Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.

Tres Cuentos

José Luis Cabrera Lelo de Larrea

I La treta tridimensional

Isaac Asimov, dentro de uno de sus cuentos plantea el frecuente descuido que se comete al definir un objeto cualquiera ignorando características propias que pueden sólo ser manifestadas dentro de una dimensión específica.

En Treta tridimensional [1], la historia se desarrolla a partir de que un individuo determinado decide vender su alma al diablo a cambio de una serie de favores, al ver realizados sus deseos, el diablo aparece para reclamar su parte del trato ofreciéndole al individuo una posibilidad de futuro diferente en función de su habilidad para participar en un juego, donde el sujeto es encerrado en un cubo de bronce. Cuatro paredes, un piso y un techo en placa de bronce de medio metro de espesor, sin puertas, sin ventanas ni rejillas, totalmente sellado, sin posibilidad de una aparente salida.

Sin embargo, el diablo le concede ciertas posibilidades de salvación. El diablo le notifica que tendrá el poder de desplazarse tan libremente como lo desee: -Puedes moverte hacia arriba, hacia abajo, hacia la izquierda, hacia la derecha, oblicuamente y demás.

Mientras ambos discutían, el individuo de repente desaparece y el diablo enfurecido va a buscarlo. Al encontrarlo le exige una explicación. El individuo le dice: -Pues bien, yo estaba en aquel cuarto cerrado de bronce y recordaba que tú insistías en que las cuatro paredes, el suelo y el techo no tenían ninguna rendija. Me pregunté por qué lo especificabas con tanta insistencia, ¿qué más había además de paredes, suelo y techo? Habías definido un espacio tridimensional totalmente cerrado. ¡Y eso era, tridimensional! El cuarto no estaba cerrado en la cuarta dimensión, no existía indefinidamente en el pasado. Así que si viajaba hacia el pasado, eventualmente hallaría un punto en el tiempo donde el cuarto no existiría y entonces habría escapado. Más aún, dijiste que yo podía desplazarme en cualquier dirección (dimensión), y ciertamente el tiempo puede considerarse una de éstas. En todo caso, en cuanto decidí desplazarme hacia el pasado, me hallé retrocediendo en el tiempo a gran velocidad y, de pronto, ¡ya no había bronce alrededor!


Comentarios respecto al cuento:

El espacio es omnipresente, eterno, infinito. Toda construcción que realicemos es por definición finita, tanto en sus dimensiones normales (ancho, largo y alto) como en el tiempo.

Si bien dentro de la eternidad del espacio, en un plazo de tiempo determinado por la realización de una construcción hasta su desaparición, existe una interacción dada entre la construcción misma y el espacio. A lo largo de esta interacción, suelen manifestarse los puntos de conexión o en común que tienen las características de ambos.

El espacio funciona como un fluido al adoptar ciertos aspectos de la materia con que directamente se relaciona. Si el espacio tenía ciertas características antes de la aparición de la construcción y durante el tiempo de vigencia de este último, las características del espacio son otras, no significa que dichas características espaciales hayan sido alteradas. Siguen siendo las mismas. Y tan es así, que en primera instancia, funcionan tal como deberían de funcionar las particularidades que caracterizan a un fluido. Ya que antes de interactuar con la construcción, lo hacía con el medio que existía y tomaba aspectos de éste, al cual se adaptaba. Cuando existió en la construcción, el personaje se adaptó a las nuevas condiciones y al desaparecer ésta, vuelve a adaptarse a las condiciones últimas.

El espacio como fluido que es, está en constante proceso de adaptación, con la misma frecuencia con la que se presenten condiciones nuevas en el medio. A partir de esto, una construcción cualquiera podría definirse como el establecimiento de una condición nueva por parte del medio. Y el espacio interior como una mera temporalidad del espacio exterior.

II Flatland

En 1884, Edwin Abbott, escribió la novela Flatland, pionera de la fantasía geométrica, donde se establece como posibilidad, la existencia de un mundo más amplio al que conocemos, o más bien al que en la novela se conoce. La historia comienza justamente en Flatland. Un mundo perfectamente establecido, con individuos que ahí habitan e interactúan tanto con su mundo como con ellos mismos a lo largo del desarrollo normal de sus vidas.

Mr. A Square es un habitante más de este particular lugar, el cual se caracteriza por alojar a seres bidimensionales, que tienen un sistema cognoscitivo bidimensional. En una ocasión en particular, después de cenar, Mr. Square tiene una visita inesperada. Un ser tridimensional se le aparece y trata de explicarle cómo es en realidad un mundo donde se percibe tridimensionalmente las cosas. A falta de capacidad de comprensión por parte de Mr. Square, el visitante ofrece darle una prueba, elevándose a escasos diez centímetros del suelo o mejor dicho del plano donde Mr. Square vive pegado, desapareciendo por tanto del mundo bidimensional de éste.

