Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


Mística y arquitectura [1]

Jorge Anibal Manrique Prieto


¿Si los místicos acuden a la palabra poética, para tratar de expresar la experiencia vivida, puede suceder lo mismo con el lenguaje arquitectónico? ¿Es posible que el diseñador de espacios habitables provoque experiencias místicas en el habitante? Aunque se conoce que hay puentes de relación entre el lenguaje poético y el lenguaje arquitectónico, cabe considerar que el lenguaje arquitectónico puede, en apariencia, estar en desventaja con la complejidad del lenguaje escrito u oral, es decir, el lenguaje de las palabras.

Sin embargo, y a pesar de las diferencias que se pueden encontrar entre estos tipos de lenguaje, no debería descartarse que el lenguaje arquitectónico también sea un instrumento para que el arquitecto, en su quehacer como diseñador de espacios habitables, pueda transmitir gran parte de las experiencias arquitectónicas y artísticas que han trastocado su vida como ser humano. En efecto, es notorio cómo en arquitecturas, como las diseñadas por Luis Barragán o Rogelio Salmona, se hace evidente esa intención de los arquitectos -digámoslo aquí: místicos- por persuadirnos y mostrarnos algo que transformó sus vidas.

Por ejemplo, en el caso de estos maestros, la experiencia de haber habitado en las lejanas tierras de Marruecos, los jardines y patios de la Alhambra. Pero, ¿cómo puede transmitir o tratar de transmitir un arquitecto esa experiencia habitada donde se conectó plenamente con el universo y además se reconoció a sí mismo, en su ser-estar en el mundo, a través del lenguaje arquitectónico? Sin duda no lo hace copiando, tal cual, los espacios donde se suscitaron esas experiencias. El arquitecto en su intento de transmitir lo vivido, al igual que el escritor de la poesía mística, hace uso de un lenguaje de contradicciones, de ambivalencias; utiliza un lenguaje polisémico como correlato. Al respecto comenta la Doctora Luce López Baralt [2]: "el místico usa un leguaje de contradicciones para tratar de transmitir su experiencia, un lenguaje apofántico, un lenguaje que se desdice; por ejemplo: el medio día obscuro, la noche clara."

En otras palabras, los místicos dice el Licenciado Mario Jesús Gómez: "tratan de recrear lo recorrido a través de palabras abiertas a muchos significados, para que el lector [habitante] también los recorra" [3], interpretándolos a su manera, en su ser y estar en un tiempo y lugar específico. En este sentido, el correlato arquitectónico de esos poemas que pueden evocar la experiencia mística, se puede traducir aquí como: los ritmos espaciales, los contrastes de lleno y vacío, de luz y sombra, de afuera adentro, de bifurcaciones en los recorridos, entre muchas otras estrategias proyectuales. Así, esas palabras arquitectónicas bien pueden sugerir experiencias de intimidad: entre el habitante y su otredad; entre el habitante con el todo: la inmensidad mística.

La intención de que una persona pueda recrear la experiencia del místico, se evidencia aún más cuando tiene la posibilidad de vivir instantes de soledad, de silencio; instantes donde pueda contemplar el mundo que le rodea, pero donde a la vez pueda meditar sobre su vida; tomar decisiones. Una silla, un recoveco, un muro ancho donde se pueda sentar; en un patio, en una terraza; al aire libre, sintiendo el rayo del sol, la frescura de una sombra; son aquellos rincones donde la arquitectura parece abrigar al ser humano, para que él se sienta en paz y confiado; para que se sienta en libertad, que es una de las cualidades de la experiencia mística.

La poeta María Bernárdez comenta que una de las grandes virtudes de la poesía, "además de permitir que nos conozcamos a nosotros mismos, es la facultad de ayudarnos a superar la orfandad, y de vincularnos a la vida". La poesía, dice ella, "es la unión con el todo; nos ayuda a forjar una unión comunada con la tierra y el universo. La poesía nos ayuda a tejer lazos de pertenencia, unión, fraternidad e identidad" [4]. Así mismo una obra arquitectónica que se esmera por ser un vértice de unión entre el ser humano y todo lo que lo rodea; es una arquitectura incluyente; una arquitectura que se convierte en poesía, para alimentar el alma de sus habitantes.

En cuanto a la pregunta de si ¿es posible que el diseñador de espacios habitables provoque experiencias místicas en el habitante? Puede decirse, como se comenta líneas atrás, que el arquitecto no podría garantizar que el habitante viva las experiencias tal cual él las intenta proyectar, sin embargo, lo que sí puede hacer es sugerírselas, propiciarlas mediante las palabras arquitectónicas o vocabulario espacial, para que el individuo tenga la oportunidad de habitar libremente experimentando -a su manera- los espacios arquitectónicos.

