Arquitectura y Humanidades
Propuesta académica

Recomendaciones para la presentación de artículos y/o ensayos.


Alejo Carpentier


(Lausana, 26 de diciembre de 1904 – París, 24 de abril de 1980), fue un novelista y narrador cubano que influyó notablemente en la literatura latinoamericana durante su período de auge, el llamado «boom latinoamericano».

La crítica lo considera uno de los escritores fundamentales del siglo XX en lengua castellana, y uno de los artífices de la renovación literaria latinoamericana, en particular a través de un estilo que incorpora varias dimensiones y aspectos de la imaginación para recrear la realidad, elementos que contribuyeron a su formación y uso de lo «Real Maravilloso». También ejerció las profesiones de periodista, durante gran parte de su vida; y musicólogo, con investigaciones musicales y organizaciones de conciertos, entre otras actividades; sin embargo, alcanzó la fama debido a su actividad literaria. Su padre fue el arquitecto francés Georges Álvarez Carpentier y su madre Lina Valmont, profesora de idiomas de origen ruso. Su infancia estuvo marcada por un profundo «mestizaje cultural».

En la sección «Obras famosas» del diario habanero La Discusión publicó sus primeros trabajos literarios, básicamente resúmenes de obras conocidas. Ese mismo año abandonó definitivamente la carrera universitaria y viajó de nuevo a Francia. Al regresar dos años después, redactó artículos de crítica musical y teatral en La Discusión y El Heraldo de Cuba. Su situación económica se estabilizó en estos años, llegando a ser jefe de redacción de la revista comercial Hispania. Escribió una historia sobre los zapatos para la Unión de Fabricantes de Calzados y colaboró en la sección de moda de la revista Social bajo el seudónimo «Jacqueline».

Entre 1924 y 1928, Carpentier ocupó el puesto redactor en la revista Carteles. En 1926 asistió a un congreso de periodistas en México invitado por el gobierno de ese país y durante el cual conoció a Diego Rivera, con quien mantendría una larga amistad. Este periodo fue muy importante en la formación de su personalidad artística; llegó a conocer todos los barrios de La Habana y descubrir la arquitectura colonial y el ambiente de La Habana Vieja, elementos en que se ambientarán después muchos de sus ensayos y novelas. Sus obras y afirmaciones de entre los años 1920 y 1928 muestran que se implicó decididamente en el vanguardismo cubano, trabando amistad con sus figuras principales. En 1927, se adhirió al Manifesto Minorista, firma por la cual sería encarcelado durante siete meses bajo acusaciones de profesar ideas comunistas. Durante ese tiempo en prisión redactó la primera versión de su novela Ecué-Yamba-Ó!. Ya en libertad condicional, en marzo de 1928 acudió a un congreso de periodistas en La Habana en donde conoció al poeta francés Robert Desnos quien le ayudó a huir del régimen machadista.

Carpentier residió en Francia desde 1927 hasta 1939. El tiempo que pasó en ese país enriqueció su mundo y lo introdujo a nuevas técnicas literarias y funciones expresivas. Su llegada se produjo durante el boom del movimiento surrealista, cuyos miembros lo recibieron con los brazos abiertos.

Se estableció en París y colaboró en diversas revistas locales y cubanas con poemas y artículos sobre música. Se unió a los círculos musicales de la ciudad, colaborando con el compositor francés Darius Milhaud, el brasileño Heitor Villa-Lobos y el cubano Alejandro García Caturla. Este grupo produjo una variedad de poemas, libretos y textos, como Poèmes des Antilles, nuevos cantos sobre textos de Alejo Carpentier con música de M.F. Gaillard.

Carpentier también escribió la serie de artículos Ensayos convergentes en 1928. Con el apoyo de Desnos, Carpentier empezó a formar parte del movimiento surrealista que iba a influir en sus obras considerablemente. Sus dos primeros cuentos cortos, «El estudiante» y «El milagro del ascensor» siguen el estilo surrealista. Aunque sus obras más famosas fueron escritas en español, Carpentier también era capaz de escribir en francés. Por ejemplo, escribió el cuento «Histoire de Lunes» en francés y, dependiendo de su público, daba entrevistas en francés o en español. Carpentier colaboró en la Révolution surréaliste y conoció a los poetas Louis Aragon, Tristan Tzara, Paul Eluard, y a los pintores Giorgio de Chirico, Yves Tanguy y Pablo Picasso. En 1933 terminó su primera novela ¡Ecué-Yamba-Ó! y salió de Francia por poco tiempo para Madrid.

El tiempo transcurrido en ese país contribuyó a formar su identidad como escritor; según sus propias palabras: le «enseñó a ver texturas, aspectos de la vida americana que no había advertido [...] Comprend[ió] que detrás de ese nativismo había algo más; lo que llam[ó] los contextos.

Alejo Carpentier