Su presencia física ha desaparecido. Sin embargo, su voz continúa escuchándose. Al reaparecer en dicho plano. Mr. Square le argumenta que lo único que ha hecho es un truco, una especie de escapismo, y que eso no demuestra absolutamente nada en la existencia de una tercera dimensión. Por lo que el visitante decide recurrir a medios más radicales, lo toma y literalmente lo despega del plano donde hasta ahora se encontraba.

Al verse elevado sobre el plano donde prácticamente había trascurrido toda su vida, se sorprende porque en efecto, ¡percibe las cosas tridimensionalmente!, ve a sus vecinos desde arriba, así como su casa y todo el barrio donde vive. No queda duda, ¡en realidad existe una tercera dimensión!

Nuevamente, el visitante regresa a casa de Mr. Square para reincorporarlo a su mundo bidimensional, acto seguido desaparece para siempre. El resto de la vida de Mr. Square transcurre en tratar de explicar a los demás individuos, bidimensionales como él, cómo es un mundo tridimensional. Despertando el consecuente escepticismo de éstos, hasta catalogarlo como desquiciado.

Comentarios respecto al cuento

La restringida percepción por parte de los habitantes de Flatland, es resultado del sistema cognoscitivo con que cuentan. Y ciertamente en la novela no se aclara la evidente alteración cognoscitiva que sufre Mr. Square, que le permite ver tridimensionalmente las cosas. Pues en un sentido estricto, éste no debería de haber podido percibir esa tercera dimensión, más bien debería ver una bi-dimensión en un plano superior al que se encontraba, tal como lo muestra el visitante al elevarse los diez centímetros sobre el plano origen. "Es nuestra cognición, que es en esencia nuestro sistema de interpretación, la que restringe nuestros recursos. Nuestro sistema de interpretación es el que nos dice cuáles son los parámetros de nuestras posibilidades, y cómo hemos estado utilizando dicho sistema de interpretación toda la vida, no nos atrevemos a ir contra sus dictámenes" [2].

III Encuentro Nocturno


Ray Bradbury en su libro Crónicas marcianas, escribió un cuento que particularmente resulta interesante de conocer. "Encuentro Nocturno" [3] relata una extraña coincidencia entre dos desconocidos en un lugar especial, donde existen condiciones irrepetibles, que hacen de la historia un elemento de reflexión sobre un probable punto de intersección, donde se conjuntan diversos tipos de "espacios" que en rigor resultan difíciles de hacer coincidir.

En una noche particularmente fría, a lo largo de una carretera por completo desolada que atraviesa las accidentadas colinas azules de Marte, justo antes de llegar al próximo pueblo donde los colonizadores recién llegados se encuentran, un largo trayecto que empezó en otro pueblo con un poco más de tiempo establecido, y una carretera ancestral que les separa, en el punto justo donde se puede experimentar la extraña sensación de completa soledad en el mundo. El ambiente tiene un olor añejo, a tiempos pasados, y es que el camino que se recorre es tan viejo ahora, como en los tiempos donde la raza marciana, totalmente extinta, circulaba.

Tomás Gómez, a bordo de su camioneta, recorre esta distancia, este camino y esta noche, perdido en sus pensamientos (espacio interior único donde sólo él tiene acceso), observa esta escena, tal pareciera que el tiempo se puede tocar, se respira y lo envuelve. Orillado por este sentimiento, aunado a la cercanía desde aquél punto a las últimas ruinas en pie de aquella civilización, decide desviarse del camino, detener la camioneta y descender.

Permanece sentado sobre una roca, contempla pensativamente su entorno. Donde sólo reinaba el silencio, cierto ruido llamó su atención, alcanzó a ver una luz, tal vez sería un vehículo que al igual que él, decidió acercarse. Pudo ver como descendía alguien a quien intuitivamente saludó. La figura, aunque lejana pareció responder el saludo. Tomás, en acto reflejo, se levantó y se encaminó hacia ella. Conforme se acercaba empezó a notar algo extraño en aquella silueta, en realidad no era un ser humano, ciertamente a distancia lo parecía pero definitivamente no lo era. Quizás la extraña criatura sería un marciano, pero ¿acaso, no se había ya extinguido la raza marciana?

A lo mejor era un sobreviviente, después de todo la colonia no llevaba demasiado tiempo como para haber recorrido el planeta, posiblemente no se habían extinguido del todo, sí, posiblemente algunos habrían encontrado la manera de asegurar su supervivencia, pero ¿dónde? Si en los precisos y extensos análisis hechos al planeta no se había detectado señal alguna de vida, resultaba demasiado confusa la situación.