Por otra parte, según los especialistas en el tema, la experiencia mística no se vive necesariamente en un mismo instante -o periodo de tiempo-, y tampoco implica un orden secuencial. Cada persona puede experimentarla en espacios y tiempos diferentes; en ese sentido, la experiencia mística es personal (comenta la Doctora Luce López Baralt). Con este argumento se puede intentar establecer un puente entre la experiencia mística y la experiencia de la arquitectura. Creyendo en que es posible considerar la experiencia de cierta arquitectura con la misma estructura de la experiencia mística, nos tomamos el atrevimiento de transportarla al lenguaje de lo físico-material, haciendo alusión a algunas de las estrategias compositivas que el arquitecto puede usar (tal como lo hace el poeta místico con las palabras) durante la concepción de una obra arquitectónica, y por ende, también pueden evidenciarse en la experiencia habitable de los espacios construidos.

Dicen los especialistas: "La experiencia mística consta de cuatro etapas, que no necesariamente siguen un orden: a) Vía purgativa: aniquilación del ego; se entra en un estado de contemplación. b) Vía iluminativa: estado de felicidad, de éxtasis, donde se aprecia la verdad de las cosas. c) La noche obscura: muerte espiritual, pausa de crecimiento. d) Vía curativa: unión con el todo" [5]. Hagamos el correlato a la arquitectura de estas etapas: La vía purgativa se interpreta como las transiciones que podrían existir entre: la ciudad (o el contexto) y el objeto arquitectónico, los diferentes espacios habitables que componen la obra y los materiales que permiten dar forma al objeto arquitectónico. ¿Qué tanto piensa el arquitecto en esas transiciones? ¿Contempla el acceso del edificio como un elemento purificador, a manera de los atrios de los edificios religiosos? ¿Diseña las puertas y ventanas como umbrales entre el adentro-afuera, como se evidencia en los profundos vanos de muchas de las obras arquitectónicas coloniales de américa latina? ¿Cuida detalladamente el encuentro entre las diferentes materialidades que componen la obra, como lo hicieron, por ejemplo, muchos de los arquitectos de principios del siglo XX, entre ellos Mies Van de Rohe?

La noche obscura puede relacionarse con la negación que podría anteceder un alumbramiento; con la penumbra y la oscuridad que resaltan la belleza de la luz; también puede relacionarse con el juego entre el lleno y el vacío: de los volúmenes y los espacios que los articulan (patios, calles, plazas), o del muro y los vanos sabiamente dispuestos, para agudizar la relación interior-exterior. La noche obscura tiene relación también con el proceso creativo del arquitecto, en especial cuando se enfrenta al papel en blanco, y lo invade una sensación de incertidumbre, de obscuridad, de silencio, que antecede al desbordamiento de las ideas. La vía iluminativa podría establecerse en la obra de arquitectura, en la medida en que ésta le permita al habitante entrar en relación con su contexto (Material e inmaterial). Contemplarlo, reconocerlo, hacerlo evidente. Para ello el arquitecto puede proponer patios, galerías y vanos que enmarquen el exterior y permitan su contemplación.

Dicen los especialistas que la experiencia mística es: "un estado alterado de conciencia; una capacidad de aprehender de la realidad (verdad); una experiencia de conocimiento ultramundana; una experiencia contemplativa que transforma, que va más allá del espacio tiempo; y que permite establecer una relación con el origen de la totalidad" [6]. La obra arquitectónica puede llegar a ser el instrumento adecuado para que el ser humano entre en ese estado alterado de conciencia -conocimiento- en relación a su entorno, esto es: el verdadero reconocimiento de la esencia del paisaje, del clima y de la geografía; reconocimiento de las tecnologías constructivas o de las formas de habitar (tradiciones) de su localidad específica. Y no solo eso, las obras de arquitectura pueden ser instrumentos para que el ser humano vuelva a entrar en contacto con los elementos presentes en la inmensidad de este planeta tierra, y que son la evidencia de un origen común entre los seres humanos: el agua, el aire, la luz, la naturaleza, etc. La pregunta es ¿los arquitectos están sugiriendo, en las obras que diseñan, que el habitante establezca esa relación contemplativa con el universo?

Finalmente la vía curativa, punto culmen de la experiencia mística que es propia de todos los seres humanos, es la que se evidencia cuando el sujeto (que vive la experiencia) entra en unión con el todo. En esta etapa -comenta la Doctora López Baralt- acontece una extensión del yo; el observador y el observado son uno solo; se aprecia la verdad que está dentro de todo hombre; desaparecen los límites y se experimenta la libertad. Los seres humanos -dice la Doctora Ester Hernández, hablando de la obra de Enriqueta Ochoa- se convierten en templos donde mora toda la creación del universo; se experimenta el vacío, la nada, la soledad, es decir, la presencia de dios; y el ser humano se niega así mismo por amor. Esta etapa puede estar presente en la arquitectura, en la medida de que la obra permita que la relación contemplativa del universo pase a ser vivencial; es decir, que el habitante pueda entrar en contacto con esa realidad. De esta manera se entiende que no es suficiente con enmarcar un paisaje, o con ver el agua; el habitante debería entrar en ese paisaje, debería tocar el agua, debería sentir el viento o la luz del sol.

