Thomas
Mann
(Lübeck, Imperio alemán,
6 de junio de 1875 – Zúrich, Suiza, 12 de agosto de 1955) fue un escritor
alemán nacionalizado estadounidense. Considerado uno de los escritores
europeos más importantes de su generación, Mann es recordado por el profundo
análisis crítico que desarrolló en torno al alma europea y alemana en
la primera mitad del siglo XX. Para ello tomó como referencias principales
a la Biblia y las ideas de Goethe, Freud, Nietzsche y Schopenhauer.
Basada en la propia familia de Mann, la novela Los Buddenbrook (en algunos
de cuyos pasajes el autor utiliza el bajo alemán, hablado en el norte
del país) narra el declive de una familia de comerciantes de Lübeck, a
lo largo de tres generaciones.
En esta etapa inicial de su obra centró la atención en la conflictiva
relación entre el arte y la vida, que abordó en Tonio Kröger, Tristán
y La muerte en Venecia, y culminaría posteriormente con Doctor Faustus.
En La muerte en Venecia describe las vivencias de un escritor en una Venecia
asolada por el cólera; dicha obra supone la culminación de las ideas estéticas
del autor, que elaboró una peculiar psicología del artista.
La montaña mágica (Der Zauberberg, 1924), por su parte, cuenta
la historia de un estudiante de ingeniería que planea visitar a un primo
enfermo en un sanatorio suizo con objeto de hacerle compañía por espacio
de tres semanas, que finalmente se transforman en siete años. Durante
este tiempo el protagonista, Hans Castorp, pondrá en oposición a la medicina
y su particular punto de vista sobre la fisiología humana, se enamorará
y trabará relación con multitud de interesantes personajes, cada uno con
sus particular forma de ser e ideología política. A través de todo ello,
Mann hace repaso de la civilización europea contemporánea. La novela,
que empezó a escribir en 1913, muestra su evolución ideológica durante
aquellos años: terminada la guerra retomó la redacción reescribiendo todo
el material anterior e incorporó el impacto que le produjo la experiencia
bélica que había atravesado Alemania.
Mann fue laureado con el Premio Nobel en 1929 principalmente en reconocimiento
a la inmensa popularidad que cosechó tras la publicación de Los Buddenbrook
(1901) y La montaña mágica, así como por sus numerosos relatos breves,
aunque en el acto de entrega solo se citó expresamente la primera de estas
obras. Novelas posteriores: Carlota en Weimar (1939), en la cual
Mann regresa al mundo retratado por Goethe en Las desventuras del joven
Werther (1774). En Doctor Faustus (1947), el autor toma como referentes
la antigua leyenda alemana de Fausto, así como sus distintas versiones
(Christopher Marlowe, Goethe), además de varios elementos de las vidas
y obra de Nietzsche, Beethoven y Arnold Schönberg. La novela narra la
historia del compositor Adrian Leverkühn, quien pacta con el diablo para
alcanzar la gloria artística. A través de la trágica figura de su protagonista,
Mann traza un depurado diseño de la corrupción de la cultura alemana de
su tiempo, que acabaría desembocando en los horrores de la Segunda Guerra
Mundial.
Obra fundamental es la tetralogía José y sus hermanos (1933–1942),
una imaginativa versión de la historia bíblica de José, relatada en los
capítulos 37 a 50 del Libro del Génesis. El primer volumen cuenta el establecimiento
de la familia de Jacob, el padre de José. El segundo relata la vida del
joven José, que aún no ha recibido los grandes dotes que le esperan, y
su enemistad con sus diez hermanos, los cuales acaban traicionándolo y
vendiéndolo como esclavo a Egipto. En el tercer tomo José se convierte
en mayordomo de Putifar, pero acaba encarcelado al rechazar las insinuaciones
de la esposa de su benefactor. El último libro muestra al maduro José
en el cargo de administrador de los graneros de Egipto. El hambre atrae
a los hermanos de José a este país, y José organiza hábilmente una escena
para darse a conocer a aquellos. Al final, la reconciliación reúne de
nuevo a toda la familia.
Otra novela destacada es Las confesiones del estafador Felix Krull
(1954), que quedó inconclusa a la muerte del escritor, aunque iniciada
cuando era joven escritor, recuperó la ironía acerca de la naturaleza
del ser humano que había caracterizado muchas de sus obras precedentes.
Los diarios personales de Mann, hechos públicos en 1975, revelan su lucha
interna contra una homosexualidad siempre latente, la cual halló reflejo
en sus libros, muy señaladamente en su conocida obra Muerte en Venecia
(Der Tod in Venedig, 1912), en la que el envejecido protagonista se
enamora de un muchacho de 14 años llamado Tadzio. En el libro de Gilbert
Adair The Real Tadzio, se describe cómo, en el verano de 1911, Mann se
alojó en el Grand Hôtel des Bains de Venecia con su mujer y un hermano,
sintiéndose atraído por un angelical niño polaco de 11 años, llamado Wladyslaw
Moes. Considerado un clásico de la literatura homosexual, Muerte en
Venecia ha sido objeto de una película de Visconti y de una ópera
de Britten.
Mann tuvo en su juventud una estrecha relación con el joven violinista
y pintor Paul Ehrenberg de la que no se conoce su trascendencia. Sin embargo,
el escritor eligió casarse y tener familia. Sus obras también presentan
otros temas sexuales, como el incesto, en la obra El elegido.
En La muerte en Venecia, por otra parte, asistimos al simbólico
encuentro entre la belleza y la resistencia al natural declive de la edad,
la decadencia, ambas personificadas en la figura de Gustav von Aschenbach,
personaje que actúa al mismo tiempo como metáfora del ideal de pureza
del régimen Nazi (recordando a la vez la crítica de Nietzsche del ascetismo
tradicional, negador de la vida). Mann valoraba igualmente las aportaciones
de otras culturas; adaptó, por ejemplo, una antigua fábula india a una
de sus obras, Las cabezas trastocadas.
El influjo de Nietzsche en Mann es fácilmente detectable a lo largo de
toda su obra, especialmente en lo referente a las ideas de Nietzsche sobre
la decadencia y las relaciones entre enfermedad y creatividad. Las dos
primeras contribuirían a remediar la osificación a que había llegado la
tradicional civilización de occidente. De esta manera, la «superación»
a que alude Mann en la introducción de La montaña mágica y la apertura
a un mundo nuevo de posibilidades que se abren ante su protagonista, el
joven Hans Castorp, se producen en un contexto, en efecto, de enfermedad,
como es un sanatorio de montaña.
Su trabajo es el registro de una conciencia vitalista abierta a múltiples
posibilidades, es decir, que expone muy bien las tensiones inherentes
a la más o menos fructífera contemplación de dichas posibilidades. Él
mismo lo resumió del siguiente modo, con motivo de la concesión del Premio
Nobel: «El valor y la significación de mi trabajo han de dejarse al juicio
de la historia; para mí no tienen otro sentido que una vida conducida
conscientemente, es decir, concienzudamente».
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