manera paralela, se dio un importante hecho en el campo de las publicaciones periódicas, el de seiscientas dos ediciones semanales de Urbe, en el suplemento dominical del periódico Excélsior. La Sociedad de Arquitectos Mexicanos, El Colegio Nacional de Arquitectos de México y, posteriormente, la Sociedad Mexicana de Urbanismo, el Colegio de Ingenieros Civiles y la Sociedad Mexicana de Decoradores auspiciaron esta sección; el 4 de agosto de 1957, con Pedro Ramírez Vázquez a la cabeza de las instituciones gremiales, se abrió esta ventana sobre la evolución de la arquitectura, la ingeniería y el urbanismo, tanto nacionales como internacionales, misma que duró hasta 1969. Su principal acierto fue el de plantear un lazo de unión entre diversas sociedades de profesionales y el público en general, lo que nunca ha podido restablecerse de manera tan amplia. En sus páginas quedó registrado el quehacer de los arquitectos mexicanos, a la vez que se ofrecía el pensamiento de relevantes profesionistas tanto internacionales, Bruno Zevi, Leonardo Benevolo o Walter Gropius, como nacionales; de entre estos últimos destacan las posturas particulares de Alberto González Pozo, Salvador Pinoncelly, Agustín Piña Dreinhofer, Domingo García Ramos y David Cymet, entre otros.
Avalada inicialmente por el Colegio de Arquitectos de México, Calli llevaba por subtítulo "Revista analítica de arquitectura contemporánea"; con ello los editores de sesenta y cinco números, entre 1960 y 1974, buscaban definir su principal preocupación: evaluar el quehacer arquitectónico en México, por medio de una crítica real y sistemática de las obras presentadas. Aunado a esto, el cuerpo de la publicación ofrece una serie de ensayos sobre diversos temas, donde destacan estudiosos como Rafael López Rangel, Alberto Hijar y Ramón Vargas Salguero así como Raquel Tibol en torno a los artistas del siglo XX. Se puede agregar que ciertos números, por ser monográficos presentan un interés especial, tanto los que versan sobre géneros como los que lo hacen sobre un arquitecto en particular.
Por esa misma época la Dirección de Arquitectura del INBA, bajo la dirección de Ruth Rivera y con la colaboración editorial de Salvador Pinoncelly y Ramón Vargas Salguero, publicó veinte pequeños Cuadernos de Arquitectura sobre el acontecer arquitectónico del momento, 1960-1966. Se trata de textos fundamentales, como el dedicado a la "Teoría de Arquitectura", por José Villagrán García, a "El estilo y la Integración Plástica" por Enrique del Moral, o a la "Filosofía de las estructuras" por Félix Candela. Dentro de su gestión como director de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico, 1979-1985, Carlos Flores Marini se propuso retomar el sendero trazado por los cuadernos de feliz memoria, editando treinta y un números de los Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico. De entre ellos son de especial interés los dedicados a los arquitectos Enrique de la Mora y Carlos Obregón Santacilia, aunque se puede considerar que la aportación más significativa la constituyen los dos números dobles que presentan los "Apuntes para la historia y la crítica de la arquitectura mexicana del siglo XX", con una visión que supera vicios y lugares comunes de textos anteriores.
Un lugar aparte tiene la revista Obras, por tratarse de una publicación que se acerca con mayor interés a la ingeniería que a la arquitectura, y por su carácter comercial; sin embargo su continuidad desde 1973 y la calidad de algunas reseñas le otorgan un sitio dentro de las publicaciones de este siglo. Dentro de este mismo caso, pero de menor duración se pueden mencionar Construcción Mexicana y la revista del IMCYC, Instituto Mexicano del Cemento y del Concreto.
Entre 1979 y 1987, el Colegio de Arquitectos de México y la Sociedad de Arquitectos Mexicanos tornaron a su función de formar e informar al gremio con cuarenta y dos números de Arquitectura y Sociedad. Fundada por Alberto González Pozo, la publicación buscó tanto reseñar el quehacer de sus agremiados como servir de foro para sus preocupaciones en torno a la profesión. Cabe agregar que la mayoría de sus números está organizados monográficamente alrededor de temas centrales como salud, vivienda, turismo conservación y arquitectura del paisaje entre otros. En fechas recientes esta institución ha buscado recobrar el lazo de unión con sus agremiados con la revista El arquitecto, aunque esta ha pasado a ser, más bien, un órgano informativo que un ámbito de reseña o crítica arquitectónica.