La maestra Ingrid Solana [7] dice que "La experiencia mística se abre a través de los sentidos"; en relación a ello no se puede negar que la vista es el sentido que más participa a la hora de experimentar las obras arquitectónicas; pero son los sentidos del tacto, el oído y el olfato los que permiten que esa experiencia espacial penetre en el "yo". La vista pone al habitante en relación a algo que está "allá", pero los otros sentidos hacen más evidente el "aquí", "el yo".

El origen de la arquitectura es albergar el desarrollo de las actividades humanas, y esas actividades van de lo público a lo íntimo. ¿Por qué no propiciar entonces espacios habitables que estén abiertos a esta doble manera de habitar en el mundo? ¿Espacios que estimulen la relación con el "allá" y con el "aquí", es decir con el yo? Los espacios para experimentar la soledad, o de otra manera, para la intimidad, no requieren de gran ingenio; al contrario, son aquellos que surgen de la cotidianidad del ser humano; o ¿qué complejidad puede haber en proponer, por ejemplo, una silla? Una escalera puede ser una silla, un antepecho puede ser una silla, un cubo de concreto puede ser una silla. Por qué no propiciar entonces muchos rincones de sillas, donde el habitante pueda sentarse a contemplar el universo entero, pero a la vez pueda pensar en sí mismo; es decir, pueda "estar". Esta es solo una de las múltiples posibilidades que tiene el arquitecto de proponer aquellos rincones para el encuentro con el universo y con uno mismo. Y ¿qué pensar de los patios, los vestíbulos, las terrazas, las ventanas profundas?, en fin.

La vía curativa en la arquitectura puede reflejarse en espacialidades que estimulen y agudicen todos los sentidos del habitante. Espacios que aíslen al ser humano de la mecanización, que propongan pausas dentro de este mundo cada vez más acelerado. Dicen los especialistas que "durante la experiencia mística se estimula un nuevo órgano de percepción: el Alma; el ojo del alma como lo llamaba san Agustín." El alma se recrea en la imaginación al recordar momentos gratos, pero también cuando el ser se proyecta hacia el cumplimiento de nuevas metas. En este punto es donde la poesía (en nuestro caso el lenguaje de la arquitectura) brinda las herramientas al poeta (arquitecto) para tratar de incentivar la experiencia mística en el lector, es decir, en el habitante.


Notas

1.- Reflexiones basadas en el Coloquio: Poesía Mística en México y en América Latina, organizado por la Doctora Margarita León Vega, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, abril 2013.
2.- Catedrática de literatura Española, de origen Puertorriqueño. Licenciada en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Maestra en Literaturas Románicas de la New York University y Doctora en Literaturas Románicas por la Universidad de Harvard. Ha realizado numerosos estudios en el campo de la literatura española y árabe comparada, en la literatura aljamiado-morisca y en misticismo comparado. Profesora invitada en universidades como: Harvard, Yale, Brown y Michigan State (Estados Unidos), Málaga (España), Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Buenos Aires.
3.- Comenta el licenciado en Filosofía latinoamericanista y profesor de la escuela Normal Superior de México, en su ponencia titulada: "El viaje Místico de Ernesto cardenal. Del Bing Bang a la revolución sandinista".
4.- Palabras mencionadas por la Poeta, cuando se le preguntó sí su poesía evocaba el estado de orfandad al que tanto le teme el ser humano. Jornada de "lectura de poesía" del primer día del coloquio.
5.- Reflexiones basadas en el Coloquio: Poesía Mística en México y en América Latina, organizado por la Doctora Margarita León Vega, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, abril 2013.
6.- Reflexiones basadas en el Coloquio: Poesía Mística en México y en América Latina, organizado por la Doctora Margarita León Vega, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, abril 2013.
7.- Licenciada y Maestra en letras en la UNAM, de Origen Oaxaqueño. Ha impartido clases en diversas universidades mexicanas, como la propia UNAM, el ITAM y la Universidad Panamericana. Cuentos, reseñas y poemas suyos han aparecido en publicaciones como Literal, Contrapunto, Punto de Partida y Andamios. Ha publicado dos libros de poesía: De tiranos (2007, Limón Partido) y Contramundos (2009, Instituto Mexiquense de Cultura).

Bibliografía

Reflexiones, Coloquio: "Poesía Mística en México y en América Latina", organizado por la Doctora Margarita León Vega, México: Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, abril 2013.

Jorge Anibal Manrique Prieto