En verdad era un marciano, quien tan sorprendido se mostraba éste como asombrado el otro. Tomás repitió el saludo y el marciano contestó, pero en un idioma distinto. Sin embargo, el marciano, percatado del hecho pareció hacer un ajuste en su cabeza al tocarla ligeramente y de repente se encontraban hablando el mismo idioma. Tomás que llevaba en la mano un termo con café aún caliente y dos tazas ofreció una, buscando así romper una situación por demás desconcertante, pero al tratar de tomarla el marciano, la taza pareció atravesarle las manos y caer al suelo, definitivamente no había sido producto de un descuido, pues al inclinarse el marciano a levantarla, se dio cuenta que no podía tocarla, sus manos la traspasaban como si fuera un fantasma. Todavía más desconcertado pretendió tocar a Tomás para darse cuenta que también este quedaba fuera de su alcance.

El marciano sacó algo que traía consigo y lo ofreció a Tomás para comprobar que la situación anterior se repetía en sentido inverso, sucedió lo mismo. Tal pareciera que no compartían una presencia totalmente física en aquel lugar, Así que lo único que en apariencia quedaba, era tan sólo platicar. Empezando por preguntar hacia dónde se dirigían, se dieron cuenta que hablaban de lugares totalmente diferentes ubicados en el mismo espacio. Donde uno veía tan sólo ruinas el otro veía una ciudad floreciente, repleta de habitantes, uno veía un paisaje totalmente solitario, desértico, mientras el otro veía atiborrado de cosas y seres. Por más que uno se esforzaba en describir el medio, el otro corroboraba un panorama totalmente distinto.

¿Qué explicación podía darse al conjunto de hechos apenas descritos? La única plausible, era que en donde ambos coincidieron fue, una posible grieta en el tiempo, un especie de "portal", un lugar neutro generado en la intersección de dos épocas distintas sobre un mismo espacio, por eso podían verse dos entornos distintos en un mismo emplazamiento, dos seres, que si bien podían verse y escucharse, no podían tocarse, ni entre ellos ni a los objetos que se encuentran vigentes en sus respectivos mundos. Después de charlar sobre visiones que, por un lado, no tenían nada en común, pero que relataban un mismo sitio, cada uno se despidió como se despiden dos desconocidos que comparten un secreto.

Comentarios respecto al cuento:


La justificación existente para las particulares condiciones en que los individuos mencionados en el cuento previamente relatado se encuentran, no es dado por el acto de pensar en un portal o grieta en el tiempo sobre un mismo espacio. Más bien, es el hecho de considerar que el tiempo es el mismo, un continuo que, como interioridad que es, se desarrolla en paralelo al espacio. Que el espacio, también como continuo, presenta un pliegue, el cual, topológicamente hablando no tiene repercusión alguna sobre el flujo del espacio porque topológicamente no está siendo afectado.

Sin embargo, podría considerarse, en función del fenómeno presentado; como un tipo de espacio diferente que construye a partir de sí otros espacios paralelos al tiempo mismo. Es decir; el tiempo sigue su línea, el espacio, como exterioridad que es, dentro de su desarrollo sufre un pliegue. Y a la vez, las diversas caras o planos de tal pliegue se corresponden paralelos al continuo del tiempo.

A partir de lo anterior, en la consideración de distintos espacios y a manera de ejemplificación, podemos entender, que si bien, en un libro cualquiera existe un espacio literario donde justamente se establece la concepción y desarrollo de una idea, la cual es plasmada, en primera instancia, en un espacio físico como son las hojas de un libro, puede además relatar las condiciones de otro espacio físico, es decir, la existencia de un espacio físico, dentro de un espacio literario, donde existen elementos apegados a toda ley de tipo física de fácil experimentación por un individuo cualquiera. Y por último, la experimentación real de un espacio cuyo entorno lógico matemático resulta claro y de manera por demás simplista, todo esto ubicado en un mismo tiempo.

Notas

1.- Asimov, Isaac. "La treta tridimensional" en Cuentos completos Vol.1, España: Ediciones B, España, 1992, p.73. "Donde el medio funciona genéricamente como el conjunto de elementos que interactúan en el espacio".
2.- Castaneda, Carlos," El lado activo del infinito", España: Ediciones B, 1999, p.47.
3.- Bradbury, Ray, "Encuentro nocturno" en Crónicas marcianas, México: Edit. Minotauro (13ª edición), 1994, pp. 82-92. (En un posible acto de irreverencia, más que referenciar la historia, me he permitido para fines prácticos, reinterpretarla en un sentido menos lato, pretendiendo dejar de manera incólume la esencia misma del cuento).

Bibliografía

Asimov, Isaac, "Cuentos completos", Vol. I, España: Ediciones B, 1992.
Bradbury, Ray, "Crónicas marcianas", México: Minotauro México (13ª edición) 1994.
Castaneda, Carlos, "El lado activo del infinito", España: Ediciones B, 1999.

José Luis Cabrera Lelo de Larrea