La revista Entorno, aunque de corta vida, ocho números entre 1982 y 1989, se debe al esfuerzo decidido de Mario Schjetnan Garduño. Su relevancia proviene de la calidad de los materiales publicados y de los artículos críticos que siempre los acompañan. Dentro de esta misma tónica se encuentra Traza, el suplemento bimestral del periódico Unomásuno, que dirigieron Carmen Bernárdez, Isaac Broid y Humberto Ricalde encabezados por Pedro Sondereguer. Tal y como reza el subtítulo "Temas de arquitectura y urbanismo", los editores se preocuparon por lograr un medio informativo que tocara asuntos de actualidad, tanto nacionales como internacionales, en un deseo de acercamiento al público en general.
En épocas recientes varias publicaciones han tratado de cubrir el campo informativo y crítico de la arquitectura mexicana. Por su continuidad debemos iniciar con Enlace, fundada en 1991 y con más de cien números en su haber. A pesar del esfuerzo de algunos de los editores que en ella han colaborado, la calidad de la misma deja que desear tanto por el tratamiento de algunos temas como por una cierta superficialidad; sin embargo, cabe destacar la apertura de sus miras frente a la totalidad del fenómeno arquitectónico mexicano, con la edición de tres revistas de Reseña de Arquitectura Mexicana. En ese mismo año se inició la publicación de A. Arquitectura, que vio cortada su existencia en el número dieciséis de 1996; aquí son notorios tanto la calidad de diseño y reproducción como los análisis críticos correspondientes, sin embargo no se puede soslayar que su interés se centró sobre un segmento limitado de la producción nacional, aquel que emulaba a las corrientes vanguardistas del momento. De reciente creación, Arquine, ha retomado estos presupuestos en sus diez ediciones a partir de 1998, así como Trazos, con cuatro en su haber.
Otro de los campos en los que se han producido revistas de arquitectura en los últimos tiempos, es el de las instituciones educativas. En estos casos priva el sentido histórico de las mismas, que buscan transmitir en sus páginas las investigaciones de sus académicos, dejando un poco de lado la reseña del acontecer actual. Así, la Facultad de Arquitectura de la UNAM, ha tenido varios intentos, pero con poca continuidad sobre todo en los que se refiere a la arquitectura contemporánea, publicando inicialmente Cuadernos de Arquitectura Docencia, para continuar con seis números de A M. Arquitectura Mexicana, y en fechas recientes apareció el primer ejemplar de Bitácora. Arquitectura. Por la calidad de sus contenidos y la constancia de su esfuerzo cabe destacar a los Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, actualmente en el número diez. Dentro de otras publicaciones se puede mencionar a Cuadernos de arquitectura latinoamericana de la Universidad Autónoma de Puebla, Diseño y Sociedad de la Universidad Autónoma Metropolitana, Hábitat de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, o Visiones del Tecnológico de Nuevo Laredo, entre otras.
Estamos conscientes de que en la última década han existido diversos intentos con una vida más o menos efímera, como el de Arquitectos del Noreste y La caja de Arquitectura en Monterrey, Lo actual en arquitectura en la ciudad capital, así como otras dos publicaciones con miras específicas a un segmento del quehacer arquitectónico Entorno Inmobiliario y Podio, esta última referida a la arquitectura de interiores. Es probable entonces que omitamos aquí algunos títulos de estos intentos de reseñar el quehacer arquitectónico a lo ancho de la República Mexicana. No obstante, debemos también de agregar algunos esfuerzos personales dentro de los diarios, especialmente por continuidad y su acercamiento a un público no especializado. Es el caso de "Ámbito Tres" en el periódico Excélsior, así como la pluma de Gustavo López Padilla y los dibujos de Álvaro Sánchez en su suplemento cultural "El Búho", desde 1989. Por su parte Manuel Larrosa tuvo una larga colaboración en el Unomásuno, a partir de 1988, y semanalmente Louise Mereles Gras en el Novedades, entre 1992 y 1995; sin olvidar el suplemento "Casa Abierta" del diario Siglo XXI en Guadalajara.
Dentro de esta sumaria revisión de las publicaciones periódicas de arquitectura, ha quedado patente la diversidad y riqueza de las mismas. Si bien la continuidad parece ser el principal problema a que se han enfrentado, se puede apreciar una constancia en las diversas empresas editoriales para recoger la estafeta y mantener informado, a lo largo del siglo, al interesado en la arquitectura mexicana; asimismo, se reconoce que el reseñar el quehacer de los arquitectos tiene un lugar relevante, pero que no por ello se ha depuesto la labor de información y de análisis de los hechos mismos, sus cambios y novedades. Por todo ello resulta apropiado decir que el acontecer arquitectónico del México del siglo XX, así como el pensamiento de sus arquitectos, se encuentra contenido entre las páginas de todas estas publicaciones.